La aplicación más relevante de la Grafología es la Grafoterapia, un sistema de curación que consiste en modificar algunos trazos de
la escritura para cambiar estados físicos y emocionales. Para ello, se parte de
la base de que la escritura refleja la personalidad del individuo y su estudio
deja ver los posibles problemas físicos o psicológicos que puede tener la
persona.
La Grafología es la técnica que estudia
los manuscritos con la finalidad de conocer a las personas que los han
realizado. Vicente Lledó (1932-1993) fue un gran investigador de las escrituras
que, con su peculiar método para interpretarlas, aportó nuevas vías de
exploración y comprensión acerca del funcionamiento del cerebro y el sistema
nervioso en general:
1. La
escritura no es sólo un medio de comunicación entre nosotros, los humanos, sino
un soporte muy adecuado en el que quedan reflejados los impulsos o "latidos"
nerviosos que nuestro cerebro realiza.
2. Todas las
escrituras están formadas por doce tipos de latidos o impulsos nerviosos (los
trazos escriturales).
3. Cada tipo
de trazo está relacionado con una función neurofisiológica.
4. Cada
trazo es analizado en seis características de ejecución (redondez, rectitud,
rapidez, lentitud, fuerte, suave, etc.), y cada una de estas características
aporta nuevos datos en cuanto al modo en que el cerebro realiza cada una de sus
funciones nerviosas.
La simplicidad, lógica y precisión
analítica son características de este avanzado método de Grafología, al cual
denominó «Grafología Racional». Los datos con los que trabaja son los requeridos
para elevar este conocimiento a la categoría de ciencia.
Pero, sin duda alguna, la más fascinante
aplicación de todo este Saber, es la Grafoterapia, es decir, la modificación
consciente de aquellos rasgos que estén manifestando una conducta errónea, tanto
en nuestra psique como en nuestro soma, con el objetivo de cambiar nuestra
situación y circunstancias personales. Los resultados se producen al mismo
tiempo en la mente y en el cuerpo.
Por ejemplo, una de las doce funciones
neurofisiológicas nos habla de los «sistemas preventivos». Necesitamos
prevenirnos de todo aquello que nos puede causar daño o no nos causa beneficio,
bien sea prevenirnos de un virus, de un ladrón, de un mosquito, o de tener
alimento en casa si cuando lleguemos queremos comer? Las partes del cuerpo que
activemos para realizar esta función pueden variar (ojos, sistema inmunológico,
etc.), pero la función en sí, es la misma: prevención. Pues bien, cuando hacemos
grafoterapia, toda la función en general empieza a funcionar mejor (ni mucho, ni
poco, ni a destiempo), actuando al unísono sobre todos y cada uno de los
aspectos que requieran de nuestra prevención.
Para que tenga lugar una escritura bien
desarrollada, se requiere de la participación simultánea de multitud de áreas y
centros neuronales. Esta variada y extensa intervención nerviosa la convierte en
una actividad excepcional.
Sin embargo para practicar una escritura
adecuada se requiere, previamente, la modificación de determinados factores,
externos e internos, que puedan estar afectando negativamente al resultado
escritural. De ello trata la Grafomotricidad, de saber cuáles son y de qué
manera afectan.
Entre los factores externos que afectan a
la escritura se encuentran, fundamentalmente, la elección de la mesa, la silla,
el instrumento de escribir o la colocación del papel.
Y entre los aspectos internos, se estudian
los procesos puramente neuromotores del escribiente, tanto de posición (corporal
en general, y específica en el miembro ejecutor -brazo, mano, dedos-), como de
control sobre el tono muscular.
En este sentido, la rigidez que cada vez
más frecuentemente se observa en manos y brazos, se ha convertido en la primera
lección que hemos de superar para poder desarrollar una escritura fácil y ágil.
Frecuentemente, el camino al que nos conduce el aprendizaje y puesta en práctica
de esta primera lección, el control de tensión/relajación, es realmente
fantástico. A medida que vamos superando ejercicios que implican a funciones
nerviosas simples, vamos acercándonos, de forma gradual, a funciones nerviosas
cada vez más complejas, hasta alcanzar aquellas que, en sinfonía organizada,
participan cuando escribimos.
"Con tres colores se forma la gama
infinita de tonalidades; con siete notas musicales, todas las melodías; con diez
números, todas las operaciones; y con doce trazos, todas las escrituras".
Vicente Lledó (1932-1993)
«Quien pretenda una felicidad y sabiduría
constantes, deberá abrirse a frecuentes cambios»
Confucio
La escritura va más allá de ligar letras y
palabras con la idea de comunicar algo.
Con una escritura adecuada reforzamos el
sistema energético vital, coordinando movimientos de desplazamiento y
equilibrando el cuerpo físico y emocional.
Siendo indiferente que sujetes el boli con
la mano, con la boca o con los pies, es el cerebro quien organiza, guía y da
forma a cada trazo, sea para formar una letra, un número, un signo, un dibujo?
Al escribir vamos dejando impresa la
propia «huella digital», reflejando en ella no sólo nuestro sistema de valores y
creencias, sino también nuestra profunda personalidad.
Esta relación entre la mente y la
escritura se puede convertir en un camino de autorrealización (grafoterapia).
Mediante la modificación paciente y constante de los rasgos que conforman la
escritura, podemos «trabajar» conductas negativas e inapropiadas, y
transformarlas.
Es un trabajo de interiorización
consciente, donde uno se enfrenta a su cuerpo, a su mente y a las resistencias
que, de forma segura, van a surgir. Pero es un enfrentamiento, no desde donde
estamos habituados en las relaciones sociales, basándonos en la imagen que
cultivamos ante los demás, sino desde la energía básica que brota del
sentimiento íntimo de nuestra propia identidad, a nivel físico y mental.
El cuerpo y su fisiología (el
funcionamiento del organismo), así como la forma y la expresión global de
nuestro ser, depende de la estructura psicológica que cada uno presenta en su
interior.
Si la mente (nuestra psicología) moldea
nuestro cuerpo, es posible invertir el camino: moldear la mente a base del
trabajo con nuestro cuerpo.
Al igual que podemos ir flexibilizando y
transformando nuestro carácter con determinados ejercicios físicos,
respiratorios, etc., también podemos, con la escritura, trabajar de forma
similar. Son fundamentos bioenergéticos. Podemos manejar con cierta «facilidad»
nuestras palabras y pensamientos, pero necesitamos profundizar más en nuestro
cuerpo cuando queremos, a través de los movimientos conscientes, modificar
nuestras actitudes, expresiones espontáneas e incluso, influir en el
funcionamiento celular.
Muchos sistemas tradicionales de sanación
se basan en el principio de que para sanar el cuerpo, la persona debe
reestablecer el flujo de energía vital. Cuando la energía fluye a través
nuestro, sin obstrucciones, estamos en perfecta armonía.
De forma sencilla y continuada, con el
flujo de cada trazo, se van liberando las causas de muchas enfermedades agudas y
crónicas. Se puede aliviar e incluso hacer desaparecer cualquier tipo de dolor
común. Si se evidencia alguna patología difícil de ser curada por ciencias
convencionales, esta nueva ciencia puede ser una coadyuvante de tu autocuración,
haciendo de ella un proceso natural y un camino seguro de evolución.
Busca el camino más afín a tus necesidades
y descubre que, parte de éstas, sólo pueden ser llenadas por ti mismo.
El viaje más apasionante es hacia lo
desconocido.
La vida cambia cuando cambiamos nosotros.