Carmen Benito es
terapeuta desde hace 20 años, un mundo en el que empezó a introducirse tras
terminar la carrera de Biología. Su experiencia en el tratamiento del cuerpo y
las emociones abarca campos como la reflexoterapia podal, el masaje metamórfico
y la terapia cráneo sacral. Actualmente imparte cursos de algunas de estas
disciplinas, desde una visión de la terapia como una oportunidad para
reinstaurar el equilibrio de la persona.
Pregunta: ¿Cómo te introdujiste en el mundo terapéutico?
Respuesta: Cuando estaba en quinto de Biología, sabía que
después de terminar los estudios la salida profesional en ese momento era
complicada, por lo que decidí aprender también formación profesional de
Estética, así que en el verano de 1980 me licenciaba en biología al tiempo que
terminaba la formación profesional. Pero sería unos años más tarde cuando a raíz
de un congreso de estética entré en contacto con el campo de las terapias
manuales, y comencé a aprender distintas técnicas hasta especializarme sobre
todo en reflexoterapia podal y masaje metamórfico.
En 1989 comencé el aprendizaje de las terapias manuales,
primero quiromasaje, después reflexoterapia podal, y esta fue la técnica que más
llamó mi atención, hasta el punto que hoy me defino principalmente como
reflexoterapeuta. La primera persona a la que hice un tratamiento continuado con
esta técnica, padecía de Esclerosis Múltiple. Yo en aquel momento sólo había
cursado el primer nivel, pero al ver los resultados tan buenos que conseguía ya
en la primera sesión, decidí seguir aprendiendo cada vez más, para lo que tuve
que desplazarme a Barcelona para terminar el segundo y tercer nivel de la
escuela de Marquardt, ya que en Madrid no se continuaba por falta de alumnos.
Después aprendí otras muchas técnicas de terapia, pero las
que principalmente utilizo son: Reflexoterapia Podal, Masaje Metamórfico,
Quiromasaje, Drenaje Linfático y terapia Cráneo Sacral.
Desde 1991 enseño reflexoterapia podal y desde 1997 Masaje
Metamórfico. Pero la base de mi aprendizaje han sido las personas que me han
permitido tratarlas y han confiado en mí, querer ayudarlas es lo que me ha
llevado a desarrollar mi propia técnica de trabajo totalmente personalizada.
P: ¿Cuál es tu visión de la terapia?
R: Considero que la terapia, sea cual sea la que
elijamos, debe ayudarnos a reconectar con nosotros mismos para poder encontrar
el camino de vuelta al equilibrio, tanto físico como mental o emocional, ya que
esa será la base de nuestra salud. Para ello, como terapeutas debemos aprender a
escuchar cada vez más al cuerpo y a lo que nos cuentan, incluso a los gestos,
estar atento a los movimientos sutiles del campo electromagnético de la persona.
Aprender a estar en nuestro centro cada vez que hacemos una terapia para sentir,
actuar y al tiempo no implicarnos con lo que le sucede al otro para no salir
nosotros desequilibrados.
P: ¿Cómo combinas las diferentes técnicas terapéuticas?
R: Según sea la persona que llega a terapia, y lo que me
cuente que le pasa así decido cual es el camino más apropiado, más de una vez me
han pedido una sesión de reflexoterapia podal y hemos hecho masaje metamórfico o
me han pedido quiromasaje y he utilizado drenaje linfático. Primero escucho a la
persona y después, aunque ella lleve otra idea, le propongo lo que creo más
apropiado. Suelen hacerme caso y confiar en mi criterio.
P: ¿Cuáles son, según tu visión, los pilares para un buen
estado físico, mental y emocional?
R: Creo que el pilar básico de todo el equilibrio es la
felicidad. Sé que cualquiera que lea esto pensará que es muy fácil decirlo, pero
cómo alcanzarlo. El conocimiento de nosotros mismos, la adaptación a los cambios
de la vida y, la aceptación de lo que tenemos, agradeciendo cada día, para
seguir creciendo en sabiduría y amor hacia nuestro ser interior y todo lo que
nos rodea.
Esto nos lo enseñan los maestros que nos pone la vida en el
camino para que aprendamos, en mi caso fueron por un lado las personas
discapacitadas psíquicas con las que estuve durante seis años trabajando en la
fundación A.N.D.E. como voluntaria haciendo masaje metamórfico y reflexoterapia,
ellas me enseñaron mucho de aceptación y de amor incondicional, y sobre todo a
ver que la comunicación desde el corazón es mayor que la de la palabra. El otro
gran maestro fue ni amigo Marcos, tetrapléjico desde los 27 años por un
accidente de tráfico, con él aprendí muchísimo de reflexoterapia podal, ya que
le traté durante varios años, pero también de cómo luchar y seguir adelante ante
las condiciones más adversas: cuando dependes de los demás hasta para lo más
básico como es comer o beber o vestirte. Desde su silla de ruedas me enseñó que
las barreras no existen más que en nuestra cabeza, que cuando queremos llegar a
algún sitio no tenemos más que pedir ayuda, siempre encontraremos a alguien
dispuesto a ayudarnos. Y sobre todo me enseñó a tener un gran sentido del humor.
P: ¿Cuáles son los grandes desafíos de los terapeutas hoy en
día?
R: Podría decirte principalmente que se nos reconozca
académicamente, que por fin se creen los planes de estudio por los que se lleva
luchando muchos años. Pero creo que a pesar de todo, el terapeuta que realmente
quiere ayudar a los demás se va a formar al máximo, y muchas veces el gran
desafío es el ego de uno mismo que nos puede hacer pensar que ya lo sabemos
todo. Debemos aprender a escuchar a las personas que llegan a nosotros, muchas
veces lo que más les ayuda no es sólo la terapia que les hacemos sino haberlas
escuchado.
P: ¿Qué le dirías a una persona que desea iniciar un proceso
terapéutico y no se decide?
R: Saber en primer lugar cual es la terapia más apropiada
para el proceso que desee emprender, y, si tiene dudas, puede hablar con
terapeutas que ya llevamos años en este campo. Muchas personas me llaman para
comentarme los problemas de salud que tienen, y si por ejemplo la reflexoterapia
puede ser apropiada, si puedo, hablo con ellas en ese mismo momento o, si estoy
dando masaje y me dejan un mensaje en el contestador las llamo después, decidan
acudir a mi consulta o no. Siempre trato de ser honesta sin dar falsas
expectativas de cómo se va a reaccionar ante determinadas enfermedades; es más,
si una persona viene a mi centro y al hablar conmigo decide no tratarse, no pasa
nada, lo que siempre intento es que haya complicidad y confianza entre el
paciente y yo, esa es la base de una buena terapia.
Para todo el que desee convertirse en un buen terapeuta le
diría en primer lugar que aprenda con paciencia, el conocimiento se consigue con
la práctica. Que mire mucho hacia dentro de sí mismo para descubrir su verdadera
motivación. Ser un buen terapeuta nos pide conectar con nuestro amor objetivo
hacia el otro, para que le podamos ayudar con respeto, aceptando que existen
límites en los tratamientos.