La zona cervical del cuerpo puede
sufrir bastante dolor cuando se sufre algún tipo de Latigazo Cervical o Whiplash,
ya sea producido en el típico accidente de tráfico o en la práctica de algún
deporte. Detectarlo y buscar el mejor tratamiento, en cada caso, es fundamental
para la calidad de vida
El término de esguince
cervical, latigazo cervical o whiplash, fue introducido en la literatura
patológica por Crowe en 1928, en EE.UU. Esta lesión solían padecerla
inicialmente los pilotos de aviación sometidos a los asientos tipo «catapulta».
También, en sus orígenes, el trastorno era conocido como columna de los viajeros
de tren, pues también ocurría con frecuencia a gente implicada en accidentes
ferroviarios en los inicios del siglo XX.
Permaneció olvidado hasta 1945, fecha en la que el
norteamericano Davis resucitó nuevamente el término para designar las lesiones
producidas en el raquis cervical en los automovilistas que sufrían una colisión
trasera, lo que hace que el esguince cervical sea una lesión típica del siglo
XXI.
Sin embargo, no sólo hay accidentes de tráfico sino la
innegable asociación entre esta lesión, que es el esguince cervical, y deportes
muy variados donde tiene bastante incidencia, como la gimnasia (artística y
rítmica), el fútbol, el judo (y otros deportes de lucha), el esquí o los
deportes de motor y un largo etc.
El esguince cervical, como su propia denominación indica, se
localiza en la zona cervical de la columna vertebral.
Al igual que el resto de la columna, en general, ha de
cumplir los parámetros básicos de flexibilidad, al mismo tiempo que de rigidez
(para la óptima transmisión de fuerzas aceleradoras y deceleradoras del centro
de gravedad, etc.).
Zona cervical
En la columna cervical diferenciamos el segmento cervical
alto (occipital-C1-C2) y el segmento cervical bajo desde (C3-C7). También
debemos mencionar a la arteria vertebral, una estructura importante a la hora de
realizar el tratamiento (detallaremos en el tratamiento).
Además, a nivel de su fisiología estructural, la columna
describe una primera curvatura denominada lordosis cervical (en una vista
anterior daría una concavidad anterior) que favorece a la hora de recibir y
transmitir cargas y microotraumatismos de repetición.
La zona cervical, en estos casos, obtiene síntomas locales y
a distancia, siendo el soporte del cráneo el que tiene una función homogénea en
relación con el medio externo. Podríamos hablar, a nivel generalizado, de tres
grandes síndromes (cérvico cefálicos, cervicales y cérvico braquiales) después
de un latigazo cervical con una sintomatología muy variada, teniendo el
terapeuta que diferenciar la zonas de lesión.
Tipos de alteraciones
-
Cervico cefalico: esta alteración
esta caracterizada por dolor, restricción de movilidad (más a nivel del
segmento cervical bajo), dolor superficialo profundo de cabeza y alteraciones
funcionales como son alteraciones de la visión, vértigos, inestabilidad,
nistagmus, acúfenos? -
Cervical: caracterizada por
dolor, rigidez cervical, tortícolis, y puede aparecer desviación de la línea
media. -
Cervico braquial: caracterizado por rigidez cervical, dolor
cervical y del miembro superior con cierta irradiación, pudiendo aparecer,
parestesias y paresias del miembro superior y o de alguna musculatura en
particular (por ejemplo el deltoides). También en este caso puede aparecer
patología circulatoria del miembro superior.
El raquis cervical tiene el objetivo de transmitir firmeza y
estabilidad en los movimientos de flexo-extensión, rotación e inclinación
lateral. Anatómicamente, destacamos los ligamentos vertebrales (el ligamento
vertebral común anterior y el ligamento vertebral común posterior),
sobresaliendo, además, otros elementos articulares como el cartílago, la
cápsula, además del ligamento amarillo, intertransverso, interespinoso e
interapofisiario.
-
Músculos anteriores (flexores):
escalenos, esternocleidomastoideos, músculos prevertebrales (largo del cuello,
recto anterior mayor, recto anterior menor y recto lateral). -
Músculos posteriores (extensores): -Grupo suboccipital
(recto dorsal menor de la cabeza y recto dorsal mayor de la cabeza, etc.) y
grupo vertebral posterior profundo (intertransversos, interespinosos,
rotadores, multífidos, etc.). -Grupo semiespinoso y grupo de erectores
vertebrales (transverso del cuello, iliocostal cervical, espinoso cervical,
etc.).
¿Cómo se produce la lesión?
Son muchos los factores y las causas que pueden dar origen a
un traumatismo cervical, pero nosotros nos vamos a centrar especialmente en las
lesiones denominadas latigazo cervical o whiplash, lesiones que aparecen en un
30% de todos los accidentes de automóvil.
Durante el impacto, las piernas y pelvis van hacia delante y
el tronco están en contacto con el asiento. Después del impacto, el tronco es
empujado hacia adelante y la cabeza va hacia atrás forzando el cuello en una
hiper-extensión.
La fuerza de inercia de la cabeza es vencida y la flexión es
limitada naturalmente por el choque del mentón con la caja torácica (ligamentos
y músculos).
La extensión es restringida por la zona ventral del cuello
hasta el choque de las espinosas, permitiendo incluso 120º, siendo el máximo
fisiológico de 70º.
Clasificación
-
Grado 1:
dolor de cuello, pequeña contractura, rigidez y debilidad. -
Grado 2: dolor de cuello
localizado y rigidez. No signos físicos. -
Grado 3: dolor de cuello,
signos neurológicos, signos físicos y sintomatología. -
Grado 4: dolor de cuello
exagerado, fractura y/o luxación.
Esta clasificación sirve para determinar la gravedad de la
lesión pero muchos de los síntomas y las circunstancias de cada paciente le
pasarán factura de diferente manera en dependencia del tiempo de instauración de
la lesión, sus compensaciones en referencia a los sistemas de palancas superior
e inferior y también a la contractura reaccional que puede llegar perfectamente
hasta los miembros inferiores, ya que muchos de ellos son politraumatizados
porque hay que tener en cuenta que el accidente no siempre es por colisión
trasera como ya veremos en la anamnesis.
Historia del paciente
-
Fase aguda: en las 24 horas siguientes a la colisión se cursa
con dolor de cuello, espasmo muscular, restricción del movimiento del cuello y
también puede haber cierta inflamación. En casos severos se producen
alteraciones de la visión, vértigos, mareos, inestabilidad, nistagmus o
acúfenos. -
Fase subaguda: de 3 días a una semana después del
accidente aparecen nuevos síntomas asociados y hay otros que desa-parecen como
mareos, alternancia del dolor y no dolor, etc.
Factores de mal pronóstico
Colisión trasera sin uso de cinturón (prevención en el punto
fijo donde se pone el cinturón, ya que podemos regular la altura intentando que
nos pase por delante del pecho, por encima del plexo solar.
-
Rotación y/o inclinación de la
cabeza en el momento del impacto. -
Sexo femenino más predisponente a
la lesión. -
Disfagia o Síndrome de Horner.
-
Pérdida de conciencia.
-
Entumecimiento y dolor en el
brazo. -
Uso prolongado de collarín (sobre
todo si es rígido). -
No dormir bien en la cama (agrava
bastante la patología el dormir boca abajo. Por prevención es mejor dormir
boca arriba en una almohada no muy alta para combatir la rectificación de
manera no agresiva y asintomática para poder descansar). -
Síndrome de dolor generalizado
(el mecanismo de defensa al traumatismo es tan grande que el dolor es
generalizado. También puede agravarse la situación por un problema
psicosomático y/o por el estado emocional del paciente). -
Depresión o ansiedad severas
(muchos de estos accidentes se asumen como un trauma psicológico). -
Dolor de cabeza pretraumático.
-
Que exista enfermedad cervical
degenerativa discal. -
Whiplash previo o profesión
manual dura.
Tratamiento con terapia manual
En la anamnesis deberemos preguntar muchas cosas. Entre
ellas, cuándo ocurrió, cómo fue la colisión (antero-posterior, lateral etc.) y
estas indicaciones nos pueden dar pistas muy ventajosas para el tratamiento y
saber cómo ha podido reaccionar el tejido, aunque después lo valoremos de forma
más específica confirmando lo que ya pensábamos.
Síntomas que presenta y cómo le marca o ha marcado en su vida
diaria el componente somático, que es común en estos casos, al igual que el
estrés que le pasa factura cada vez que tiene que subir al automóvil, moto,
bicicleta o pasar alguna circunstancia similar.
Bien la agudeza o la cronicidad deberá mostrarnos un orden de
tratamiento. En los casos agudos trabajaremos periféricamente a la zona de
conflicto para evitar el dolor y la reacción de la congestión, ya que si nos
metiéramos directamente a la zona local podríamos congestionar todavía más la
zona retrasando todo el proceso y sin posibilidad de ganar rango articular.
En patología crónica se tratará de lo más resistente a lo
menos y de lo mas superficial a lo mas profundo.
Una vez establecido estos parámetros básicos se realizará el
estudio de asimetrías, test de movilidad activa, test de movilidad pasiva con su
endfeel (sentido final en los movimientos fisiológicos de una
articulación: blando, firme o duro) correspondiente.
Tratamiento para agudo
Se pasará a realizar la terapéutica manual con técnicas de
inhibición de las zonas más distales del mecanismo de defensa adquirido (como
por ejemplo presión estática), absorbiendo la tensión de los músculos afectados
de forma disto-proximal.
Seguidamente, podremos pasar a la elastificación del plano
subcutáneo de manera lenta y progresiva. Después pasaremos al plano muscular y
aponeurótico y, por último, de la cápsula y ligamentos.
Si no podemos abarcar el problema de esta forma utilizaremos
la técnica más sutil y menos agresiva terapia sacro-craneal, relajando las zonas
a distancia para después poder realizar lo antes expuesto.
Haciendo el trabajo en ese orden y sin llegar a la zona
local, mejoraremos la congestión sin aumentarla y aceleraremos los fenómenos de
regeneración y reparación.
Las movilizaciones deberán ser analíticas específicas y de
forma pasiva, siempre que no haya dolor y después de haber elastificado la zona.
Por último, tendremos que elastificar la zona esfenobasilar,
atendiendo a tres huesos que lo conforman: el occipital, esfenoides y el
temporal. La valoración de estos huesos, en estos casos, siempre es una
seguridad del éxito de la terapia, si llegamos a restaurar su movimiento.
Lo haremos utilizando las palancas óseas y la fluctuación del
líquido cefalorraquídeo, valorando la pérdida de movilidad del propio movimiento
del hueso a través de sus suturas con sus fases de llenado y de vaciado.
Tratamiento para crónico
En el paciente crónico, el tratamiento será con la misma
estructura técnico-tisular, pero por planos, pudiendo entrar en la zona local
(de lo más superficial a lo más profundo, y de lo más resistente a lo menos).
Una vez elastificado el plano profundo podríamos pasar a las
movilizaciones analíticas específicas de forma pasiva. El paciente crónico
requerirá unos ejercicios terapéuticos, para un total bloqueo a nivel
sintomático de recidivas y del proceso que curse.
La reevaluación de estos pacientes y el tratamiento comentado
será la clave para evitar la isquemia local y así lograr no caer a medio- largo
plazo en problemas degenerativos y en tratamientos paliativos o sintomáticos,
por lo que su papel tendrá una finalidad preventiva y de funcionalidad, pudiendo
el paciente adaptarse a su vida diaria, ganando en calidad de vida.