Existe un lugar en la tierra muy al Norte del continente americano, donde fluye un poderoso río. Nacido en las montañas del interior, es alimentado constantemente por innumerables pequeños ríos y arroyos, que convierten sus aguas en impresionante caudal, mientras recorre las tierras salvajes donde habitan el oso, el alce, el castor, y el lobo. Fluctúa libremente, hasta desembocar en el mar canadiense de la Bahía de Hudson.
En el breve periodo del estío cuando las aguas del mar no están heladas, se puede acceder hasta su desembocadura navegando; también surcando los cielos. Pequeñas comunidades de grupos indígenas americanos, pueblan sus entornos desde tiempos primitivos. Son territorios de magnífica pesca y abundante caza.
En varias zonas, a considerable distancia antes de la desembocadura, el río corre encajonado entre unas pronunciadas laderas a un lado y otro de su cauce. A pesar de esto el cauce es ya anchísimo, y el volumen de sus aguas, inmenso; la pendiente es importante, por lo que el río fluye ya con ligereza, aunque no tan acusada como para convertirse en rápido.
Con las continuas nevadas y fríos de mediado el Otoño primero y del Invierno después, el río y su entorno quedan congelados en su totalidad, acumulando progresivamente día a día inmensas cantidades de hielo.
El fenómeno se produce cada año con pasmosa regularidad y exactitud durante la Primavera; y es de tal magnitud, que desde tiempos inmemoriales, los nativos de la zona acuden desde todos los rincones al lugar, para presenciar el magnífico espectáculo que les ofrece la Naturaleza.
Ellos saben cuándo. Acampan en los lugares próximos al río, que durante meses ha permanecido helado, y se sientan pacientes en la cima de las laderas, observando el paisaje todavía inalterable. Pueden pasar varios días.
En su fondo el río ha despertado ya, y las aguas fluyen cada vez con más fuerza, creando una inmensa bóveda interior con enormes espesores de hielo por encima, que impiden apreciar todavía lo que está ocurriendo varios metros por debajo. Los ahora poco a poco, más cálidos rayos del sol van causando efecto, hasta que de pronto los enormes bloques de hielo de posiblemente miles de toneladas, colapsan por su peso.
Las inmensas fuerzas desplegadas por los efectos de tal acción, se propagan en todas direcciones, chocan entre sí y los hielos se fragmentan, dando lugar a impresionantes fenómenos.
Al principio los hechos son aislados y se producen en diferentes zonas de la masa helada, observando a continuación intervalos de calma. Al resurgir, lo hace si cabe con renovado ímpetu; entonces, el crujir y fragor de los hielos es ahora comparable al estruendo del trueno, que los ecos se encargan de aumentar y distribuir a lo largo de los valles. A la vista se observan zonas que se hunden, enormes fragmentos salen proyectados con inmensa fuerza hasta increíbles alturas; se abren enormes espacios que vuelven a cerrarse cual tremendo terremoto.
Durante un par de días más el fenómeno continúa; entonces, las aguas fluyen poderosas en superficie, arrastrando los residuos helados río abajo hasta la bahía, liberando de hielos el cauce y los terrenos limítrofes. El rápido deshielo favorece el paso a la Primavera en estos lugares, que comienzan a brillar ahora en todo su esplendor, tapizando de hierba y flores silvestres las laderas y los prados; y renovando con hojas nuevas muchos de los árboles desde el Otoño desnudos.
Así ha sido desde casi el principio de los tiempos. Ahora, la amenaza se cierne en torno a este hábitat. El hombre ha concebido la idea de aprovechar los recursos de este fabuloso río, construyendo una gigantesca presa para envasar sus aguas, y utilizarlas como energía en una central hidroeléctrica. El problema es que si este proyecto se llega a realizar, retrasará de una forma considerable el rápido deshielo en una zona de cientos de miles de hectáreas; dando lugar incluso a una importante alteración del clima en esta región, que prolongará los efectos invernales. Entonces, el ánade en su viaje migratorio hacia el Norte volará y se detendrá más al Sur; el alce y el caribú también tendrán que buscar sus pastos en otros lugares; y el lobo tendrá que buscar sus presas en otros parajes.
Los padres de La Gran Familia India, no podrán nunca más llevar a sus hijos a presenciar el fabuloso espectáculo, con el que cada Primavera les obsequia el Gran Espíritu. Por algún tiempo, sí, les hablaran de aquello que acontecía en las tierras al Norte, donde se encuentra El Gran Río Helado. Y finalmente, quizás, también termine por convertirse en una leyenda.
(El contenido de este relato, esta inspirado en hechos reales que observé durante mi estancia en Canadá. Trato de describir el contenido de un documental, que fue emitido por una de las cadenas locales de televisión en fecha aproximada al año 1975).