El problema del carácter histérico

    1885
    La palabra histérica viene del griego histeris (útero). Lo que
    caracteriza a esta organización defensiva inconsciente que presentan algunas
    mujeres es un bloqueo del afecto y las sensaciones sexuales reprimidas o
    frenadas. Aunque el yo de la persona está muy fuertemente anclado en la
    genitalidad -un “carácter genital”, según la clasificación reichiana-, y su
    cuerpo tenga belleza y proporción, hay en la mujer un miedo intenso a la
    sexualidad y un intento de reprimir sus sensaciones sexuales. La expresión en
    esta mujer es flirteante y coqueta y, sin embargo, ello no significa que esté
    dispuesta a tener relaciones sexuales. Es como si lo hiciera para sondear el
    peligro, no significa que quiera tener sexo. Pero el hombre lo cree así. El
    hombre intenta algo y la mujer dice “ya, ahora te conozco, eres como todos”.
    Tiene miedo y se defiende de él negándolo. Intenta desbloquear su afecto pero
    repetidas veces fracasa su ilusión de un “príncipe azul” o un padre
    afectuoso.

    El yo de la persona es muy fuerte y está en la realidad. Es una persona
    muy realista y su función sexual está anclada en la genitalidad. ¿Cúales son los
    rasgos de esta estructura defensiva, de este carácter? En primer lugar hay una
    separación, un corte, entre amor y sexualidad. La persona puede tener fuertes
    sentimientos de amor en la mitad superior del cuerpo y también sensaciones
    sexuales en su mitad inferior pero no quiere conectarlos. Será muy importante
    trabajar terapéuticamente para conseguir esa conexión. Cuando hay ansiedad es
    porque existe una situación en que la persona siente una excitación intensa sin
    una descarga adecuada. La carga no es igual a la descarga, produciéndose una
    acumulación de energía que crea la ansiedad

    Algunas veces la energía es explosiva y, a veces, la explosividad es
    seguida de una parálisis, como en los tiempos de Freud. La persona siente una
    anestesia tipo guante : siente una parte de la mano y en la otra parte no siente
    nada. En el sistema defensivo histérico, la armadura del cuerpo depende en muy
    gran parte de si puede controlar las sensaciones adecuadamente. Si, por ejemplo,
    la espasticidad controla los sentimientos, la persona desarrolla una armadura
    espástica. La armadura sujeta o ata la ansiedad. Se trata de un sistema
    defensivo que cambia de un sitio a otro como una cota de malla. Y puede
    arreglárselas con el desequilibrio de esa manera, como una armadura cambiante.
    Lo importante es que la armadura del carácter tiene que ver con su resistencia.
    La resistencia de la persona manifestada en el cuerpo es la armadura
    caracterial. Y no sólo a nivel de los músculos sino de los conceptos, las
    emociones, las actitudes. Es una gestalt completa, creada muy dinámicamente, en
    especial en esta estructura de carácter. Normalmente hay debilidad en el pecho,
    tensión en la espalda y rigidez en el vientre. Esta rigidez es esencial porque
    lo que hace es reducir el movimiento de la energía. Lo hace por medio de la
    respiración. Si se quiere parar una sensación, se respira lo justo sólo para
    manejar la energía.

    ¿Cuál es el centro de esta neurosis? Cuando la mujer histérica era niña,
    hubo un padre que acariciaba a esa niña, dándole dulzura y energía. Y la niñita,
    de cuatro o seis años, genitalizó, sintió una muy fuerte energía genital. Pero,
    repentinamente, este sentimiento en los genitales quedó prohibido. Él no lo
    permite. La niña empieza a merodear y a insistir y el padre se vuelve y ataca a
    la niña. Critica a la niñita y corta sus sensaciones. Este puede ser un caso.
    Otras veces, la situación amorosa -la niña jugando con su papá o sentada en sus
    rodillas- puede ser brutalmente cortada por una madre rígida o celosa o que la
    llama prostituta. O por sentir que él está excitado y que puede perder el
    control, el padre actúa de una forma más realística y ataca a esta bella
    criatura, como una flor, que ordena cortar. Reich(*) habla mucho sobre esto,
    pues no es sólo el tema de la sexualidad sino el hecho de que al ver a otro ser
    humano vibrando, sintiendo y moviéndose, algo te haga sentirte incómodo. Muchos
    dicen: ¡basta, es inmoral lo qué estás haciendo!. La gente no puede tolerar la
    plena posesión de la energía vital. Un hombre puede amar a una mujer, pero si
    ella viene a él vibrante, se retrae, diciéndose, qué voy a hacer yo con tanta
    energía?. Dice el Guía del Pathwork (**) que el mayor problema de la Humanidad
    no es sino que nos atemoriza el placer, abrirnos, vibrar, sentir y ser uno con
    la vida. ¿Por qué? Por pensar que vamos a perder la fuerza, nuestro yo,
    volvernos débiles, ineficaces.

    Así es pues como ocurre: la niña tiene que eliminar la sensación sexual,
    reprimirla profundamente.

    Según John Pierrakos el caso del carácter histérico (de modo similar a lo
    que ocurre en el caso de su correspondiente masculino, el varón
    fálico-narcisista), es precisamente el hombre quien provoca sus sentimientos y
    la coloca en un lugar donde se encuentra como en un test continuo. La mujer
    histérica siente que el hombre está interesado en su sexualidad, lo cual la
    encoleriza por que no quiere ser el objeto de los deseos sexuales del
    hombre.

    Sin embargo, con frecuencia se da la sumisión en una mujer de este tipo.
    Se somete al hombre y al mismo tiempo controla la sexualidad , como su manera de
    sentirse segura. Se trata de una estructura de carácter vibrante y poderosa. En
    términos corenergéticos, la máscara se expresa en un sentimiento de
    superioridad, que dice “soy mejor que tú, yo lo sé todo”. El yo inferior (Eva
    Broch Pierrakos) o sombra (Jung) dice: “Nunca te lo daré, no me rendiré, nunca
    sabrás lo que siento. Sacrifico mis sentimientos, los niego, para tener más
    poder”. Es una continua guardia de los sentimientos. Un contener y negarse, una
    tozudez y un orgullo desmedidos. Y en el fondo, un sentimiento muy profundo de
    haber sido herida y traicionada. La sumisión es una técnica para atrapar al sexo
    opuesto.

    ¿Cómo tratar con esto? En primer lugar, deberá haber mucha comunicación
    oral, en el sentido de analizar la actitud histérica hacia los hombres.
    Básicamente, esa actitud hacia el hombre es: ” sí, mira cómo me muevo y te
    provoco, pero no te lo voy a dar”. Puesto que la energía se contiene, deberá
    haber mucha movilización energética, trabajando con la espalda, golpeando,
    vibrando. Hay que abrir los hombros porque el pecho y el vientre están tensos.
    Muchas veces la cara está mortecina porque la persona no quiere mostrar sus
    sentimientos en ella. Hay que intentar llevar la energía a la cara y dejar que
    se exprese. Es necesario observar constantemente el movimiento: -donde se
    contiene; la pelvis está cargada y contenida. Hay que elevar la energía de todo
    el cuerpo a un nivel más alto para conseguir que se descargue en la terapia,
    golpeando, gritando, vibrando, para vivir espontáneamente y sin temor la
    experiencia de descargar en vez de retener. Sexualmente, la persona tiende a
    tener una excitación vaginal que no descarga. Hay muchas irritaciones vaginales,
    procesos inflamatorios de vejiga e incluso infecciones que tienen que ver con
    esta represión de la descarga.

    Así pues, es muy importante liberar la agresión, que tiene una función
    defensiva. Por otra parte, hay un bajo nivel energético debido a la represión:
    hace falta mucha respiración y movimiento para elevar el nivel de energía del
    organismo. Después, mucho movimiento y vibración, que es integradora. Hay que
    traer la energía desde la espalda al cuello y trabajar en contacto con los
    significados que estos ejercicios tienen para la persona. Después, ir al núcleo
    somático de la defensa. La mandíbula protege la pelvis. Hay que masajear
    fuertemente la mandíbula con los dedos bajo los molares. Pidiendo a la persona
    que respire y se relaje, y lentamente, empujar la mandíbula hacia adelante para
    relajar la pelvis. Puede desatarse un llanto profundo y liberador -especialmente
    al golpear con los puños- lo que liberará una energía de largo tiempo retenida y
    con frecuencia relacionada con el odio hacia el hombre “traidor”, causante de
    una herida que se negaba al exterior y que ahora aparece para curar.

    El intento terapeútico de fondo es integrar la división crónica entre el
    corazón y la pelvis, el amor y la sexualidad. Esta división tiene primero que
    hablarse y entenderse. Para mí, que trabajo ocasionalmente con la hipótesis de
    vidas anteriores o su memoria genética y kármica, es fácil descubrir el trauma
    perpetuado en la Historia de la mujer abandonada por el engaño, la traición o la
    guerra. Esa herida brutal, tan frecuente, -como las de los demás caracteres: el
    torturado (esquizoide), el desposeído (oral), el esclavo (masoquista) o el
    guerrero (agresivo)- es un puñal ominoso en el corazón de un bello ser. Pero la
    descarga física, emocional y psicológica de su negatividad llevará a la persona
    a entrar en contacto con su cor o centro de energía positiva, allí donde radican
    la sabiduría, el amor y la creatividad innatos en cada uno de nosotros.

    __________

    *W. Reich: “Escucha,
    pequeño hombrecito”

    **Ver “No temas el
    Mal” y “Del miedo al amor” por Eva Pierrakos