El perdón

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    Perdonar es todo un arte que nos
    libera, nos ayuda a superar el dolor y el rencor del pasado ayudándonos a ser
    felices. Perdonarme y perdonar a los demás me libera del pasado. El perdón es la
    respuesta a casi todos los problemas. Es un regalo que me hago. Perdono y me
    dejo en libertad.

    La mayoría de nosotros tenemos en mayor o
    menor medida algo que trabajarnos en el tema del perdón. Frecuentemente tenemos
    cosas que perdonar a las personas que más influencia han tenido sobre nosotros:
    padres, hermanos, profesores, abuelos, parientes más o menos lejanos, nuestros
    compañeros del colegio, vecinos, amigos, los curas y personas de la iglesia,
    etc.

    Todos estamos aquí, en este Planeta, para
    superar estas limitaciones, sean éstas del carácter y la magnitud que sean.
    Siendo también muy importantes para nuestra evolución. Estamos aquí para
    trascender, y las opiniones de todas estas personas que han acompañado nuestra
    infancia y adolescencia, nos obligan de alguna manera a reaccionar, a
    posicionarnos, a elegir quién queremos ser; aunque nos cuesta mucho no dejarlas
    que elijan por nosotros.

    La Humanidad es parte de la Aventura
    Divina. No hemos venido ni a ser pasivos ni víctimas de nadie ni de nada, ni a
    criticar, ni a cambiar este planeta. Algunas almas llenas de conocimiento y de
    sencillez (Jesús, Buda?) que han pasado por este mundo, nos han dado claramente
    a entender que lo que nosotros llamamos el alma no es ni más ni menos que una
    gota de la Esencia (Dios).

    Dentro de nuestro viaje eterno por el
    Universo, nuestro Ser Superior escoge nacer en este planeta para vivir una serie
    de experiencias necesarias para su evolución. Para ello escogemos nuestro
    físico, escogemos el continente en el que deseamos nacer, el país, la clase
    social, y sobre todo a nuestros padres. Estos últimos son los que más relevancia
    tienen en nuestra evolución.

    Es irónico que de adultos nos dediquemos a
    culpar a nuestros padres por lo mal que lo hicieron cuando somos nosotros los
    que les hemos escogido. Las personas que han vivido experiencias muy
    desagradables pueden pensar: «¿Cómo, que yo he escogido vivir ese horror? ¡Ni
    hablar!, ¡Yo jamás hubiese escogido unos padres así!».

    Pero, nos olvidamos de una cosa: cada uno
    pasa por las experiencias necesarias para su evolución. Y sobre todo: nadie vive
    experiencias que no pueda humanamente trascender. Nuestra parte divina, la que
    escoge, es sabia y no nos va a imponer vivir situaciones para las que no estemos
    preparados. El problema está en que nuestra mente, humana, se olvida de su razón
    esencial de existir. Nos pertenece decidir si queremos quedarnos estancados en
    el resentimiento y la culpa o por el contrario entender, perdonar y así
    liberarnos a nosotros y al que nos hizo daño. En definitiva, recuperar nuestro
    poder. Todos y cada uno de nosotros hacemos lo mejor que podemos en cada momento
    en función de la conciencia, el entendimiento y conocimiento que poseemos.

    Nuestros padres y todas las personas de
    nuestro pasado hicieron lo que pudieron. No hay que olvidar que cuanto más cruel
    es una persona más grande es el sufrimiento que lleva consigo (consciente o
    inconscientemente). Una persona cruel, invariablemente ha sido maltratada en su
    infancia. No estamos diciendo que el que una persona sufra justifique sus
    acciones, pero sí nos ayuda a entender y así perdonar y liberarnos. El maltrato
    tiene muchas caras. Una herramienta muy útil para poder entender el porqué
    alguien se pueda haber comportado de una determinada manera son las
    Constelaciones Energéticas (www.constelacionesenergeticas.com). Estas nos dan
    una clara imagen de qué ocurre en el alma de la persona y el porqué de su
    sufrimiento y su comportamiento hacia ella misma y hacia nosotros.

    Si le fuese posible saber algo de la
    infancia de estas personas le sería más fácil entender. Un ejemplo muy claro de
    esto: una mujer rechazada por su madre. Vivía prisionera de un gran
    resentimiento hacia ella. Asistió a un taller de Constelaciones Energéticas
    donde pudo ver claramente que su madre odiaba a su padre y había estado
    enamorada de otro hombre viviendo un profundo sufrimiento.

    Esta mujer tuvo el coraje de hablarlo con
    su madre que le confirmó que fue violada por su padre cuando estaba enamorada de
    otro hombre. Sus padres no la creyeron y la obligaron a casarse. Aunque esto no
    justificase su rechazo, la hija pudo entender y perdonar a su madre. El perdón
    siempre es liberador.

    ¿Cuántos de nosotros nos sorprenderíamos
    al averiguar, de corazón, el pasado de nuestros padres? No debemos olvidar que
    las vivencias de cada uno son subjetivas. Las vivencias que para algunos no
    producen mayor sufrimiento para otros son devastadoras. Cuando nos negamos a
    perdonar, el rencor se va acumulando y va creciendo en nuestro interior. Es como
    tomarse una cucharada de veneno diaria. El rencor se va acumulando en
    determinados tejidos de nuestro organismo corroyéndolos, creando tumores,
    quistes?No estar dispuestos a perdonar es garantía segura del desarrollo de una
    enfermedad.

    El rencor y el culpar a los demás de
    nuestro malestar o desdicha, no hace sino impedirnos ser libres y evolucionar.
    Nos estancamos en la situación del pasado que nos causó el daño. Así vivimos
    atados al daño y al pasado. Lo revivimos una y otra vez. Renunciamos a nuestro
    Poder. No debemos olvidarnos de que la culpa siempre busca el castigo.

    A veces nos enganchamos a afirmaciones
    como: «Sí, pero si tu supieras lo que me hicieron» o «lo que me hicieron es
    imperdonable» o «alguien que hace eso a un niño no tiene perdón»? Sí es cierto,
    lo que pasó fue terrible, pero más terrible es engancharse a ese dolor y elegir
    seguir en la infelicidad.

    A veces creemos que perdonar equivale a
    excusar las acciones injustas. No. Perdonar equivale a liberarnos del
    resentimiento que causa y mantiene el dolor, a recuperar nuestro poder, a ser
    felices. El hecho de perdonar no quiere decir que digamos que la otra persona
    obró correctamente. No. Quiere decir que entendemos que la otra persona obró
    desde su propio dolor, haciéndonos daño. Entendiendo entonces que el dolor solo
    puede crear dolor.

    Perdonarme y perdonar a los demás me
    libera del pasado. El perdón es la respuesta a casi todos los problemas. Es un
    regalo que me hago. Perdono y me dejo en libertad.

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