De la Psicología Humanista a la Transpersonal

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    «El ser humano es parte del Todo, una parte manifestada en
    un espacio y tiempo de ese todo al que nosotros hemos llamado Universo. A través
    de sus pensamientos y sentimientos puede que llegue a experimentar que está
    separado, sin embargo, esto no es más que una ilusión óptica. Se puede salir de
    esta ilusión que nos limita y restringe tanto. Nuestra tarea en la vida es
    liberarnos de esta prisión ampliando nuestros círculos de visión y compasión
    para abrazar a todas las criaturas y a toda la naturaleza en su belleza.»
    Einstein

    • Años 60 La Psicología Humanista surge en los
    emblemáticos años 60 como un movimiento que intenta despertar el Potencial
    Humano dentro de cada persona, centrándose en la salud más que en la enfermedad,
    en las potencialidades más que en sus carencias.

    En esos años, los principios reduccionistas de las
    psicoterapias en boga (conductismo y psicoanálisis clásico) generaron una
    corriente de insatisfacción, puesto que proporcionaban una imagen muy limitada
    del comportamiento humano. La búsqueda de libertad, espiritualidad y creatividad
    comenzaban a ser reivindicadas por una sociedad en plena ebullición y se echaba
    en falta un enfoque que considerara un ser humano concebido como una totalidad
    orgánica.

    El origen del «Movimiento del Potencial Humano» se gesta en
    el Instituto Esalen de California. Este movimiento subraya la ilimitada
    potencialidad del ser humano y su capacidad de dirigir su propio desarrollo,
    tomando decisiones y aceptando responsabilidades con sentido profundo para sí
    mismo y para la sociedad. Fue pionero en el estudio del aspecto emocional en la
    educación ¡el afecto era más importante que el efecto en un entorno académico!
    Este instituto sirvió de modelo para muchos otros, incluido el Instituto
    Potencial Humano de Madrid. Sus jardines fueron lugar de encuentro de figuras
    tan brillantes y singulares como Maslow, Rogers, Murphy, Fadiman, Alan Watts,
    Bateson, Virginia Satir, Lowen, Perls, Claudio Naranjo, Capra, Cecilia Roth,
    etc.

    Y como una evolución natural, a finales de los 60, muchos de
    los autores que generaron la psicología humanista se dan cuenta, a través de la
    experiencia con sus propios grupos, de que cuando una persona ha alcanzado
    cierto grado de crecimiento personal comienzan a aparecer experiencias,
    preguntas y cuestionamientos existenciales que le conectan con aspectos
    trascendentales e incluso transracionales. Así surge la Psicología Transpersonal,
    un enfoque terapéutico que contempla la dimensión espiritual del ser humano.
    Esto implica tomar conciencia de quiénes somos como seres humanos integrales
    –cuerpo, emociones, mente, alma y Espíritu– insertos en una red de relaciones
    interdependientes con la Tierra y el Cosmos. En el primer número del Journal of
    Transpersonal Psychology (1969), Sutich propuso esta definición:

    «Transpersonal es el título dado a una fuerza que emerge en
    el campo de la psicología por obra de un grupo de psicólogos y de profesionales
    de otros campos, quienes se interesan en esas capacidades y potencialidades
    humanas últimas que no tienen lugar sistemático en una teoría positiva o
    conductista (primera fuerza), en la teoría psicoanalítica clásica (segunda
    fuerza) ni en la psicología humanista (tercera fuerza). Esta emergente
    psicología transpersonal (cuarta fuerza) se ocupa específicamente del estudio de
    las meta-necesidades del individuo y de la especie, los valores últimos, la
    conciencia unitiva, la experiencia mística, el ser, la autorrealización, el
    encuentro máximo interpersonal, la sacralización de la vida cotidiana, los
    fenómenos trascendentes…»

    El ámbito de influencia de la Psicología Transpersonal ha ido
    extendiéndose paulatinamente más allá de lo psicológico. En realidad, se ha
    convertido en un nuevo paradigma, muy reforzado y avalado en la actualidad por
    la física cuántica y por la profunda sabiduría de muchas tradiciones milenarias.

    Claudio Naranjo –a quien considero uno de nuestros Maestros–
    fue miembro del equipo de Perls, creador de la Gestalt. En su libro La única
    búsqueda afirma: «Durante los últimos años, uno de los objetivos de Esalen ha
    sido hacer realidad el concepto de educación de Huxley: una experiencia de
    aprendizaje diseñada para enseñar «el no-verbo» de las humanidades. El hombre es
    un anfibio que vive en muchos mundos al mismo tiempo: el mundo de la razón, el
    mundo de la percepción, el mundo del movimiento, el mundo de la actividad
    visceral, el mundo de las posibles experiencias místicas… Pero durante siglos,
    la educación que hemos recibido ha insistido tan sólo en el desarrollo de la
    razón y en la transmisión de información, y ahora, muchas de nuestras otras
    facultades yacen durmiendo o funcionan de forma aberrante».

    Y para facilitar la experiencia del «no-verbo» el Encuentro
    con los demás es imprescindible. El trabajo en grupo permite ocasiones para que
    se pongan cara a cara personas que tratan de comunicarse con autenticidad,
    olvidando normas, roles y juegos sociales. Este proceso de Encuentro profundo
    diluye necesariamente las formas prefijadas, es inestructurado por definición, y
    puede ser una oportunidad única para propiciar experiencias de transformación,
    de revelación, de alegría profunda e incluso de éxtasis. Custodiar ese Encuentro
    y generar el espacio propicio es un arte que hay que cultivar con el máximo
    respeto y Amor, porque como bien decía Bateson, «al fin y al cabo, el Amor es el
    encuadre de todos los encuadres».

    • Años 70 Los años 70 continuaron generando encuentros
    fértiles. Bandler y Grinder se conocen en Santa Cruz y comienzan a modelar a
    increíbles terapeutas que tenían al alcance. Bandler es unos de los encargados
    de transcribir el archivo de Perls y comienzan por él. Posteriormente consiguen
    entusiasmar a Bateson, Virginia Satir y Milton Erickson en lo útil que sería
    para la sociedad poder inferir los patrones que les han posibilitado ayudar a
    tanta gente para que otros los pudieran replicar. Surge la primera generación de
    la PNL, que crea unas herramientas muy centradas en el ámbito terapéutico. A
    pesar de que se gestó en este entorno y sus presuposiciones iniciales eran muy
    holísticas, su ámbito de aplicación trabajaba fundamentalmente a nivel de
    conductas y capacidades.

    • Años 80 La movida generada por los éxitos terapéuticos
    obtenidos por Bandler y Grinder hace que muchos empresarios pregunten: ¿Cómo se
    pueden trasladar esos patrones a las áreas de negociación, liderazgo y
    motivación? La PNL comienza a modelar patrones de empresarios y profesionales
    brillantes, capaces de generar estrategias y formular objetivos que les conducen
    hacia sus sueños. En esta segunda generación comienza la aportación de los
    primeros seguidores de la PNL que añade herramientas terapéuticas geniales para
    la época, como el trabajo en la línea del tiempo, las posiciones perceptivas y
    la integración de conflictos.

    • Años 90 La PNL transpersonal y la tercera generación de
    PNL dan acogida, respuestas y recursos al ser humano en su totalidad. Trabajan
    desde niveles más profundos: identidad, somatización de la emoción, visión,
    misión, campo energético y lo aplican al individuo, la familia, los equipos, las
    culturas y las organizaciones. Esta evolución se dio de forma natural en muchos
    de los Trainers de PNL que conforme investigaban el misterio del ser humano se
    trabajaban profundamente a sí mismos.

    Dilts, uno de los grandes autores de esta generación afirma:
    «Si evolucionamos y no nos alineamos desde una visión más allá de uno mismo nos
    estancaremos en el ego. Formamos parte de algo más amplio que nosotros mismos».
    ¿Qué necesita alguien para adquirir una visión más amplia, para sentirse
    completamente vivo? «Despertar, despertar a la experiencia emergente de estar
    vivo. Eso es una experiencia más allá de lo mental.»

    Si el enfoque Transpersonal implica tomar conciencia de
    quiénes somos como seres insertos en una red de relaciones interdependientes con
    la Tierra y el Cosmos, es vital experimentar el contacto con la Naturaleza.
    Desde nuevas fuentes de percepción y presencia se puede vivenciar la interacción
    con las energías de la naturaleza y entrenar los sentidos hacia horizontes más
    sutiles. También es preciso despertar la inteligencia somática o corporal a
    través de ejercicios en los que el cuerpo nos cuente historias que muchas veces
    la mente no sabe.