No llevar los niños a la escuela actualmente crea a primera impresión
un gran rechazo por parte de esta sociedad. Uno de los principales conceptos
mentales que cambian los padres que no escolarizan a sus hijos es que la mayoría
de todo lo que se aprende, se aprende fuera de la escuela (recuerda tu infancia
y tus necesidades reales actuales). Se puede aprender de muchas formas no viniendo
el conocimiento solamente de los libros de texto. El tener hijos no escolarizados
supone el compromiso de responder esas preguntas de los hijos que salen espontáneamente.
Supone ser inquieto y tener ganas de aprender ayudándoles a solventar
sus cuestiones mientras indagas tú en ellas. Resulta sumamente importante
disfrutar de su compañía, tener ganas reales de estar con tus
hijos (son muchas las horas a compartir durante muchos días seguidos).
Ellos son nuestros aliados y juntos cooperamos en piña. Una escuela destruye
esta unión potenciando las rivalidades y luchas de poder entre padres
e hijos.
El llevarlos a cierta edad a la escuela simplemente por haber cumplido seis
años, me parecía un tanto frío, así como una ruptura
global de profundidad en la relación del día a día, me
resultaba bastante “antinatural” y algo en mí proyectaba
sentimientos de rechazo hacia ello, pero… ¿sería capaz de transmitirles
todos los conocimientos culturales que les ofrece la escuela en sus diversas
materias y edades?.
Normalmente, cuando nos planteamos otra forma de vida, otro “roll”,
éste le vemos desde nuestra actitud actual, desde nuestras inquietudes
y necesidades actuales, no sabiendo ponernos exactamente en esa situación,
con todos los matices y cambios que conlleva, matices que ni tan siquiera se
nos ocurren. Por ello, yo me planteaba mi nivel cultural y el del padre. Esta
visión de la enseñanza, abría una inmensa puerta a mis
miedos.
Actualmente, mi punto de vista ha cambiado inmensamente, ya no soy tan centralista
o egocéntrica, como queráis llamarlo, ¿realmente podía
creerme que la educación se iba a basar en una sola persona del mismo
modo que solemos dejar actualmente el peso de la educación en un sólo
punto, la escuela? Ahora veo que no. Mis hijos no aprenden sólo de mí.
Principalmente aprenden de sí, de ellos mismos y de la vida. Aprenden
solos, no hace falta estar en cima, basta con esforzarse en no castrarles y
dejarles fluir en sus inquietudes y quehaceres. Observando la naturaleza, observando
en las compras, observando los cuentos, observando a la gente, aprenden, y aprenden
con un corazón mucho más abierto por lo general que el nuestro,
sin críticas destructivas basadas en la incomprensión y los miedos.
Los niños también aprenden -y mucho- de las demás personas
que ven. Una de las ventajas de no escolarizarlos es que evitas en gran medida
el salto generacional. Ellos no verán a los adultos como a la única
autoridad, a los mayores como modelo a seguir, a los de su edad como colegas
cómplices y a los pequeños como inferiores que no saben nada.
Normalmente quieren aprender absolutamente de todos y les gusta estar con todos.
La autoridad la ven en cualquiera que les dé un razonamiento justo o
tajante. Imitan a las personas porque hagan algo que les guste, independientemente
de si son mayores o pequeñas; sus colegas y confidentes los buscan en
gente afín, sin tener en cuenta la edad y no suelen ser prepotentes con
los más pequeños. Todos tienen algo para poder enseñarles,
de todos tienen algo por aprender… Cada persona -independientemente de la
edad-, le va mostrando una faceta de la cultura, de la vida y del sentir diferente,
que ellos absorben inmediatamente como cuan esponjas que son por otro aspecto
más: aprenden lo que necesitan aprender en el momento que quieren aprenderlo,
en el momento en que más receptivos están. No se sienten forzados
a aprenderlo porque hay un examen o ahora “toca” esa asignatura,
conllevando esto una gran ventaja respecto a la retentiva y la memoria, no siendo
aprendido para “salir del paso”. Si tú ofreces a tus hijos
una amplia biblioteca (pública o privada) y éstos, además,
observan tu inquietud por saber, no dudes en que lo más probable sea
que ellos, desde muy temprana edad, disfruten empapándose de conocimiento.
El inconveniente: que requiere una gran atención y energía por
nuestra parte. Veo bastante importante el esforzarse por contestar a sus preguntas,
sean de la índole que sean. Aunque algunas veces me dé pereza
interrumpir mi lectura por saciar sus inquietudes, siempre me deja luego, al
final, un sabor de boca maravilloso y espléndido, manteniéndose
como dulces recuerdos para el resto de mis vidas. Con la edad, el aspecto cultural
los niños lo pueden seguir ampliando no sólo con los libros y
gentes, sino también con cursos o talleres. Siempre tienen la opción
ahí de ir a conferencias, seminarios, cursos o talleres de todo aquello
que les guste y el hecho de que no vayan a la escuela no los convierte en unos
inadaptados sino al contrario, tienen más tiempo real para estudiar,
indagar, investigar o salir con los amigos. En caso de que el día de
mañana pidan ir al colegio, al instituto o a la Universidad, no es ningún
impedimento real pues entran directamente en unos casos y, en otros, basta con
que hagan su respectivo examen de ingreso, poseyendo a mi parecer dos grandes
ventajas: cuando lo hagan -si lo hacen- será por propia voluntad y plena
consciencia, siendo fieles a sí mismos y realizando algo no por inercia,
sino por sentimiento e inquietud. La otra ventaja es la de que para entonces
su psique estará mucho más preparada para la disciplina y la presión
escolar.
El colegio se me antoja más como un medio de control que de impartir
conocimiento. Castra y coarta apagando la energía del niño, reprimiéndolo,
enfriándolo. El colegio enseña a ser sumiso. El estado de sumisión
es la situación típica creadora de la enfermedad. Cuando vivimos
un estado de sumisión, nuestro cuerpo segrega gran cantidad de cortisol
y otras hormonas cuyo efecto prolongado crea una especie de “suicidio
fisiológico”.
A veces resulta realmente agotador el ser nosotros los responsables de la educación
de nuestros hijos, llegando a poder ser un gran peso sobre nuestras espaldas,
creándonos mal humor y dañando más que beneficiando. Si
cuando estoy con los niños intento interesarme por lo que hacemos y vivir
en plenitud, tendré tiempo ilimitado pues ese tiempo no será para
ellos, sino para mí. Creo que esto es lo llamado por los orientales atención
mental y podemos aplicarlo a todas aquellas facetas de nuestra vida como pueden
ser las de la limpieza del hogar. Hay que estar plenamente atento a lo que se
está haciendo siguiendo la propia respiración, siendo consciente
de la propia presencia, sentimiento y acciones. Nada de pensar en el futuro,
en lo que vamos a realizar después. Para mí cuando los niños
me cargan y me siento agobiada por la inversión de tiempo que ello supone,
intento controlar la mente mediante la respiración centrándome
en ella.
¿Les estaré cerrando las puertas para que en un futuro puedan
trabajar en donde quieran? Ante esta pregunta me planteo varias respuestas:
Si por un lado les estoy diciendo a mis hijos que el ser humano no es omnívoro,
sino frugívoro, que cualquier ser vivo u objeto es igual de importante
que nosotros mismos y posee su propia energía, conveniendo respetar su
vida, que las vacunas no son el milagro del siglo y conllevan muchos efectos
secundarios y manipulaciones estatales, que el huerto y la Naturaleza no necesitan
de productos químicos, que hay que evitar el consumismo y llegar a un
nivel de autosuficiencia lo más alto posible, que ciertos adelantos científicos
son muy dañinos por su gran contaminación medioambiental y electromagnética,
que las funciones de los seres vivos no son simplemente nacer, crecer, reproducirse
y morir, que no nos morimos sino que nos transformamos, que es muy importante
vivir en la Naturaleza, que la creatividad y el desarrollo de la sensibilidad
son muy valiosos, que nosotros vemos, oímos y llegamos más allá
de nuestro cuerpo material, que el silencio y la meditación deberían
de hacerse notar en nuestras vidas, que hay que confiar y creer en uno mismo,
que las enfermedades son beneficiosas para conocerse y crecer, tomar consciencia
de nuestros hábitos de vida, que no son un agente externo que nos quiere
fastidiar, que no hay que competir más que con uno mismo, que tenemos
que aprender a ser conscientes de todos nuestros actos y a responsabilizarnos
de ellos no delegando en otros por mínimos que sean, que han de creer
en sí mismos, en la vida y en el Universo, que el uso de la economía
mundial está invertido de un modo muy dañino y creador de sufrimiento,
etc. ¿Cómo voy a pedirles que vayan a la escuela, estudien todo
lo opuesto a estas ideas pero, por otro lado, crean en lo que les digo? ¿No
les estaré enseñando a que hagan e inviertan su vida en todo aquello
en lo que no creen? ¿No les estaré incitando a que el día
de mañana trabajen en algo que no les gusta y no se realicen plenamente
como personas tan sólo por conseguir una falsa sensación de seguridad
o estabilidad? Me niego a pedirles que hagan una cosa y crean en otra. Creo
que si no van a la escuela incitados u obligados, o a edades tempranas, estarán
menos expuestos a anularse a sí mismos o bloquearse, teniendo más
claro qué quieren o qué sienten, conservando muchas fuerzas para
poder conseguirlo, especialmente si sus sistemas cognitivos todavía no
se hallan plenamente desarrollados. Creo que el día de mañana
podrán trabajar perfectamente en lo que quieran y que si para ello tienen
que hacer un examen, una prueba o incluso una carrera, lo realizarán
con todo su ser, no siendo un gran obstáculo. Además, un título
no es suficiente para obtener un trabajo en lo que se quiere y mucho menos para
llevar una vida “satisfactoria y productiva”.
¿Tienen suficientes contactos con otros niños? La socialización
es otra de las grandes inquietudes de los padres que llevan a sus hijos a la
escuela y les gustaría no llevarlos. Ante esto, me basta con ver a mis
hijos. Cuando vamos a cualquier sitio, se relacionan perfectamente sea bebé,
niño, adulto o anciano y no tardan en compartir, charlar o jugar, ¡conociéndose
incluso casi todos los juegos o canciones que se conocen los otros niños!
Y es que los niños que no van a la escuela tienen mucho más tiempo
libre para compartir, si quieren, con otras personas o niños y, en contra
de lo que supuestamente se cree, no estamos al margen de la sociedad. Por decirlo
de alguna manera simplista, la sociedad nos ofrece varios aspectos, valores
o formas de vida; de cada diez de ellos, uno coge siete. Yo también cojo
siete de esos diez, aunque los tres restantes sean los más escogidos
por los demás, tengo otros tantos en común. De este modo, no soy
ningún “bicho raro” en esta sociedad, simplemente soy una
más de ella y, además, cada vez conozco a más gente afín
a mí y a mis hijos. La vida me los va poniendo delante… Respecto al
futuro, no sabemos cómo será en realidad, pero tanto mis hijos
como yo, también pertenecemos a él y lo formaremos. No tienen
por que ser más equilibrados o felices siendo muy sociables. Si el contacto
con otros niños es suficiente o no, son ellos mismos quienes han de estipularlo
y nosotros quienes hemos de aprender a escucharles pues desde luego no tardan
nada en pedirnos ver a alguien o solicitarnos quedarnos en casa y no salir más.
Las obligaciones cotidianas (familiares, de amistades, de compras, laborales,
legales, de ocio, etc…) a veces incluso exceden el contacto con otras personas
o niños. No creo necesario hacer nada especial para ello. Basta saber
escuchar y sentirse. Sociable es hacer que un niño encaje en la sociedad,
es hacer que se adapte a los demás por lo que si reflexionamos sobre
su contrario podríamos decir que una persona solitaria es una inadaptada.
Todos buscamos poder ser, es decir, la libertad, y ésta sólo puede
existir para uno mismo. La política, la psicología, la cultura
y la educación se encuentran al servicio de la sociedad; la sociedad
no da libertad por lo que más que buscar la tan apreciada sociabilidad
prefiero que mis hijos encuentren su propia paz e interior. Resulta muy difícil
hacer infeliz a una persona solitaria pues esta ha aprendido a vivir consigo
misma y por tanto a disfrutar de sí misma, a ser feliz consigo misma.
Es el ego el que pide sentirse necesitado. La sociedad ayuda a engordar el ego.
Considero que realmente la escuela está más enfocada a los padres
que a los hijos, librándose los primeros de una responsabilidad, aumentando
su tiempo libre (para invertirlo en trabajar, relacionarse, estudiar, hacer
las labores de la casa…) y reduciendo a primera vista el tiempo de exposición
a conflictos a costa de una falta de confianza y conexión consigo mismos
en sus hijos, a costa de castrar una gran parte de su personalidad; a costa
de una pérdida de comunicación y por tanto de encontrarse con
momentos cada vez más difíciles en esos pocos ratos que están
en común.
Desde luego, cuando decides educar en casa a tus hijos, la cuestión económica
muchas veces ha de replantearse: ¿cuánto dinero necesitamos realmente?
¿Con cuánto dinero quiero aprender a vivir? ¿Trabajo en
algo que me gusta? ¿En qué quiero trabajar? ¿Qué
puedo y quiero hacer que sea compatible con su educación no escolarizada?
Estoy segura de que si aprendemos a responder estas preguntas y a hacernos responsables
de sus respuestas, nuestra calidad de vida mejorará inmensamente -y nuestro
equilibrio emocional y psicológico- pese a los miedos iniciales. El hecho
de no escolarizar no es un acto suelto independiente de nuestra vida, sino una
faceta más de unos valores y visiones de la vida muy complejos, sencillos
y naturales a su vez.
La decisión de no escolarización no es un acto de irresponsabilidad
o abandono, sino todo lo opuesto, es un acto tomado con gran consciencia e implicación.
La legalidad respecto a la escolarización en España no está
muy definida. Si cobras alguna prestación social como el IMI (Ingreso
Madrileño de Integración) sí está claro: en estos
casos, para cobrarlo es imprescindible que tus hijos en edad escolar (6 años
en adelante), estén escolarizados pero si tu caso no es éste,
se podría decir que lo obligatorio es la educación, no la escolarización.
Cuando la ley te ataca, es desde la acusación de “abandono de responsabilidad”
siendo fácilmente anulada esta acusación por parte de los acusados.
La Constitución española dice: “los poderes públicos
garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones” (art. 27.3). Mi convicción es la del naturismo y
la espontaneidad. La de la confianza en uno mismo y en su propia sabiduría.
La de la Luz y el Amor. También en la Constitución leemos: “la
enseñanza básica es obligatoria y gratuita” (art. 27.4).
Observemos bien que habla de enseñanza no de escolarización. En
mi día a día transmito a mis hijos muchísimo más
que una enseñanza básica. El simple hecho de existir y responsabilizarse
de sí mismos es más de lo que yo pueda ofrecerles.
Existe, respecto a la educación, una ley de rango inferior a la constitución
la LOGSE donde sí aparece la palabra escolarización en vez de
enseñanza.
El juez Luis Columna niega que “exista responsabilidad penal ante un caso
de este tipo (desescolarización consciente), ya que los padres no hacen
dejadez de sus obligaciones con los hijos sino todo lo contrario, velan por
ellos al plantearse cuál es el mejor método educativo que les
conviene”.
En otros juicios la resolución ha sido la siguiente: “(la) formación
educativa efectuada al margen de la enseñanza oficial es perfectamente
aceptable en el marco de libertades diseñado por la Constitución”.
En España, la mayoría de las familias que no escolarizan a sus
hijos no han tenido ningún problema. Los procesos habituales que se siguen
en caso de conflicto son: un asistente social o un director de colegio toma
consciencia de que X niño/a no está escolarizado/a y realizan
la denuncia pertinente. Seguidamente el organismo competente te cita para una
entrevista que puede ser en tu hogar. Allí la primera y más importante
evaluación es el ver si tus hijos sufren de abandono o si has tomado
esa decisión con consciencia y responsabilidad, viéndote tanto
a ti como a tus hijos equilibrados. Muchos se conforman con este primer paso
enviando el informe correspondiente y dejándote en paz. Otros hacen cierto
examen intelectual y algunas preguntas a tus hijos. Tras esto, actúan
de diversos modos: te dejan en paz, te piden que tu hijo pase un examen de aprobación
todos los años, te someten a un seguimiento o entrevistas cada X tiempo,
o confirman esa denuncia de abandono de responsabilidad, pidiendo a los jueces
que te exijan llevar a tus hijos al colegio. En caso de que te ocurra esto,
siempre puedes escolarizarlos en un centro a distancia, bien español,
bien extranjero, pero yo creo que ante todo, hemos de aprender a hacer valer
nuestros derechos y valores, mostrando una forma más de vida, consecuente
con nuestra propia filosofía, con plena consciencia y responsabilidad,
ayudando a la gente a abrir puertas en sus pensamientos, a ser más tolerantes
con otras culturas o hábitos de vida, con otros valores. La no escolarización
ayuda especialmente a la generosidad (pues se relacionan menos con un ambiente
tan material y competitivo) y a la independencia, pues el niño resulta
especialmente inquieto y creativo, no teniendo problemas con el aburrimiento.
Si nos fijamos en otros países, en Estados Unidos, a fines del año
2001 el Gobierno presentó un informe reconociendo la mejor preparación
y la total adaptación a la sociedad de los niños no escolarizados
que estudian en sus casas estando actualmente reconocido este movimiento en
los cincuenta estados, siendo unos más rígidos que otros al exigir
exámenes e informes unos mientras otros, nada. Según dicho informe,
los niños no escolarizados están 80 puntos por encima de la media
en los exámenes de acceso a futuros estudios, en caso de quererse “enganchar”.
Con este tipo de educación, entre otras cosas, se busca “prestar
atención a los puntos fuertes del niño y potenciarlos de un modo
natural, sin presiones ni extorsiones” permitiendo que el niño
interactúe con su medio e indague en su propia sabiduría interna.
Desde hace ya varias generaciones, en países como Canadá, Australia,
Francia, Inglaterra y EE.UU. (donde hay un millón y medio de niños
desescolarizados) la educación sin ecuelas es completamente legal.
En mi criterio, educar sin escuela va más allá de una simple no
escolarización. Educar sin escuela es permitir que tus hijos tomen consciencia
de su propia sabiduría y permitirles ser, mostrarse. Educar sin escuela
es ponerte el hábito de la humildad, empaquetar y desintegrar el ego
e igualar los niveles. Ponerte y poner a tus hijos al mismo nivel.
Para enseñarles a leer y escribir, no hago nada como comenté anteriormente,
tan sólo dejar lo que estoy haciendo e intentar dedicarles el máximo
tiempo posible cuando me lo piden, que ya es mucho. Quiero puntualizar una idea
que me sugirió el otro día una amiga y ya hemos empezado a llevar
a cabo mis hijos y yo pareciéndome muy interesante: la de llenar la casa
de cartelitos con el nombre escrito del objeto correspondiente en que está
pegado. Si mis hijos ven una foto y debajo su nombre, una puerta con su nombre
escrito y pegado a ella, lo mismo con la cama, el coche, la cuchara, el lápiz,
el libro, etc., ellos solos, por asociación de ideas, aprenderán
a relacionar, leer y escribir sin apenas yo intervenir. Ahora me queda esperar
a ver los resultados pero tengo clara una cosa: si quiero que mis hijos sean
inquietos y busquen la sabiduría, tanto en su interior como en su exterior,
he de ser inquieta e intentar buscar esa sabiduría yo también.
El ejemplo y su resolución son los mejores maestros. Si no permito a
mis hijos que coman, beban o hagan algo que considero dañino, también
me dañará a mí y, por tanto, tampoco he de realizarlo yo,
enseñándoles con ello a ser coherentes, a quererse y a amar.
Muchas veces me resulta más difícil no decir un “no”
que decirlo. Cada vez que digo un “no” castro a mis hijos y ya hay
excesivos “nos” que considero inevitables para su seguridad mínima,
como para añadir más por meros roles sociales. Y no sólo
eso: cuando digo un no, intento que comprendan la causa o razón. Obedecer
a un no sin más no creo que les sirva para aceptar esa renuncia del acto
como modo de vida. Comprender la esencia de ese no, sí. Lo mismo con
el diferenciar sus conflictos de los míos. Cuando mis hijos se suben
a rocas elevadas o a árboles y llegan a un punto en que sufro en exceso,
no les digo que no se suban, sino les pido que por favor se bajen pues aunque
sé que ellos son muy hábiles y no se van a caer, yo soy algo insegura
y sufro viéndoles por lo que les ofrezco que hagamos algo que nos haga
pasárnoslo bien a los tres, no sólo a ellos dos (pues yo no estoy
disfrutando en esos momentos). Considero ofrecerles una libertad de acción
y de juego sumamente imprescindible para su posterior equilibrio emocional.
Otra pauta que suelo llevar a cabo es la de que cada uno de ellos manda un día
a la semana. Cada uno puede crear e inventarse las pautas que considere oportunas
y se le ocurran. El Universo es tan grande y la Caja de Pandora está
tan llena, que seguro os fluirán las ideas si os dejáis llevar.
Sé que al principio puede resultar algo complicado el cambiar nuestra
visión, actos o roles pero los beneficios de ello se hacen notar casi
instantáneamente.
Referencias bibliográficas:
· “Educación sin escuelas”. Ivan Illich y otros.
Ed. Península, 1975.
· “Educar para ser. Vivencias de una escuela activa”. Rebeca
Wild. Ed. Herder.
· La Sociedad Desescolarizada. Ivan Illich. http://www.. ivanillich.org/Lides3.htm
· Boletín “Crecer sin escuela”. Apartado 45. 03580,
Alfáz del Pí. Alicante.
· Video “Saber sin pisar las aulas” y recopilación
de artículos varios. Bippan Norberg. Apdo. 45. 03580, Alfáz del
Pí, Alicante.
· “Con ojos de niño” F. Tonucci. Ed. Barcanova.
· “El fracaso en la escuela”. John Hold. Alianza Ed.
· “Los niños primero”. Christiane Rochefort. Ed. Anagrama.
· “Como ser niño”. F. Tonucci. Ed. Barcanova.
· Ley de Calidad de enseñanza. http://www.el-mundo.es/especiales/2001/10/sociedad/educacion/calidad.html
Centros alternativos:
· El Cohete y La Estrella. C/ Jose María del Boto nº6. 28011
Madrid. España.
· ClonLara School. Http://www.clonlara.org.
· Escuela Libre Micael. Crta. De la Coruña km. 21,5. 28230 Las
Rozas, Madrid. Tel: 91 637 52 87.
· Escuela Libre Sargadelos. Sargadelos. La Coruña.
· Escuela Infantil Hermanos Grimm. Colonia Buenas Vistas, s/n. 28400,
Collado Villalba. Madrid. Tel: 91 850 22 44.
· Escuela Infantil San Juan. Rafael Rodríguez Albert, 10. 03112,
Villafranqueza, Alicante. Tel: 96 517 61 72.
· Colegio La Navata. C/ Estanque 8. 28420, Galapagar, Madrid. Tel: 91
858 39 99.
· Escola Llivre Rosa d´Abril. San Salvador 88. 08024, Barcelona.
Tel: 93 213 02 45.
· Escuela Infantil El Moral. San Miguel de Geneto, 60. 38200 La Laguna.
Tenerife.
· Asociación Jardín de Infancia Libre en La Palma. Aptdo.
69, 38750, El Paso. La Palma. Tel: 922 485 471 (Mercedes Barrero).
· Jardín de Infancia Madre Tierra. C/ Plan de Loreto, 7. 35017
Las Palmas. Gran Canaria. Tel: 928 430 878.
· Grup de Jocs en Mallorca. Laura Plá. Bernat de Santa Eugenia,
90. 07320 Santa María Pisa. Mallorca. Tel: 971 14 05 54.
· Grupo de Juego María Carmen Lera Carreras. C/ Domingo de Santo
55. 01130 Murguia, Alava. Tel: 945 43 00 53.
· Talleres Rosa López Abeijón. C/ María 23, 1º.
15620 Mugardos. La Coruña. Tel: 981 47 11 44.
· Jardín de Infancia El Sol. Las Rozas. Madrid. Tel: 91 350 60
40. Isabel Nieto. Tel: 91 856 62 27. Isabel Arias.
· Curso de Formación de Educadores Waldorf. Fundación Rudolph
Steiner. Apdo. 25. 28230 Las Rozas. Madrid. Tel: 91 710 36 89.
(Autora del libro “Vida libre y Natural”. Mandala Ediciones)