¿Existe un método asequible, económico y fiable para curarnos? Sí, existe, y a lo largo de estas líneas vamos a descubrirlo. La alimentación moderna es el mayor generador de enfermedad de la sociedad actual. Comemos alimentos faltos de vida, energía y nutrientes, consecuencia de los métodos de cultivo intensivo y de la transformación realizada por la industria alimentaria; están cargados de aditivos (no se deje engañar, en la etiqueta no aparece todo lo que contienen), llevan restos de pesticidas, insecticidas y herbicidas; residuos de vacunas, hormonas, medicamentos, y química derivada de la contaminación; radiación, y lo más espeluznante, muchos ya modificados genéticamente.
Según mi propia experiencia: Detrás de cada trastorno, hay siempre un culpable o colaborador alimenticio.
La enfermedad, no sólo es provocada por todas esas sustancias indeseables para nuestro organismo, sino también por el exceso alimentario al que le sometemos. Comemos sin haber sentido la sensación real de hambre, comemos en exceso porque sólo paramos cuando sentimos que ya no nos cabe más, comemos porque es la hora (aun sin hambre), comemos para ocupar un vacío emocional; comemos, en definitiva, sin conciencia.
Si ya tenemos claro que la alimentación es uno de los factores más importantes en la generación de enfermedad ¿qué medidas podemos o debemos tomar? ¿Cuáles son las herramientas de que disponemos para poder potenciar nuestra salud de forma natural?
Después de esta exposición está claro que hay que eliminar de la dieta todo alimento procesado, todo alimento procedente de la industria alimentaria, e intentar tomar alimentos frescos cultivados ecológicamente, y además, limitar la cantidad de comida que ingerimos diariamente, para poder descargar de trabajo nuestro sistema digestivo y permitir que se ocupe de lleno en la eliminación de sustancias no gratas. Para muchas personas, será difícil seguir estas recomendaciones, porque el tipo de sociedad en el que vivimos nos impone un ritmo de vida acelerado, sin tiempo para casi nada, que nos agota y nos hace invertir cada vez menos tiempo en la cocina; utilizamos alimentos procesados que se preparan en cinco minutos, o en veinte, pero con los que no hay que hacer casi nada, calentar, servir y comer.
Hay personas que comen fuera de casa todos los días, siendo su dieta muy repetitiva, con el peligro de agotamiento enzimático que esto conlleva. Esta forma de alimentarse, junto con los excesos, que se mantiene en el tiempo, día tras día, año tras año, sin dar tregua; es una fábrica de enfermedad, sobre todo a partir de los 40 años, cuando el organismo comienza a ralentizar sus funciones; a esa edad, más o menos, comienzan a aparecer pequeños trastornos que van aumentando en número e intensidad paulatinamente; y nosotros, inconscientes de lo que ocurre, en vez de darle el descanso que necesita nuestro sistema digestivo, le sobrecargamos aún más con medicamentos paliativos.
¿Y qué otro camino podemos tomar? ¿Existe otra alternativa?
Pues sí, una alternativa asequible, económica y fiable.
Existe un método tan antiguo como la sociedad, probablemente descubierto por nuestros ancestros gracias a la empírica observacional. Puedo imaginar, en la edad de las cavernas, períodos en los que era difícil proveerse del alimento suficiente y se pasaba hambre. Estos periodos pudieron dar comienzo a un mecanismo de adaptación evolutivo, necesario para la supervivencia, y un descubrimiento vital para el ser humano: al observar que muchos de los trastornos que padecía aquella sociedad remota, se eliminaban en esos periodos de ayuno forzado.
El método del ayuno es utilizado intuitivamente por los animales cuando están enfermos, los niños pequeños aún conservan ese instinto y rechazan la comida antes que la enfermedad se haya manifestado o durante el proceso. Religiones como la cristiana, hinduista, judía, islamista, mormona, etc. lo han utilizado también en diferentes formas, aunque por cuestiones espirituales.
Esta herramienta tan valiosa ha ido cayendo en desuso, utilizada únicamente por algunos grupos o esferas muy determinadas de la sociedad. La mayoría de los seres humanos intentan mitigar sus males con medicamentos, pero sería más recomendable y ecológico agotar primero las vías naturales, prácticas, económicas, fiables y experimentadas desde hace siglos, como el ayuno.
Respecto del ayuno hay diversidad de opiniones. La ciencia hace estudios a los que no se les da mucha expansión y demuestra que la restricción calórica tiene efectos beneficiosos que aumentan con el ayuno. El ayuno es eficaz especialmente en las enfermedades de nuestro siglo a las que la medicina moderna no sabe dar una solución, sino sólo paliativos: artrosis, diabetes, asma, hipertensión, reuma, alergias, eczemas, hígado graso, etc.
Parece ser que estamos mejor adaptados para la escasez alimenticia que para el exceso.
En Siberia, el ayuno es desde hace 15 años, un elemento central en la política de salud pública, apoyado por 40 años de estudios científicos realizados sobre miles de enfermos de la antigua URSS, estos estudios son desconocidos para occidente. El estricto método que han creado ha sido experimentado por 10.000 pacientes en 15 años, con resultados de curación en enfermedades mentales tan importantes como la esquizofrenia, depresión, fobias, síndrome obsesivo, etc.
El Ministerio de salud realizó una campaña de verificación de los resultados en 1973, el trabajo fue encargado a dos médicos militares, el Dr. Aleksey Kokosov y el Dr. Vàlery Maximov. Tenían como misión comprobar que el método funcionaba, explicando la razón. Comprobaron la secreción del estómago, del hígado, del páncreas, del intestino, de la flora bacteriana, la inmunidad, los cambios vitamínicos y minerales, en miles de pacientes, y confirmaron los resultados positivos que ya había conseguido Nicolayev, pionero en el estudio del ayuno. Estos estudios tan importantes han sido validados por la academia de ciencias, pero están en la sombra, archivados y sin traducción. La industria farmacéutica no apoya este tipo de estudios, por carecer de rentabilidad, pero es una práctica en clara expansión, probablemente porque cada vez hay más personas dispuestas a experimentar (convenientemente informadas, espero), comprobando que funciona.
El ayuno se usa como preventivo, para combatir desajustes metabólicos, hipertensión, diabetes, obesidad, etc. y como cura en el caso de enfermedades crónicas, sobre todo las articulares. Y al margen de ello, se consiguen mejorías en multitud de trastornos, llamados menores, tales como dolores de cabeza, cansancio, problemas musculares, de piel, y en algunos casos hasta psicológicos (depresión, fobias, pensamientos negativos, etc.).
Los detractores del ayuno alegan que hay consecuencias indeseables como: caída del cabello, envejecimiento prematuro de la piel, aparición de eccemas o deterioro de la dentadura, y utilizan el argumento de que ayunar es peligroso porque se consumen las proteínas del cuerpo; pero realmente sólo es peligroso cuando se superan ciertos límites. Considero mucho más peligroso el exceso de desechos circulando en el organismo, sin posibilidad de expulsión por tener saturados los órganos de eliminación, o encontrarse perezosos o con un deficiente funcionamiento. No olvidemos que los animales salvajes realizan ayunos instintivamente, nosotros hemos perdido esa sabiduría.
Ayunar da miedo por desconocimiento y porque la industria farmacéutica se ha encargado de difundir este mensaje, consciente del poder curativo de esta práctica ancestral.
El ayuno es un pilar para la buena salud, pero nada saludable para la industria farmacéutica.
La disminución de vitaminas C, D, E y otros componentes metabólicos que se observan en el ayuno estricto, no suele ser dramática en un organismo sano, pero requiere la supervisión de un profesional. Esta contrariedad no sucede con el ayuno parcial o semiayuno. En el ayuno parcial no existe crisis de acidosis, como ocurre en el ayuno absoluto, por lo tanto, no se experimenta ninguno de los síntomas habituales del ayuno absoluto, como debilidad, náuseas, migrañas, etc.
En 24 horas se gastan las reservas de glucosa y ésta comienza a fabricarse por el hígado a partir de las proteínas, pero como las proteínas son importantes para nuestro cuerpo, enseguida se frena este proceso y el hígado comienza a transformar los lípidos en glucosa. Cuando se ha llegado a transformar el 80% de los lípidos el hígado vuelve a utilizar las proteínas para transformarlas en glucosa y es ese el momento crítico en el que es primordial comer para que no haya problemas.
Según el Dr. Vàleri Gurvich (psiquiatra en el Instituto psiquiátrico de Moscú), el ayuno tiene un efecto estimulante durante la primera semana, y antidepresivo cuando se reintroduce la alimentación, un efecto sedante y calmante después de la crisis de acidosis.
El Dr. Sergeig Osinin, neumólogo especialista en asma y alumno del Dr. Aleksey Kokosov, ha estudiado el ayuno durante 40 años en más de 10.000 pacientes asmáticos y comenta no haber tenido ni un solo incidente. Ha estudiado la evolución de las células del pulmón durante el ayuno, constatando que tras 12 días de ayuno desaparece la histamina (responsable de la hipersecreción y espasmo pulmonar) de las células pulmonares y se producen una serie de cambios generales y locales muy beneficiosos (desaparece el edema y la inflamación).
Los efectos beneficiosos se mantienen después para, alrededor del 50% de los pacientes. Retomar nuestra dieta habitualmente tóxica y excesiva supone volver a la condición anterior.
El ayuno provoca cambios en el entorno orgánico y una respuesta adaptativa o estrés, que promueve un estado de autorregulación. La autorregulación es un proceso natural del organismo, entorpecido por el estilo de vida actual.
Existe una adaptación evolutiva a la restricción alimenticia.
Estudios de ayuno en roedores y seres humanos indican que existe una conexión entre la restricción calórica y la longevidad. En estudios con hombres y mujeres obesos, se observa, que una dieta baja en calorías mejora los marcadores de envejecimiento, el nivel de insulina y la temperatura corporal, entre otros.
Los médicos rusos explican que los efectos terapéuticos se producen gracias a la alteración hormonal y neuroendocrina, en la que están implicadas hormonas metabólicas como la adrenalina, noradrenalina, leptina, serotonina, glucagón y cortisol. Estas hormonas movilizan las reservas del cuerpo y tienen un efecto antiinflamatorio que normaliza valores sanguíneos como el colesterol, el índice glucémico, los triglicéridos, la insulina, etc. Al disminuir el gasto energético y estar el sistema digestivo en reposo, las constantes vitales se ralentizan (respiración, ritmo cardiaco, presión arterial).
En Alemania, alrededor del 20% de la población admite haber ayunado.
En un anexo del hospital público más grande del mundo, hospital de la Caridad, en Berlín, se practica desde hace 10 años el ayuno como método terapéutico. Otra decena de hospitales públicos también están realizando ayunos, y todos están sufragados por la Seguridad Social.
Aunque nuestros cuerpos están perfectamente equipados con los sistemas que realizan el trabajo de limpieza orgánica, el tipo de vida actual sobrecarga esos sistemas. Nuestro organismo no está preparado para tan enorme carga de trabajo, tanto tiempo y sin descanso; es más de lo que puede soportar y se colapsa.
Los alimentos nos dan energía, pero también nos la roban porque realizan un gasto energético para poder ser digeridos, asimilados y metabolizados, y mucho más el tipo de alimentos que ingerimos hoy en día. Se estima que las funciones digestivas generan un gasto de energía aproximado del 65%, esta energía se aprovecha durante el ayuno para reparar las células, tejidos y órganos y también para eliminar toxinas, tanto externas como internas (metabolitos de desecho de la propia reparación orgánica).
Se podría decir que el ayuno no es la cura sino que crea el entorno favorable para que el organismo pueda curarse a sí mismo.
Indicaciones
- Patologías bronquiales, basculares, de estómago, endocrinas, digestivas, articulares, de huesos, de la piel; beneficioso sobre todo en enfermedades crónicas.
- Contraindicaciones:
- Cáncer, diabetes tipo I, tuberculosis, hepatitis crónica, tromboflebitis, anorexia, embarazo, lactancia, niños en desarrollo, antes o después de una cirugía.
*Aunque la generalidad desaconseja el ayuno en algunas situaciones como la de cáncer, mi opinión al respecto, después de leer multitud de información relacionada con ello y la observación de pacientes, es que el ayuno pone al organismo en un estado de impasse, en el que las células priorizan la supervivencia por encima de cualquier otra función, por lo que se detienen procesos inflamatorios y aberrantes. Hay un estudio publicado por Science Translational Medicine en el año 2012, el cual, muestra que los ayunos cortos y drásticos tienen un impacto similar al de la quimioterapia en ciertos tipos de cáncer, mejorando sustancialmente la supervivencia.
Beneficios
Limpieza y desintoxicación del organismo, ruptura de los patrones alimenticios nocivos, eliminación de la adicción a la comida, desintoxicación y eliminación de las adicciones (café, tabaco, alcohol, etc.); pérdida de peso, efecto antienvejecimiento, mayor resistencia a las enfermedades, reducción de las inflamaciones y el dolor, reducción de las alergias, mejoría en los trastornos de la piel (eczemas, psoriasis, urticarias, etc.), mejoría de los sentidos (auditivo, visual y del gusto), más relajación, eliminación de contracturas, mejor calidad del sueño, mayor claridad mental, concentración y memoria; equilibrio emocional, aptitud más positiva, mejor humor, mayor alegría, mayor creatividad e inspiración; mayor energía, aumento de la lívido; mejor funcionamiento del aparato digestivo, eliminación del estreñimiento, reparación de la flora intestinal.
La lista podría seguir, ya que los beneficios no son los mismos para todo el mundo, aquí también funciona la individualidad; las características particulares de cada uno van a determinar el tipo o tipos de mejoría que se van a experimentar.
Para realizar un ayuno no muy estricto, se podrían ingerir 250kc diarias que harían más llevadero el ayuno al suavizar la crisis de acidosis.
Una persona de 170cm que pese 70kg, posee unos 15Kg de grasa y podría aguantar 40 días si goza de buena salud, pero no es necesario ser tan radical, además, este tipo de ayuno tan salvaje sólo pueden realizarlo personas sanas muy experimentadas y conocedoras del tema. Lo desaconsejo totalmente.
Para las personas con un tipo de vida clásica de ciudad, aconsejo el semiayuno, porque es posible realizarlo junto con la actividad cotidiana de trabajo; no es imprescindible estar de vacaciones, aunque sí que es más aconsejable.
Además, el semiayuno, lo pueden realizar casi todos. Personas que están recibiendo quimioterapia encuentran que tienen menos efectos indeseables y la soportan mejor gracias al semiayuno, el ayuno está desaconsejado en estos casos.
El semiayuno es realmente un tipo de dieta depurativa, no conlleva los riesgos del ayuno porque no se suprime la alimentación, sólo se suprimen los alimentos que se sabe sobrecargan y no son depurativos. Además, con el semiayuno se pueden controlar las calorías ingeridas, con el fin de evitar que personas muy delgadas pierdan más peso. La evidencia de que el organismo se encuentra en un estado de intoxicación, la conocen bien quienes prueban el método, no hay argumentos que puedan competir con la propia evidencia de los beneficios experimentados.
¿Qué debemos saber antes de hacer un semiayuno?
- Determinar el número de días de depuración que se van a realizar. Aconsejo a los que no vayan a ser dirigidos por un profesional y que no estén familiarizados con el tema, realicen el semiayuno progresivamente, es decir, comenzar con un día depurativo y ver resultados, si la experiencia ha sido positiva, la siguiente depuración se puede ampliar a dos días y así sucesivamente. Entre cinco y siete días, como máximo, estaría el límite prudencial de días de semiayuno, si no está dirigido por un profesional.
- Hay que realizar una preparación tantos días antes y después como días de semiayuno efectuemos. La preparación consiste, básicamente, en eliminar de la dieta todo producto procesado, las carnes, las grasas, los azúcares, etc., alimentándose de alimentos frescos a base de frutas, verduras y hortalizas. Para salir de la depuración se hace de igual forma y después, poco a poco, se van incorporando los demás alimentos. Éste es un buen momento para eliminar los patrones de alimentación insanos, ya que el paladar se afina y nos muestra qué alimentos no son buenos para nosotros.
- Hay que prepararse mentalmente, para tener una determinación firme de realizar la cura y no abandonar.
- No comenzar un semiayuno si nos sentimos muy enfermos.
- En caso de inseguridades contacte con un profesional entendido.
¿Cómo realizar un semiayuno?
Existen infinidad de fórmulas de depuración, hay quienes toman frutas y verduras cocidas, o frutas crudas y caldos de verduras, hay quienes no mezclan frutas y verduras, quienes sólo toman zumos, etc.; en algunos centros, además, utilizan hierbas y condimentos para potenciar el efecto beneficioso de la depuración. Como explicar todos los métodos es imposible porque hay para escribir un libro, voy a mostrar la base de uno de los métodos del semiayuno más sencillos, el cual se realiza consumiendo, básicamente, frutas y verduras ecológicas.
Consiste en la toma de cinco licuados diarios, compuestos de frutas y verduras ecológicas (esto es muy importante para no ingerir pesticidas ni otras sustancias tóxicas), realizados con unas pautas horarias. El primer licuado se toma al levantarse o cuando se siente la sensación de hambre, el segundo licuado se toma a las 2 horas del primero, el tercero a las 3 horas del segundo, el cuarto a las 4 horas del tercero y el quinto a las cuatro horas del cuarto. Entre el último licuado de la noche y el primero de la mañana debe existir un margen de doce horas sin ingerir alimentos. Si hay ansiedad por la comida se pueden tomar infusiones tal cual, sin azúcares ni sucedáneos. La ansiedad que pueden experimentar algunas personas, no es por hambre física, el cuerpo no pide alimento, porque está nutrido, pero el organismo echa en falta las sustancias adictivas que circulaban por la sangre, todos esos aditivos que acompañan a nuestra alimentación habitual. Según el grado de saturación de esas sustancias, será el grado de malestar al eliminarlas; por esta razón es necesario eliminar alimentos procesados unos días antes; con esta práctica se evita que la desintoxicación sea desagradable y que pueda realizarse suavemente.
Es muy importante la preparación para entrar en el ayuno y la preparación para salir de él. Las personas que se lanzan, sin conocimiento, a realizar un ayuno o semiayuno, si llevan normalmente una alimentación muy artificial y no hacen la preparación adecuada, pueden llegar a sentirse muy mal, con dolores de cabeza, vómitos, debilidad, etc., es como pasar un «mono»; entran en pánico y abandonan el ayuno convencidas de su peligrosidad.
El agua pura es un elemento importante, hay que beber para ayudar a drenar las toxinas al exterior, sobre todo si se siente algún tipo de malestar asociado a la dieta. El cuerpo elimina naturalmente las toxinas a través de la piel (por sudoración), hígado, colon y riñones, pero necesita un vehículo para hacerlo.
Estas directrices son las básicas para hacer un semiayuno en casa, y como habíamos prometido, asequible, económico y fiable. Los resultados harán que repitan la experiencia. Las toxinas acumuladas nos afectan a nivel físico, mental, emocional y hasta espiritual; cuando depuramos también se ven favorecidas todas esas esferas de nuestro ser. Una buena forma de mantenernos más limpios internamente es realizar el semiayuno un día a la semana, no es muy complicado hacerlo y los beneficios se van a mantener en el tiempo. Otra pauta podría ser de tres a cinco días de depuración cada tres meses; las fórmulas deben buscarlas ustedes mismos; según vayan experimentando aprenderán qué fórmula es la mejor. Y no tengan miedo porque la dieta les vaya a robar energía, como muchos piensan; pueden estar seguros que van a recuperarla, podrán desarrollar sus actividades cotidianas normalmente.
Frutas y vegetales para hacer los licuados
Para elegir las mejores frutas, hay unas reglas básicas.
- Deben ser ecológicas, por supuesto.
- Deben ser de temporada. Esto garantiza que no hayan sido cultivadas en invernaderos al abrigo del sol. Queremos alimentos vivos.
- Deben estar maduras, pero no en exceso.
- Usar frutas de todos los colores, aunque no tienen por qué mezclarse en el mismo licuado. El blanco, verde, rojo, amarillo, naranja y púrpura, son colores que deben contener nuestros licuados, esto garantiza que estén presentes todas las vitaminas. Puedes identificar para qué están recomendadas por sus colores:
- Blanco – Apoya la inmunidad
- Verde – Desintoxicación
- Amarillo – Belleza
- Naranja – Anticancerígeno
- Rojo – Salud cardiaca
- Púrpura – Antioxidante (longevidad)
- El plátano, en principio, hay que excluirlo.
- Por su poder depurativo y características nutritivas las mejores son: Manzana, naranja, limón, uva, pera, fresa y cereza.
- Los vegetales más recomendables son: Apio, pepino, zanahoria, perejil, berro, remolacha, hinojo, lechuga y col (la col cruda deben evitarla las personas con hipotiroidismo).
La combinación la dejamos al gusto de cada cual, siempre que se utilicen durante la dieta todos los alimentos de la lista, salvo los que no sea posible por no ser temporada. Experimentar con las mezclas y los sabores es divertido.
Respecto a si los licuados deben ir con su fibra o se debe eliminar, depende de algunas circunstancias. Si usted no suele tomar frutas y vegetales crudos, puede que la fibra no le siente muy bien y le produzca gases, en este caso puede eliminarla, aunque debería introducirla paulatinamente.
Para los menos voluntariosos o miedosos, existe la posibilidad de seguir un programa como el Método Buchinger o el Método DepuRaw Juice, entre otros, que se realizan en centros especializados como la clínica Buchinger o la Casa RoSalud. En este tipo de centros se ofrecen dietas depurativas más completas, con programas específicos, y muy controladas; se añaden además rutinas y actividades para favorecer la depuración y equilibrar el organismo a todos los niveles. La desparasitación, la descarga de electricidad estática, la depuración hepática, las técnicas de respiración, etc., son prácticas encaminadas a mejorar nuestra salud. En algunos casos también se puede realizar una depuración, a la vez que se asiste a talleres y cursos, es el caso de la Casa RoSalud; de esta forma conseguimos tres cosas: tener unas merecidas vacaciones, depurarnos y adquirir conocimientos para mejorar nuestra vida ¿se puede pedir más?
Sólo queda experimentarlo y creo que todos deberíamos hacerlo porque en esta sociedad tóxica en la que vivimos algo hay que hacer para contrarrestar. Vamos a ocuparnos de nuestro cuerpo, como lo hacemos de nuestro coche, como poco; hagámosle la revisión y el mantenimiento, cambiemos el aceite sucio por uno limpio, engrasemos las piezas, echémosle gasolina de calidad, limpiemos la suciedad por dentro y por fuera ¡Y a correr!
Rosa Madueño
Naturópata
www.rosalud.com