Las Flores de Bach hoy

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    Puede que resulte
    imposible encontrar un sistema terapéutico sobre el que se hayan generado tantas
    visiones diferentes. La consecuencia de ello podría traducirse en un mensaje
    algo disperso y en ocasiones superficial. Uno de los factores que parece haber
    contribuido a ello es el enorme número de usuarios que emplean la auto
    prescripción de las esencias, así como la gran cantidad de terapeutas
    autodidactas.

    Todo ello se entiende también por la enorme bibliografía
    existente sobre el tema, el «boca a boca», en forma de tradición oral, que ha
    acompañado a las flores desde su creación y, por supuesto, a la efectividad de
    la terapia bien empleada. No han ayudado desde luego quienes han incorporado las
    flores como una especie de magia líquida para la que creían no necesitar ningún
    tipo de capacitación técnica. A todo esto ha contribuido también la falta de una
    regulación clara sobre el ejercicio de este tipo de Terapias Naturales.

    Así las cosas, para unos la terapia de Bach consiste en una
    técnica superficial que ayuda en algunos problemas emocionales domésticos. Una
    especie de botiquín casero para algunas pequeñas incidencias de la vida
    cotidiana. Para otros, una simpática terapia en la que basta con mirar una
    pequeña lista de indicaciones o leer un libro para prescribir sencillamente las
    flores.

    Pero para los que estamos inmersos desde hace años en el
    estudio y aplicación de las flores, constituye un sistema terapéutico complejo y
    apasionante: una verdadera herramienta de medicina holística y de crecimiento
    personal, cuyo límite estamos muy lejos de vislumbrar, aunque a veces se
    confunda con nuestras propias limitaciones personales. Una disciplina para la
    que se requiere una alta y continuada capacitación, como para cualquier otra
    profesión seria.

    De todas formas, es bien cierto que existen diferentes
    niveles prescriptivos de complejidad que van desde las aplicaciones domésticas a
    tratamientos personalizados de fondo.

    Se entiende por Terapia Floral del Dr. Bach o Flores de Bach,
    un sistema terapéutico cerrado, compuesto por 36 esencias de flores, una esencia
    de agua solarizada (Rock Water) y otra hecha del brote del Castaño de Indias (Chestnut
    Bud). Total: 38 esencias, más una fórmula envasada de origen compuesta de cinco
    flores del sistema: Impatiens, Star of Bethlehem, Rock Rose, Clematis y
    Cherry Plum, cuyo nombre varía según el fabricante: Rescue Remedy, Five Flower
    Remedy, Estratto Universale, Plantis Elixir de Urgencia, etc.

    El sistema fue creado por Edward Bach, médico inglés
    (1886-1936) entre los años 1928 y 1935. Se basa en la utilización de esencias
    obtenidas de plantas y árboles silvestres o en algunos casos de cultivo, por el
    procedimiento de solarización y el de cocción. El primer método fue el que
    utilizó para preparar las primeras 19 esencias, y consiste en cortar las flores
    con unas ciertas precauciones y condiciones que sería largo de enumerar y
    dejarlas en agua al sol una media de entre cuatro y seis horas.

    Las restantes esencias, (salvo White Chestnut), se preparan
    por cocción de alrededor de media hora. Ambos procedimientos se basan en la
    obtención de la energía de la planta, concentrada en la flor, mediante el sol o
    el fuego, y la vehiculización de la misma en ese diluyente universal que es el
    agua. No estamos aquí ante un tipo de fitoterapia, ya que se trabaja con una
    dilución mínima, sin una concentración molecular que pueda hacernos presumir la
    existencia de un principio activo bioquímico.

    De los dos procedimientos de preparación citados se obtiene
    una cantidad de líquido, que los fabricantes diluyen en una proporción similar
    de coñac, el que tiene por función conservar el agua y la información energética
    contenida en ella. Esto es lo que conocemos como Tintura Madre.

    Ahora bien, esta tintura es patrimonio de los fabricantes,
    los que preparan sus stocks de venta al público de la siguiente forma: añadiendo
    dos gotas de la misma en 30ml de coñac puro, o rebajado el mismo en una tercera
    de parte de agua. Del citado producto se fabricarán los botellines de stock que
    existen en el mercado y que son los que empleamos los terapeutas. Pero las
    diluciones para el paciente se preparan con dos gotas de este stock por 30 ml de
    agua y un poco de conservante, sea este coñac, glicerina vegetal, vinagre de
    manzana u otros. Es un error muy arraigado el creer que todos los tratamientos
    se realizan con cuatro gotas de la mezcla tomadas cuatro veces al día. Nadie
    sabe a ciencia cierta de dónde procede esta afirmación ya que, en los casos
    tratados por Bach y colaboradores, en ocasiones las pautas de ingesta son muy
    superiores: incluso cada pocos minutos, como él mismo se encarga de especificar
    en «Los Doce Curadores y Otros Remedios».

    La práctica cotidiana nos demuestra que, si bien no parece
    transmitirse más información al ingerir más de cuatro gotas, sí que se pueden
    acelerar los resultados en frecuencias de toma más altas, siendo muy usual
    establecer pautas de seis u ocho dosis al día.

    En casos de emergencia, es obvio que se pueden tomar las
    flores correspondientes a demanda. Por otra parte, resulta lógico suponer que la
    receptividad energética de cada persona es diferente y que, por tanto, la
    frecuencia de tomas debe adaptarse a cada caso en particular y naturalmente a la
    evolución del mismo.

    Otro tema controvertido es el de la cantidad de flores que
    pueden coincidir en una misma mezcla. A mi modo de ver, no creo que el efecto
    dependa de emplear más o menos flores, y aquí todos los autores tenemos
    criterios diferentes. En mi caso particular no suelo rebasar las nueve esencias,
    pero más que nada por una cuestión metodológica de seguimiento, ya que más
    complicado resulta cuantos más remedios se empleen. Pero en cualquier caso, el
    problema de algunos terapeutas que darían muchas flores, se soluciona al
    entender que lo urgente siempre predomina sobre lo importante y que una buena
    entrevista y la empatía terapeuta/cliente, son los elementos que nos ayudan a
    jerarquizar las prioridades y objetivos de la terapia a corto, medio y largo
    plazo.

    Por qué Bach se centró sólo en
    unas flores determinadas

    Sin duda esta es una de las preguntas más frecuentes. En
    realidad, cuando hablamos de las Flores de Bach, salta a la vista que no estamos
    hablando propiamente de una flora autóctona. Muchas de las flores del sistema
    tienen otras procedencias o hábitats diferentes. Por ejemplo, el olivo y la vid,
    es de dominio público que no resultan familiares en las islas. Mimulus
    Guttatus
    procede del oeste americano, Ceratostigma Wilmottiana e
    Impatiens Glandulifera
    , del Tíbet. Castanea Sativa (nuestro popular
    castaño) fue probablemente subido a Inglaterra por los romanos. En cualquier
    paseo primaveral o veraniego podemos encontrar, sin salir de España, plantas tan
    mediterráneas como la Agrimonia Eupatoria, Verbena Officinalis,
    Cichorium Intybus
    (Achicoria) y un largo etcétera.

    En algunos casos, Bach intentó sustituir algunas plantas no
    autóctonas por otras del lugar pero no lo consiguió, como en el caso del
    Prunus Cerasifera
    (Cherry Plum) y la mencionada Ceratostigma. La
    conclusión es que no estamos ante la flora británica sino ante una flora
    arquetípica, y que, por tanto, no puede ser más variopinta, integrando plantas
    arbustivas o no, árboles, una gramínea, una planta acuática, alguna de montaña,
    etc.

    Bach escribe en 1934 lo siguiente: «A través de su alta
    vibración, determinadas flores, arbustos y árboles silvestres de un orden
    superior, tienen el poder de aumentar nuestras vibraciones humanas y dejar
    expeditos nuestros canales a los mensajes de nuestro Yo Espiritual, inundar
    nuestra personalidad con las virtudes que nos son necesarias y de este modo
    lavar los defectos que causan nuestros males (…) No curan atacando
    directamente la enfermedad, sino invadiendo nuestro cuerpo con las bellas
    vibraciones de nuestro Yo Superior, ante cuya presencia la enfermedad se derrite
    como la nieve al sol. No hay una verdadera curación sin un cambio en la
    orientación de la vida, sin paz en el alma y la sensación interior de
    felicidad».

    Resulta evidente que las flores seleccionadas debían de tener
    una cualidad terapéutica energética muy específica, que resonase en la misma
    frecuencia que determinados patrones disarmónicos presentes en los seres
    vivientes.

    A través de los escritos de su socia y biógrafa, Nora Weeks,
    hoy sabemos que Bach fue un gran sensitivo y que sustituyó su laboratorio
    convencional por su propio cuerpo.

    Las Flores de Bach se inscriben dentro de las denominadas
    terapias naturales energéticas o vibracionales, como ya señala su creador unas
    líneas más arriba, y como ya podíamos deducir al reseñar su modo de preparación.

    No es el objetivo de este artículo adentrarse en un tema
    suficientemente desarrollado por numerosos autores, pero a grandes rasgos
    podríamos simplificar diciendo que los elixires florales conservan parte del
    patrón vibracional de la planta, concentrado en la flor. Este patrón vibracional
    tiene cualidades terapéuticas, ya que coincide, en el ser humano, animales y
    plantas, con patrones vibratorios armónicos y en equilibrio, constitutivos de lo
    que entendemos por salud. La enfermedad, se expresa mediante patrones
    vibracionales en desarmonía o desequilibrio, ya sean estos mentales, emocionales
    o físicos. Las esencias, mediante sus frecuencias armónicas, ayudan, por
    resonancia, a corregir estos patrones en desequilibrio.

    La enfermedad para Bach

    El hecho de que esta terapia se asiente sobre una atractiva
    base filosófica, es lo que ha hecho que muchos profesionales nos sintiéramos más
    predispuestos a adentrarnos en el mundo de las Flores de Bach, ya que
    entendíamos que el sistema era mucho más que una herramienta terapéutica: un
    verdadero modelo de crecimiento personal, espiritual o de desarrollo de la
    inteligencia emocional, según qué concepto se acerque más a la visión del lector
    (para mí los tres son sinónimos). Para otros, sin embargo, la pre-citada
    filosofía ha despertado prejuicios que les ha impedido considerar siquiera la
    toma de las esencias.

    Pero habría que saber que para emplear la terapia o disfrutar
    de sus resultados, no se necesita comulgar con la filosofía implícita en ella.
    Sin embargo, para entender el efecto más sutil de algunas esencias y sacar sus
    máximos resultados, ayuda el conocer profundamente sus fundamentos. Somos muchos
    los profesionales provenientes de la Medicina, Psicología y otras carreras para
    los cuales los conocimientos adquiridos en ellas no han representado un problema
    a la hora de asumir las flores, sino más al contrario, una ayuda.

    En realidad, no creo que haya nada nuevo en la filosofía de
    Bach, ya que podría definirse como un sincretismo que agrupa conceptos presentes
    en el cristianismo, budismo, hinduismo y antroposofía. Lo que sí resulta
    sorprendente es la creación de un sistema de sanación acorde con estos
    preceptos. Intentaré esbozar telegráficamente algunos conceptos básicos.

    Según Bach, la existencia (la encarnación, como dice) tiene
    por objeto el aprender todo lo que podamos en lo que él denomina «este día de
    colegio». Este aprendizaje lo sintetiza en doce lecciones maestras. El alma
    emite unos dictados, a través de la intuición, que intentan dirigir a la
    personalidad en el sentido del aprendizaje y la perfección. Pero la citada
    desarmonía o desconexión, puede ocurrir por defectos de la personalidad en su
    intento de predominio sobre el alma, influencias externas que nos desvíen de
    nuestro camino, etc.

    Para Bach, la enfermedad es el resultado último de una
    desarmonía que comenzó a un nivel más sutil. Una desconexión entre el alma, por
    una parte, y la personalidad por otra.

    Siguiendo con esta línea, la enfermedad se inicia pues a un
    nivel sutil, detectable de forma embrionaria en el plano mental y emocional. La
    no corrección de esta tendencia cristalizará posiblemente en una enfermedad.

    La medicina, tarde o temprano, deberá reconocer la influencia
    que existe entre la mente o cuanto menos las emociones y la enfermedad. Ahora
    bien, existe la posibilidad de prevenir la génesis de la enfermedad, detectando
    y corrigiendo esas anomalías con la ayuda de las esencias. Una vez producida la
    enfermedad, los síntomas y signos inherentes a ella no constituyen un castigo,
    sino que son el aviso de una serie de patrones de pensamiento y conducta que
    deben ser rectificados.

    Ahora bien, como quiera que este circuito de enfermedad que
    describe (patogenia) no siempre consigue tener ese efecto didáctico que según
    Bach persigue, se siente llamado a crear el sistema floral que venimos tratando,
    con la finalidad de ayudarnos a hacer este camino y disminuir nuestro
    sufrimiento.

    Todas las flores trabajan en la repermeabilización del
    circuito alma/personalidad, por lo que pueden considerarse como
    repermeabilizadoras de una información que ya poseemos, aunque en estado de
    bloqueo.

    Visto esto, podemos inferir que las flores no nos aportan
    nada que no tengamos previamente: son en realidad auténticos catalizadores.

    Clasificaciones florales

    La clasificación tradicional de los siete grupos, de todos
    conocida, no resulta muy práctica, ya que cada uno de ellos depende de un
    epígrafe muy escueto, y en cierta forma incontinente, como por ejemplo Grupo I
    del miedo, Grupo II de la indecisión e incertidumbre, etc. Desde esta
    perspectiva hay tendencia, por ejemplo, a pensar que las flores que «tratan» el
    miedo son exclusivas del primer grupo. El hecho es que miedos muy específicos,
    como al abandono, al concepto de «sombra», al fracaso, están amparados por
    esencias pertenecientes a otros grupos. Este mismo razonamiento se hace
    extensivo a todos los demás grupos.

    Una clasificación floral, para mí más adecuada, podría ser la
    expuesta en la tabla siguiente. El orden de las flores en la tabla sigue la
    preparación cronológica original de Bach. Las doce tipológicas y los siete
    ayudantes se preparan por solarización, las 19 restantes (salvo White Chestnut),
    por cocción.

    El Patrón Transpersonal

    Como explicaba al inicio de este artículo, se asiste en
    muchos casos a una simplificación excesiva en el uso de las esencias. Tanto es
    así, que no es extraño que se confunda la pequeña descripción esbozada por Bach,
    a todas luces destinada a una auto aplicación casera, con el efecto total de la
    esencia.

    Pero el potencial terapéutico de una esencia, no es media
    página de un libro, sino muchísimo más, como puede comprobar cualquier terapeuta
    con un nivel de observación medio. En realidad, las pequeñas descripciones
    coloquiales de Bach, son sólo un pequeño archivo doméstico, inscrito en un
    directorio mucho más amplio. Por ejemplo, la indecisión entre dos cosas de
    Scleranthus
    , es un reflejo personal que se inscribe en el contexto de algo
    mucho más universal (el directorio al que me refería antes), llamado
    Inestabilidad.

    Si nos limitamos a la primera visión reduccionista, es lógico
    que sólo empleemos las flores en casos puntuales que se adapten a las
    descripciones ya mencionadas, con lo que la terapia se reduce a algunos aspectos
    mentales, emocionales y conductuales. Si por el contrario adoptamos una macro
    perspectiva como óptica, el campo terapéutico de las esencias aumenta
    considerablemente.

    Durante los últimos trece años me ha preocupado mucho este
    tema, lo que me ha llevado a desarrollar una herramienta que denomino Patrón
    Transpersonal. Se parte, en este nuevo paradigma, de la base que la naturaleza
    se rige y expresa por analogías (similitudes). Si consideramos que los diversos
    patrones y arquetipos que conforman la naturaleza se expresan analógicamente en
    todos los planos existentes, porque comparten un mismo principio esencial que
    los configura (una vibración), las diversas manifestaciones de dicho principio
    (ya sean mentales, emocionales, físicas, fisiológicas, etc.), presentarán una
    semejanza y deberán ser tratadas de la misma manera.

    En realidad, ya sabemos que las mismas geometrías pueden
    verse tanto por un telescopio como por un microscopio. Así, tan adecuado será
    administrar Scleranthus a una persona que sufre crónicamente de
    indecisión entre dos cosas, como a otra que presenta problemas con su equilibrio
    en el espacio o temblores en las manos. En el primer caso, estamos prescribiendo
    la flor de manera personal; en los dos restantes, lo hacemos de forma
    transpersonal. Esto es lícito, porque sabemos que el Scleranthus vibra en
    una frecuencia que hace posible mejorar la inestabilidad o, si se quiere, la
    toma de esta esencia aporta estabilidad.

    De manera que el Patrón Transpersonal es el término que ayuda
    a definir el modelo vibracional genérico en desequilibrio, y por tanto engloba
    la acción de la esencia, forzosamente transpersonal, a todo nivel y engloba
    todas las acciones de la flor, sean personales o no.

    Incluso los bachianos más literales deben aceptar que en los
    casos tratados por el mismo Bach existen evidencias de esta visión más amplia
    del efecto de las flores.

    El uso del Patrón Transpersonal nos ayuda a comprender mejor
    el efecto universal de la esencia. Añade, a las visiones tradicionales (mental,
    emocional y conductual) una cuarta óptica, que traduce el signo y el síntoma a
    un lenguaje floral, como transmisor de información que en realidad es. Algo así
    como una sintonía fina del tratamiento floral convencional, que valora la forma
    en la que se presenta cierta información. Por otra parte nos abre el uso de las
    aplicaciones locales de manera muy simple, así como el tratamiento de animales y
    plantas.

    Naturalmente, el Patrón Transpersonal, es un complemento de
    las esencias personalizadas ligadas a la individualidad del paciente y de ningún
    modo un sustituto alopatizado. Es obvio que la jerarquía del tratamiento subyace
    en lo personal. Lo transpersonal es, como comentaba anteriormente, una
    importante herramienta complementaria.

    A continuación se ofrece una tabla de los Patrones
    Transpersonales. Las famosas listas englobadas como Palabras Clave, representan
    el «archivo pequeño» coloquial, y figuran en cualquier libro de divulgación.
    Encuentro más interesante reflejar la siguiente, que representa lo que
    entenderíamos como «directorio principal, arquetípico o primordial».

    Campo de actuación de las Flores
    de Bach

    Como ya anticipaba, existen unas aplicaciones florales que
    podríamos definir como menores y que quedan circunscritas a situaciones
    coyunturales, como las siguientes: bloqueos ocasionales como exámenes, sustos,
    heridas, quemaduras, estados de ofuscación, etc. En suma, el nivel de «botiquín
    doméstico» tan apreciado y popularizado, que incluye flores en uso oral o alguna
    aplicación local como la de la crema del rescate. Todas ellas están muy
    implantadas en el acervo popular siendo, por consiguiente, autogestionadas por
    el propio paciente; los tiempos de empleo de las esencias suelen ser muy cortos.

    También resulta bastante fácil abordar otras situaciones,
    tales como rupturas afectivas, el duelo en general, cualquier situación de
    estrés, etc.

    Más allá de estos temas, hay otros niveles de complejidad
    creciente que requieren un profundo conocimiento de los mecanismos que regulan
    el comportamiento humano, la mente, los sentimientos y emociones. Por otra
    parte, resulta obvio que este nivel profesional requiera un conocimiento técnico
    muy diferente de la terapia que en los supuestos explicados en un principio. Los
    tiempos de tratamiento se alargan aquí considerablemente.

    Yo diría que un requisito imprescindible es que el terapeuta
    tenga un buen nivel de conocimiento no sólo técnico, sino de sí mismo
    (autoconciencia). Sólo de esta manera se puede entender a los demás desde su
    propio marco de referencia (empatía). Dicho de otra forma, el buen terapeuta
    tiene que tener altas dosis de inteligencia emocional.

    De todo lo dicho, podemos ya deducir que un manejo eficaz y
    responsable de las flores entiende al cliente como una globalidad mental,
    emocional, física y espiritual interconectada (visión holística), y por tanto
    resulta muy bueno aquel viejo axioma de que no tratamos enfermedades sino
    enfermos. Pero yo añadiría, puesto que las Flores de Bach no están concebidas
    sólo para enfermos, lo siguiente: no tratamos problemas, sino personas con
    situaciones problemáticas, puesto que las flores sobre todo ayudan a desarrollar
    recursos personales y habilidades interpersonales.

    Resumiendo, las flores siempre tienen algo que aportar en
    cualquier situación, bien como terapia de fondo, o como ayudante de otras
    terapias que se hayan escogido como principales, y lo bueno del caso es que la
    compatibilidad con cualquiera de ellas es indiscutible.

    Una terapia autónoma

    Como ya habrá deducido el lector, la Terapia Floral de Bach
    es una disciplina autónoma de cualquier otra, ya que no procede de la medicina,
    psicología, enfermería, naturopatía, homeopatía, etc. Posee un cuerpo doctrinal,
    una filosofía propia y un sistema prescriptivo personalizado e independiente de
    las mencionadas.

    Se entiende mejor esto, cuando consultamos la bibliografía
    exclusiva y vemos que existen congresos específicos sólo de terapia floral,
    tanto internacionales como nacionales. Por lo tanto, debe ser estudiada,
    regulada y concebida, de forma autónoma. Esta es una importante reivindicación,
    en la que SEDIBAC (Sociedad para el Estudio y Difusión de la Terapia Floral de
    Bach de Catalunya) viene invirtiendo no pocos esfuerzos desde su creación en
    1993.

    Desde luego, para que la terapia funcione al cien por cien de
    sus posibilidades, necesitamos que se desarrolle en un marco terapéutico
    adecuado. Seguramente el mostrador de un herbolario o la mesa de un bar no son
    el mejor lugar.

    Cuestión de ética

    La Terapia Floral es una terapia de fondo, algo serio, no un
    simpático juego de salón ni un ritual mágico. Como quiera que resulta
    imprescindible la sintonía terapeuta/cliente, sobre la cual se desarrollará
    posteriormente la confianza, la entrevista oral se erige como el mejor método
    para construir ese entorno terapéutico, esa relación de acompañamiento empática
    necesaria para el seguimiento del proceso.

    Las visitas deben ser pautadas, al igual que las tomas, y
    deben existir objetivos en la terapia, articulados en el tiempo. Los mismos
    tienen que ser específicos, positivos, éticos, ecológicos, auto comprometidos,
    manejables?

    Pero lo más importante es que todo debe suceder dentro de un
    marco de ética profesional. Lo más alarmante en la actualidad es la enorme
    cantidad de supuestos terapeutas que carecen de la más mínima perspectiva ética
    en la relación terapeuta/cliente. En suma «no saben que no saben». Por
    consiguiente, transforman la terapia en una especie de pseudopsicoterapia, de
    proyección de sus propias limitaciones, donde materializan (o paternalizan) la
    relación, tratan al cliente como a un niño desvalido al que imponen deberes,
    amonestan, premian, «dan toques», aconsejan compulsivamente, etc. En suma,
    confunden la relación para obtener un provecho que mitigue su carencia afectiva
    (terapeutas Chicory y Heather). Todo esto puede generar una dependencia hacia el
    terapeuta que no contribuye al proceso, confunde al cliente y desacredita la
    terapia.

    Si el lector se encuentra con un terapeuta que habla más que
    él, no lo escucha, atiende el móvil delante suyo, le hace recomendaciones muy
    insistentes, le obliga a que lo llame varias veces a la semana, quiere ser su
    amigo, es indiscreto (le dice que ha tratado a personalidades concretas), le
    garantiza que lo va a curar y a desarrollar poderes, le da a entender que él
    mismo tiene poderes, le sugiere otras terapias que no estaban pactadas en un
    principio, no lo dude, simplemente ¡Salga corriendo! Y estas prevenciones pueden
    extenderse a cualquier otro tipo de terapias.

    La terapia floral, goza, cuando esto escribo, de buena salud,
    a pesar de los peligros que acabo de citar. Un número creciente de usuarios y
    profesionales de diversas ramas de la salud, recurre a este tipo de terapias
    naturales, no agresivas y respetuosas con los procesos naturales del paciente.

    En algún punto, la medicina oficial debe permeabilizarse a
    otras corrientes terapéuticas más humanistas. Esto es por ejemplo lo que ha
    ocurrido en un complejo país llamado Cuba, donde la terapia floral fue incluida
    en el sistema sanitario con estatus de pleno derecho en 1998. Tanto es así, que
    fue creado un Diplomado en Terapia Floral al que tienen acceso médicos,
    psicólogos, farmacéuticos y otros. El mencionado Diplomado, que ya ha capacitado
    a cientos de profesionales, se imparte en el Instituto de Ciencias Médicas de la
    Universidad de Sta. Clara, Cienfuegos y algunas otras ciudades y consta de 250
    horas, cien de las cuales están destinadas a metodología de la investigación en
    terapia floral.

    Quien esto escribe, ha tenido el privilegio de impartir 15
    horas en cada uno de los diplomados dictados en los últimos cinco años. Un
    elemento muy interesante es que ya están disponibles trabajos de investigación y
    validación, realizados con metodología científica.

    Otras muestras, más modestas pero de una gran importancia, ya
    se empiezan a ver en nuestra geografía en algunos postgrados de escuelas
    universitarias de enfermería y fisioterapia como la de la Blanquerna
    (Universidad Ramon Llull) y Sant Joan de Deu en Barcelona, Universidad Rovira i
    Virgili de Tarragona) etc.

    El principal reto parece ser el poder mantener una terapia
    tan válida como la de Bach, fuera del alcance de charlatanes e intrusos, todo
    ello sin renunciar a las bases filosóficas de su creador. Por otra parte, es
    importante el ayudar a concienciar a muchos profesionales de la conveniencia de
    considerar otras terapias naturales y a menudo complementarias, perfectamente
    válidas y aceptadas por una amplia capa de la población y por un importante
    número de colegas que han tenido su misma formación.

    Existen, en este momento, muchas líneas de trabajo diferentes
    y complementarias dentro de la terapia floral en diversos países, además de
    España y Cuba, como Italia, Chile, Argentina, Alemania, Suiza, etc. Y esto
    parece ser sólo el principio.

    Ventajas de las Flores de Bach

    ? Carencia de contraindicaciones

    ? Carencia de efectos adversos, secundarios, colaterales o
    iatrogenia (todas las enfermedades producidas por medicamentos o la acción de la
    medicina alopática).

    ? Compatibilidad con cualquier tratamiento

    ? Accesibilidad

    ? Bajo coste

    ? Seguridad

    ? Acción a nivel energético sutil

    ? Actuación en la posible causa real de la enfermedad

    ? Efecto holístico

    ? Polarizadas a nivel evolutivo

    ? Selectividad de actuación

    ? Evidente efecto preventivo