Medicina Eidosomática y regeneración del Cuerpo Azul

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Es un método de sanación muy efectivo, rápido y fácil de aplicar para muchas enfermedades manifiestas y un buen modo de prevención.

El acercamiento de la medicina occidental con la oriental ha facilitado la fusión y la comprensión de la enfermedad con la emoción. Hoy se entiende que para lograr el éxito en la curación es necesario trabajar el bloqueo emocional conflictivo o traumático, al mismo tiempo que se está tratando la enfermedad propiamente, sobre todo para que esta remita.

Esto nos muestra una premisa: las medicinas llamadas alternativas o naturales no son excluyentes sino al contrario, deben ejercerse como complemento a la medicina alopática y llevarlas a cabo multidisciplinarmente.

Ese tándem se amplía en este siglo XXI con la medicina indígena, integrando métodos de trabajo ancestrales con los últimos descubrimientos sobre física cuántica y los evidentes experimentos de la intención en nuestra biología: “lo que crees creas”.

Tuve el privilegio de ser discípulo del Dr. Pedro Subirana (1947-2015) creador de la medicina eidosomática, quien la bautiza con este nombre en honor a la sofrología del Dr. Caycedo, disciplina que estudia establecer la armonía cuerpo-mente, y que denomina al cuerpo físico, anatosoma, y al cuerpo espiritual o cuerpo ideal, eidosoma.

En el cuerpo físico o anatosoma está toda la información de los traumas emocionales que nos generan un gran impacto provocando el potencial de la enfermedad en función del modo de afrontarlas en el tiempo. La percepción y localización en unos minutos, por ejemplo, mediante el pulso del paciente de esos bloqueos, nos da una gran información y la explicación muchas veces de porque se sufren.

En el eidosoma está la información almacenada a modo de nudos energéticos patógenos que son grupos de electrones enquistados y palpables con las manos, muchas veces referidas a memorias de sufrimiento de vidas pasadas, siendo posible eliminar esas emociones negativas que arrastramos.

Estos nudos pueden hacerse desaparecer, al establecerse una serena conexión terapeuta-paciente, además de haciendo barridos con las manos y sin necesidad de tocar el cuerpo físico de la persona, por lo que si la enfermedad llega a curarse se logra sin ningún tipo de dolor o sufrimiento, y con una profunda paz en la sesión.

Incluso pueden eliminarse los nudos energéticos eidosomáticos que están latentes, pues estos aparecen mucho antes que la enfermedad física. Al transmutar la memoria corporal patógena, los sentimientos, incluso subconscientes de odio, rabia, etc., que la mantenían son sustituidos por memorias positivas de paz, perdón, amor, etc. Es por eso que es muy frecuente que después de las sesiones la persona se sienta con una energía más feliz.

Al explorar a nivel de memorias de sufrimiento del pasado, energética y/o subconscientemente, se logra que muchas enfermedades físicas se solucionen, pero es importante en muchos casos, mostrarle al paciente que para que la sanación holística, es decir, física y emocional, perdure, la persona debe de tomar conciencia de que aquella memoria negativa la ha condicionado a ciertos comportamientos que quizás sea interesante cambiar y sobre todo perdonarse, pues finalmente el conocimiento de ti mismo te hace dueño de tu destino.

La mente tiene la capacidad de modificar la expresión de los genes, pues estos se relacionan con los trastornos, pero no son la causa de las patologías por lo que experimenté que asociar en las sesiones terapéuticas, el eidosoma a la técnica del cuerpo azul de Ramtha, es muy potenciador pues se accede a una comunicación con la esencia celular de la persona, e incluso al ADN, que es reparadora, pues se incide en la estructura corporal biológica para salir del caos celular volviendo al orden y la regeneración, exceptuando que se haya llegado al punto de no retorno donde la cercanía de la muerte es irreversible.

El paciente estará todo el tiempo tumbado cómodamente en la camilla, muy relajado o dormido, lo que sucede con naturalidad en casi todos los casos. El conjunto de la terapia deberá ser frecuencia específica de mente pura; vacía y compasiva…, amor en esencia, donde el enfoque de vibración azul, iniciará la intención de tejer un cuerpo regenerado para sostener al ADN que con su energía y conciencia dirigida dará nueva luz a la célula. Desde un estado de vacío se logran energías favorables para que el terapeuta traslade al paciente a la expresión del cuerpo azul, que nos eleva retrocediendo a niveles dimensionales de mayor vibración para traernos de regreso a nuestra parte sagrada, es decir, a la salud plena.

La mente es conciencia y ésta se sostiene al aceptar la espiritualidad como un pilar de conciencia de amor, como ciencia compleja, opuesta a la conciencia extendida del miedo. Y sin duda, un cuerpo que alcanza mayor reequilibrio está más predispuesto a experimentar buenos sentimientos; a abrir el corazón desde donde lo más importante siga siendo “cuidar nuestro jardín”.

Nuestro cuerpo biológico tiene un campo magnético y eléctrico donde nuestra genética individual y los campos de conciencia colectiva ejercen dos tendencias opuestas: orden o caos, caos u orden…, pero nuestro sistema endocrino y nuestros genes, generando hormonas y neurotransmisores no controlan nuestra mente sino que son nuestras creencias quienes lo hacen.

Al final lo único que importa son los resultados, y desde luego que existen tantas terapias como terapeutas, pero una vez la persona se ha desprendido de sus memorias de sufrimiento y de sus bloqueos, y manteniéndose con unos hábitos coherentes y de respeto con su cuerpo, utilizar nuestro poder creador para una vida sana y feliz será un reto sencillo.

Ignasi Montoliu
Naturópata Holístico. Terapeuta en M. Eidosomática Superior y Reiki Cuántico. www.facebook.com/FarosEspaiQuantic