Todos los días -muchas veces sin ser conscientes de ello?
usamos grandes cantidades de energía para satisfacer nuestro estilo de vida, la
utilizamos en todas partes. ¿Se ha preguntado alguna vez cuán importante es la
energía para usted y la sociedad?
Bastaría imaginarnos el caos que se ocasionaría en tan sólo
un día si por cualquier razón la compañía eléctrica no suministrara y tampoco se
dispusiera de petróleo:
No habría transporte, no tendríamos luz eléctrica por la
noche, no funcionarían los electrodomésticos, ni los ordenadores, no abrirían
los bancos, se paralizarían las industrias, no habría manera de hacer llegar las
mercancías a los comercios, tendrían graves problemas las comunicaciones, ni
siquiera los ejércitos podrían movilizarse? Sólo gozarían de electricidad las
casas y ciudades que se hayan independizado de la red general de electricidad
autoabasteciéndose mediante energía renovable. Lo mismo sucedería en el
transporte: sólo funcionarían los coches solares, los que se alimenten de
biocombustibles o hidrógeno y los autos híbridos a baja potencia para funcionar
con el motor eléctrico sin tener que activar el de gasolina.
La energía es lo que mueve al mundo y sin ella nuestra
llamada «civilización moderna» quedaría absolutamente paralizada. La energía es
el riego sanguíneo de la economía y del sistema financiero en su conjunto. Y
debido a que la principal fuente de energía hoy día siguen siendo
desgraciadamente el petróleo y los combustibles fósiles en general y la energía
nuclear, que cubren nuestra gran creciente demanda, entonces el resultado es que
hemos creado una sociedad adicta al petróleo, a las energías sucias. ¿Somos
conscientes de la situación? A diario consumimos miles de millones de barriles
de petróleo, producimos millones de toneladas de emisiones y residuos por la
quema de combustibles fósiles, así como abrumadoras cantidades de residuos
nucleares. Para satisfacer nuestro estilo de vida tan consumista envenenamos
nuestro propio medio ambiente, como una droga que nos mata poco a poco,
satisfaciéndonos por un instante, aislándonos de la realidad.
Afortunadamente para la vida en general los combustibles
fósiles están ya agotándose y por lo tanto encareciéndose. Estamos presenciando
el principio de su final. Ellos son los responsables del calentamiento global y
el oscurecimiento global, que a su vez están produciendo un cambio climático a
escala mundial cada vez más devastador, hasta el punto de haberse convertido en
una seria amenaza para nuestro futuro como humanidad. Pero si la chispa que
mueve al mundo es la energía. ¿Qué alternativa existe? ¿Qué camino debemos tomar
para sustituir nuestras fuentes de energía?
Como nos decía el genial filósofo, poeta y novelista George
Santayana: «El hombre y las sociedades que no conocen su historia, están
condenados a repetirla».
Para no volver a cometer los mismos errores, tenemos que
aprender de nuestra historia:
1- No podemos elegir tipos de energía que produzcan emisiones
ni residuos contaminantes.
2- La economía mundial no puede estar basada, de ninguna
manera, en fuentes de energía no renovables, que tarde o temprano agotaremos.
3- Debemos rechazar cualquier central de energía que suponga
peligro y riesgos bélicos, terroristas, negligencias, etc. como las nucleares.
Asimismo riesgos de transportación como en el caso del petróleo y nuevamente los
materiales peligrosos de las nucleares.
4- El autoabastecimiento y la autogestión energética será
siempre más justa, más práctica, democrática y equitativa que el depender de un
sistema energético monopolizado y centralizado.
5- No tiene mucho sentido depender de combustibles de difícil
extracción, hallazgo y transportación, ya que para ello se requiere de mucha
energía para obtener energía, como los fósiles y el uranio empleado para la
energía nuclear.
Claramente la energía nuclear no cumple ninguna de estas
condiciones y aspectos. Las energías renovable s cumplen todos nuestros
requerimientos. No tienen procesos de combustión, son capaces de tomar los
recursos energéticos de la naturaleza y transformarlos en energía útil para el
hombre sin producir residuos ni emisiones contaminantes: su produccion es
limpia.
Las energías renovables son un regalo excepcional y
fantástico que la naturaleza nos brinda en las propias manos y de manera
inagotable: No hay que excavar para recibir el sol, ni el viento, ni las olas
del mar, por lo que es accesible. Los recursos energéticos de la naturaleza se
renuevan constantemente. Otra característica importante es que existe gran
variedad de formas, ya que al ser tan versátil se puede disponer de la radiación
solar, del movimiento del viento y del agua en ríos y mares, de la materia
orgánica de los bosques, de los géiseres, y esto la hace «universal», puesto que
todo país tendrá alguna fuente renovable. El que no tenga sol, tendrá viento y
olas de mar; el que no tenga ríos ni mar tendrá sol y biomasa. España, como
muchos otros países, es un país enteramente dependiente, ya que al no poseer
petróleo está obligado a importar el 99 por ciento del petróleo que consume.
Desde hace dos años el experto más respetado de la energía
mundial, Jeremy Rifkin, economista y autor de varios éxitos literarios como «La
economía del hidrógeno» o «El siglo de la biotecnología» y presidente de la
fundación «Tendencias Económicas» aseguró que «si no llevamos acabo la
transición hacia las energías renovables rápidamente, la próxima generación
vivirá una catástrofe». Este experto insiste en que se disponen únicamente de 25
años antes del final del petróleo para concluir la transición energética. Y
señala que «un petróleo caro y escaso, dólar débil, economía estancada y subidas
de tipos de interés son los elementos precisos para una crisis económica
mundial.»
Las energías renovables deberían ser ya nuestra principal
fuente de energía y ahora sólo tenemos 23 años para lograrlo. El experto en
energía mundial culpa del retraso enfáticamente a «la miopia y falta de voluntad
de los gobiernos y a los intereses de las grandes compañias.»
España está incumpliendo el Protocolo de Kioto que firmó para
reducir sus emisiones de CO2, una cuarta parte de sus emisiones son
producidas por las centrales eléctricas de carbón. Tan sólo doce empresas son
las propietarias de las centrales eléctricas de carbón de toda la Unión Europea.
¿Sólo por los mezquinos intereses de un puñado de compañías tenemos que permitir
que se continúe contaminando y agravando los problemas? ¿Por qué no se les
obliga a que hagan la pertinente transición a las energías renovables?
El experto Rifkin también señala las pautas para llevar a
cabo la transición: «Sería apropiado usar el gas natural, el combustible más
limpio de las energías convencionales. No obstante, su precio sube de la mano
del petróleo, reducir la energía nuclear, implantar un modelo de ahorro
generalizado en la sociedad, incentivar el uso de automóviles híbridos, e
invertir en energias renovables.» Ciertamente, lograr una eficiencia energética
es el primer paso que se debe dar. El periodo momentáneo de la energía barata y
abundante que hemos tenido con la era del petróleo nos ha llevado a despilfarros
e ineficiencias de energía, y es muy claro y evidente que la energía más limpia
es la que no se consume.
La optimización de nuestros recursos energéticos, evitar el
excesivo consumismo y el despliegue de investigación, desarrollo e innovación
para mejorar y crear tecnología devengará en un exitoso plan de eficiencia
energética. La Unión Europea ha implantado una etiqueta obligatoria para todos
los electrodomésticos que indique claramente su eficiencia energética al
consumidor (los productos nuevos pueden ahorrar hasta un 70 por ciento de
consumo energético con respecto a los electrodoméstico viejos).
Una transición global
La transcición energética podrá efectuarse de manera
paulatina pero en un período ya sólo de 23 años debe concluirse por completo.
Debe contener un plan íntegro de la mano de un plan de eficiencia energética y
debe darse de manera global, ya que el problema energético es global tanto
económica como ecológicamente hablando. Bastante cortos quedarían los esfuerzos
si la transición sólo la efectúan los países desarrollados, pues los demás
seguirían contaminando y siendo dependientes económicamente de la energía sucia.
La grave crisis de Irán es debida a que el gobierno se empeña en utilizar
energía nuclear. Si, según ellos, sólo la necesitan para fines pacíficos, es
decir, su único argumento es que la necesitan sólo para producir energía
eléctrica, entonces ¿Por qué la Unión Europea no ofrece ayuda para implantar un
sistema de energía renovable, en lugar de empeñarse en amenazar con sanciones
económicas y cosas que no han interesado ni intimidado lo más mínimo a los
iraníes?
Si lo que quiere Irán es energía, ¿Por qué no ofrecer
energía? ¿Por qué no ofrecer energía limpia y pacífica? ¿Por qué la UE no da el
ejemplo y cierra las centrales nucleares suplantándolas por energía renovable?
Tal como lo ha hecho la ciudad de Sacramento en Estados Unidos, al cerrar su
enorme planta nuclear gracias a la presin pública, y en su lugar desarrollaron
una súper estación de energía solar.
Recientemente un sofisticado informe avalado por el gobierno
británico alarma al mundo entero de lo que para el simple sentido común es
evidente: Las catastróficas consecuencias del calentamiento global en los
próximos años si no se toman medidas inmediatas para disminuir las emisiones
contaminantes de los combustibles fósiles, como el desplome de la economía
mundial; millones de desplazados en todo el orbe; inundación de las ciudades
costeras, entre otras catástrofes.
En la era del siglo XXI, a pesar de nuestra ciencia y
tecnología, todavía tenemos que extraer de la madre Naturaleza todo cuanto
necesitamos para vivir: el agua, el aire que respiramos, los minerales, los
vegetales y animales. Y a cambio le escupimos. ¿Por qué tanta ingratitud y
soberbia? ¿Dónde está nuestro respeto y admiración por la vida y su diversidad,
nuestra compasión por los seres vivos? ¿Dónde están nuestros mejores deseos para
nuestros hijos, nuestro propio futuro?
Ya sólo quedan menos de la mitad del territorio de bosques en
todo el planeta y también somos la causa de la extinción masiva de especies, y
esto está a la vista de todo el mundo.
Por civilización se entiende un conjunto de personas
civilizadas. ¿Cómo se puede hablar de civilización cuando nosotros -los
habitantes- consumimos irresponsablemente desertizando, extinguiendo especies,
agotando los recursos y contaminando el planeta? ¿Cómo podemos llamarnos
«civilización moderna» si nuestro comportamiento es equiparable al de un
parásito? ¿Si nuestro estilo de vida es bastante más nocivo para el planeta que
el de nuestros antepasados cavernícolas?
¡Aún estamos a tiempo! La urgente transición hacia las
energías renovables es la solución. Nada ni nadie debe impedirla, ¡exijámosla
ahora!