Editorial

    1100

    A medida que el antagonismo entre las pretensiones
    desarrollistas del Ministerio de Industria y las proteccionistas del Ministerio
    de Medio Ambiente se hacen más evidentes, resulta cada vez más difícil saber
    cuál es realmente la política energética del gobierno.

    Observamos estupefactos cómo, una vez tras otra, Narbona dice
    una cosa y Montilla lo contrario. Zapatero debería poner fin a la escalada de
    declaraciones contradictorias de sus ministros, retornando a la coherencia y la
    racionalidad en materia de medio ambiente y política energética.

    Según Narbona, ministra de Medio Ambiente, «todos los años
    mueren en España de forma prematura 16.000 personas por la contaminación
    atmosférica», «diez veces más que las muertes anuales por accidentes de
    tráfico».

    Narbona reconoce además que «están aumentando de manera
    vertiginosa los problemas pulmonares y las alergias, con especial incidencia en
    la infancia, aunque también se presentan en otros tramos de edad» y sugiere que
    la contaminación guarda una relación directa con el incremento de ciertas
    patologías, por lo que anuncia que «ha empezado a trabajar con Sanidad para
    hacer llegar mensajes a la ciudadanía y analizar un problema muy evidente, que
    es el efecto de la contaminación atmosférica en los niños más pequeños».

    Sin embargo Montilla, ministro de Industria, no muestra
    sensibilidad ante los graves problemas de salud pública generados por la
    contaminación, no parece preocuparle la salud de los ciudadanos ni la
    contaminación atmosférica. Y entra en contradicción con Narbona cuando solicita
    al Consejo de Competitividad de la Unión Europea que se retrase la entrada en
    vigor de la norma anticontaminación Euro 5, ya que «puede afectar negativamente
    a la industria de la automoción española», según sus propias palabras.

    La Euro 5 reduce en un 80% las emisiones de partículas de los
    turismos y en un 20% las de los óxidos de nitrógeno (NOx). Esta norma afecta
    especialmente a los motores Diesel, ya que producen tres veces más NOx que los
    de gasolina. Su entrada en vigor está prevista para el 2010, aunque existen
    negociaciones para que se adelante la fecha en dos años. La medida se calcula
    que evitaría 15.000 muertes anuales por problemas de salud.

    Cuando se trata de establecer prioridades entre la salud de
    los ciudadanos y el interés comercial de industrias tan contaminantes como la
    del automóvil, no tenemos duda de que Zapatero sabrá hacer prevalecer el sentido
    común y dará la razón a Narbona llamando al orden a Montilla.

    El presidente Zapatero debería amonestar a su Ministro de
    Industria también por sus declaraciones respecto a la energía nuclear, y
    recordarle que él mismo, en su discurso de investidura, dejó claro que no es
    pertinente reabrir ese debate, cuando dijo que quería un modelo energético en el
    cual hubiera cada vez más energías límpias y cada vez menos energía nuclear.

    Cuando Montilla pone en cuestión la moratoria nuclear, no
    sólo enmienda las palabras de su Presidente, sino que contradice de nuevo lo
    manifestado por Narbona: «he dicho muchas veces que la energía nuclear no puede
    ser la respuesta para un mundo sin petróleo, porque tiene otro problema
    ambiental y de salud pública asociado que es la generación de residuos
    radioactivos» (declaraciones a Natural en enero de este año).

    La Administración tiene la obligación de ser transparente y
    sincera ante los ciudadanos, que tienen derecho a saber cuales son las
    verdaderas intenciones de sus gobernantes. No se puede seguir diciendo una cosa
    desde un ministerio y la contraria desde otro.

    Zapatero debe poner fin a esta cadena de despropósitos,
    anunciando un calendario razonable para el desmantelamiento de las nucleares y
    su sustitución por energías renovables. En consonancia con sus promesas
    electorales, no debe autorizar la construcción de la Refinería de Extremadura y
    las numerosas centrales térmicas proyectadas.

    España debe contribuir, como el resto de países, a detener el
    Cambio Climático, garantizando el cumplimiento del Protocolo de Kioto. Y no lo
    está haciendo. Las emisiones contaminantes han crecido un 53% desde 1990 y
    resulta evidente que el gobierno sigue alejándose cada vez más de los modestos
    objetivos fijados en Kioto. ¿Qué hace Montilla al respecto? Por insólito que
    parezca, ha ordenado reducir a la mitad los parques eólicos proyectados en
    España.

    Tal como, muy acertadamente, reconoce la propia Ministra de
    Medio Ambiente, «España se está quedando muy atrás en la apuesta por un modelo
    industrial más limpio», porque queda «mucho que ganar, sobre todo en el campo de
    las energías renovables, donde hay empresas muy competitivas con proyectos
    pioneros de producción a gran escala de energía solar».