Convencido del daño que los
Organismos Modificados Genéticamente (OMG) causan en el medio ambiente y en la
salud de las personas, el responsable de Transgénicos de Greenpeace, Juan-Felipe
Carrasco, arremete contra la política establecida en este terreno, e informa de
los peligros reales que esconde la plantación en nuestro país de transgénicos.
De toda la Unión Europea sólo España ha optado por el cultivo a gran escala del
maíz Monsanto 810.
Juan-Felipe
Carrasco es madrileño, de madre francesa y padre extremeño, lo que ha
contribuido a que esté muy en contacto con el mundo rural. Es ingeniero
agrónomo, experto en fitotecnia (técnica de plantas), ha estudiado mucha
genética y mucha mejora vegetal. El responsable de la campaña de Transgénicos de
Greenpeace ha trabajado en una universidad de Estados Unidos haciendo
investigación de campo sobre métodos de riego y fertilización muy tecnológicos.
Posteriormente, ejerció como analista de mercados para la mayor multinacional de
comercio internacional de maíz y soja durante cinco años de su vida, que vendían
y comercializaban con transgénicos y entonces, según comenta Juan-Felipe:
«Decidí que yo no quería seguir haciendo ese trabajo, yo creo en la soberanía
alimentaria, creo en que los países deben alimentarse a sí mismos y no deben ser
invadidos por las mercancías de los países más poderosos y decidí cambiar y
buscar trabajo en un sector que me permitiera trabajar por la sostenibilidad del
medio ambiente y la justicia».
Casualidades de la vida, más o menos en esas fechas «Greenpeace
liberaba una plaza del responsable de la campaña contra los transgénicos donde
estoy desde hace ocho años», dice Juan-Felipe Carrasco.
Pregunta: ¿Cuál es la situación actual de los transgénicos en
Europa? ¿Y la política de España respecto a este tema?
Respuesta: Después de 10 años de presencia de las
multinacionales de los transgénicos en Europa, de un potente «lobby», una fuerte
presión sobre los políticos europeos, sólo han conseguido que en Europa se
aprobara un tipo de maíz, que es el maíz Monsanto 810, que se está cultivando
aquí en nuestro continente.
De toda la Unión Europea sólo España ha optado por su cultivo
a gran escala. El gobierno que se ha vendido como el más progresista, más
solidario y que iba a cambiar las cosas, cuyo eje de la legislatura iba a ser el
cambio climático y un modelo distinto de agricultura y de industria, pues sigue
permitiendo que en España haya 80.000 hectáreas de un maíz que en todo el resto
de la Unión Europea no se está cultivando. En algunos casos como Francia,
Hungría, Grecia o Austria hay una prohibición expresa contra ese maíz. La
situación, por lo tanto, es de rechazo global, social, en toda la Unión Europea,
e incluso de rechazo político en muchos países. Incluso en países que tienen
gobiernos teóricamente mucho menos progresistas que el de España. El gobierno
francés, por ejemplo, con el señor Sarkozy ha prohibido el maíz MON 810 y está
haciendo todo lo posible porque el resto de países apoyemos esa prohibición.
España, en lugar de adoptar una posición democrática y de respetar la soberanía
de los demás países, hace todo lo posible porque la Comisión Europea gane cada
una de las batallas a favor de los transgénicos. Y tenemos que recordar que la
Comisión Europea está dirigida por el gran lobby de la industria pro-transgénica
y en gran medida por Estados Unidos y en vez de alinearse con la Europa del
progresismo, de la protección del Medio Ambiente, con la seguridad de los
ciudadanos y de su entorno natural lo que está es alineándose con esos intereses
corporativos y norteamericanos que representa la Comisión Europea.
P: ¿Se puede decir entonces que el Gobierno lleva un doble
juego en política medio ambiental?
R: Bueno, yo en realidad diría que lleva un juego único.
Por una parte, tiene un discurso de progresismo y de medio ambiente, y por otro
una realidad, que no sólo en transgénicos, en muchos otros sectores es
totalmente de destrucción medio ambiental. La prueba más importante de ello es
cuando el gobierno decide que desaparezca el Ministerio de Medio Ambiente y
refusionarlo con el de Agricultura, pero realmente quien está llevando ahí el
peso es toda la parte agrícola e industrial del Gobierno. El Medio Ambiente
prácticamente ha desaparecido del interés político del Gobierno por mucho que
hayan renombrado al Ministerio del Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
Realmente, la única persona de este gobierno socialista de la
primera legislatura que de verdad defendía el Medio Ambiente, era Cristina
Narbona y fue destituida. Hoy en día queda en manos de personas como Elena
Espinosa o el secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu, que son
verdaderos adalides de la industria y de un modelo de desarrollo absolutamente
insostenible, no tiene nada que ver con una protección del Medio Ambiente, con
lo cual no veo un doble juego, veo un juego claramente unidireccional a favor de
la industria.
P: ¿Cuál es el riesgo real que tiene el consumo de
transgénicos para la salud de las personas?
R: Los transgénicos tienen una serie de daños para el
medio ambiente, para la economía, los derechos humanos, para la seguridad
alimentaria y para la salud. En cuanto a daños concretos para la salud hay mucha
incertidumbre, es mucho más lo que nos falta por saber que lo que ya sabemos. En
esas condiciones, aprobar un producto cuyo efecto es inesperado e impredecible
es, de entrada, una apuesta peligrosísima. Sobre todo teniendo en cuenta que
quien hace el análisis daños de los transgénicos es la propia empresa que quiere
que se apruebe, no lo hace un instituto independiente ni lo hace la
Administración, y que además no se deja el tiempo suficiente para analizar los
efectos a largo plazo y los efectos indirectos, es decir, ¿qué me va a pasar a
mí cuando me coma el huevo de la gallina alimentada con transgénicos? Todo eso
no se está analizando. Aún así ya se sabe que el Monsanto 810, que es el maíz
que se cultiva en España, su aprobación fue fraudulenta y hoy en día es ilegal.
No corresponde a la legislación actual de la Unión Europea. Sin embargo,
gobiernos como el español están protegiendo ese maíz para proteger a la
multinacional que lo comercializa.
Se sabe que el Monsanto tiene otros maíces como el Monsanto
863 que daña al hígado, a los riñones y a la composición sanguínea de los
ratones de laboratorio. Que la propia Monsanto sabiendo eso, escondió el informe
y que Greenpeace, a través de un mecanismo determinado judicial consiguió hacer
público ese informe, que una universidad independiente francesa lo estudiara y
demostrara que, efectivamente, es peligroso. Sin embargo, ese maíz se consiguió
aprobar a tiempo, por el poder de Monsanto con la Comisión Europea y sobre todo,
con la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que está al servicio de las
multinacionales y no de la seguridad alimentaria. Y ese maíz está no
cultivándose, pero sí importándose de Europa, un maíz cuyos efectos sobre un
mamífero son peligrosos.
En España hay del orden de cien campos experimentales de un
maíz que se sabe que es peligroso. Ese campo experimental no está delimitado por
un laboratorio, en un recinto perfectamente controlado y cerrado; está en el
medio ambiente interaccionando con el resto de plantas, emitiendo esas
sustancias, toxinas y venenos, intercambiando su polen con otros maíces que
luego tú te vas a comer y, así, creando una contaminación genética y química
irreversible y peligrosa. De ahí que nosotros pedimos al Gobierno español que
inmediatamente prohíba el cultivo de esos maíces cuya peligrosidad se ha
demostrada.
P: ¿Cuáles son los peligros básicos que provoca en el medio
ambiente?
R: Los transgénicos son una manera de destruir la
biodiversidad porque, a través de los transgénicos desaparecen las semillas
antiguas, tradicionales que habían evolucionado con el ser humano, que habíamos
ido seleccionando durante miles de años, desde que nos hicimos agricultores,
allá por el Neolítico y que por lo tanto estaban perfectamente adaptadas a cada
una de nuestras regiones, dependiendo de la zona, tipo de cultura, etc. Y los
transgénicos vienen a eliminar todo aquello, para que las multinacionales te
vendan una sola semilla controlada por ellos con el único objetivo de venderte
cada vez más productos químicos. Esa semilla está diseñada para aguantar cada
vez más dosis de producto químico. Por lo tanto, el segundo daño de los
transgénicos se aumenta el uso de tóxicos y de químicos en el campo.
Los transgénicos además, a través del polen son capaces de
contaminar a otras plantas a otras especies y crean nuevas malas hierbas y
aumentan la resistencia de las malas hierbas, por lo cual tendremos que hacer
cada vez más uso de estos herbicidas.
Otro efecto es que aumenta la resistencia de las plagas, por
ejemplo el maíz que se cultiva en España, el MON810 es un maíz del que se llama
BT, es decir, que es capaz de producir una toxina que mata a ciertos insectos.
Lo que hace es que el taladro que es esa plaga que supuestamente tendría que
acabar con ella el maíz, mueren los más sensibles y los más resistentes se
quedan, por lo cual las siguientes generaciones son aún más resistentes. Creamos
nuevas generaciones de esa plaga más duras, más resistentes y más voraces. Con
el problema adicional de que van a atacar a los campos vecinos, no transgénicos,
que no tienen culpa de nada.
Además esa toxina no es tan eficiente que sólo mate al
taladro, sino que está matando a otras especies de mariposas, de insectos,
atacando a la vida silvestre, dañando a los ecosistemas marinos, haciéndole daño
a toda esa micro fauna, que es tan necesaria en los suelos para que éstos sean
fértiles.
No olvidemos que el suelo es fértil porque hay millones de
seres vivos pequeñitos que transforman la materia orgánica derivada de las
plantas, los restos de las cosechas, frutos que caen y las hojas en materia
mineral, que luego será absorbida por la siguiente planta, en definitiva, la
fertilidad.
Un transgénico es capaz de destruir todo eso y por lo tanto
hacernos cada vez más dependiente de la industria que nos vende los abonos
químicos y los fertilizantes. Es una industria que viene del petróleo y que
además causa bastante cambio climático. Como se puede comprobar los transgénicos
nos alejan de la solución al cambio climático y lo acentúan porque promueven un
modelo de agricultura más químico, más petróleo, más transporte, más
mecanización, más destrucción de la vida del suelo y más abonos; además de más
aplicación de productos químicos al suelo que luego, al evaporarse, se convierte
en gases efecto invernadero como el N2O o como el metano. Entonces, nos
encontramos ante un modelo de agricultura que nos lleva hacia el suicidio
colectivo de la agricultura y del planeta. No es un modelo de agricultura ni que
solucione el hambre ni que solucione ningún problema. Al revés, va a profundizar
los grandes problemas de la humanidad. Los transgénicos no son la solución, sino
la causa del hambre en muchos lugares del planeta.
P: En nuestro país ¿qué territorio se destina al cultivo de
Organismos Genéticamente Modificados (OMG) y cuáles son los principales
cultivos?
R: Pues se cultiva en Cataluña y Aragón, un poco en
Castilla La Mancha, en Andalucía y un poquito en Extremadura.
El 90 por ciento del cultivo de transgénicos se concentra en
Castilla La Mancha y Aragón y estamos hablando de unas treinta y pico mil
hectáreas en cada una de estas dos comunidades y luego unas veinte mil
repartidas por el resto del país. Se trata de maíz MON810 que está en grandes
superficies de regadío «moderno» y muy destructivo y muy demandante de recursos
de agua, de química, etc. de la zona de la Plana de Lleida, entre otras.
En la sociedad que llaman de la información, de la democracia
y de los derechos están obligándonos a comer los productos de las
multinacionales, sus manipulaciones y sus horrores genéticos y químicos sin
informarnos. Si son tan buenos y tan modernos por qué no nos dicen claramente
que nos los estamos comiendo. De este modo podemos elegir si los seguimos
consumiendo o no.
Si algún ingrediente es transgénico debe indicarse. Por
ejemplo, si una pizza lleva lecitina de una soja modificada genéticamente, debe
estar indicado. Si tiene almidón de maíz transgénico, isoglucosa, maltosa,
dextrosa de maíz trangénico, también tiene que ponerlo.
Lo que ocurre es que el mecanismo para que ese etiquetado sea
veraz, el proceso que sigue la mercancía del campo hasta el plato, a través de
todo el proceso industrial de empaquetado, de transformación, se llama la
trazabilidad; y esa trazabilidad en realidad no existe. No se ha puesto en
marcha toda la burocracia que garantiza que se sigue la mercancía desde el campo
al plato. De tal manera que en la mayor parte de los alimentos no aparece este
transgénico en el etiquetado y nadie sabe si esa empresa lo utiliza o no.
Nosotros lo que hemos hecho es un producto alternativo: La
Guía Roja y Verde, disponible en nuestra página web. En ella aparecen todos
los productos con y sin trangénicos. Nosotros consultamos a las empresas, les
mandamos firmar unos certificados, algunos productos los analizamos incluso
nosotros y hacemos todo un seguimiento del etiquetado con los voluntarios que
están en la calle para intentar averiguar quién miente, quién etiqueta bien,
etc. Consumir de la lista roja es consumir de empresas que destruyen el medio
ambiente y a las que no les importa nuestra salud.
Por otra parte, la legislación del etiquetado tiene una
enorme trampa y es que los derivados animales (leche, carne y huevos) de
animales alimentados con transgénicos no se etiquetan, no es obligatorio. Si
tenemos en cuenta que el 90 por ciento de los transgénicos se dedican a producir
piensos compuestos, para animales, esto significa que el 90 por ciento de los
transgénicos pasan a nuestra alimentación, sin que nos demos ni cuenta. Es una
agresión contra nuestra salud sin precedentes en la historia de la humanidad.
P: ¿Qué consejos le daría al lector que, tras haberse
enterado de la trampa de los transgénicos, decida no consumirlos más?
R: Lo primero que hay que hacer es comer ecológico. Yo,
por ejemplo, prácticamente todo lo que como es ecológico. La agricultura
ecológica no tiene transgénicos, por ley lo prohíbe. Por lo tanto, comer
ecológico es la garantía de no comer transgénicos. Este tipo de alimentos son un
poco más caros, pero lo que hay que ver es que lo que estás pagando es el daño
que no le haces a la naturaleza.
Los productos más baratos de los supermercados tienen ese
precio porque están haciéndole pagar al planeta y a tu propia salud un precio
del que no te estás dando ni cuenta. Pero ¿cuál es el coste de un cáncer o de
otras enfermedades graves que se manifiestan a los 40 ó 50 años por lo que
comiste en tu infancia y juventud? Así que el precio es una cosa muy relativa.
Cuando en este país el presupuesto familiar dedicado a
alimentos es cada vez más bajo y se sustituye más por presupuesto en tecnología,
en transporte, coches y demás, es absurdo decir que no te vas a comprar el kilo
de manzanas a medio euro más caro, pero luego no te importa pagar 10 euros el
fin de semana por una copa de whisky, por ejemplo. El coste de las cosas es muy
relativo, es más una cuestión de una pirámide de elecciones moral, ética y
psicológica, que de que «esto es muy caro».
Además consumir ecológico es una manera de revitalizar la
agricultura rural. La agricultura de unos campesinos que defienden el campo y un
mundo sin transgénicos. Lo otro, el producto barato del supermercado proviene de
un modelo de dictadura de la alimentación por parte de tres multinacionales y
cuatro grandes terratenientes que están todavía controlando nuestro campo. El
segundo consejo es utilizar la Guía Roja y Verde de Greenpeace. También
recomiendo mirar el etiquetado, convertirte en un observador de etiquetado para
Greenpeace, y en cuanto veas que un producto es transgénico informarnos a través
de la página web de Greenpeace, que hay un formulario especial para rellenar,
mandarnos una foto por correo electrónico de esa etiqueta para que podamos
reaccionar, llamar a nuestra organización, escribir a las empresas de la lista
roja pidiéndoles que dejen de vender transgénicos, utilizar un email de nuestra
Web, que es una ciberacción que envía automáticamente a todas las empresas rojas
para que dejen de vender transgénicos. Tampoco podemos olvidar que
organizaciones como la nuestra viven exclusivamente de sus socios, nosotros no
recibimos dinero ni de empresas ni de estados, sólo podemos trabajar y hacer
guías, etc. si nuestros socios nos sostienen y, por lo tanto, es muy importante
hacerse socio de una organización como la nuestra. Por sólo nueve euros al mes
apoyas el trabajo político de un grupo de personas que trabajan las 24 horas del
día por tu futuro y tu alimentación.
P: ¿Cuál es la posición de Greenpeace frente a la
biotecnología?
R: Greenpeace no se opone a la biotecnología que es el
vino, es el queso, es el pan? Biotecnología es hacer un producto alimentario con
vida, con una levadura, con un hongo. Tampoco nos oponemos a que en el
laboratorio haya bacterias que estén produciendo insulina para gente que tenga
problemas de diabetes ni nos oponemos a que se investigue la vacuna del sida con
manipulaciones genéticas, pero en el laboratorio, en ambiente controlado,
confinado y sin relación con el medio ambiente. A lo que nos oponemos es a la
liberación de esa biotecnología al medio ambiente, de esos transgénicos, esa
manipulación genética al medio ambiente que luego interacciona con otros
cultivos, con otras plantas que luego yo me voy a comer. No es igual producir en
un bote una insulina con una bacteria que luego destruyo y no tiene ninguna
relación con el medio ambiente o la minimizo; a cultivar miles de hectáreas de
un arroz que va a estar conviviendo con el arroz de mi paella, y que luego ese
arroz le va a estar transmitiendo al arroz de mi paella unos genes de una
multinacional que yo no quiero, que no he pedido en mi paella. Y hay
aberraciones como, por ejemplo, arroces con genes humano, que se están
investigando para producir hemoglobina humana para medicina, ¡pues que se haga
en un laboratorio! Porque hacer eso al aire libre supone intercambiar genes a
través de la polinización y resulta que yo voy a comer mi arroz con pollo, con
gambas y con genes humanos.
P: ¿Cómo se siente como representante de España cuando acude
a Bruselas para tratar el asunto de los transgénicos?
R: Por una parte, tengo el enorme orgullo de pertenecer a
un país que es de los más biodiversos de Europa, bajando puestos en la escala de
una manera brutal; pero por otra parte, siento a veces vergüenza de decir que
pertenezco a un país cuyo gobierno, antes el PP y ahora el PSOE (que me da igual
porque es el mismo perro con distinto collar) siguen promocionando aberraciones
como los transgénicos, que van en contra de la humanidad y de la naturaleza.