Cuando Jugar es un arte, aprender es un Placer

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    ¿Te has preguntado alguna vez acerca de la necesidad de jugar? Sí,
    de jugar, no importa a qué, no importa dónde. ¿Lo tomas como
    una necesidad? O es para ti tan sólo un momento que consideras de ocio
    y sólo eso. Un momento, no tan significativo. Nosotros pensamos que el
    juego es importante en la vida de los seres humanos, sin limitaciones de edad,
    de criterio o de gusto. Jugar es fundamental en un niño y eso nadie lo
    discute, pero pensemos en adultos ocupados en infinidad de actividades que de
    pronto descubren qué hermoso es pasar un momento con amigos jugando una
    partida de dominó, de ajedrez, de damas o lo que se te ocurra. Recordemos
    cuando de niños inventábamos, creábamos y nos divertíamos
    en ese estado de inocencia pura que fue nuestra infancia; y pensemos un instante…
    ¿Qué nos impide volver a revivir esa experiencia? ¿Por qué
    quedarnos con una regla escrita, a veces hace cientos de años? ¿Qué
    tal si tomamos cualquier juego que está en nuestra casa y le cambiamos
    las reglas e inventamos algo nuevo y diferente? Eso está al alcance de
    todos nosotros y es más fácil de lo que parece al principio, es
    sólo probar. Después de todo, una regla es un acuerdo de partes
    para lograr un objetivo. Eso es lo que diferencia un juego de un juguete. El juego
    tiene reglas, el juguete no.
    Pero aparte de reglas, los juegos tienen historias, anécdotas, curiosidades
    y entrar en ese mundo mágico donde un tablero es en realidad un mandala
    donde vamos avanzando, retrocediendo, ganando o perdiendo pero siempre disfrutando.
    Porque un juego que no divierte, no sirve; así nos enseñe los secretos
    de la vida, porque, ¿qué es un juego, sino la representación
    de una situación que debemos resolver? Cada juego esconde una enseñanza,
    un aprendizaje que nos facilita la tarea de comprensión de los problemas
    que vivimos a diario.
    Así como el hombre del paleolítico sintió la necesidad de
    expresar a través del arte, como en Altamira, también sintió
    la necesidad de jugar, de expresar sus sentimientos, sus miedos, frustraciones
    y por supuesto la alegría de vivir a través de la interrelación
    con sus semejantes y si bien a veces no sabemos cuáles eran las reglas
    que tenían, sí sabemos que tenían sus juegos y algunos de
    ellos demuestran un alto grado de abstracción y de imaginación.
    Hoy se descubre que una pieza de museo, como el llamado “Kadmon” que
    se descubrió en el Monte Carmel y se encuentra en el Museo Antropológico
    del Tel Aviv, Israel, se juega con distintas modalidades en prácticamente
    toda África con distintos nombres, pero siempre con un alto nivel estratégico,
    al punto que se lo conoce como el “ajedrez” africano.
    También podemos encontrar diferentes pueblos que debiendo aprender a afrontar
    los mismos problemas, crearon o recrearon un mismo juego, como es el caso de los
    juegos de cacería de los que hay muchas variantes como por ejemplo “el
    Zorro y las Ocas” (Vikingo), el “Kaooa” (India), la “Yagua”
    (Chane, Sudamérica) o “el pastor y las cabras” (Canarias).
    En todos estos casos el juego llena una necesidad de la sociedad pastoril, como
    es la de enseñar a sus niños cuál debe ser el comportamiento
    ante un predador y jugando aprendían a resolver un problema cotidiano.
    Es interesante hacer notar que los juegos de más antiguo registro se jugaban
    casi siempre con dados. Son los juegos llamados de “azar estratégico”.
    El más conocido hoy en día es el “Back-gammon” versión
    “moderna” (edad media) de juegos como el “Senet” (3200
    a. C.) o el “Juego real de Ur” (4000 a. C.). Juegos donde la estrategia
    a emplear está supeditada al azar de unos dados que no siempre fueron cúbicos,
    los hay piramidales o palillos de dos caras, una marcada y otra no. Al preguntarnos
    la razón de esta usanza sólo queda pensar que ellos sabían
    y tomaban en cuenta el valor del azar o de los imponderables en la vida diaria
    y comprendían en cierta forma que nada es permanente.
    El nacimiento de los juegos más antiguos es impreciso y conocemos a menudo
    su existencia por medio de poemas, cartas o informes oficiales. Una vez descubierto,
    se ha conseguido seguir su itinerario de país en país y observar
    su evolución y las influencias recibidas a través de los siglos.
    El juego es la imagen del hombre y ofrece a la humanidad un lenguaje universal,
    un mensaje cultural y un arte de vivir.
    Dedicados desde hace 17 años al Rescate Etnográfico de la Cultura
    a través del Juego hemos logrado recrear casi 200 juegos diferentes, desde
    4.000 años a. C. hasta los implementados en los ordenadores, con la característica
    poco común de ser realizados artesanalmente en madera de RADAL, único
    árbol del mundo con 8 colores en sus vetas y de origen patagónico.
    A esto debemos agregar que nuestros juegos están preparados para ser usados
    por personas no videntes o aquellos con dificultades psicomotrices o mentales
    como así mismo para genios.
    Vienen acompañados de los datos históricos, como origen, época,
    para saber así quiénes lo jugaban y por qué.
    “En el principio los dioses jugaron y crearon el mundo. El juego y la risa
    nos ponen más cerca de las cosas sagradas, nos ponen más cerca de
    ese estadio de la evolución de la humanidad en el que el hombre no estaba
    dividido, sino incluido en una totalidad mágica donde el juego y la risa
    fraternizaban con el mundo dándole a éste un toque humano y divino”.
    Octavio Paz.
    De entre tantos elegimos algunos para conocerlos un poco más en profundidad.
    PENTOMINO. Juego de la escuela pitagórica, es considerado el puzzle más
    dificultoso que existe. Sus doce piezas están formadas por la combinación
    de cinco cubos iguales en todas sus posibilidades. Puede reingresarse en la caja
    rectangular de 2.438 formas diferentes y fuera de ella no tiene límites
    la creatividad. Así mismo se puede armar en forma tridimensional de más
    de 1.000 maneras diferentes. Dadas sus condiciones geométricas tan particulares
    se pueden plantar y resolver problemas de alto nivel matemático y algunas
    veces fue usado como examen de ingreso en la Escuela de Pitágoras.
    SENET. De origen egipcio, el más antiguo data del 3200 a. C. y el más
    famoso se encuentra en el Museo del El Cairo y perteneció a Tut Ank Amon.
    Era el juego favorito de los faraones ya que consideraban que su última
    partida era con los dioses: si ganaban quedaban junto a ellos, si perdían,
    volvían a reencarnar, razón por la cual practicaban mucho durante
    sus vidas. Este juego se jugó hasta la invasión romana y allí
    se transforma en las “tabolas”, juego de esclavos, del que no hay
    registro histórico sobre su modalidad, pero sí se sabe que de él
    nació el “Back gammon”. Jugaban sobre un tablero numerado,
    dos participantes que arrojan 4 palillos con una cara marcada y otra no, a modo
    de dados y según la combinación obtenida se avanza por el tablero
    5 piezas que deberán llegar a su destino y con algunos inconvenientes por
    el camino. Resultaba ganador aquel que quitaba primero sus 5 piezas del tablero.
    KADUR. Juego de origen bengalí con 1.500 años de antigüedad.
    Este juego ha llegado a nuestros días con el nombre de “salto de
    rana”. Es un solitario y consiste en invertir las posiciones de las piezas
    en la menor cantidad de movimientos. Al comienzo se lo resuelve entre 187 y 25
    movimientos. Luego se llega a un punto en que parece imposible disminuir la cantidad,
    es el comienzo de la “meseta” o reiteración permanente del
    mismo movimiento. Hasta allí llegamos con una estructura mental, que es
    la lógica. Cuando logramos sobrepasar la meseta, lo que hemos logrado en
    realidad es destructurarnos, y esto provoca el corte del diálogo interior
    y la entrada en estado alfa por unos instantes.
    PONG HAU KI. Juego de estrategia para dos participantes. Procede al parecer de
    China y se le conoce con el nombre de “ou moul ko no”. A primera vista
    parece engañosamente fácil, cada uno de los dos jugadores tiene
    dos piezas iguales situadas dos al frente y dos detrás. Los jugadores mueven
    alternativamente una pieza cada uno a un lugar adyacente vacío. El objetivo
    es el bloqueo de las piezas del contrario, impidiéndole los movimientos.
    SULAM. Es una versión más compleja de “el solitario”.
    Se colocan las piezas en el tablero, dejando uno de los agujeros centrales libre.
    Los movimientos se hacen saltando por encima de las piezas a un espacio vacío
    por detrás de ésta. El objetivo del juego es dejar la menor cantidad
    de piezas. Hay dos opciones de solución, dejar una pieza en el centro múltiple
    o dejar tres, una en cada vértice.
    TRI EX. Juego para dos participantes creado por O’Beirne de Inglaterra.
    Cada jugador tiene cuatro piezas que deberá ingresar en el tablero triangular
    debiendo alinear tres de ellas (tres en raya).
    El papel que desempeñan configuraciones como ésta en la geometría
    moderna fueron analizadas por Harold Dorwart en The Geometry of Incidente (1966).
    Además de sus propiedades topológicas y combinatorias la disposición
    aquí mostrada tiene una estructura métrica poco habitual ya que
    en cada una de las alineaciones de tres puntos, el central corresponde a la sección
    áurea del segmento definido por los puntos extremos.
    Hasta aquí algo del fascinante mundo de los juegos… Pronto habrá
    más.