Magnetoterapia. Imanes estáticos para el tratamiento del dolor

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La magnetoterapia nace con el descubrimiento de los primeros imanes naturales.

En un principio se utilizaron dentro de rituales mágicos, eran piedras capaces de atraer metales o partes de sí mismas.

Se tienen registros antiguos del uso terapéutico de los imanes en culturas como la egipcia, china, griega o la hindú. En Grecia se le dio el nombre a la magnetita porque se descubrió en la ciudad de Magnesia. En China se inventó la brújula. Bianque, un médico chino, empezó a utilizar los imanes de forma terapéutica, y 200 años a.C. apareció la primera materia médica con las aplicaciones de los imanes.

Un médico austríaco llamado Frederick A. Mesmer, afirmó en el siglo XVIII, que por el cuerpo circulaba un fluido cuyo origen eran los polos magnéticos cósmicos generando un flujo y si este flujo ser interrumpía por alguna causa, entonces el hombre enfermaba. Él llamó a este fenómeno «magnetismo animal». Cuando detectaba este problema, Mesmer intentaba restablecer este flujo frotando imanes por todo el cuerpo del paciente. Mesmer y sus terapias magnéticas cobraron mucha fama en su época. También el doctor Carlo Maggiorani hizo importantes estudios sobre el magnetismo y su efecto en la materia orgánica y utilizó los imanes en el tratamiento de la histeria, ataxia y diabetes.

Pero el conocimiento teórico más importante sobre el funcionamiento del electromagnetismo apareció en el siglo XIX con los estudios del físico británico James C. Maxwell. Y en Europa sólo se tiene conocimiento de los efectos biológicos de los campos magnéticos a partir de entonces.

En 1843 Immanuel Eydam publica la primera obra sobre la aplicación, con fines terapéuticos, de un campo magnético sobre un cuerpo humano. Su tesis se llamó: «Aplicación de campos magnéticos al cuerpo humano con fines terapéuticos».

También en el siglo XIX se descubre que algunos seres vivos, por ejemplo las aves, son capaces de orientarse cuando migran, gracias a una especie de imanes que tienen en el interior del cráneo que funcionan como brújulas, es lo que se denominó biomagnetismo.

Incluso se ha descubierto que algunas bacterias sintetizan pequeñísimas bolitas de magnetita que también usan para orientarse.

El uso de los imanes con fines terapéuticos ha tenido sus momentos álgidos y también momentos de rechazo ya que personas muy influyentes como F. Peterson o A.E. Kennelly del Laboratorio Edison, sostuvieron que un campo magnético no podía ejercer ningún efecto sobre el cuerpo humano.

Sin embargo, a mediados del siglo XX es en Japón donde comienzan una serie de estudios e investigaciones sobre los campos magnéticos, que ofrecen datos estadísticos con resultados altamente fiables.

Eficacia probada en tratamientos de enfermedades inflamatorias crónicas de los órganos genitales femeninos, campos magnéticos de entre 450-530 gauss en manos con Du-Puytren, eficacia de entre el 77-97% en el tratamiento de tensiones en los hombros (en este caso se hizo estudio a doble ciego), etc. Y ninguna de las pruebas reveló efectos orgánicos negativos.

También en Francia, el Dr. Philippe Orengo, antiguo jefe de servicio adjunto del Centro hospitalario René Dubos, en Pontoise, cirujano ortopédico, descubrió la magnetoterapia gracias al Dr. Juan-Bernard Baron, neurofisiólogo muy afamado, pero cuyas prácticas no han sido reconocidas por la comunidad científica.

Aplicó los protocolos de Baron y en unos años reunió un estudio clínico con 860 casos de diversas patologías. Por ejemplo corrige el síndrome mesoencefálico, producido después de un fuerte traumatismo, con 2 imanes en el ángulo del ojo sujeto con un esparadrapo al temporal. También demostró la eficacia de los imanes sobre los esguinces benignos, colocando los imanes en los puntos de dolor en el tobillo del paciente, y en unos minutos ya no le duele y se reduce el edema. Habla de un 85% de respuesta total en estos casos. Confirma la desaparición del edema en 3 ó 4 días y la equimosis en 10-20 horas. Estos estudios fueron hechos a doble ciego, se utilizó para ello piezas redondas metálicas que no eran imanes. No obtuvo ninguna mejoría en ningún caso. A la vista de estos éxitos se animó a probar en periartritis, tendinitis, artrosis, etc. Y algunos pacientes los han llevado de forma permanente de 2 a 12 meses y los han abandonado sin recidiva.

Actualmente, el médico español Palacios y Carvajal ha demostrado que los campos magnéticos ayudan a acelerar la recuperación y consolidación de las fracturas óseas y a combatir la artrosis.

Magnetoterapia2Los imanes con los que se trabaja tienen forma de pastilla con un diámetro de 4-5 mm y una potencia de 1.500 gauss. Han sido diseñados para ser colocados sobre el cuerpo del paciente en cualquier punto a tratar. Son imanes de tierras raras y tienen imantación permanente de intensidad constante.

Aportan además unas ventajas importantes frente a medicamentos para el dolor:

  • No deterioran el sistema digestivo ni ningún otro órgano por sobrecarga química.
  • No interaccionan con ningún medicamento.
  • Calman el dolor muy rápido, en algunos casos a los 10 minutos el paciente ya nota mejoría.
  • El paciente puede ponérselos él mismo y usarlos cuando los necesite si el médico o terapeuta le da unas instrucciones básicas de cómo los tiene que poner y dónde.
  • Si le molestan, se los quita y no dan más problemas.

Es importante tener en cuenta que no deben ponerse imanes estáticos de larga duración a personas con marcapasos ni a mujeres embarazadas en los tres primeros meses de gestación. Y no deben utilizarse sobre una zona con heridas.

Si tras las horas de haber colocado un imán se siente picor, debe retirarse y colocar una protección en la piel para que el imán no la toque directamente (puede ser un trocito de esparadrapo).

Para aclarar el modo de empleo, hay que tener en cuenta que los efectos antiálgicos y antiinflamatorios se obtienen con el Polo-Sur sobre la piel y el efecto descontracturante con el Polo-Norte sobre la piel. El esparadrapo que se utilice debe resistir el agua (los pacientes podrán ducharse, pero sin frotar la zona de los imanes).

Se ha confirmado una eficacia del 85-90% en la reducción del dolor e inflamación, por tanto, estarán indicados en ciáticas, lumbagos, algias sacro-ilíacas, artrosis, cervicalgias, tortícolis, epicondilitis (codo de tenista), gonalgias, esguinces, dolores articulares en general.

Los pacientes tendrán una herramienta a su disposición en cualquier momento que la necesiten, fácil de utilizar y sin contraindicaciones.

Lo imanes se convierten en «pequeños tesoros» que los libran de un dolor en muchos casos insoportable.

Al mejorar el dolor, mejora el estado de ánimo, hecho que a su vez también sabemos que reduce la percepción subjetiva del dolor.

Los imanes mejoran mucho la calidad de vida de las personas que sufren dolor. Usémoslos, es fácil.

Ana Jesús Soto García
Diplomada en Naturopatía-Homeopatía
navan.salud@hotmail.com