Las hormigas se han convertido en un indicador biológico en los entornos deteriorados en vías de recuperación, según se ha establecido en el VII Congreso Ibérico de Mirmecología.
El encuentro, convocado por la Asociación Ibérica de Mirmecología (AIM) y el foro de aficionados a las hormigas «La Marabunta», contó, entre otros, con la participación del profesor de Ecología de la Universidad de Córdoba Joaquín Reyes.
Durante su ponencia, Reyes estableció cómo en zonas de fuerte presión urbana las primeras señales de recuperación, tras la revegetación preceptiva, las establecen las hormigas. El escenario de sus mas recientes estudios, la ampliación del pantano Breña II, en el cauce del Guadalquivir, a la altura de Córdoba, donde tuvo que inundarse zona de parque natural, «la repoblación ha empezado con las hormigas», dijo el experto a EFEverde.
En solo cinco años, de un estudio de 20, dictado por la normativa europea que marca la restauración de las zonas protegidas dañadas por infraestructuras reguladas, ya hay resultados preliminares.
Aunque la vegetación tarda en crecer, explicó, por generación espontánea se han identificado ya hasta 58 especies de hormigas, de las 70 con las que se espera contar cuando acabe el proyecto. Entre las más curiosas, las «hormigas vampiras», que por su naturaleza primitiva requiere espacios mas estables o controlados para desarrollarse.
Las hormigas, que representan el 20 por ciento de la biomasa del planeta, con una población que se estima en miles de billones, son los insectos sociales de mayor éxito evolutivo, junto a las abejas. Como colectivo, añadió, tienen capacidad de aprender, de comunicarse y de organizarse el trabajo, siempre en busca del beneficio de la colonia y la destrucción del enemigo.