El Latigazo Cervical o Whiplash y su tratamiento con terapia manual

    1964

    La zona cervical del cuerpo puede
    sufrir bastante dolor cuando se sufre algún tipo de Latigazo Cervical o Whiplash,
    ya sea producido en el típico accidente de tráfico o en la práctica de algún
    deporte. Detectarlo y buscar el mejor tratamiento, en cada caso, es fundamental
    para la calidad de vida

    El término de esguince
    cervical, latigazo cervical o whiplash, fue introducido en la literatura
    patológica por Crowe en 1928, en EE.UU. Esta lesión solían padecerla
    inicialmente los pilotos de aviación sometidos a los asientos tipo «catapulta».
    También, en sus orígenes, el trastorno era conocido como columna de los viajeros
    de tren, pues también ocurría con frecuencia a gente implicada en accidentes
    ferroviarios en los inicios del siglo XX.

    Permaneció olvidado hasta 1945, fecha en la que el
    norteamericano Davis resucitó nuevamente el término para designar las lesiones
    producidas en el raquis cervical en los automovilistas que sufrían una colisión
    trasera, lo que hace que el esguince cervical sea una lesión típica del siglo
    XXI.

    Sin embargo, no sólo hay accidentes de tráfico sino la
    innegable asociación entre esta lesión, que es el esguince cervical, y deportes
    muy variados donde tiene bastante incidencia, como la gimnasia (artística y
    rítmica), el fútbol, el judo (y otros deportes de lucha), el esquí o los
    deportes de motor y un largo etc.

    El esguince cervical, como su propia denominación indica, se
    localiza en la zona cervical de la columna vertebral.

    Al igual que el resto de la columna, en general, ha de
    cumplir los parámetros básicos de flexibilidad, al mismo tiempo que de rigidez
    (para la óptima transmisión de fuerzas aceleradoras y deceleradoras del centro
    de gravedad, etc.).

    Zona cervical

    En la columna cervical diferenciamos el segmento cervical
    alto (occipital-C1-C2) y el segmento cervical bajo desde (C3-C7). También
    debemos mencionar a la arteria vertebral, una estructura importante a la hora de
    realizar el tratamiento (detallaremos en el tratamiento).

    Además, a nivel de su fisiología estructural, la columna
    describe una primera curvatura denominada lordosis cervical (en una vista
    anterior daría una concavidad anterior) que favorece a la hora de recibir y
    transmitir cargas y microotraumatismos de repetición.

    La zona cervical, en estos casos, obtiene síntomas locales y
    a distancia, siendo el soporte del cráneo el que tiene una función homogénea en
    relación con el medio externo. Podríamos hablar, a nivel generalizado, de tres
    grandes síndromes (cérvico cefálicos, cervicales y cérvico braquiales) después
    de un latigazo cervical con una sintomatología muy variada, teniendo el
    terapeuta que diferenciar la zonas de lesión.

    Tipos de alteraciones

    1. Cervico cefalico: esta alteración
      esta caracterizada por dolor, restricción de movilidad (más a nivel del
      segmento cervical bajo), dolor superficialo profundo de cabeza y alteraciones
      funcionales como son alteraciones de la visión, vértigos, inestabilidad,
      nistagmus, acúfenos?

    2. Cervical: caracterizada por
      dolor, rigidez cervical, tortícolis, y puede aparecer desviación de la línea
      media.

    3. Cervico braquial: caracterizado por rigidez cervical, dolor
      cervical y del miembro superior con cierta irradiación, pudiendo aparecer,
      parestesias y paresias del miembro superior y o de alguna musculatura en
      particular (por ejemplo el deltoides). También en este caso puede aparecer
      patología circulatoria del miembro superior.

    El raquis cervical tiene el objetivo de transmitir firmeza y
    estabilidad en los movimientos de flexo-extensión, rotación e inclinación
    lateral. Anatómicamente, destacamos los ligamentos vertebrales (el ligamento
    vertebral común anterior y el ligamento vertebral común posterior),
    sobresaliendo, además, otros elementos articulares como el cartílago, la
    cápsula, además del ligamento amarillo, intertransverso, interespinoso e
    interapofisiario.

    • Músculos anteriores (flexores):
      escalenos, esternocleidomastoideos, músculos prevertebrales (largo del cuello,
      recto anterior mayor, recto anterior menor y recto lateral).

    • Músculos posteriores (extensores): -Grupo suboccipital
      (recto dorsal menor de la cabeza y recto dorsal mayor de la cabeza, etc.) y
      grupo vertebral posterior profundo (intertransversos, interespinosos,
      rotadores, multífidos, etc.). -Grupo semiespinoso y grupo de erectores
      vertebrales (transverso del cuello, iliocostal cervical, espinoso cervical,
      etc.).

    ¿Cómo se produce la lesión?

    Son muchos los factores y las causas que pueden dar origen a
    un traumatismo cervical, pero nosotros nos vamos a centrar especialmente en las
    lesiones denominadas latigazo cervical o whiplash, lesiones que aparecen en un
    30% de todos los accidentes de automóvil.

    Durante el impacto, las piernas y pelvis van hacia delante y
    el tronco están en contacto con el asiento. Después del impacto, el tronco es
    empujado hacia adelante y la cabeza va hacia atrás forzando el cuello en una
    hiper-extensión.

    La fuerza de inercia de la cabeza es vencida y la flexión es
    limitada naturalmente por el choque del mentón con la caja torácica (ligamentos
    y músculos).

    La extensión es restringida por la zona ventral del cuello
    hasta el choque de las espinosas, permitiendo incluso 120º, siendo el máximo
    fisiológico de 70º.

    Clasificación

    • Grado 1:
      dolor de cuello, pequeña contractura, rigidez y debilidad.

    • Grado 2: dolor de cuello
      localizado y rigidez. No signos físicos.

    • Grado 3: dolor de cuello,
      signos neurológicos, signos físicos y sintomatología.

    • Grado 4: dolor de cuello
      exagerado, fractura y/o luxación.

    Esta clasificación sirve para determinar la gravedad de la
    lesión pero muchos de los síntomas y las circunstancias de cada paciente le
    pasarán factura de diferente manera en dependencia del tiempo de instauración de
    la lesión, sus compensaciones en referencia a los sistemas de palancas superior
    e inferior y también a la contractura reaccional que puede llegar perfectamente
    hasta los miembros inferiores, ya que muchos de ellos son politraumatizados
    porque hay que tener en cuenta que el accidente no siempre es por colisión
    trasera como ya veremos en la anamnesis.

    Historia del paciente


    1. Fase aguda: en las 24 horas siguientes a la colisión se cursa
      con dolor de cuello, espasmo muscular, restricción del movimiento del cuello y
      también puede haber cierta inflamación. En casos severos se producen
      alteraciones de la visión, vértigos, mareos, inestabilidad, nistagmus o
      acúfenos.

    2. Fase subaguda: de 3 días a una semana después del
      accidente aparecen nuevos síntomas asociados y hay otros que desa-parecen como
      mareos, alternancia del dolor y no dolor, etc.

    Factores de mal pronóstico

    Colisión trasera sin uso de cinturón (prevención en el punto
    fijo donde se pone el cinturón, ya que podemos regular la altura intentando que
    nos pase por delante del pecho, por encima del plexo solar.

    • Rotación y/o inclinación de la
      cabeza en el momento del impacto.

    • Sexo femenino más predisponente a
      la lesión.

    • Disfagia o Síndrome de Horner.

    • Pérdida de conciencia.

    • Entumecimiento y dolor en el
      brazo.

    • Uso prolongado de collarín (sobre
      todo si es rígido).

    • No dormir bien en la cama (agrava
      bastante la patología el dormir boca abajo. Por prevención es mejor dormir
      boca arriba en una almohada no muy alta para combatir la rectificación de
      manera no agresiva y asintomática para poder descansar).

    • Síndrome de dolor generalizado
      (el mecanismo de defensa al traumatismo es tan grande que el dolor es
      generalizado. También puede agravarse la situación por un problema
      psicosomático y/o por el estado emocional del paciente).

    • Depresión o ansiedad severas
      (muchos de estos accidentes se asumen como un trauma psicológico).

    • Dolor de cabeza pretraumático.

    • Que exista enfermedad cervical
      degenerativa discal.

    • Whiplash previo o profesión
      manual dura.

    Tratamiento con terapia manual

    En la anamnesis deberemos preguntar muchas cosas. Entre
    ellas, cuándo ocurrió, cómo fue la colisión (antero-posterior, lateral etc.) y
    estas indicaciones nos pueden dar pistas muy ventajosas para el tratamiento y
    saber cómo ha podido reaccionar el tejido, aunque después lo valoremos de forma
    más específica confirmando lo que ya pensábamos.

    Síntomas que presenta y cómo le marca o ha marcado en su vida
    diaria el componente somático, que es común en estos casos, al igual que el
    estrés que le pasa factura cada vez que tiene que subir al automóvil, moto,
    bicicleta o pasar alguna circunstancia similar.

    Bien la agudeza o la cronicidad deberá mostrarnos un orden de
    tratamiento. En los casos agudos trabajaremos periféricamente a la zona de
    conflicto para evitar el dolor y la reacción de la congestión, ya que si nos
    metiéramos directamente a la zona local podríamos congestionar todavía más la
    zona retrasando todo el proceso y sin posibilidad de ganar rango articular.

    En patología crónica se tratará de lo más resistente a lo
    menos y de lo mas superficial a lo mas profundo.

    Una vez establecido estos parámetros básicos se realizará el
    estudio de asimetrías, test de movilidad activa, test de movilidad pasiva con su
    endfeel (sentido final en los movimientos fisiológicos de una
    articulación: blando, firme o duro) correspondiente.

    Tratamiento para agudo

    Se pasará a realizar la terapéutica manual con técnicas de
    inhibición de las zonas más distales del mecanismo de defensa adquirido (como
    por ejemplo presión estática), absorbiendo la tensión de los músculos afectados
    de forma disto-proximal.

    Seguidamente, podremos pasar a la elastificación del plano
    subcutáneo de manera lenta y progresiva. Después pasaremos al plano muscular y
    aponeurótico y, por último, de la cápsula y ligamentos.

    Si no podemos abarcar el problema de esta forma utilizaremos
    la técnica más sutil y menos agresiva terapia sacro-craneal, relajando las zonas
    a distancia para después poder realizar lo antes expuesto.

    Haciendo el trabajo en ese orden y sin llegar a la zona
    local, mejoraremos la congestión sin aumentarla y aceleraremos los fenómenos de
    regeneración y reparación.

    Las movilizaciones deberán ser analíticas específicas y de
    forma pasiva, siempre que no haya dolor y después de haber elastificado la zona.

    Por último, tendremos que elastificar la zona esfenobasilar,
    atendiendo a tres huesos que lo conforman: el occipital, esfenoides y el
    temporal. La valoración de estos huesos, en estos casos, siempre es una
    seguridad del éxito de la terapia, si llegamos a restaurar su movimiento.

    Lo haremos utilizando las palancas óseas y la fluctuación del
    líquido cefalorraquídeo, valorando la pérdida de movilidad del propio movimiento
    del hueso a través de sus suturas con sus fases de llenado y de vaciado.

    Tratamiento para crónico

    En el paciente crónico, el tratamiento será con la misma
    estructura técnico-tisular, pero por planos, pudiendo entrar en la zona local
    (de lo más superficial a lo más profundo, y de lo más resistente a lo menos).

    Una vez elastificado el plano profundo podríamos pasar a las
    movilizaciones analíticas específicas de forma pasiva. El paciente crónico
    requerirá unos ejercicios terapéuticos, para un total bloqueo a nivel
    sintomático de recidivas y del proceso que curse.

    La reevaluación de estos pacientes y el tratamiento comentado
    será la clave para evitar la isquemia local y así lograr no caer a medio- largo
    plazo en problemas degenerativos y en tratamientos paliativos o sintomáticos,
    por lo que su papel tendrá una finalidad preventiva y de funcionalidad, pudiendo
    el paciente adaptarse a su vida diaria, ganando en calidad de vida.