En el enigmático mundo de las relaciones, ya sean de pareja, laborales o de amistad, cuando nos comunicamos los unos con los otros, hablamos un idioma encriptado que algunas veces no entendemos, pero que sí detectamos como que alguna cosa no anda bien. A continuación te lo explico en detalle.
Te habrá pasado que estás charlando con un amigo y no te sientes cómod@, o sientes malestar, incluso la conversación se ha desviado de tal manera que te ha dejado perplejo. En otras ocasiones puede que sea todo lo contrario y te sientas bien, la conversación fluye y estás con energía. Aquí es donde entra en juego una fascinante y poderosa herramienta que es el Análisis transaccional.
Este es un enfoque psicológico creado por el psiquiatra Eric Berne, que nos ofrece una manera de ver y entender las dinámicas interpersonales y mejorar nuestras conexiones con los demás.
Imagínate que tus interacciones diarias son como un complejo juego de cartas donde cada palabra y acción son las cartas que jugamos. El análisis transaccional nos brinda las gafas adecuadas para observar este juego.
Esta teoría nos cuenta que cuando charlamos lo hacemos mediante transacciones, y estas pueden ser sanas o no. Estas, salen de tres partes de nuestra personalidad, la primera es la parte padre, la segunda la parte adulta y la tercera la parte niñ@.
Cuando nos estamos comunicando y recibimos del compañero una actitud autoritaria o juiciosa, o vemos que quiere protegernos, diremos que está relacionándose desde su parte padre de la personalidad.
Cuando, en cambio, habla desde un lugar más lógico y racional lo estará haciendo desde su parte adulta, y cuando lo haga desde sus emociones, sentimientos y parte creativa lo estará haciendo desde su parte niña de la personalidad.
Y aquí viene lo mejor, según desde donde nos esté hablando él o ella, activará en nosotros una parte de nuestra personalidad u otra, indicándonos desde dónde nos está hablando él o ella. Te voy a poner un ejemplo: cuando mi amiga Elia me habla y me siento juzgada, es probable que me esté hablando desde su parte padre, y puede activar en mí mi niñ@, por ejemplo, sintiéndome pequeña o rebelándome. En cambio, cuando me habla Luis lo suele hacer desde su adulto, cosa que activará en mí a mi adulta y la conservación fluirá y no se verá interrumpida por desvíos.
¿Has observado en ti o en los demás, como cuando una persona está en una actitud de víctima (niñ@) se puede activar en ti ganas de salvarlo (padre)?
Es una maravilla podernos dar cuenta de que nuestras relaciones están siempre teñidas por las invisibles transacciones de los diferentes estados mentales en los que estamos, y cuando podemos llevarlos a la luz, entonces somos libres para decidir cómo queremos responder a los distintos estímulos que recibimos cuando nos comunicamos, y qué tipo de mensajes queremos lanzar a los demás y al mundo.