El poder de las palabras

    947


    Cuántas veces nos expresamos por medio de nuestras palabras
    al cabo del día. Es algo que hacemos de manera mecánica, sin poner atención en
    lo que decimos, ignorando la trascendencia y el alcance que nuestras palabras
    tienen y su poder creador.

    Vivimos en una época muy especial, todos nos estamos dando
    cuenta. El paradigma de un Universo mecánico ya pasó, y estamos emergiendo hacia
    un despertar de una nueva conciencia individual y planetaria, en la que el mundo
    que experimentamos, nuestra realidad, no está separada de nosotros; y tal vez
    también nos hayamos dado cuenta de que la materia, lo que llamamos mundo físico,
    tampoco está separado del Espíritu.

    Si la materia es la expresión del Espíritu Creador que se
    manifiesta o cristaliza en el mundo físico, no existirá ningún obstáculo para
    comprender que lo que vivimos como realidades físicas, son los efectos de una
    determinada expresión creadora que sería la causa. Por lo tanto, resultaría
    bastante lógico que actuar en el nivel de los efectos, en nuestras vidas
    cotidianas para intentar cambiar nuestras vidas, para ser felices y experimentar
    la vida en plenitud que todos estamos llamados a expresar, no es la clave para
    el cambio. El cambio real solo podrá sobrevenir como consecuencia de una
    transformación de nuestro interior que es la causa de nuestras vivencias. Sean
    las que sean. No hay excepciones. Porque vivimos en un Universo sensible y no
    estamos separados de él. Somos Uno con el Todo.

    De manera que nuestra actitud ante la vida, ante nosotros
    mismos y ante los demás, determina la calidad de vida a la que podemos aspirar.
    O lo que es lo mismo, nuestro estado de conciencia es lo que vivimos expresado
    en realidades. Somos el origen de nuestra realidad. Y nadie más lo es.

    Sería un posicionamiento inteligente ante la vida, el aceptar
    primeramente que no hay culpables de nuestras experiencias desdichadas, y por
    mucho que nos resistamos a aceptarlo, solo nosotros somos los responsables. En
    consecuencia, en lugar de distraernos en buscar fuera la causa de nuestros
    problemas, podríamos iniciar un giro radical hacia dentro de nosotros mismos y
    observar que solo si nosotros cambiamos, podremos cambiar nuestra realidad. Esto
    afecta a la totalidad de nuestra vida, pues nada es ajeno o queda suelto al
    azar. Todo depende de nosotros mismos. De nuestro estado interno.

    Hoy es ampliamente aceptado el enorme poder del pensamiento
    como una realidad. El pensamiento es creador. Es energía que pugna por
    materializarse, porque esa es la naturaleza del pensamiento y además es una Ley
    Universal, el Mentalismo de las enseñanzas Herméticas.

    Expresamos nuestros pensamientos a través de palabras que
    ponen en marcha aquello mismo que estamos expresando. Cuando éstas salen de
    nuestra boca, no nos damos cuenta, pero despues nos lamentamos ante situaciones
    no deseadas. Y con estos lamentos, seguimos expresando o afirmando una realidad
    que no deseamos, pero hacia la que apuntan nuestras palabras, que son el vestido
    de nuestros pensamientos.

    Expresiones de rechazo de crítica o desagrado hacia nosotros
    mismos, hacia los demás o hacia el mundo entero, nos hunden más en la espesura
    de la que queremos salir. Y el Universo responde a nuestras expectativas, sean
    las que sean, aunque de momento, lo ignoremos.

    Con nuestras palabras podemos dar ánimos, ayudar, construir.
    Y con ellas podemos hacer todo lo contrario: herir y criticar. Podemos tener
    hacia nosotros mismos, palabras duras, destructivas, amenazadoras, que nos
    deprimen, nos entristecen, nos amargan.

    Y qué decir de las palabras descontroladas que podemos lanzar
    hacia los niños, haciéndoles con ellas ser los creadores de sus futuros dramas
    si llegan a creerlas, pues creer es crear.

    ¿Sería suficiente para tomar conciencia del poder de nuestras
    palabras ver la sonrisa en el rostro de un niño cuando recibe aprobación y amor?
    ¿ Ver cómo es capaz de superarse en lograr y alcanzar cualquier meta solo con el
    estímulo de una palabra amorosa y dulce?

    ¿Y qué hay de ese niño interno que cada uno de nosotros
    llevamos, por qué seguir creando más dolor? ¿Por qué no empezar a darnos ese
    Amor que tanto hemos necesitado y que por inconsciencia no nos han podido dar?
    ¿Y por qué no perdonar también el que no nos lo dieran?

    ¿Por qué no nacer de nuevo, si cada día es una promesa…?
    ¿Por qué no aspirar a aquel Reino de los Cielos que, según Jesús de Nazaret,
    está dentro de nosotros? Usemos nuestras palabras para expresar Amor,
    aprobación, aceptación. Cantemos a la Vida. Endulcemos nuestras vidas con la
    ternura del Corazón, porque sin duda, todo cambiará para mejor.