La Alquimia es un hecho universal en el tiempo y en el espacio. Hace 2.000 años había alquimistas, ahora hay alquimistas y en el futuro, incluso lejano, habrá alquimistas. Las tres Culturas fundamentales de la humanidad la desarrollaron. La Cultura Taoista generó la Alquimia Taoista, la Vedanta hindú dio a luz la Alquimia Védica y la Cultura Egipcia a la Alquimia Hermética, que es la que tradicionalmente se ha practicado y se practica en Occidente. No sabemos si las tres tienen un origen común en una cultura mas antigua y sabia, por ahora desconocida, o se desarrollaron por sí mismas. El hecho es que la Alquimia está entre nosotros desde hace 4.000 años.
La Alquimia es el arte del Cambio, de la Trasmutación porque «Todo lo que está vivo, se mueve y todo lo que se mueve, cambia». Es el estudio y conocimiento de este proceso universal, de su porqué y de su aplicación, tanto en el laboratorio alquímico como en la vida cotidiana.
Trasmutación, porque la materia a trabajar se trasmuta, es decir, se le hace subir en su nivel evolutivo para beneficio de los seres humanos. Esto solamente es comprensible a través de la evidente experiencia del laboratorio alquímico, sea externo o interno, para aquellas personas que trabajan en ellos. Arte, porque en todo arte se unen conocimiento, técnica, experiencia, inteligencia y espíritu. Hay dos Alquimias, la Externa y la Interna. La Externa se divide en dos vías: La Mineral o Alquimia Mayor, en la que la materia prima es el Reino Mineral y por la que es posible alcanzar La Gran Obra o Piedra Filosofal. La Vía Vegetal o Alquimia Menor trabaja el Reino Vegetal y sirve, de alguna forma, como medio de comprender y utilizar los procesos de laboratorio que se aplicarán en la Mineral que es más complicada. En la Vía Externa, el alquimista se identifica con la materia que trabaja en su laboratorio y experimenta en su persona los procesos de disolución, coagulación y trasmutación a los que somete a dicha materia, sea mineral o vegetal, avanzando en su proceso evolutivo. En la Vía Interna, el laboratorio es el propio alquimista y su vida cotidiana. La materia prima a trasmutar es su miedo y sus carencias que el día a día pone de manifiesto, para que al final brille en todo su esplendor, El Sol de la Plena Consciencia. Las dos Vías están íntimamente unidas y no se puede hacer la Gran Obra Externa sin la Gran Obra Interna. Es por ello que muchos fracasan cuando creen que todo es una cuestión de técnicas de laboratorio.
En consecuencia, la Alquimia posee un profundísimo conocimiento de «La Naturaleza de las Cosas»: del Uni-verso (Unidad de la Diversidad), del ser humano como parte y fractal de dicho Universo.
«Tal como es arriba, es abajo y tal como es abajo, es arriba para que se haga el milagro de Una Misma Cosa» Tabla Esmeralda
También de la salud y de la enfermedad, incluidas en esa Naturaleza de las Cosas. Es natural que una parte de este conocimiento se pusiera al servicio del ser humano para aliviar sus dolencias. Y así, de la Alquimia Taoista nació la Medicina Tradicional China, de la Alquimia Védica surgió la Medicina Ayurvédica y la Hermética Egipcia generó la que hoy conocemos como Espagiria. Este nombre lo puso Paracelso (s.XVI) por pura necesidad. El Maestro estudió el Arte con el abate Tritemius y después peregrinó para mejorar y ampliar su conocimiento.
Estuvo en Granada pues sabía que los andalusíes habían mantenido, cultivado y mejorado el Arte durante 800 años, pero Granada estaba arrasada culturalmente por la conquista y su biblioteca quemada en 1501 por orden del Cardenal Cisneros. Entró disfrazado en la Constantinopla turca y allí se encontró con el Maestro Solimán Trismosin, oriundo granadino, que le enseñó lo que necesitaba saber. De vuelta a su Suiza natal, no podía decir dónde había estado, qué había estudiado y con quien, porque le iba la vida en ello. Así que, separó el Arte de Curar del Arte Alquímico y le puso el nombre de Espagiria que sacó de dos verbos griegos: spaou y agereum, coagular y disolver –«coagula et solve», coagula y disuelve, el gran axioma alquímico–, dando así la pista del origen de su medicina. Es una creencia muy extendida que la Espagiria empieza con Paracelso. Una verdad a medias no es la verdad, el Maestro puso un nombre nuevo a un Arte muy antiguo y sabio. Paracelso, considerado como uno de los padres de la medicina actual, no sólo era médico, era ante todo y sobretodo, un alquimista. Nacida en Egipto, trasmitida a los griegos, recogida y ampliada por los andalusíes, instrumentalizada por Paracelso, oculta durante 400 años para escapar del fundamentalismo religioso y científico dejando demasiadas vidas por el camino. Resurge en el s. XX con Fulcanelli, Canseliet, von Bernus y otros, entre ellos el que fue mi Maestro, Omar Yabir que estudia, recopila y hace práctica la medicina alquímica andalusí. La Espagiria es, sin duda, nuestra Medicina Tradicional Europea.
La Espagiria continúa unida a la Alquimia por sus propios fundamentos que no son mas que los de la propia Alquimia, es decir, el Conocimiento de la Naturaleza de las Cosas y nunca como filosofía, sino como práctica (praxis) en el laboratorio, en la consulta y en la vida cotidiana. ¿Por qué? Porque con la filosofía siempre se puede especular.
La experiencia de la práctica es evidente, nunca especulable. También por la experiencia del laboratorio, porque las técnicas de laboratorio de la Vía Mineral sirven para hacer los remedios (medicamentos espagíricos) minerales como los elixires de piedras preciosas o los metales alquímicos potables como el oro, la plata, etc.
Las técnicas de laboratorio de la Vía Vegetal sirven para hacer los numerosos remedios vegetales: tinturas espagíricas, tríacas o compuestos vegetales, quintaesencias, etc. Los remedios espagíricos son de extraordinaria pureza y en consecuencia, eficacia, siempre y cuando estén bien hechos, es decir, sean verdaderamente alquímicos-espagíricos. Considero esencial que un/a espagirista tenga conocimiento y práctica de laboratorio para que conozca a fondo la naturaleza de sus remedios y sepa por qué los aconseja.
Si hay una sola salud que es el estado de armonía con uno/a mismo/a y con el entorno, no puede haber mas que una sola de enfermedad que es la desarmonía con uno/a mismo/a y con el entorno, que se manifestará de acuerdo a la naturaleza de la persona, la naturaleza del conflicto que la originó y las circunstancias de la propia persona. De aquí viene que tengamos tantos nombres de enfermedades que designan los síntomas por los que se manifiesta la enfermedad única en una persona determinada.
Es por ello que decimos que «casi todas las enfermedades son una sal (somatización) infecta (perjudicial) mercurial (del psiquismo). El conocimiento del concepto de lo que hoy llamamos psicosomática es muy, muy antiguo y tiene un encaje perfecto en la Espagiria del s.XXI. El porqué de esto también es fácil de comprender: El ser humano es una unidad indisoluble de Los Tres Principios: Psiquismo, energía vital y cuerpo físico, con sus funciones bioquímicas.
El psiquismo gobierna, tanto consciente como inconscientemente. La energía vital nutre al psiquismo, nutre al cuerpo y lo conforma, puesto que toda materia es energía condensada (e=m.c2). El cuerpo es el vehículo, puesto que el psiquismo gobierna, es lógico que cuando se desequilibra consciente o inconscientemente, sea el origen de una enfermedad con nombre y apellido. Es un efecto de cascada: el psiquismo desequilibrado desarmoniza la energía vital y esto afecta al tono general de la persona y a su sistema hormonal. Su terreno corporal se degrada, pudiendo aparecer un cambio de temperamento, diátesis patogénicas y pH alterado. Así, el sistema inmunitario puede deprimirse y ya está todo preparado para que tarde o temprano aparezca la enfermedad. La Espagiria dice que detrás de cada enfermedad se esconde un drama y un parón en el proceso evolutivo de la persona. También podemos considerar que el estrés, la ansiedad, la angustia y la depresión pueden ser el origen de numerosas dolencias físicas.
La enfermedad no es la enemiga a combatir, sino la aliada a comprender. Si así se hace, ella nos dice el porqué, el cuando, el cómo y la vía de su resolución.
El Alquimista-Espagirista ayuda al paciente, que siempre es el protagonista, a trasmutar el nigredo de su enfermedad en el albedo de su salud y en el rubedo de continuar mejor y mas consciente su propio proceso evolutivo en una Vida con sentido. Trabajará al unísono psiquismo, energía vital y bioquímica corporal, dando prioridad al que mas lo necesite y para ello tiene a su disposición los remedios espagíricos y otros que considere de la misma calidad y naturaleza.
En la actualidad, hay empresas y laboratorios que promocionan «cursos de espagiria» para ampliar la venta de sus productos. Nada tengo que decir en contra de esto, porque todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida. Sí tengo que decir que la Espagiria es infinitamente mas profunda, mas amplia y mas sabia que el recetar remedios espagíricos de forma mas o menos alopática. Seamos claros y honestos para no caer en el engaño. Me remito a una frase del que fue mi Maestro, Omar Yabir:
«No hace al Espagirista la prescripción de los remedios espagíricos, sino el Conocimiento de la Naturaleza de las Cosas»
Joxe Luis Arizala
Espagirista. Director del Centro de Espagiria Kémica. Director de la Formación Profesional Acreditada de Espagiria Kémica