Cómo relajarse con masaje facial para liberar el estrés

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El masaje o el auto-masaje facial pueden ayudarnos a darnos este momento único y personal de relax y bienestar que tanto nos merecemos.

Vivimos épocas de grandes tensiones y dificultades. Esto nos conlleva gran cantidad de estrés.

Nuestro ritmo de vida frenético nos impide relajarnos y dedicarnos momentos de atención personal tan necesaria para nuestra salud mental. Es importante que busquemos momentos para cuidarnos y mimarnos y el masaje o el auto-masaje facial pueden ayudarnos a darnos este momento único y personal de relax y bienestar que tanto nos merecemos.

El masaje es una forma de estímulo físico, de preferencia manual sobre el organismo que provoca reacciones biológicas, metabólicas, psicológicas y sociales beneficiosas.

Probablemente es la herramienta terapéutica más antigua que el ser humano utilizó para proporcionar/se un recurso natural contra el dolor.

Usando el masaje con una determinada presión (profunda o superficial) y con una velocidad (lenta o suave) lograremos generar un ritmo, que conseguirá enviar señales a través de la piel, a nuestro cerebro.

Estas señales conseguirán que todos nuestros sistemas se relajen o se activen, en función del estimulo que le proyectemos.

Para conseguir una buena relajación, tendremos que servirnos de una serie de maniobras que orienten y faciliten este objetivo y las usaremos centrándonos en la zona de la cara, zona de máxima actividad y sensibilidad nerviosa.

Las maniobras que usaremos en este protocolo, se estudian en un curso de masaje con todo detalle y tienen varias maneras de realizarse, hablaremos de una forma estandar:

  1. Kinesis. Sirve para tener un primer contacto con el paciente, tener una conexión previa al resto del tratamiento.
  2. Amasamiento digital. Se puede hacer de forma simultánea o alternante (si la musculatura es más débil). Pasamos nuevamente haciendo círculos con los dígitos del dedo índice y corazón, deben ser movimientos lentos, suaves y superficiales.
  3. Amasamiento nudillar. Se puede hacer de forma simultánea o alternante (si la musculatura es más débil). Pasamos nuevamente haciendo círculos con los nudillos, deben ser movimientos lentos, suaves y superficiales.
  4. Presiones digitales y craneales y frotaciones craneales. Trabajaremos punto de LTE en zona frontal de la cara y buscaremos suturas craneales para movilizar y presionar, con la finalidad de eliminar la tensión que se acumula en esta zona.
  5. Drenaje orbicular. Consiste en un drenaje orbicular, liberando tensión de la zona de párpados y llevando esa tensión hacia los ganglios laterales.
  6. Drenaje linfático (cara). Posteriormente realizamos un drenaje de la cara del mismo modo.
  7. Drenaje linfático (cuello). Se trabaja la zona de la nuca y cuello de la misma forma que en la anteriores maniobras.
  8. Kinesis compresiva. Situamos cada mano en paralelo en cada uno de los ojos y retenemos el calor (energía) presionando suavemente, esparcimos este calor hacia los temporales. Realizamos la misma maniobra por toda la cara.
  9. Pases neurosedantes. Consiste en hacer leves roces de los dedos desde el nacimiento del pelo, lentamente, hacia abajo, la zona maxilar inferior. Sirve para finalizar la sesión y relajar al paciente, sedando el sistema nervioso. Zona posterior: Ponemos las yemas de los dedos detrás de la nuca, cada una por su lado y bajamos con movimientos circulares lentos y suaves. Llegamos a la zona yugulo subclávia. El terapeuta debe tener la mayor concentración posible y estar atento a las sensaciones que se experimentan para que el masaje sea lo más agradable posible y no genere ninguna tensión añadida al paciente.

El tiempo total de realización no será inferior a media hora ni superior a 90 minutos.

Para realizar un masaje es recomendable que lo realice un experto en masaje ya que conocerá bien su trabajo y sabrá distinguir y valorar su realización.

Como en cualquier otro masaje, el masaje facial tiene contraindicaciones en casos de:

  • Alteraciones hemorrágicas graves y fragilidad capilar.
  • Flebitis, Trombosis y Linfagitis.
  • Fracturas no consolidadas.
  • Brotes reumáticos agudos (artritis reumatoide, gota).
  • Afecciones tumorales.
  • Diversas afecciones de la piel (infecciones).
  • Estados febriles.
  • Traumatismos agudos y heridas.
  • Roturas musculares y tendinosas agudas.
  • Quemaduras.
  • Bursitis.
  • Miosistis osificante.
  • Y en general cualquier enfermedad maligna en fase evolutiva hacía la agravación.

Y en según qué casos de:

  • Embarazo.
  • Enfermedades reumáticas en fase subaguda.
  • Hipertensión.
  • Taquicardia.
  • Cólicos.
  • Contusiones graves.
  • Reacciones cutáneas al masaje.
  • Intolerancia por aumento del dolor.
  • Otras enfermedades de la piel (sabañones, quemaduras).
  • Nunca se utiliza masaje sobre fracturas, hasta que éstas se hallen perfectamente consolidadas, y el médico ordene el oportuno tratamiento.
  • En las luxaciones, nunca se utiliza el masaje hasta que una vez reducida y retirados los oportunos sistemas de inmovilización se comprueba la total reducción de la misma.

María Martrat Hugué
Directora y profesora de masaje en la Escuela Vipassana
www.vipassana.es