La inteligencia sonora y la voz natural

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La inteligencia sonora y la voz natural versus la inteligencia artificial y la voz “fake”

Es el tema que ha surgido con una velocidad inusual en todos los ámbitos de la sociedad que vivimos, con un ritmo tan acelerado. Lo cierto es que no ha sido posible realizar un testaje ni una valoración técnica preliminar ni de resultados incipientes, sobre la voz en la inteligencia artificial, y menos aún imaginar la verdadera incidencia que puede tener en lo que a la comunicación humana se refiere.

Podemos decir que nos presenta aspectos muy relevantes en cuanto a datos y diagramas, cuestiones médicas y avances tecnológicos. Nos encontramos con una ayuda que puede ahorrar mucho esfuerzo material y facilitar el trabajo en diferentes especialidades.

¿Y qué pasa con la voz huamana?

Pero… ¿y la voz? ¿Qué pasa con la voz humana?

Escuchando las primeras incursiones de la inteligencia artificial a través de las grabaciones que se realizaron de personalidades relevantes o famosos del mundo del cine o del denominado “corazón”, lo que podemos observar es que fueron casi como un divertimento, y parecía algo divertido, como “el nuevo juguete” tecnológico, al alcance de todos. Algo similar a los juegos online.  Estrenando esta inteligencia artificial sonora, parecía divertido escuchar el sonido de “la voz clonada” del personaje de actualidad, del famoseo o de super influencer en redes sociales.

Pero… casi inmediatamente aparecieron frases distorsionadas o contenidos alejados de lo que la propia persona (la persona viva, la que respira…) ofrecería en su verdadera manifestación. Por otra parte, hay otro aspecto inquietante en todo esto: la inteligencia artificial está prediseñada para “aprender con los datos que recibe”. Es para pensarlo: alejar el sonido vocal de su fuente natural: la garganta humana para que degenere en un sucedáneo imparable de falsas verdades (fake news) y falsos sentimientos… ¿fake feelings?… (¿hasta qué nivel…?).

¿Puede esta tecnología llegar a suplantar la expresividad humana? ¿Tenemos que acostumbrarnos, quizá, ‐‐ hipotéticamente‐- a dar por bueno la información no contrastada tanto por el contenido como por la forma de expresión vocal generada artificialmente?

La expresión humana y la inteligencia sonora

Una de las mayores riquezas del ser humano es la capacidad de manifestación a través de la oralidad: el canto y la palabra. Estamos dotados, de forma excepcional, con “el único instrumento musical que puede percibirse a sí mismo”.

Nuestro instrumento vocal configura una gran complejidad de elementos tanto de diseño como en funcionalidad. Su acción sonora abarca muchos campos: la palabra como expresión personal, la comunicación a través del lenguaje, el canto natural, el denominado “bel canto”, las variables ancestrales de canto grave y canto armónico…

En mi investigación (ver libro “The living voice la voz viviente”) considero que es adecuado contemplar que disponemos de una inteligencia sonora muy característica, un área especializada de nuestro cerebro que se interconecta con otras inteligencias, como podemos apreciar con la ya reconocida inteligencia emocional.

La inteligencia sonora puede ser considerada como un área de conectividad inter hemisférica (y más allá), área en la cual se entrelazan datos desde el inicio de la vida, fórmulas de pensamiento en acción, recuerdo y memorización de melodías, chispazos intuitivos relacionados con aspectos sonoros diversos… Por ejemplo, somos capaces de recordar la voz de una persona querida, que ha fallecido, aunque no podamos reproducirla con exactitud vocal. Hablamos de un recuerdo sonoro que identifica datos y experiencias acerca de esa persona o con ella, que ya no está físicamente Y va más allá de la grabación que podamos tener para escuchar unas palabras transcritas en un medio mecánico.

En esta investigación sobre la sonoridad humana tanto para la palabra como para el canto, me ha sorprendido siempre observar las diferencias de expresividad, el uso de las cavidades de resonancia y lo que cada época histórica ha podido impregnar en la manifestación vocal, como información sociológica, dentro de la expresión sonora vocal o cantada.

En el siglo XX gracias a las tecnologías de grabación nos encontramos con esta posibilidad de analizar texturas, cadencias, apoyos técnicos y expresiones diferentes, desde la sensibilidad de cada artista y el estilo predominante en la época. Estoy pensando especialmente en la década de los años cincuenta del siglo pasado, en donde los avances expresivos se muestran tanto en la música compuesta para el cine como en la interpretación de canciones y melodías. Un impulso especial desde las fórmulas previas de los años treinta y cuarenta. Podemos decir que nos encontramos con una gran riqueza documental sonora.

En los años 60 tenemos una especie de gran ruptura con el cambio de “beat” que nos trajeron los Beatles. En realidad, se produce una apertura que aporta un cambio de perspectiva en cuanto a ritmo, modulación y expresividad vocal, que sigue evolucionando en nuestros días actuales, en mi opinión.

El mayor conocimiento sobre los parámetros físicos y técnicos, ha ido a la par con la comprensión del cuerpo como instrumento y los avances que han podido imprimir un cambio de paradigma: no cantar por imitación de otro, sino descubrir el mejor funcionamiento vocal que permite al intérprete una mayor conectividad con su audiencia. Esto se puede comprobar en el mundo del canto operístico, observando las diferentes técnicas abordadas para cantar las obras.

El nombre del doctor Tomatis nos puede servir de referencia sobre lo que estamos analizando.  El Doctor Alfred Tomatis estudió y trató los problemas vocales que María Callas detectaba en su interpretación escénica, en una etapa de su vida. Al parecer, uno de los parámetros era la pérdida considerable de peso del artista que podía influir en la capacidad vocal, por una parte, y por otra parte parecía estar vinculado con aspectos emocionales de esa etapa de la cantante, que el Dr. registraba en una franja específica de la audición de la cantante.

La reflexión que su técnica proponía, era que el hecho de tener “un don natural” y explotarlo deja de tener sentido si el enfoque es sólo orgánico para dar paso a comprender la necesidad de un “desarrollo de las facultades innatas apoyadas en el mejor entrenamiento técnico personalizado.”

En vez de dilapidar un caudal fisiológico (“tiene un don en la voz”) se trata de optimizar al rendimiento profesional como soporte de la sensibilidad del cantante o artista. En el deporte este cambio de paradigma ha sido también exponencial.

El misterio de la voz

El misterio de la voz y el sonido musical nos presentan externamente un ordenamiento previo (y necesario) gracias a las notas, al pentagrama, a las líneas melódicas…

Es un misterio que solicita una introspección permanente y un proceso profundo en lo que no se puede aparentemente “tocar”: las vibraciones.

El misterio de la sonoridad es un fenómeno de síntesis. Síntesis de vida y de vibración. En todas las ocasiones la vibración nos presenta un ramillete diverso expansivo: sentimiento y forma de sentir, pensamiento, intención, personalidad, estilo, esfuerzo o facilidad, objetivo… Unificar todo esto es la clave para entrelazarse en la frase musical, en la melodía o a través de la expresión hablada.

“La música siempre nos devuelve a una playa interior de comunicación contigo mismo”, suelo decir en mis sesiones y talleres. El universo sonoro al servicio del universo humano.

Las vibraciones emitidas “están vivas”, son una emanación puntual, personal, única, que se desarrolla en el momento que denominamos “presente”. Ninguna actuación escénica vocal se repite, aunque estemos hablando de la misma función en días diferentes.

Por lo tanto, la desviación del registro vocal grabado hacia una tecnología artificial, nos aleja de la propia capacidad de conectividad intuitiva, con la versatilidad de información, sentimientos, sensaciones que la persona humana puede recibir a través de su sensibilidad y del desarrollo continuado de su sentido musical.

La experiencia del “directo” o bien de la grabación profesional, realza y favorece una comunicación íntima entre el interprete y la persona que escucha. El paisaje sonoro que se describe en una interpretación, realizada con calidad y con corazón artístico, significa un “hito” en el receptor o receptora, en los espectadores o melómanos que gustan de escuchar un ária en concreto una y otra vez.

Reinterpretar, desde nuestra sensibilidad contemporánea, los conceptos, las historias humanas, los dramas y los grandes sentimientos que encontramos como legado sonoro en la historia de la humanidad, es un fenómeno de actualización y de reencuentro con valores esenciales. Este reenuentro necesita siempre de la compleja articulación de todos los elementos involucrados, para conseguir experimentar la síntesis interior en la propia sensibilidad y volver a manifestarla en la expansión vibracional que el artista y el intérprete realizan en su revelación única ante el público (o en la grabación profesional).

Que el ser humano no pierda la cumbre de su escalada expresiva. Que no se pueda degradar la vibración especial que realizamos a través del canto y la palabra, con esos filamentos activos que nos interconectan a todos en una red de comunicación que alcanza la pura esencia que nos define: la conciencia.

Macarena Miletich
Escritora. Especialista en Técnicas Vocales. Oratoria.
Terapeuta de Sanación Evolutiva y PEC (Evolución Consciente).
Sanación Sonora.