Ante la profusión en los últimos años de un amplio surtido
de opciones terapéuticas de todo tipo, el planteamiento razonado y realista del
Dr. Andrew Weil llega como un bálsamo que nos ayuda a poner las cosas en su
sitio.
¿Sabemos por qué enfermamos? En hacernos a tiempo esta pregunta se encuentra
precisamente una de las principales claves de nuestra futura salud.
Con la proclamación «Elige tu propia medicina»,
el Dr. Andrew Weil ha conmocionado recientemente el complejo universo de las
medicinas, tanto tradicionales como alternativas.
El libro que lleva este título se ha convertido en un éxito de ventas fulminate,
y lo mejor de todo es que Weil lo ha logrado de un modo sabio, equilibrado y sin
atacar a ninguna de las medicinas al uso, lo que resulta, cuando menos, poco
habitual.
Pacientes más inteligentes y activos
La crítica del Dr. Weil rebosa sentido común y es extremadamente constructiva,
incluso cuando ataca muchos de los falsos prejuicios y errores cotidianos que
cargamos respecto a nuestra salud. Al mismo tiempo, no desdeña ninguna de las
áreas del saber que se encuentran a nuestro alcance hoy en día, desde la física
y la psicología hasta la difusión de temas de autoayuda en los medios de
comunicación o las más sutiles técnicas espirituales. Su principal objetivo es
exponer sus tesis con unos ejemplos y argumentos lo más claros posible para que
la gente le entienda de verdad.Gracias a su carácter noble, intenso y
comunicativo, Weil se ha ganado la aceptación del público, a la vez que puede
permitirse en sus libros ser muy categórico a la hora de llevar a cabo su
particular cruzada por hacer pensar al lector por sí mismo, y sobre todo para
evitar los casos en que el paciente establece una dependencia demasiado elevada
respecto a su sanador. Aunque pueda parecer una contradicción juntar estos dos
conceptos, a Weil le gustan los pacientes activos. De la mano de Weil podemos
aprender a examinar con más eficacia conceptos tan olvidados como salud,
enfermedad, tratamiento, curación y cura. Sólo así, con la mente despierta,
podemos aprender a curarnos por nosotros mismos, elegir los médicos y medicinas
con criterio y, sobre todo, prevenir desequilibrios y malestares futuros.
Pero ¿quién es Andrew Weil?
Andrew Weil es un auténtico revolucionario. Y lo dice el propio Deepak Chopra,
promotor de las novedosas terapias Next Age, que son la continuación de la New
Age y lo que hoy en día se considera más novedoso: «Weil es un pionero de la
medicina del futuro». Actualmente es considerado uno de los 20 personajes
públicos más influyentes de Norteamérica, según la revista Time. Sus obras se
han traducido a más de 20 idiomas. Autor de bestsellers como «La Curación
espontánea», «Salud total en 8 semanas» y «Salud y medicina natural», Weil
realizó sus estudios de medicina tradicional en la facultad de Medicina de
Harward. Como becario del Instituto de Asuntos Internacionales de Actualidad,
viajó por todo el mundo y recogió una notable información sobre plantas
medicinales y las más diversas formas de curación natural. Para él, cualquier
sistema de curación pensado por el hombre tiene interés y es digno de estudio, y
anima a sus pacientes a poner flores en su habitación, reconciliarse con las
personas con las que se han distanciado en algún momento o colaborar de forma
desinteresada con la comunidad. Todo para aprender a ser más felices.
Un médico humanista
Con este enfoque humanista Weil ha estudiado durante veinte años desde el
chamanismo hasta la física, pasando por la medicina tradicional china, las más
diversas técnicas alternativas y el amplio espectro de lo que conocemos como
medicinas holísticas.
Y precisamente la curación se ha convertido en su tema clave. En su reciente
libro «Elige tu propia medicina» trata de evidenciar la habitual ceguera con que
los occidentales tratamos las claves de la verdadera salud y, sobre todo, lo mal
que nos curamos en general. A modo de sorprendente entrada en el mundo de la
difusión médica editorial, Weil rompió los esquemas de lo que habitualmente se
espera de un médico formado en Harward, rebosante de erudición académica y con
una experiencia profesional eminentemente científica: no dudó en dejar
momentáneamente de lado lo que había aprendido hasta entonces y hacia 1970
empezó a empaparse de realidad. Y le funcionó. Una buena prueba de ello es
precisamente «Elige tu propia medicina», donde realiza un amplio recorrido ?para
occidentales? sobre las más diversas técnicas y terapias que existen desde hace
siglos en todo el mundo y que no nos habíamos entretenido en escuchar con
suficiente atención.
¿Sabemos qué es la salud?
El concepto de salud es, en la sociedad occidental, algo tan desconocido como
denostado. Como señala el Dr. Weil, esto se debe a que sólo nos acordamos de la
salud cuando ésta peligra: «Si estamos enfermos o tenemos alguna lesión no nos
cuesta mucho adivinar cómo deberían estar las cosas para que nos sintiéramos
bien: no sé por qué tengo este dolor; debería poder mover el brazo con plena
libertad; ese sarpullido debería desaparecer». Y ése ya es, de entrada, un
importante error que hay que aprender a evitar. Pero no es culpa nuestra, sino
de nuestro particular sistema cultural. Por diversos motivos evolutivos e
históricos, los occidentales estamos demasiado acostumbrados a pensar en
negativo, y sólo despertamos de nuestro estrés habitual cuando algo falla, ya
sea a nivel psíquico o físico. Acudimos al médico, cualquier médico, para que
nos cure un resfriado o un dolor en la espalda, pero no para que nos enseñe a
estirarnos por la mañana o cómo podemos darnos un buen baño relajante. Las
visitas al médico y la medicación son dos elementos demasiado puntuales y de los
que no tomamos suficiente conciencia, por lo que en general no aprendemos y no
suelen servirnos para cultivar la salud futura. Lo más importante son los buenos
hábitos. Pero tampoco hay que engañarse, porque acudir mucho al médico sin estar
enfermo tampoco es un indicativo de bienestar. Es el caso de los hipocondríacos
(creen estar enfermos sin estarlo), que forman entre el cuatro y el nueve por
ciento de la población y cuyo problema es un excesivo interés por sus
enfermedades.
¿Por qué enfermamos?
Lejos de lo que mucha gente cree, ponerse enfermo es lo más natural del mundo.
¿Por qué? El Dr. Weil explica en su libro en profundidad este aspecto para
tratar de desvanecer el halo de dramatismo con que en ocasiones envolvemos
nuestra salud: «Es muy fácil pensar que la enfermedad es una calamidad o una
desgracia que nos afecta por algún motivo particular, y olvidamos que de hecho
es el complemento necesario para la salud». En ocasiones nos autoenfermamos para
pedir ayuda: nuestro cuerpo no da a basto, necesitamos que nos quieran, nos
sentimos disgustados con nosotros mismos, etc. ¿A qué se debe este descontrol
respecto a nuestra salud? Es muy sencillo, y forma parte de nuestro aprendizaje
más elemental: todos hemos experimentado que cuando estamos enfermos recibimos
atención y cuidados especiales, a la vez que nos vemos liberados de nuestras
obligaciones cotidianas. De hecho, para algunos psicoanalistas la enfermedad es
una manifestación indirecta de impulsos de dependencia a través de los cuales se
solicita atención, cariño, mimos y cuidados. Cada organismo tiene sus puntos
débiles, sus ritmos y sus dolencias personales, y en lugar de enfrentarnos a
estas «características» como algo negativo, lo más inteligente es conocerlas y
aprender a adelantarnos a ellas.
Encontrar el propio equilibrio entre salud y enfermedad
Como reconoce Weil, hay que estar atento al propio organismo, pero sin exagerar.
Las quejas continuas de malestares físicos son tan sólo un máscara que
posibilita a la persona huir de sus problemas personales. «La confrontación con
la idea de una vida personal insatisfactoria o de uno mismo como incompetente o
fracasado es más dura de aceptar que la posibilidad de tener alguna enfermedad»
añade María Dolores Avia, catedrática del Departamento de Personalidad,
Evaluación y tratamientos Psicológicos de la Facultad de Psicología de la
Universidad Complutense de Madrid.
Weil es novedoso y optimista, y lo demuestra proponiéndonos aprender mucho sobre
nuestra salud y visitar de vez en cuando la consulta de nuestro médico (o asesor
de salud) simplemente para aprender a alimentarnos bien, para cuidar la postura
corporal o para aprender a tomarnos la vida de una forma más plena y alegre. No
en vano en la antigua China los mandarines contrataban a médicos para la corte
con el propósito de no enfermar y no para ser tratados por ellos. En caso de
enfermedad, el médico era despedido, y a veces hasta ejecutado, por
considerársele un incompetente.
La salud, a partir de esta perspectiva preventiva que tan bien conocen desde
hace siglos las culturas orientales, queda transformada hoy en día en saber
cuidarse por uno mismo y encontrar el propio equilibrio.
¿Cuál es la mejor terapia o medicina?
Existen muchos dogmas de fe y contradicciones en torno a todas las terapias y
técnicas médicas, y es muy fácil para el paciente sentirse confuso y dejarse
llevar por el poder de convicción del médico o terapeuta, sin saber exactamente
lo que se le está haciendo ni por qué.
La obra de Weil es muy útil precisamente porque enseña a razonar las diversas
terapias que hay hoy en día y a sacar las conclusiones más adecuadas para
nuestra especial forma de entender el mundo: a unos nos gusta más poder ver qué
es lo que nos cura (una pastilla, un masaje), mientras que a otros nos encanta
experimentar con las fuerzas y energías más sutiles. Pero lo más importante que
expone es que la curación proviene de dentro, no de fuera. Sencillamente es el
esfuerzo natural y voluntario que realiza el cuerpo por restablecer el
equilibrio cuando éste se ha perdido: «Nacemos con el poder de curarnos porque
la curación es una capacidad innata de todas las personas, como también de todos
los animales y plantas y, sospecho, también de toda cosa creada» apunta Weil, y
añade: «Ningún sistema de tratamiento tiene el monopolio de la curación. Y todos
curan, pero no siempre». Estas dos máximas vertebran la diversas tesis que Weil
ha ido elaborando a través de la observación de los mecanismos de la enfermedad
y la salud. Sin duda, como expresa él mismo, «los practicantes de todos los
sistemas médicos deberían considerar la formación de sus pacientes como una
parte fundamental de la atención sanitaria».
La medicina y el nuevo milenio
«Si la ciencia médica dirige su atención hacia los mecanismos de interacción
entre el cuerpo y la mente, la medicina del próximo siglo se transformará y
nuestro poder para prevenir y tratar las enfermedades se incrementará en la
misma medida que se ha incrementado el poder tecnológico en los últimos cien
años», proclama Weil, que tiene muy claro que la medicina científica es
relativamente reciente y aún nos queda mucho trecho por descubrir y avanzar. Dos
buenos ejemplos son hallazgos recientes como la psiconeuroinmunologia o la
inteligencia emocional.
Los nuevos proyectos científicos aún tienen mucho que aportar a las técnicas de
curación, y los médicos del nuevo milenio, si son suficientemente inteligentes y
realmente se preocupan por la salud de sus pacientes, no deberían mostrar ningún
escrúpulo en adoptarlas.
Llevar un diario de salud
La salud no es algo fijo, eterno y uniforme. Al contrario, es un contínuo y
beneficioso movimiento de ajuste entre los elementos externos y los internos.
Por este motivo resulta muy útil aprender a observar estos vaivenes y descubrir
a través de ellos lo que nuestro organismo pide «a su manera».
1- Anota en un cuaderno todas las pequeñas molestias que hayas observado a lo
largo del día (dolor de cabeza, falta de energía, un tirón muscular, etc.).
2- Anota, al lado, también los momentos especiales en los que te has sentido con
más energía y más alegre.
3- Un día a la semana, relee estas notas y contrástalas. Descubrirás una
evolución propia (tu DNI de salud) que obedece a tus ritmos personales. Si la
analizas, podrás aprender a prevenir los momentos negativos (si cenas antes de
dormir, sueles tener una mala digestión; si no desayunas, estás más irascible;
etc.) y optimizar los positivos.
4- Este diario es también muy útil para descubrir los avisos de enfermedades
futuras. Como decía Lao Tse, «los hombres sabios enfrentan la situación sencilla
antes de que se complique y solucionan el problema antes de que se agrande».
TEST: Cómo vives tu salud
1. Con respecto a las visitas al médico
a) Las menos posibles. Odio lo relacionado con hospitales, inyecciones, etc.
b) Voy cuando lo necesito, quizá una o dos veces al año como mucho.
c) He ido más de 15 veces en los últimos años. Me asusta que no me cojan algo a
tiempo.
2. Me preocupa mi salud física
a) No especialmente. Pienso que estoy bien y si me pasa algo ya me enteraré.
b) No me preocupa pero trato de cuidarme un poco.
c) Sí, temo padecer alguna enfermedad grave. A veces pienso que no llegaré a
viejo.
3. Entro a un restaurante en un país extranjero
a) Pido lo que me apetezca.
b) Trato de pedir un plato típico. Hay que probar cosas nuevas.
c) Miro los platos y pienso qué me sentará mejor al estómago.
4. Recojo los resultados de un chequeo médico e indican que estoy perfectamente
a) Por fin respiro.
b) Estaba muy nervioso, pero intuía que estaba bien.
c) No acabo de creérmelo. Incluso dudo de la precisión de los aparatos de
diagnóstico.
5. Recuerdo que cuando me caía de pequeño/a y me hacía una herida en la
rodilla…
a) Trataba de que mis padres no se enterasen. No quería preocuparles.
b) Me curaba y ya está.
c) No me caí demasiado, mis padres cuidaban bien de mí.
6. Tengo dolores y molestias físicas difusas (hormigueo, quemazón, picores
fuertes)
a) Trato de prestarles atención, me horroriza estar enfermo.
b) No recuerdo que me haya sucedido, o rara vez.
c) Con mucha frecuencia.
7. Ya no subo las escaleras con tanta energía como hace diez años
a) Es posible, pero no me gusta darle importancia.
b) Pienso que los años no pasan en balde.
c) Me preocupa tener alguna enfermedad relacionada con la fatiga.
8. ¿Lees la sección de medicina de las revistas?
a) No me interesa especialmente. Pienso que si leo las cosas de este tipo puedo
sugestionarme.
b) Me interesa. La cultura científica es importante.
c) Leo con detenimiento, me puede servir como ayuda preventiva y además siento
miedo.
9. Sufro ataques de náuseas y vómitos
a) No.
b) Casi nunca, pero alguna vez me he mareado en avión o barco.
c) A veces.
10. Noto un dolor no muy fuerte pero constante al lado del estómago
a) Trato de evitarlo, de no pensar en ello, y la gente me agobia cuando me dice
que vaya al médico.
b) Aguanto unos días por si se pasa y si no desaparece pido cita con el médico
c) Me asusto muchísimo y voy inmediatamente al médico.
Resultados:
* Mayoría de a): Fobia a la enfermedad (nosofobia)
* Mayoría de b): Relación equilibrada y positiva con la enfermedad
* Mayoría de c): Tendencia a la hipocondría (sentirse enfermo sin estarlo)
RESPIRAR BIEN ES LO ESENCIAL
«Respirar es la función más esencial y misteriosa. Muchos filósofos equiparan el
aliento con el espíritu; creen que la vida comienza con el primer respiro y
acaba con el último. Los profesores de meditación dicen que dejar entrar y salir
el aire es la forma más natural de alcanzar la concentración: uno puede llegar a
la iluminación sin hacer otra cosa que atender a ese ritmo esencial. Respirar es
algo extraordinario, ya que es la única función que puede hacerse de un modo
totalmente voluntario o involuntario. Como tal, es un puente entre la conciencia
y la inconsciencia, así como entre la mente y el cuerpo. Una respiración
correcta nutre el sistema nervioso central, establece un patrón armonioso entre
los demás ritmos corporales y regula también el estado de ánimo y las emociones.
Por «respiración correcta» quiero decir respirar lenta y silenciosamente,
expandiendo del todo y en profundidad los pulmones al inspirar, y haciendo que
la espiración sea al menos tan larga como la inspiración. Respirar mal es una
causa común de mala salud, ya que al disminuir la vitalidad en general aumenta
la susceptibilidad de la persona a los agentes de enfermedad».
Fragmento de «Elige tu propia medicina»
por el Dr. Andrew Weil. Ed. Urano, 1999.