Los pensamientos entran y salen,
creando una apariencia de «realidad» en continuo movimiento y cambio. Por eso
tenemos la sensación de que la vida es profundamente cambiante.
Concepción Curiel es licenciada en Derecho
y fue abogada en ejercicio durante once años en el bufete Garrigues y en la
multinacional BMG. Dejó la abogacía y se fue unos años a India a estudiar con
Ramesh Balsekar, un maestro de Vedanta Advaita. Se inició la meditación desde
hace 19 años y la enseña desde hace seis, tanto a nivel individual, como
diseñando programas para empresas y organizaciones. Especialista en filosofía
Vedanta Advaita (no-dualidad), ha sido alumna de los principales maestros
internacionales contemporáneos y con algunos de ellos colabora actualmente.
Desde hace tres años es directora del espacio de meditación El Observatorio
ubicado en Madrid.
En paralelo a su actividad en el ámbito de
la meditación, desde el 2001 es Coach Personal, certificada por la Asociación
Española de Coaching, con una amplia formación y experiencia en consultoría y
terapia sistémica.
Pregunta: ¿Qué es en su opinión la de la meditación?
Respuesta: La
práctica de la meditación es una herramienta para conocer la mente, para
distinguir lo que no es real. La causa de nuestro sufrimiento no está en ahí
fuera en eso que llamamos «realidad» sino en que tomamos por real el contenido
de los pensamientos que están operando en nuestra cabeza y que es puramente
ilusorio.
Durante la práctica de la meditación se
produce continuamente un espontáneo e imprevisible «darse cuenta» de los
pensamientos. Hasta que ese «darse cuenta» se produce todo aquello que acontece
en el pensamiento parece completamente real, como ocurre mientras soñamos.
Cuando ese espontáneo «darse cuenta» tiene lugar el carácter ilusorio de esa
«realidad» queda a la vista y el sufrimiento generado por ella se desvanece. La
característica fundamental de ese estado de pensamiento, por así decir, es que
hay un sujeto separado e independiente, que se conoce con el nombre de «ego»,
cuya existencia se construye creándole una continuidad de pasado a futuro a
través de su vinculación con la acción como actor y sujeto pasivo de la misma.
La sensación de separación que tiene el ego es la causa primera y última de todo
sufrimiento.
P: ¿Qué tipo de meditación se practica en El Observatorio?
R: Hacemos dos
tipos de práctica: la práctica externa y la práctica interna.
La práctica externa consiste en posar la
atención en aquello pueda ser percibido con los sentidos. Puede ser atender al
movimiento del cuerpo, a la respiración, a una vibración, a un sonido, etc…
Este tipo de práctica supone una total entrega a la percepción sensorial hasta
perderse en ella?hasta que el el cuerpo, la respiración la vibración,el sonido
se perciba a sí mismo?
Para este tipo de sesión hacemos las
Meditaciones Activas Osho.
La práctica interna (que llamamos
Contemplación interior) aborda el mundo interior que no precisa de los sentidos
para ser conocido. En el mundo interior hay pensamientos o ausencia de ellos.
Puede haber un espontáneo darse cuenta de que hay un pensamiento y en ese
momento se establece una distancia entre el propio pensamiento y aquello que lo
atestigua. Cuando el pensamiento es reconocido como tal tiende a desaparecer?
Queda entonces el atestiguador atestiguando desde la distancia una nada amorfa,
e indiferenciada. Cuando este modo de percibir se estabiliza, el atestiguador se
convierte en el objeto de atestiguación. Ambos, atestiguador y lo atestiguado,
se dan en simultaneo y no son diferentes. Se abre la percepción no dual?
P: A los alumnos que vienen al centro, ¿les explica algo
antes de realizar la práctica meditativa?
R:. Durante las
sesiones de práctica que tenemos durante la semana se habla poco. Las
explicaciones y diálogos tienen sobre todo lugar en el «Curso de Iniciación» en
el que se tratan en profundidad los fundamentos de la práctica meditativa.
En las sesiones de práctica, si hay alguna
persona nueva, se explica dónde y cómo debe colocarse la atención y se contesta
a las preguntas de los participantes.
Algunas personas dicen que la meditación
es difícil, que les cuesta. Estas expresiones revelan que la persona tiene
expectativas que no se han cumplido y también que ha «intentado» hacer o dejar
de hacer algo. En estos casos se le invita a darse cuenta de cuáles son esas
expectativas y la naturaleza de las mismas (pensamientos) también se les invita
a darse cuenta que todo «intento» es también un pensamiento que pretende crear
un vínculo del «yo» con la acción. Ese vínculo es absolutamente ilusorio. La
acción se producirá o no con total independencia del esfuerzo psicológico que
haya mediado.
Cuando la comprensión de todo ello cala
profundamente, la vida se convierte en un flujo ininterrumpido e indiferenciado
de acción que acontece por sí mismo, sin dificultad o esfuerzo alguno.
P: ¿Meditar es no pensar en nada?
R: El «yo» que
podría controlar la acción de pensar es un pensamiento más. Un pensamiento como
otro cualquiera.
Los pensamientos aparecen y desaparecen de
manera absolutamente espontánea. Ese «yo» que suponemos que piensa y que podría
controlar el pensamiento es un producto mental más que no tiene vinculación
alguna con la acción de pensar ni con ninguna otra.
El «yo» no puede controlar el pensamiento
porque es un pensamiento más.
¿Qué problema hay con los pensamientos?
Los pensamientos aparecen y desaparecen eso es todo.
El asunto está en que se produce una
identificación con ese pensamiento «yo» que crea una ficción de realidad
independiente y separada, con una aparente voluntad propia, actor y sujeto
pasivo de la acción. Esa es la raíz de todo el asunto y, por tanto, es lo que,
en mi opinión, debe ser investigado.
El «yo» no puede controlar el pensamiento
y por tanto pensar o dejar de pensar a voluntad porque es un pensamiento. Es
como un tigre de papel: que jamás podrás comerse a nadie.
P: ¿Qué perfil tiene la gente que viene a meditar?
R: En términos
de edad hay poca gente en los veintes. Son una excepción. Hay casi más hombres
que mujeres. Todas las personas que se acercan a la meditación, aunque expresado
en distintos términos, persiguen lo mismo: aquietar la mente, estar en paz.
En ese «aprendizaje» para aquietar la
mente se puede descubrirse la raíz del asunto, esto es, que ese «yo» que quiere
aquietar la mente es también mente.
Esa comprensión no cambia nada. No implica
la muerte del «yo» porque ese «yo» nunca estuvo vivo. Pero a la vez lo cambia
absolutamente todo. No se consigue la paz, se Es paz.
P: ¿Cuánto duran las meditaciones?
R: Las sesiones
de meditación duran alrededor de 75 minutos. Una hora de práctica y un cuarto de
hora de diálogo.
Al principio la práctica de la meditación
se limita al tiempo de la sesión en el centro. Conforme se va avanzando la
meditación se incorpora a cada momento de la vida. Es la vida. El darse cuenta
de los pensamientos se produce en el momento mismo en el que el pensamiento
emerge y se consume instantáneamente.
P: ¿Cuántos días a la semana es aconsejable venir?
R: Aconsejo que vengan el mayor número de días posible.
Dicho esto, hay semanas que vienen dos días, otras que uno, a veces ninguno.
Cualquiera que sea la frecuencia que vaya resultando está bien. El pensamiento
de querer venir a meditar y que no suceda genera una tensión que se traduce en
un «intentar venir» o sentirse culpables por no haber venido. Siempre les invito
a que se den cuenta de que esa sensación de obligación o de culpabilidad
proviene de la identificación con un pensamiento que dice «tendrías que haber
ido» o «tendrías que ir». Nada más. El venir a meditar sucede o no, por sí solo.
P: ¿Cree que si se practica meditación a menudo se está más
equilibrado psicológicamente?
R: Entiendo que
una persona equilibrada psicológicamente es aquella que está centrada en su
quehacer diario y está en paz consigo misma y con los demás.
El desequilibrio psicológico surge cuando
tomamos por real aquello que sólo está en la mente. Entonces surge la
preocupación, el miedo, la culpa, la sensación de que la vida es un continuo
esfuerzo, el rencor, la impaciencia etc. que en definitiva es lo que nos hace
sufrir.
En este sentido la meditación puede
resultar de mucha utilidad porque al facilitar el reconocer y observar los
pensamientos como lo que son, evita que se produzca la identificación que causa
el sufrimiento o lo hace disminuir.
P: ¿Hay algo que quieras añadir para terminar?
R: Este
pensamiento que he escrito hace poco:
La paz
que tanto anhelas
no es algo
que puedas sentir.
Es una ausencia.
Como la que
proporciona
la certeza
de saber que el sol
se levantará cada mañana
o el tener
dos ojos
sanos.