Howard Lee. Médico de la energía

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Nacido en China, Howard Lee llegó a los Estados Unidos en su adolescencia. Fue alumno del mítico profesor de Kung Fu, Low Ben, con quien profundizó en el sistema de Choy Lau Fut, basado en el movimiento físico de la energía. También estudió Medicina Tradicional China y se formó en Acupuntura de la mano de uno de los pioneros de este arte oriental en occidente, el Doctor Kim Ju. Bajo el auspicio de estos dos gigantes, Lee se dedicó durante 25 años a la práctica y enseñanza de estas disciplinas, al mismo tiempo que experimentaba y desarrollaba su capacidad de transmitir energía sanadora.

Hoy en día es uno de los más importantes terapeutas energéticos estadounidenses a quien acuden renombradas personalidades del mundo de la cultura, de la medicina, del cine, profesionales, etc. Su conocimiento sobre la energía parece no tener secretos. Quienes lo conocen lo describen como un hombre capaz de abrir a una persona a una experiencia inolvidable que va más allá de toda explicación. El resultado obtenido con sus pacientes en su clínica de Santa Mónica, California, y la insistencia de amigos y admiradores, convencieron a Lee a divulgar su conocimiento por todo el mundo. Actualmente, cientos de personas acuden a sus seminarios en los Estados Unidos, América Latina y Europa.

A través de su nuevo sistema de sanación energética llamado La Luz de la Vida, Lee propone que cada persona se haga responsable de su propia sanación usando las capacidades que cada una de ellas posee. Detrás de este sistema no existe ningún gurú, ninguna creencia religiosa o filosófica, ninguna estructura sostenida por algún poderoso y eficaz método de marketing. Sólo existen cientos de personas que han ido recomendando sus experiencias de boca en boca. Con sus 64 años, Howard y Lee posee el físico de un hombre de 30 que irradia una juventud y una vitalidad excepcionales. Se trata de una persona de mirada inteligente que transmite optimismo y seguridad. Su personalidad, sencilla y afable, le permite exponer sus pensamientos de manera simple, a pesar de que todo esté relacionado con temas que van más allá de lo racional.

Pregunta: ¿En qué se basa La Luz de la Vida?

Respuesta: Es energía en su estado puro que utilizo para curar. Mi papel es el de servir de guía para que cualquiera pueda acceder a ella sin ninguna condición añadida. Es una herramienta transformadora, diría que ése es el aspecto más poderoso, su naturaleza transformadora, porque en última instancia, la sanación sea de naturaleza física, emocional o psíquica, requiere de transformación.

Con esta energía se inicia un proceso de volver a tener el poder. Habilitar a las personas a que accedan a su sabia intuición permite un mayor sentido de finalidad y claridad en la búsqueda del propio sendero de la vida, al mismo tiempo que ayuda a liberarnos de muchas estructuras energéticas negativas que han sido impresas en nosotros.

La gente necesita saber cómo sintonizar con esta energía que se encuentra a su alrededor. No es diferente de la emisión televisiva, tiene que haber un sintonizador para captar los programas, de otro modo no se podría… yo estoy capacitado para proveer ese acceso creando el campo energético necesario para que la gente se conecte y pueda poseer esa herramienta para siempre. Claro que para ello es preciso que nuestra mente racional dé un paso al costado y que la parte suprema tome las riendas. Este método se llama así porque me pareció simpático al haber surgido de una charla en forma espontánea con mis alumnos. Alguien dijo: “La energía permite iluminarnos a nosotros mismos, es una luz, la luz de la vida”, y así quedó.

Me gustó porque tenía que ver con la esencia de esta energía, es un proceso de iluminación que nos permite sumergirnos en la luz del conocimiento.

Gracias a este proceso la gente podrá abrir su propia conciencia, no porque yo vaya a darles la fórmula, lo conseguirán por sí mismos. La realización más allá de este mundo material de fragmentación, radica en otras posibilidades. La Luz de la Vida es el portal de acceso.

P: ¿Cuál es la diferencia entre el trabajo que realizaba como acupuntor y maestro de Kung Fu, con el que realiza ahora? 

R: El trabajo que realizo es diferente al de aquellos años. Entonces también canalizaba energía con el fin de realizar tratamientos efectivos. Con el pasar del tiempo fui eliminando gradualmente las técnicas tradicionales, tanto las agujas como las hierbas, y me concentré en apuntar mis dedos hacia las áreas energéticas de la persona, como los chakras, o bien hacia puntos concretos que conoce la acupuntura. Hoy en día ya no preciso de puntos u otras referencias.  Mi acceso al conocimiento de la energía es un trabajo de muchos años, y la habilidad de transmitir ese conocimiento a otros en el modo en que lo estoy haciendo ahora, lo he llevado a cabo a través de un proceso de rememoración, no debido a un desarrollo del conocimiento en el sentido lineal, como se puede pensar. Se trata de algo que yo fui recordando progresivamente.

P: Esto es un aspecto bastante esotérico de su persona. ¿Lo podría explicar más claramente?

R: El pensamiento racional nunca surge con algo original, simplemente desmenuza y reordena lo que ya se encuentra aquí. Cuando nuevas piezas del rompecabezas están listas para aparecer en esta realidad, llegan a través de la intuición o inspiración, generalmente en el individuo que posee conocimientos básicos previos de un área en particular. Mi experiencia tiene que ver con eso. Todo ha sido un proceso de despertar y recordar. Durante toda mi vida he sido capaz de recordar cosas intuitivamente y he practicado por mi cuenta. Mozart recordaba piezas enteras de música. Se podría decir que he ido a la escuela solo, dentro de mí mismo.

A los 19 años me di cuenta que no bastaba con disciplinar el cuerpo y la mente con las artes marciales. De repente comprendí que podía acceder al conocimiento sin pasar por la razón. Me transformé en alguien silencioso. Mi actividad cerebral se aquietó. Desde entonces comencé a recordar gradualmente y a poner en práctica lo que he ido recordando. Así, luego de muchos años de autodisciplina, recordé el proceso entero de cómo inducir a otros a la energía.

P: Usted habla mucho sobre el silencio interior…

R: Sí, en la mayor parte de las culturas hay algún proverbio que sugiere que el silencio verbal o el hablar mínimamente es una virtud. Yo diría que existe un área donde el silencio es aún más importante, el silencio de la mente, la quietud. La mayoría de la gente no comprende que la charla mental es una de las fuerzas más destructivas de nuestra salud. Perdimos nuestra capacidad de quietud cuando éramos niños, cuando comenzamos a ser programados. Es importante recordar que el cerebro no es la mente, así es que uno puede comparar al cerebro con el procesador de un computador, podemos apagarlo y encenderlo cuando necesitemos usarlo. Yo aconsejo apagar la charla interna que siempre necesita estar enredada en pensamientos nebulosos y preocupaciones que no son más que una pérdida incesante e innecesaria de energía. Se experimentan o descubren experiencias profundas desde los períodos de quietud.

Desde ese estado de silencio accedemos a otras formas de sabiduría intuitiva que está disponible para cada uno de nosotros. Pero las personas están presas en un dilema porque aún cuando comprenden que necesitan aquietar ese hábito tan dañino, no tienen energía para hacer algo al respecto. Se requiere energía para evitar que el cerebro actúe como un tren que se va. Desafortunadamente la mayoría está atrapada. Tienen tantas preocupaciones y están tan abrumados mental y emocionalmente que no pueden hacer nada efectivo.

Desde que tenía 19 años he logrado un monto considerable de esa quietud en términos de funciones de mi cerebro y ello me ha capacitado para recordar, como ya dije, un conocimiento energético total en forma de disciplina. Éste fue un proceso más bien de “desmantelar” que de construir.

P: ¿Qué efectos tiene esta energía sobre la salud física y mental?

R: El acceso a esta energía permite recuperar la cohesión física cuya pérdida se origina cuando en una persona se produce un desequilibrio entre su cuerpo físico y el energético, lo que da origen a las enfermedades. A nivel profundo del ADN, la energía despierta los talentos latentes con los que nacimos, nos provee de un soporte continuado para ampliar ese flujo creativo. A nivel celular, principalmente, la energía actúa rejuveneciendo y potenciando la belleza y la longevidad. Esto es un corpus completo de conocimiento fundado en la verdad y en la simplicidad.

P: ¿De qué tratan sus seminarios?

R: En el seminario de Inducción de Energía transmito a los participantes la habilidad de acceder a la energía una vez y para siempre. Es un proceso definitivo. Establezco un potente campo energético que implica a cada uno de ellos. Sumergirse diariamente en la energía requerirá de muy poco tiempo y esfuerzo. Técnicamente, por así decirlo, realizo patrones de movimiento que van a promover la salud. Estos patrones servirán para que los participantes puedan disponer de la energía por su cuenta. Para ejemplificarlo: les doy un interruptor para que ellos enciendan la luz.

Cada uno que siga estos movimientos, muy simples, ya sea un enfermo o un practicante, estará en grado de aumentar la capacidad auto-regeneradora del organismo. Comprendo que suscite dudas al ser algo tan fácil, sin complicaciones, pero mi aproximación a la energía es diferente de todas las fórmulas tradicionales. Según mi opinión, cuando nos apasionamos tanto con las “técnicas” todo el proceso se desvirtúa, se rodea de elementos extraños. ¡Y sólo se trata de energía! Con la energía de La Luz de la Vida todo es fácil e instantáneo, de hecho, aquello que requiere de mayor tiempo es responder a las preguntas de nuestra mente racional que exige explicaciones sin fin. Los seminarios de Eliminando el Miedo y la Ira y Eliminando Pensamientos Negativos, son modelos específicos de energía que enlazan y magnifican un aspecto particular de la energía curativa de La Luz de la Vida. Estos talleres satisfacen demandas espirituales y emocionales.

P: ¿Todas las personas responden igual a los efectos de la energía?

R: Claro que no. Hay diferentes problemas y diferentes situaciones. Aún teniendo la misma enfermedad, dos personas pueden reaccionar o responder una más rápido que la otra. Los niños y los animales son los que responden casi instantáneamente porque están libres de los usuales prejuicios y comparaciones que los adultos solemos tener y hacer. Cuanto menor es la actividad mental, más poderoso será el efecto de una sesión.

P: ¿Hasta qué punto, entonces, nuestros pensamientos influyen sobre nuestra salud?

R: Nuestros pensamientos hacen el mundo. La percepción es la realidad. Por lo tanto, nuestros esquemas de pensamiento tanto conscientes como inconscientes, no sólo ayudan a crear la construcción del mundo sino que determinan, en gran medida, nuestra salud física y mental.

P: Hemos leído en su página web, en la sección de testimonios, que los beneficios de su técnica parecen ilimitados: equilibrio, salud, creatividad, vitalidad y una larga lista de beneficios personales. ¿Verdaderamente no existen límites?

R: Claro que los hay. Si hay una persona que sufre, por ejemplo, de alguna enfermedad infecciosa, acceder a este cuerpo energético es más difícil o complicado que si estuviese sano, pero la energía ayudará a restablecer el sistema inmunitario y completará la cura. Lo hemos experimentado con éxito en procesos post-operatorios, dolores crónicos, problemas neurológicos, desórdenes emocionales. Y éste es el suceso que atrae a tantos médicos a mis seminarios.

P: ¿Nota usted que se desconfía en occidente del medio energético?

R: No creo que del todo. Tiene que ver con la cultura. En oriente decimos que un buen médico es el que menos pacientes tiene, en occidente es todo lo contrario. La tradición occidental de la metodología científica domina nuestra vida diaria. Pero hoy se puede ver cada vez más gente en occidente interesada en el estudio de la energía. Para poder entender la sutileza de este tema yo he intentado facilitar siempre una explicación racional, evitando paradigmas tradicionales de los misticismos religiosos que sólo sirven para confundir y no para dar luz. En mis seminarios me encargo de clarificar muchas malas interpretaciones, quiero desmitificar muchas cosas.

A muchos les gusta decir que Dios o Buda, etc., trabajan a través de sus manos, lo que es muy conveniente. Pero éste es el siglo XXI, y hay que ser lo más prácticos posible.

P: Sabemos que es usted un sofisticado maestro de Kung Fu. ¿Podría hablarnos un poco sobre la interpretación occidental del Kung Fu como disciplina violenta?

R: Bueno, el Kung Fu es violento si se usa para la autodefensa. Hay dos formas de hacer Kung Fu. Cuando es preciso, su naturaleza es violenta, pero en definitiva el aspecto más importante es aquel para la salud. La práctica cotidiana sirve para el mantenimiento de la salud, pero también como medio de conocernos a nosotros mismos, en nuestra relación con las emociones.

Digo a mis alumnos que puede suceder una o dos veces en la vida estar envuelto en una situación en donde podríamos tener la necesidad de usarlo para defendernos, pero día tras día, la cuestión es defenderse de uno mismo, de la propia tendencia autodestructiva. La traducción de Kung Fu a una lengua occidental sería “ir a hacer algo, a realizar alguna cosa”, ese es el concepto del Kung Fu. La disciplina de un arte marcial es la autodisciplina, y aprender a usar los recursos del cuerpo adecuadamente, más eficazmente. Con respecto a esto, tengo que decir que los deportes occidentales desarrollan sólo un aspecto del cuerpo. El Kung Fu incluye a la persona entera.

P: ¿Querría decir algo más a los lectores de Natural?

R: Claro que sí, que estoy feliz por poder volver a compartir mis conocimientos con ellos en el mes de octubre en Madrid. Siempre es un placer volver a España. Y que recuerden que en la mayoría de los casos los límites sólo están determinados por nuestra resistencia y miedo al cambio.