La Organización Mundial de la
Salud ha calculado que en 2015 habrá unos 2.300 millones de adultos con
sobrepeso y más de 700 millones con obesidad. En su libro «El Peso natural» , la
experta en Nutrición, Montse Bradford nos ayuda a conseguir nuestro peso
natural, adecuado a nuestra constitución y a nuestro estilo de vida.
La obesidad es uno de los problemas de salud más serios en
países ricos, ya que condiciona la aparición de las enfermedades degenerativas,
que son la principal causa de muerte y enfermedad en las sociedades
desarrolladas: cardiovasculares, diabetes, hipertensión, etc. Afectando también
hoy en día a los más pequeños en edad. Ya nuestros hijos con sus vidas
sedentarias son víctimas de estas enfermedades que anteriormente se les achacaba
tan solo a los de edad avanzada.
Un gran porcentaje de las obesidades que se padecen, podrían
estar totalmente solucionadas, si se le dedicara más tiempo y valor a la cocina
casera.
Es una rueda sin principio, ni fin: Al devalorarse el
cocinar, no le dedicamos tiempo, ni atención, ni amor. Compramos platos rápidos
ya parcialmente o totalmente cocinados, en los que, para satisfacer nuestro
paladar añaden gran cantidad de sal, condimentos salados, de aceite y grasas etc?Generando
a todos los que lo comen, puede que unos segundos de satisfacción a nivel
sensorial, pero a largo plazo muchos problemas de salud.
Tenemos que aprender a cocinar de nuevo, a volver a los
valores del pasado, pero adaptados a nuestras necesidades del presente.
Empezaremos por adoptar formas de vida más saludables:
Reacción de los alimentos en nuestro cuerpo
1) Alimentos que nos producirán peso denso.
Es de lógica que si deseamos perder grasa, tenemos que dejar de comerla.
Alimentos con grasa saturada, todas las carnes, aves, embutidos, jamón, todos
los quesos y huevos.
También nos producirán peso denso, los alimentos con excesos
de sal y condimentos salados, todos los horneados de harina, pan y bollería.
2) Alimentos que nos producirán peso fofo. El grupo de
los alimentos altos en calorías lo engloban el alcohol, las bebidas gaseosas
azucaradas, néctares de frutas, azúcar, chocolate, pastelería, bollería,
helados, miel, sirope de arce, azúcar de caña, fructosa, sacarina, mermeladas
con azúcar, etc.
El grupo de los alimentos que producen enfriamiento, apagan
el fuego digestivo (entorpecen la eliminación de las grasas saturadas), hinchan,
expanden intestinos y producen retención de líquidos por debilitar los riñones.
Exceso de frutas tropicales y locales, zumos, verduras
solanáceas (tomates, pimientos, patatas y berenjenas), helados, bebidas o
comidas frías, leche de soja, tofu crudo, leche y yogures, kéfir, alcohol y
exceso de ensaladas crudas.
El grupo de los alimentos altos en grasa saturada y con
efecto enfriante (congelación de las grasas en nuestro cuerpo) lo forman: la
leche, la mantequilla, la nata, el mato, los yogures, le kéfir, los quesos
blandos y cremosos, helados y también se podría considerar un exceso de aceite
crudo.
El cuerpo emocional
Uno de los factores que más importancia tienen en este tema
es tener muy claro si deseamos hacer el cambio o no. Si deseamos perder peso
realmente hay que sentirlo de corazón.
Muchas personas vienen pidiéndome sugerencias para perder
peso, pero muy pocas de ellas están realmente interesadas en seguir las pautas
sugeridas. Puede que al mirarse al espejo lo deseen, pero esto no es suficiente,
ya que implica un cambio a todos los niveles de nuestro ser. Un cambio total.
Hemos moldeado nuestro pedazo de arcilla, nuestro cuerpo de
una forma determinada, con nuestra forma de comer, pensar, vivir y actuar. Estos
son los resultados. ¿Estamos contentos? Si no lo estamos, podemos cambiarlo,
pero siempre entendiendo que son nuestros actos y acciones las que nos llevarán
a un determinado resultado. Cada acción nos conducirá a una reacción. Somos los
responsables de nuestras «reacciones o resultados» en nuestra vida.
Nadie nos va a dar una pócima mágica (por mucho que las
vendan) que nos haga perder peso a largo tiempo. Esta forma de querer perder
peso, es una total pérdida de tiempo y dinero, ya que sabemos muy bien que no
funcionan.
Es una forma de conducta muy infantil, desear que se
solucione, sin nosotros hacer ningún esfuerzo. Tenemos que responsabilizarnos de
lo que somos, nosotros lo hemos creado. Es nuestra creación, nuestra obra de
arte. Tenemos la habilidad para responder a cualquier situación en nuestra vida
y cambiarla si así lo deseamos.
Hay que desearlo desde lo más interior de nuestro ser, estar
claramente convencidos de que queremos este cambio. Hay muchísimos factores a
nivel emocional, que nos harán comer sin desatino, algunos de ellos son:
Falta de autoestima
Este es un punto común en todos los casos ya expuestos. La
persona, por circunstancias diversas, no ha podido superar estados emocionales,
patrones de la infancia, experiencias que le han dirigido a una falta muy
acentuada de autoestima.
Es un punto crucial, en el que mucha gente cae, deseándolo
equilibrar con mucha o poca comida. A nivel del caso que estamos tratando,
obesidad, podemos ver muy bien, que tanto la comida como la bebida nos genera
reacciones químicas diferentes a todos los niveles de nuestro cuerpo. No es lo
mismo beber un vaso de agua, una infusión de tila o un vaso de whisky. Cada uno
nos dará un efecto y reacción diferente. Es una alquimia que nos creamos en
nuestro cuerpo, con reacciones diferentes.
Al momento de escoger alimentos con reacciones extremas,
puede a nivel consciente o inconsciente, deseamos cambiar nuestra vibración,
nuestra forma de sentir, ya que la presente no nos gusta. Queremos alegrarnos, o
distraernos o mimarnos o sentirnos por unos minutos diferentes.
La causa es que no nos gustamos, puede ser a nivel físico,
emocional o mental, o estemos tan perdidos a nivel de conexión interior, que
necesitamos estimularnos con comida, para sentir alguna reacción.
«Nadie, ni nada nos puede dar el amor interior que todo ser
humano necesita»
En estos momentos en que te encuentras en «la cueva de tu
vida» hay que tener el valor de aceptarte, sea cual fuere las circunstancias.
Luego, poder pedir ayuda al exterior con un profesional.
Es como si estuviéramos en nuestro sótano, lleno de trastos y
polvo. El trabajo de limpiar lo tenemos que hacer nosotros, pero, alguien, nos
puede enfocar una vela, linterna, luz, hacia los lugares en que se necesita una
buena limpieza.
Creo que todos, como seres humanos, hemos pasado por estos
momentos y no hay que esconderse ni de nuevo auto-culparnos de cómo estamos.
Cada vez, que dirigimos hacia nosotros pensamientos
negativos, nuestro estado emocional se resiente, y con ello también nuestro
cuerpo físico.
La soledad, el vacío interior
Hay muchas personas con un sentido de la soledad muy
profundo. Bien porque nunca se han propuesto conocerse, profundizar en ellas
mismas, para encontrar su mejor amigo; o por valorar todas las circunstancias
exteriores de «hacer» muchísimo más que el «ser».
Están todo el día haciendo, y en el momento en que paran,
viene este miedo a la soledad. Hay que buscar alguna actividad para llenar este
tiempo. ¡Y aquí está! ¡La comida! Muchas veces, al llegar a casa o por la noche,
después de cenar, es cuando empieza su calvario. Están solos. Es una actividad
que se realiza a «solas» y que nadie nos puede controlar, ni decir qué hacer.
Somos libres de comer todo lo que nos plazca, además, tan solo momentáneamente,
nos puede proporcionar «nutrición-alimento-sensaciones agradables, arropo», que
es de lo que estamos en carencia: AMOR.
Ya vemos a simple vista que es una solución que no nos
llevará a ningún lugar. Ni nos proporcionará ningún resultado positivo. Nos
sentiremos muy «llenos» de comida, pero muy «vacíos» después de terminar el
festín. Vacíos de autoestima y confianza en nosotros mismos, que se irá
infiltrando poco a poco en todos los aspectos de nuestra vida.
La plenitud interior viene con el encuentro, primero de
nuestra conexión interior e inmediatamente con la conexión a nivel universal.
Todos queremos AMOR, es la esencia de la vida que nos alimenta. Pero a nivel
colectivo, si se busca fuera de uno mismo este amor, casi siempre de origen
condicional, no nos llenará y en algún momento nos puede decepcionar.
El cansancio
Una cantidad muy importante de personas que comen en exceso o
sin freno, viene dado por el cansancio. La falta de sueño. Veo que en nuestra
sociedad no se valora el hecho de dormir. Tenemos que dormir la cantidad
suficiente de horas para reparar nuestro sistema nervioso.
No hemos descansado lo suficiente, nos encontramos con
carencia de energía para continuar el día, y tenemos que recurrir a alimentos o
bebidas que nos generen una energía artificial que no tenemos.
La gente suele recurrir a estimulantes de efectos casi
instantáneos: azúcares refinados, cafés, tés, alcohol, pastelería, etc.
Muchas veces, si valoráramos más el factor «dormir» veríamos
como nuestra comida se reduciría, también dado a que nuestro sistema nervioso
estaría más fuerte y no necesitaría estos recursos.
Momentos de Reflexión
Merece la pena pararse unos minutos a reflexionar sobre cada
una de estas preguntas, con las que seguramente más de uno se sentirá muy
identificado:
¿Qué cuerpo necesito depurar: físico, mental, emocional? ¿De
qué necesito desbloquearlo? ¿De qué forma me he creado este exceso? ¿Qué
emociones pasadas todavía necesito depurar? ¿De quién necesito desapegarme? ¿Qué
apegos tengo, que ya no me ayudan en mi vida? ¿Qué/quién/cómo me bloquea mi
vida? ¿Qué creencias tengo de mí? ¿Estoy cargando con el exceso de otros? ¿Me
identifico demasiado con los problemas de los demás y esto me crea confusión y
bloqueo en mi vida? ¿Qué beneficio me da el cargar con las sombras de los demás?
Cuanto más nos trabajemos a nivel personal interior, más
podremos despegarnos de las ataduras terrenales, para ver la vida con otros
ojos. Somos energía, espíritus con cuerpos físicos. Podemos observar cuando
estamos en la calle, o en algún lugar con mucha gente, ver estos cuerpos
moverse, hablar, andar, etc. son cuerpos animados por el espíritu, la chispa de
la vida que vive en cada uno de nosotros.
Si nos cultivamos internamente, reservando a diario un
espacio para la reflexión y el silencio, veremos la vida en otro contexto,
llegaremos a conectarnos con quien realmente está en nosotros, y esta energía no
tiene apegos de alimentos ni emociones, se alimenta de Luz y de Amor. No está
apegado a ciertas sustancias para ser feliz. Nos sentiremos más seguros de
nosotros mismos, ya que el amor se genera en nosotros, no proviene de nada
externo. Podremos permitirnos ser más vulnerables, abiertos, aceptarnos tal como
somos y también a los demás.
Y con ello, claro está, vendrá automáticamente el respeto a
nuestro cuerpo físico, valoraremos nuestro templo, dándole adecuadamente los
alimentos que necesita, y cuando los necesita. Entonces nuestro peso podrá
recobrar su equilibrio para toda la vida. Nos podrá ofrecer lo mejor, nos podrá
acompañar en esta escuela de la vida, para que podamos aprender y evolucionar
como seres de luz y energía