Los ciclos regulares (biorritmos) de cada ser vivo nos
influyen tanto como otros factores a la hora de enfermar. Conocer éstos nos
sirve de ayuda para saber los picos de máxima actividad de cada órgano y tomar
las precauciones necesarias para cuidarlos
La actividad de cualquier
ser vivo es un fenómeno que se manifiesta siempre con una variación regular y no
como un proceso continuo. Estos ciclos regulares se denominan biorritmos.
Los ciclos nictemerales son los procesos que se repiten cada
24 horas, y quese les conoce también como ritmos circadianos. Son ritmos ligados
a la rotación de la Tierra y a las consecuencias que lleva consigo sobre la
variación de la luz, temperatura, etc.
El conocimiento de los biorritmos, así como de los ritmos
circadianos, tiene un interés muy amplio para el hombre, no sólo para la
comprensión de las cuestiones teóricas que encierran, sino también por las
aplicaciones prácticas que surgen de tales conocimientos. Una de esas
aplicaciones es la salud.
Ritmos biológicos
La cronobiología es la ciencia que estudia todo lo
relacionado con los ritmos biológicos, así como sus implicaciones en la
medicina.
El cuerpo humano se comporta como un reloj; cada órgano está
sincronizado para tener un periodo de mayor y menor actividad a lo largo del día
(figura 1). Habitualmente, cualquier dolencia tiende a aparecer en el momento de
máxima actividad de cada órgano. Por tanto, es una cuestión a tener en cuenta a
la hora de realizar un diagnóstico, ya que puede ayudarnos a encontrar el origen
de algunas patologías.
En la Figura 1 se recogen los horarios de máxima actividad
para cada órgano, y en el horario opuesto ese órgano exhibirá un pico funcional
negativo.
Otra ciencia importante en este campo es la cronofarmacología,
que estudia la relación entre los ritmos biológicos y los fármacos, como ejemplo
podemos citar la gastritis y la úlcera péptica. Éstas se relacionan con el pico
de secreción de ácido gástrico, siendo el máximo a primera hora de la mañana y
el mínimo por la noche, dado que la hipersecreción gástrica se produce sobre
todo de madrugada. En el caso de recomendar un inhibidor de la secreción de
ácido sería mejor aconsejar la ingesta por la noche.
De la misma manera, cuando un fármaco es administrado, en
todas las etapas de su recorrido por el organismo encuentra los ritmos
circadianos. Así, la absorción por el tubo digestivo de un producto ingerido vía
oral varía en el transcurso de las 24 horas, siendo más rápida a unas horas que
a otras y su eliminación también será más o menos rápida dependiendo de la hora
a la que se ingiera.
Siguiendo el ciclo de cada órgano podemos detallar los
horarios para algunas patologías frecuentes.
Si hablamos del tema del asma bronquial, sabemos que las
crisis de asma siguen también un ritmo circadiano. Durante el día, los bronquios
se encuentran más dilatados y permeables. Por el contrario, el calibre de los
bronquios es menor durante la noche, por lo que es frecuente que los pacientes
asmáticos presenten disnea a estas horas.
Cuando se realiza un test de provocación bronquítica,
consistente en hacer respirar al paciente aerosoles con dosis conocidas de
ciertas sustancias alergénicas, se observa que si se realiza el test a las 15
horas o a las 19 horas, el bronquio casi no reacciona. Por el contrario, al
realizar el test a las 8 horas y sobre todo a las 23 horas se observa una caída
en la liberación bronquítica del 20%.
Cronosusceptibilidad
Esta reducción del calibre de los bronquios se traduce no
sólo en los aparatos que realizan el control, sino también en una disnea
persistente.
Este test demuestra, por tanto, que el sistema bronquial es
más sensible durante la noche y a primera hora de la mañana y menos durante el
día.
En el caso de administrar tratamiento para el asma bronquial,
el efecto deseado es aumentar la liberación bronquial durante la noche. En el
momento en el que el enfermo se encuentra más molesto y cuando hay un riesgo
importante, sería aconsejable administrar los broncodilatadores por la mañana
y/o al mediodía, que es cuando favorecerán un aumento de la liberación
bronquial, mientras el bronquio está en plena actividad, de manera que impidan
la pérdida nocturna. Si éstos son administrados por la noche su eficacia será
débil o nula.
Varias causas pueden explicar este fenómeno: como vemos en la
tabla 1, el pulmón es un órgano en máxima actividad de 3-5 horas, además bajas
concentraciones de cortisol nocturno, la mayor susceptibilidad fisiológica de
las células bronquiales a la histamina a primeras horas de la noche y la fuerte
actividad colinérgica nocturna, con tendencia a la broncoconstricción.
En consecuencia, existe una cronosusceptibilidad de la
musculatura bronquial, más acentuada en asmáticos que en individuos sanos. En
estos pacientes, las variaciones del calibre bronquial son muy grandes entre el
día y la noche, en comparación con individuos sanos.
Diabetes mellitus
En individuos sanos, el ritmo de la glucemia presenta varios
picos durante el día, que coinciden con los períodos posprandiales (después de
desayuno, comida y cena). Además hay un pico al final de la noche, hacia las 5-6
horas, llamado «fenómeno del alba», que es independiente de toda toma
alimentaria, pero parece estar controlado por el pico matinal de cortisol. Se
trata, pues, de un ritmo ultradiano, con un período de unas 6 horas.
A media mañana (9-11 horas) es frecuente un pasajero descenso
de la glucemia (la llamada hipoglucemia matinal).
Por su parte, la secreción basal de insulina presenta un
ritmo circadiano, con un pico hacia la mitad de la fase de actividad diurna,
hacia las 14-16 hras, y 3 o 4 picos sobreañadidos correspondientes a las horas
de ingesta.
En pacientes diabéticos insulinodependientes, el ritmo de la
glucemia aparece alterado, como consecuencia de la desaparición del ritmo
endógeno de secreción de insulina.
El fenómeno del alba suele también estar presente. Se detecta
un pico hacia la 1 de la madrugada, incluso durante un tratamiento con insulina
en tres inyecciones diarias.
El tratamiento con insulina debe tener en cuenta, ante todo,
las características individuales del paciente. Sin embargo, puede ser útil
prever el pico nocturno de glucemia y administrar la mayor parte de la dosis por
la tarde, reservando una pequeña cantidad por la mañana, para no forzar la
hipoglucemia fisiológica matinal.
Hipertensión arterial (HTA)
La HTA es un proceso crónico, no curable, pero sí
controlable, muy frecuente, aproximadamente el 25% de la población adulta
presenta HTA y precisa de un control continuado.
La Presión Arterial (PA) también varía siguiendo un ritmo
circadiano. En individuos sanos la PA se encuentra en su punto más bajo hacia
media noche; asciende en la segunda parte del sueño nocturno y alcanza su punto
más elevado hacia la madrugada. Después permanece en su nivel habitual durante
todo el día, para descender de nuevo antes de que el individuo se acueste.
La realidad es que los seres humanos, como cualquier ser
vivo, nos adaptamos a las actividades de la vida diaria y al ambiente que nos
rodea. Por ello, cuando el cuerpo se va a preparar para el reposo o la actividad
la PA se comporta de manera diferente. El reposo y la actividad son los dos
hechos que más influyen. De hecho, en las cifras de la tensión arterial (durante
el reposo y el sueño) las cifras bajan y el despertarse y ponerse de pie hace
que suban las cifras de presión arterial.
Esta mayor PA por la mañana, cuando es excesiva, junto con
otros factores, condiciona un aumento de las complicaciones cardiovasculares:
mayor incidencia de infartos de miocardio y de accidentes cerebrovasculares en
las primeras horas de la mañana.
Esto ocurre porque al levantarse y pasar de la postura de
decúbito (tendido) a bipedestación (de pie) se produce la liberación de varias
sustancias vasoactivas, es decir, que tienen repercusión sobre los vasos
sanguíneos y la tensión. Estas sustancias son especialmente dos: renina (que
fabrica y libera el riñón) y la adrenalina (que fabrican y liberan las glándulas
suprarrenales).
Por eso es conveniente administrar los antihipertensivos por
la mañana.
Transtornos psiquiátricos
La duración del sueño sigue una dependencia homeostática y
otra circadiana. Los discronismos pueden detectarse con despertar precoz,
variaciones del humor, y una desincronización interna de numerosos ritmos
biológicos.
Los más estudiados han sido el ritmo circadiano del cortisol,
con desincronización de la actividad del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal y
de la melatonina.
En depresiones endógenas es también frecuente observar una
desincronización de los periodos sueño-vigilia.
Los antidepresivos, incluido el litio, alargan el período de
los ritmos biológicos, de manera que retrasan la fase y, en consecuencia,
normalizan muchos ritmos alterados.
Este planteamiento cronobiológico permite abordar la
enfermedad depresiva como un trastorno producido por modificación de la
estructura temporal de ciertos ritmos biológicos.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo los ritmos
circadianos, así como los ciclos biológicos, pueden ayudarnos a abordar
patologías importantes.