Fáciles de hacer, ideales para la piel y con un olor
agradable, así son los jabones artesanales. La experta y escritora Mar Gómez da
las pautas para disfrutar del proceso de elaborarlos en casa. En solo una tarde
se pueden hacer jabones para todo el año. A partir de abril se puede adquirir en
Ecotienda y librerías especializadas el libro de la autora «Jabones naturales
para hacer en casa» con aceite de oliva, editorial Océano Ambar.
La mezcla de grasas
hervidas y ceniza, que son los elementos con los que se fabricaba el jabón en la
antigüedad, se encuentra por primera vez en Babilonia, hace 5.000 años. En
Egipto se usaban aceites para limpiarse los cabellos, aunque preferían
perfumarse a lavarse.
Famosos son los aceites a base de aceite
de oliva en la cuidad Siria, Alepo. Se fabricaban ya hace un par de milenios, y
fueron y son muy apreciados en todo el mundo. No eran exactamente como hoy los
conocemos, pero es lo más parecido al jabón que más tarde se perfeccionaría.
En las cercanías de Alepo se encontraban
dos productos de gran valor que podían conseguirse fácilmente: El aceite de
oliva y el laurel. La combinación de estos dos componentes es perfecta porque
tienen cualidades antioxidantes, regenerativas y antisépticas.
En muchas culturas se utilizaba una pasta
hecha a base de grasas animales y cenizas, sobre todo de haya. Se ha constatado
que el hecho de necesitar las cenizas de la madera para hacer el jabón produjo
nefastas consecuencias en algunas zonas de extensas arboledas, cuando se empezó
a fabricar el jabón de forma abundante. El desierto de Los Monegros (Aragón) es
el resultado de la tala indiscriminada de árboles, esta madera se exportaba a
Francia para la fabricación del jabón.
En el siglo VIII los españoles sustituyen
la grasa animal por el aceite de oliva, lo llamarían Jabón de Castilla, fue
mundialmente conocido. Un siglo más tarde los franceses empezaron a producir el
famoso jabón de Marsella, idéntico al Jabón de Castilla.
Hay otra historia que es más cercana, la
de nuestras abuelas y madres. En las zonas rurales de toda España hay una larga
tradición, que llega hasta nuestros días, y es la de fabricar jabón casero. Se
hace con los aceites de las frituras, con los sobrantes de manteca de las
matanzas y con todo tipo de grasas. Se usaba y se usa para lavar la ropa y,
aseguran que deja los cuellos de las camisas mejor que con cualquier jabón
comprado.
En algunas zonas de Extremadura, una vez
elaborado el jabón, se guardaba en cajitas de madera a las que añadían flores y
hojas de olor como lavanda, romero o tomillo. Estas plantas impregnaban de olor
los jabones. Actualmente, los jabones artesanales los podemos fabricar a partir
de aceites vírgenes. Para muchas personas el aceite de oliva virgen es el mejor,
al igual que para la cocina es el rey, a la hora de fabricar jabones de calidad.
Cuanto más calidad tenga el aceite, mejor será el jabón. Los podemos aromatizar
con todo tipo de olores naturales. Los aceites esenciales de nuestras zonas
autóctonas o fragancias exóticas de Oriente, están al alcance de nuestra mano.
Son una delicia los que tienen el sutil olor de la canela, el sándalo, el
espliego o la bergamota.
Debemos asegurarnos que los olores de
nuestros jabones provengan de extractos naturales de plantas o aceites
esenciales puros.
Un regalo para nuestra piel
Lo más importante de este tipo de jabones
son sus propiedades emolientes y reguladoras. Limpia la piel en profundidad,
incluso la del cutis que es más delicada.
Los jabones y geles convencionales resecan
la piel y alteran su manto ácido. En la mayoría de los casos están compuestos de
productos de poca calidad, con la idea de abaratar al máximo el producto. Sus
aromas son artificiales y precisamente los que resecan y producen que el manto
ácido se altere y produzca picores en la piel.
He conocido a personas ancianas que toda
su vida se han lavado el cuerpo e incluso el cabello con jabón de aceite
reciclado y, aunque no tengan un olor especialmente bueno, su piel lucía bonita,
sin asperezas. Lo que sí puedo asegurar es que siempre es mejor que cualquier
gel o jabón convencional. Nunca como ahora he visto niños e incluso bebés con la
piel destrozada, con rojeces y áspera como una lija. Lo que me extraña es que,
habiendo tantas posibilidades de hacer productos de calidad, nos vendan basura a
precio de oro. Y cuando encontramos un producto de calidad nos fijamos en cómo
huele.
En la mayoría de los casos, lo primero que
hacemos antes de utilizar un jabón es oler su aroma. Si se trata de jabones
naturales los olores suelen ser más suaves. Los jabones convencionales tienen
olores intensísimos, que por cierto, pasados dos minutos ya no huelen a nada. El
tema del olor está mitificado ya que, en general, no nos fijamos en otra cosa,
hacemos una división simplista. Los que huelen bien y los que no huelen bien,
nos guiamos por el olor.
En realidad nos deberíamos preguntar qué
queremos realmente de un jabón. Si hablamos de jabones naturales la gama es
amplísima; si queremos que sencillamente nos limpie la piel, es sencillo, porque
todos limpian la piel. Si tenemos algún tipo de trastorno cutáneo, como por
ejemplo acné, lo más adecuado sería utilizar un jabón de polen o propóleo. A la
hora de comprarlos podemos pedir asesoramiento.
Si lo que queremos es hacer nuestros
propios jabones los podemos personalizar y elaborar según nuestras necesidades
familiares.
Los jabones elaborados en casa duran años,
con el paso del tiempo se secan un poco, pero al humedecerlos con agua se
rehidratan y no pierden ninguna propiedad. Podemos dedicar una tarde a fabricar
jabones para todo el año, es una forma práctica de tener jabón a mano sin
necesidad de elaborarlos continuamente. De todas formas, este tipo de jabón
suele durar un mes, más o menos. Si lo utilizamos en la ducha para dos personas,
hablamos de una pastilla de unos 100 gramos. No penséis que tenéis que hacer
kilos y kilos de jabón.
Lo más importante a la hora de elaborar un
jabón es que las materias primas que se utilicen sean de primera calidad
(aceites vírgenes de primera presión en frío, aceites esenciales puros,
extractos de plantas naturales y sosa de buena calidad), que no se incluyan en
las fórmulas aceites refinados, hidrogenados o saturados. El resultado de un
jabón de calidad excepcional se diferencia en estos pequeños detalles.
Merece la pena cuidar la piel de todo
nuestro cuerpo con este tipo de jabones, ella nos lo agradecerá.