Radiaciones electromagnéticas, telefonía móvil y líneas eléctricas

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    ¿Quién tiene razón: los portavoces de las empresas que insisten que no existe
    ningún riesgo para la salud de las personas expuestas a sus radiaciones, sin
    demostrarlo, o los investigadores y expertos que muestran datos de que sí
    existen claros indicios de riesgo?

    Los cultivos de células mantenidas en laboratorios se ven
    afectadas cuando se las somete a radiaciones de la misma intensidad que las
    creadas por los teléfonos móviles. Este efecto va más allá del calentamiento por
    las emisiones, según recoge el Proyecto Reflex, un trabajo financiado por la
    Unión Europea con 3,2 millones de Euros que ha durado cuatro años y en el que
    han participado grupos de investigadores de siete países.

    Los participantes en el Proyecto Reflex, cuyos resultados
    acaban de ser enviados a la Comisión Europea, han estudiado desde febrero de
    2000 hasta mayo de 2005 los efectos de los campos electromagnéticos de ambientes
    urbanos industrializados sobre las células. Han analizado dos tipos de campos:
    las bajas frecuencias, es decir, iguales o inferiores a 50 hertzios, que son las
    que emiten los transformadores, las líneas eléctricas de alta, media o baja
    tensión; y las altas, iguales o por debajo de 1 gigaherzio, que son las
    microondas de la telefonía móvil, tanto de las antenas como de los propios
    teléfonos móviles.

    El proyecto Reflex sólo ha estudiado los niveles iguales o
    menores que se consideran seguros para el público en general, no por encima, y
    si en esos límites biofísicos había respuesta celular, de forma que cada grupo
    de trabajo se ha encargado de una parte y al español, compuesto por siete
    personas, le ha correspondido el análisis de las membranas de las células madre
    neuronales procedentes de ratas de 16 días.

    Los 12 grupos participantes han analizado células madre
    procedentes de ratones, cancerosas cultivadas en laboratorio y sanguíneas de
    voluntarios humanos.

    El equipo español ha sido dirigido por Ángeles Trillo, del
    servicio de Bioelectromagnetismo del hospital Ramón y Cajal. En los ensayos se
    reproducían las condiciones de las radiaciones similares a las que emiten los
    teléfonos móviles o las líneas de alta tensión y transformadores eléctricos.

    La conclusión de este trabajo, corrobora los resultados de
    muchos otros trabajos de investigación precedentes, y muestra que la exposición
    a las radiaciones de los teléfonos móviles y líneas eléctricas o transformadores
    por debajo de los límites que se consideran inocuos provocan modificaciones
    celulares y en el ADN.

    La directora del equipo español, Ángeles Trillo, explicó que
    un estudio de la trascendencia de éste, a pesar de los resultados, no tendrá
    continuación porque su financiador, la Comisión Europea, así ha decidido no
    seguir financiándolo después de ver los resultados obtenidos.

    A juicio de Trillo, lo que es incontestable es que los
    teléfonos móviles «se utilizan mucho» y que «tienen efectos biológicos a nivel
    celular y molecular y que hay que seguir estudiándolo».

    «Si el móvil sólo recibiese no habría problema, el problema
    es que emite, y nuestra cabeza está en medio», resumió Alejandro Úbeda, experto
    en biofísica y miembro del servicio de Bioelectromagnetismo del hospital
    madrileño Ramón y Cajal.

    La respuesta ha sido distinta según la edad de los donantes:
    cuanto más viejo era el sujeto había más modificación celular.

    Según Raúl de la Rosa, uno de los expertos más reconocidos de
    nuestro país y perito en distintos juicios que se han ganado en contra de las
    companías eléctricas y de telefonía: «Con este trabajo ha quedado demostrado que
    a los niveles considerados seguros hay efectos celulares y en el ADN, con lo
    cual la normativa actual debería ser revisada inmediatamente y adecuarla a los
    valores que los científicos independientes vienen exigiendo desde hace años en
    base a las investigaciones realizadas. Es decir, los límites «seguros» no son
    seguros, esto es seguro, tal como indica la numerosa literatura científica
    disponible en la actualidad».

    Alberto Arrate es uno de los abogados con más experiencia en
    nuestro país en relación a antenas de telefonía. Hace seis años ganó la primera
    sentencia judicial en España en contra de una compañía de telefonía por motivos
    de salud. En una sentencia sin precedentes en toda Europa, el juez dio la razón
    hace unos años a un vecino de Erandio en cuanto a los posibles riesgos a los que
    podía estar sometida su familia, en concreto, su hija de siete años. Basándose
    en las mediciones realizadas por Raúl de la Rosa, en el caso de Erandio lo más
    trascendente es que se determinó que podía haber efectos y agravamiento en la
    patología de una niña expuesta, debido a los valores de radiación existentes, y
    que mientras no estuviese demostrada la inocuidad, la invasión de radiaciones de
    esa antena era ilegítima.

    «No existe es un sólo informe científico que asegure la
    inocuidad -explica Alberto Arrate. Sí hay, en cambio, cada vez más informes que
    advierten que la preocupación es clara. Un reciente estudio dirigido por William
    Stewart, sobre la seguridad de los teléfonos móviles realizado por el Consejo
    Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido (NRPB), desaconseja a los
    padres el uso de estos aparatos por parte de sus hijos de menos de 8 años. Son
    datos mucho más preocupantes que antes».

    Según Raúl de la Rosa «tal como los jueces han dictaminado en
    la sentencia del transformador de Murcia que se encuentra actualmente en el
    Supremo, la compañía debe eliminar absolutamente el campo electromagnético con
    que Iberdrola invade la vivienda afectada por la radiación del transformador.
    Opino que no hay dosis segura, pues las investigaciones cada vez indican valores
    más bajos en los cuales se detectan anomalías, por lo que efectivamente estas
    compañías deben cesar de invadir nuestros domicilios con radiaciones sean del
    tipo que sean».

    Alberto Arrate explica que «las compañías aseguradoras no
    aseguran a las compañías que emiten campos electromagnéticos los daños por esos
    campos, pues el día de mañana podría haber un desbordamiento de solicitudes por
    daños y las compañías no quieren correr con ese riesgo. Hoy en día hay 37
    millones de móviles en España. Si el día de mañana comienzan a aparecer
    enfermedades derivadas de su uso, las compañías hacen un crack. Existe, por
    ejemplo, una cláusula de Vodafone que hace constar que en su póliza no quedan
    cubiertas las responsabilidades legales con respecto a daños personales,
    enfermedad, incapacidad de cualquier tipo, muerte… o cualquier síntoma mental
    o físico causado o supuestamente causado o contribuido por uso continuado de
    teléfonos móviles. Creo que es un dato bastante significativo por sí mismo. Si
    excluyes un riesgo es porque éste es probable».

    El 8 de marzo pasado se celebró uno de los juicios más
    relevantes, en Estella (Navarra), en relación a los efectos de las radiaciones
    sobre la salud de 21 personas expuestas.

    En este juicio han intervenido como peritos por parte de los
    afectados, los mayores expertos en el ámbito de la investigación sobre
    radiaciones: José Luis Bardasano, Claudio Gómez-Perretta, Carlos Beltrán, Juan
    Álvarez Ude y Raúl de la Rosa.

    De 24 personas que vivían en un inmueble situado en Estella,
    21 han padecido distintos graves trastornos, que han llevado a 5 de ellos a la
    muerte. Otros, padecen enfermedades crónicas. Solamente 3 de ellas, según las
    mediciones realizadas por el técnico Raúl de la Rosa y aceptadas en el juicio,
    no estaban expuestas. «Precisamente estas tres personas ?explica de la Rosa- son
    las únicas de todo el inmueble que no padecen ningún tipo de trastorno. Es
    decir, el 100% de los afectados por la radiación del transformador padece algún
    tipo de enfermedad o ha fallecido. Estamos hablando de una auténtica epidemia.
    Si se hiciera un estudio epidemiológico de personas que viven encima de un
    transformador de una compañía eléctrica veríamos si se confirman estos
    estremecedores datos. Mi opinión, basándome en los casos que he visto en mi
    dilatada experiencia es que el número de trastornos de salud sería superior al
    de la población no expuesta. Pero, claro, este tipo de estudios que
    probablemente indique ciertos riesgos son de los que nunca se hacen. Un ejemplo
    reciente lo tenemos en la retirada de la financiación del Proyecto Reflex,
    cuando los resultados han sido contrarios a los intereses de las compañías».

    Por su parte el investigador Alejandro Úbeda en relación a
    esta investigación destacó que: «Lo que parece raro es que después de encontrar
    estos resultados, no se profundice en ellos, y se cierre la carpeta y no se
    financie su continuación. La respuesta celular se produce no sólo por el calor
    generado por las microondas, algo ya sabido, sino por algo más y el mecanismo
    que los genera es desconocido».

    La directora del equipo español del Proyecto Reflex, Ángeles
    Trillo, explicó en relación a la no continuidad de la investigación que «No está
    claro el porqué. La unión Europea establece sus prioridades pero hay muchos
    factores implicados y cómo no pensar que hay presiones para que estos estudios
    no sigan porque pueden crear una alarma social muy grande» subrayó Trillo. «Ante
    la acumulación de investigaciones, estudios y datos preocupantes, ante la duda
    razonable», advierte Raúl de la Rosa, «hay que aplicar el principio de
    precaución». Uno de los regalos más pedidos a los reyes magos cada navidad es el
    telefonía móvil. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en
    2003 disponía de teléfono celular propio uno de cada tres niños entre 10 y 14
    años. Algunos estudios apuntan que las frecuencias emitidas por los teléfonos
    móviles podrían afectar al desarrollo del tejido craneal de los niños.

    Las autoridades del Reino Unido han retirado el primer
    celular diseñado para niños, que se había puesto a la venta hace meses, era de
    fácil manejo y de materiales resistentes y estaba destinado a niños entre cuatro
    y ocho años. La prohibición de este móvil infantil se produce después de que el
    presidente del Consejo Nacional de Protección Radiológica (NRPB, siglas en
    inglés) y de la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido, el
    catedrático de Biología Sir Willian Stewart, mostrase su preocupación por los
    efectos de los móviles sobre la salud tras la publicación de dos nuevos estudios
    científicos.

    Los niños serían más vulnerables que los adultos dado que sus
    cráneos son más delgados y absorben más fácilmente las radiaciones.

    En el informe Stewart publicado en mayo de 2000, se hacía
    hincapié en que la industria de la telefonía «debe abstenerse de promocionar el
    uso del teléfono móvil entre los niños», una exigencia que el experto británico
    volvió a reiterar en una rueda de prensa. «No creo que podamos poner nuestras
    manos sobre el corazón y decir que los teléfonos móviles son seguros», señaló el
    científico en unas declaraciones recogidas por la edición digital del diario
    británico The Times. (www.timesonlie.co.uk)

    El primer estudio que ha llevado al Presidente de la Agencia
    de Protección de la Salud del Reino Unido, Sir William Stewart, a reiterar su
    mensaje de que no les permita a los niños utilizar el teléfono móvil es el
    proyecto europeo Reflex. El médico del Hospital La Fe e investigador en Salud
    Pública, Claudio Gómez-Perretta, señala que los resultados de este estudio sobre
    células humanas cultivadas en laboratorio «muestran cómo las radiaciones de los
    móviles -aún por debajo de los límites de seguridad actual de 2 vatios por
    kilogramo- altera el ADN de dichas células y provoca la aparición de genes
    anómalos procancerígenos».

    El segundo informe al que alude Stewart proviene del
    Instituto Karolinska de Suecia, donde científicos de esta prestigiosa
    institución publicaron el pasado octubre un estudio que revela que en las
    personas que han usado móviles durante 10 años o más se incrementa el riesgo de
    desarrollar un neurinoma acústico, un tumor benigno que puede considerarse como
    serio por su posición cercana al tejido cerebral.

    Gómez-Perretta explica que «en realidad no se han hecho
    ningún estudio específico en niños, pero la energía es por unidad de volumen y
    por lo tanto los cráneos más pequeños como los de los niños absorben más
    energía. Es decir, si se encuentran efectos entre los adultos, en los niños se
    pueden multiplicar». Además, el niño que tenga un móvil, a la larga
    experimentará un mayor tiempo de exposición a las ondas electromagnéticas que
    los adultos actuales, puesto que cuando tenga 30 o 40 años ya llevará varias
    décadas usando celulares, factor este que creo yo de enorme trascendencia»,
    concluye.

    Como vemos la gran mayoría de expertos y científicos
    advierten la elevada posibilidad de que existan riesgos en las personas
    expuestas a las radiaciones generadas por las compañías eléctricas y de
    telefonía móvil. ¿Precaución, prevención, solución o dejamos que nos sigan
    irradiando?