Cuando inicié mis estudios en Shiatsu Zen, aprendí que las emociones afloran como una señal, que debemos escucharlas y reaccionar porque son aviso de algún aspecto que debemos modificar en nuestras vidas. El tacto y las presiones del shiatsu abren y remueven emociones no atendidas durante mucho tiempo.
Cada una de las emociones y sensaciones que aparecen durante una sesión de Shiatsu Zen nos hace más conscientes de cómo estamos, de lo que necesitamos. A partir del tacto y de la flexibilidad del cuerpo se moldea nuestra actitud en la vida. El Shiatsu Zen conecta con todo nuestro ser y nos trae conciencia permitiendo que nuestras capacidades intelectuales, físicas, emocionales y espirituales nos mantengan alineados y trabajen para que seamos capaces de realizarnos y crecer felices en nuestras vidas.
El Shiatsu Zen fue creado por Shitsuto Masunaga que se sirvió de las siguientes fuentes que conforman la base teórica de esta disciplina:
- La filosofía de la tradición de la Medicina Tradicional China, que se basa en el estudio de la energía (KI), que es causa de todo material e inmaterial en el universo y que circula a través de los meridianos energéticos aportando equilibrio y salud a la globalidad de nuestro ser, físico, mental, emocional y espiritual.
- El modelo occidental de la psicología moderna, que considera al ser humano como un organismo dinámico que busca el equilibrio entre su interior y sus experiencias externas y que pone en nosotros la responsabilidad de nuestras vidas y pretende hacernos descubrir quiénes somos y porqué nos comportamos de una determinada manera.
- El budismo zen que enseña a serenar la mente desde la atención plena en el momento presente sin especulaciones ni juicios. La actitud zen es una invitación para participar activamente y conscientemente en la vida, y facilita la apertura y la puesta en marcha de los propios mecanismos de autocuración de nuestro paciente que se siente no juzgado y sostenido desde la neutralidad.
Para flexibilizar nuestro cuerpo y aprender a usarlo en una rutina de shiatsu debemos atender y poner en práctica los siguientes puntos:
- Las presiones en las distintas zonas del cuerpo de nuestros receptores no se realizan desde la fuerza física. La presión es siempre desde la relajación y la fuerza sale naturalmente desde nuestro centro de gravedad (Hara abdomen). Si la fuerza sale del músculo será difícil contactar con los meridianos y en el peor de los casos causaremos dolor.
- La respiración debe ser fluida y no debe bloquearse procurando llevar nuestra atención a la zona del ombligo.
- El terapeuta de Shiatsu Zen trabaja siempre con ambas manos. Una mano trabaja y la otra da soporte y escucha. Trabajar con ambas manos y prestar atención a ambas mientras trabajamos es el puente que nos permite captar el estado de la energía en nuestro paciente.
- Los meridianos energéticos se extienden en la totalidad del cuerpo, y se manipulan con diferentes técnicas para ser influenciados y restablecer el fluir continuado previniendo la aparición de las enfermedades. Lo más importante para Masunaga no era presionar sobre un punto, sino llegar a sentir el efecto que tiene esta presión en la totalidad del meridiano que se está tratando.
- La rutina del Shiatsu Zen se inicia con el diagnóstico en el Hara (abdomen), donde determinamos a través del tacto en esta zona cuales son los dos meridianos en desequilibrio. En nuestro abdomen se manifiesta nuestro estado energético y el de los órganos y vísceras asociados a la función de los meridianos. Para restablecer el equilibrio se localiza el meridiano más lleno o sobrecargado y el más vacío o deficiente y esto es suficiente para movilizar todo nuestro circuito energético.
Para ayudar o guiar a lo demás en esta senda hemos de reconocernos primero nosotros empezando por nuestra propia estructura. Si percibimos nuestras tensiones sabremos dar el primer paso hacia la suavidad. En Shiatsu Zen aprendemos a desbloquear nuestro campo energético pero para ello debemos aflojar y soltar el físico. El Ki, la energía debe circular fluida y eso no es posible en un espacio cerrado y lleno de tensiones. Desde la tensión genero más tensión y la vida no puede desarrollarse.
El terapeuta de Shiatsu Zen camina de la mano con la Vida oscilando entre las olas, en medio de la pulsión sana y rítmica de: tensión–relajación, concentración–expansión. El Shiatsu Zen promueve el constante fluido y desatasca las tensiones y los bloqueos que a la larga desencadenan en enfermedad.
Cada una de las prácticas que realizamos como estudiantes es una invitación a concienciarnos atentamente de que la rigidez física genera rigidez mental y desde ahí es imposible disfrutar de la calma y la serenidad. Con cada práctica los alumnos instalan, encarnan esa nueva consciencia en su ser permitiéndose dar a los que necesitan sin cansarse y recibir.
Poder estar relajados y presentes con el corazón abierto abre nuestro campo energético, y con ello se desarrolla nuestra intuición. Como el niño que aprende a dar sus primeros pasos de una manera natural se van refinando nuestras intuiciones. La escucha, la visión de los meridianos energéticos que manipulamos en Shiatsu Zen, que se ven influenciados con cada presión que hacemos sobre el canal no puede ser identificados por nuestra mente analítica que separa y compara. El primer paso para sentir la energía y poder determinar cualquier desequilibrio en el cuerpo de nuestro receptor es sentirlo como a nosotros mismos sin interferencias del Ego, practicando la actitud zen del Aquí y Ahora, sin juicios.
Debemos hacer shiatsu con la plena atención al momento presente, relajándonos y vaciando nuestras mentes de pensamientos circulares que cierran el camino a la escucha del corazón y bloquean nuestra intuición. Es por este motivo que podemos decir que el Shiatsu Zen es una práctica de meditación activa. De esta actitud se benefician tanto el que da como el que recibe. Sin este estado del ser durante la práctica no podremos acceder al ser holístico que es nuestro receptor (físico, emoción, mente, espíritu). La energía que circula por los meridianos energéticos no pertenecen al cuerpo físico, pero nuestro físico y sus funciones metabólicas dependen y han de ser nutridos por ellos. Desde el trabajo del cuerpo se inicia el proceso de autosanación.
Tener nuestro corazón tranquilo (nuestro espíritu), permite escuchar y ver el estado del ki de nuestro paciente y nuestro corazón se torna entonces como el cristal nítido de un espejo. Como he mencionado anteriormente el Shiatsu Zen no es sólo una técnica de terapia manual. Para mí como para muchos de mis compañeros y alumnos es en realidad un camino en el que ayudamos a quienes encontramos y nos piden soporte y es también el principio de cambios personales que como terapeutas y personas nos transforman de un modo simple y natural hacia la estabilidad de nuestro ser.
Para ayudar a los demás hemos de empezar por nosotros mismos y este es el regalo maravilloso que nos ofrece la práctica de Shiatsu Zen.
Mar López
Profesora de Shiatsu Escuela Vipassana
www.vipassana.es