¡Volvió la primavera, que alegría! Atrás quedaron esos meses de largas noches, y de días cortos que tan rápido se iban dejándonos la sensación de no tener tiempo apenas para vivir.
Ahora parece que nosotros también brotásemos y floreciéramos como las plantas en nuestros jardines; como si todo volviera a ponerse en marcha por momentos. Esta estación del año nos habla de renovación, vuelta a la vida y renacer. Y no es casualidad que los chinos ?padres del Feng Shui- inicien su año en la estación de la primavera. Ellos llevan un calendario adelantado al nuestro, son un pueblo que valora en especial el incremento de la energía vital más que el clímax de la misma. Por eso para ellos la primavera se inicia a fines de enero o primeros de febrero cuando la savia de los árboles vuelve a ponerse en movimiento, y experimentamos claramente que los días se hacen más largos.
En primavera la vida «se moviliza» en busca de nuevas experiencias, aprendizajes y horizontes. Este momento del año se corresponde con la energía o elemento Feng Shui de la madera, el más vivo de los cinco, relacionado con el mundo vegetal y con el crecimiento. Los niños, que crecen tan aprisa, se relacionan en Feng Shui con esta energía primaveral de la madera. De ahí que se diga cuando hablamos de los jóvenes, «cumplió 15 hermosas primaveras» o tal experiencia «le ocurrió en la primavera de su vida».
Cuando dejamos atrás el «parón» invernal, tan necesario para asimilar plenamente las experiencias vividas en el ciclo anterior, se abren ante nosotros nuevas posibilidades por experimentar y disfrutar. Salimos de la recogida etapa invernal, propicia para la reflexión, y ahora podemos decidir qué ideas, sentimientos, relaciones, etc., mantener en nuestras vidas y cuáles abandonar.
Fisiológicamente, la toma de decisiones se corresponde con algunas de las importantes funciones orgánicas que desempeñan el hígado y la vesícula biliar. En Feng Shui sabemos que cuando el elemento madera está desequilibrado es más que probable que haya alteraciones en estos órganos. La persona puede sentir al inicio de la primavera esa irritabilidad de fondo que está indicando que necesita dar respuesta eficaz o diferente a las situaciones pendientes en su vida. Si se frena esa tensión o pulsación natural, a menudo se traduce en rabia reprimida o en un sentimiento muy irritable de frustración e impotencia.
La vida en primavera nos da el chi refrescante y juvenil necesario (cuando de verdad lo aprovechamos) para «romper» con el pasado que ya no nos es útil para evolucionar como personas. Si no damos la respuesta conscientemente, podemos atraer a nuestra vida los accidentes o determinados cuadros de enfermedad. Son las crisis que se presentan entonces «obligándonos» imperativamente a tomar decisiones y a asumir responsabilidades hasta ahora demoradas.
El Feng Shui insiste en que podemos evitarlas ?o por lo menos suavizar la intensidad de sus efectos cuando aparecen? si nos anticipamos, simplemente ocupándonos de fluir con la nueva estación. Para ello, una gran ayuda es acometer la conocida «limpieza primaveral» y dar un buen repaso a nuestro hogar, poniendo orden en nuestro espacio y llevando actualización a nuestra vida. De hecho, es este primer paso de «poner manos a la obra» el que nos suele costar más, ya que a partir de ese instante todo el proceso es más fácil. Nuestra casa siempre nos ayuda con pistas muy claras de por dónde hacer los cambios necesarios.
Apareció la dichosa palabrita mágica del Feng Shui: ¡el cambio! Aunque a veces nos cueste admitirlo, los cambios son a la vida como el agua a las plantas: para que éstas crezcan necesitan el agua que posibilita que los nutrientes sean conducidos a las diferentes partes de la planta. El agua mueve la vida, la cual a menudo se experimenta como un carrusel continuo de subidas y bajadas, de montañas y valles, endulzadas con algún que otro agradable y pacífico alto en el camino.
Quizá sea este uno de los años de mi vida (¡ya camino de 42 primaveras!) donde más conciencia estoy tomando del cambio que experimenta la vida del invierno a la primavera. Ha sido para mí un «invierno, invierno», donde en los últimos meses he experimentado rotundamente la quietud, el silencio y en gran medida la inactividad. Y esta vez no me he resistido en absoluto, y por eso siento que he podido recibir algún que otro regalo de la musa invernal. Al final de cada ciclo, necesitamos experimentar la esencia de la quietud y adentrarnos en los reinos del silencio, para a partir de ese punto ser capaces de trazar un nuevo rumbo. Necesitamos visionar una nueva dirección en nuestra vida que nos movilice, motive y nos llene de entusiasmo y ganas de vivir y de seguir creciendo.
Muchas personas experimentan dificultades en incorporar a su vida este conjunto de cambios primaverales. Sucede así porque muchas personas están desconectadas de los ritmos naturales, viven linealmente los períodos del año sin aprovechar las peculiaridades de cada estación, y por eso se resisten inconscientemente a la renovación tras el invierno. Esto explica que haya tantas situaciones de «astenia primaveral», con síntomas de fatiga y de descoloque en el organismo. Si estos procesos se agudizan y la persona no consigue dar el salto e introducir la primavera por sí misma, entonces llegan los momentos difíciles, a través de experiencias intensas y bruscas, por cierto nada cómodas. Son las típicas sacudidas de la energía Feng Shui del trueno, que ya no nos permiten seguir inactivos y que nos impulsan a hacer los cambios, a menudo radicales, que nuestra vida precisa.
Imaginemos por un momento cómo se vería a un majestuoso Dragón levantando su vuelo hacia el cielo y desplegando sus poderosas alas en un anaranjado amanecer a comienzos de la primavera. Acompañado de rugidos sonoros y llamaradas potentes, su silueta sin duda resultaría sobrecogedora. El miedo que podemos sentir al contemplarlo, nos refleja la parte de nuestra vida que no estamos actualizando. Nuestro poderoso dragón, el mítico animal portador de la sabiduría, el conocimiento y las elevadas influencias, se nutre de la oscuridad y del reposo terrestres de las paradas invernales. Una vez más los opuestos se tocan, y vemos surgir a la energía de la madera (la fuerza orgánica de la vida) a partir del agua misteriosa y fría. Pasadas unas semanas, la energía primaveral se irá acelerando para transformarse en el luminoso y cálido fuego del verano, siendo fiel al baile de las estaciones del ciclo de la vida.
Esa evolución es también para nosotros el camino de la salud y la armonía, es la senda del águila que aspira a surcar los altos cielos en busca de libertad y ganas de gozar la vida, sin cadenas o estancamientos. También la energía primaveral de la madera nos habla de apertura y de expansión, de amor por los espacios más vastos como los que surcan las reinas aladas del cielo. Por eso es tan importante el papel del silencio y la quietud en el invierno, para que luego al iniciarse la primavera sepamos casi instintivamente qué soltar y qué coger en nuestra vida. De ahí que hemos de retomar el carácter cíclico de la naturaleza e incorporarlo con determinación y frescura en nuestra vida moderna.
En esto, el Feng Shui nos hace el camino más fácil. Cuando aprendemos a reconocer en el espacio físico, denso, de nuestras casas las correspondencias con los ciclos naturales del exterior y también con los procesos fisiológicos de nuestro propio organismo, podemos encontrar información muy útil para efectuar los ajustes concretos que cada cual precisamos. Desde un enfoque orgánico del Feng Shui, la casa nos ofrece en cada una de sus habitaciones una lectura analógica muy interesante. Percibida la vivienda como un cuerpo, las puertas y ventanas como orificios, las paredes como piel, las distintas instalaciones como los aparatos circulatorio y nervioso, y las habitaciones como los órganos principales, podemos realizar ajustes en nuestro espacio personal, para introducir potentes mensajes subliminales en nuestro entorno que favorezcan esos cambios que ahora necesitamos experimentar.
Podemos ir entonces y «pasear» por nuestro hogar como si nos adentráramos por un bosque lleno de secretos útiles para nuestra vida hasta descubrir dónde están esos bloqueos de bioenergía, esos objetos o decoraciones que ya no tienen que ver mucho con quienes somos ahora. Y el sentido de la vista también se corresponde con la madera, de ahí que el paso siguiente a ver algo que ya no se adecua a nuestra identidad, sea actuar para transformarlo.
Es entonces cuando echamos mano a la energía más yang del fuego que nos da la fuerza suficiente para ir más allá de esas situaciones estancadas o caducas. Podemos hacerlo, y es importante llevarlo a cabo, especialmente en esas estancias que la ciencia del Feng Shui relaciona con los órganos y funciones del organismo relevantes en primavera.
Igual que la estación invernal nos predispone a dormir y descansar más, y por tanto a que usemos más nuestros dormitorios y espacios más yin de la vivienda, con la llegada de la primavera, su tono juvenil y expansivo nos llama a salir hacia fuera, y a cuidar los espacios de la casa que más se relacionan con el exterior: Puerta principal y recibidor y salón o cuartos de estar, donde recibimos a nuestras relaciones y amistades. Igualmente, si dispones de un espacio ajardinado rodeando a tu vivienda, es el momento de volver a ocuparte de él de forma más activa, para que realmente el jardín se convierta en ese pulmón de vida y abundancia que, además, nos brinda salud al protegernos de los distintos aspectos agresivos del entorno.
El espacio del recibidor donde se ubica la puerta principal o «boca del chi» es tan importante como la cara del cuerpo que contiene la nariz con la que respiramos y la boca por la que nos alimentamos. Revisa tu «hall» o recibidor y comprueba que te sientes acogido al llegar a casa y que hay espacio y luz suficiente para que la bioenergía circule y penetre en la vivienda, nutriéndola. Una vez que hayas llevado a cabo el orden y limpieza de este espacio, puedes colocar una fuente ?de tamaño adecuado al del recibidor- para movilizar el chi que entra en tu casa, y de esta manera estarás introduciendo en la entrada de tu hogar la energía del Agua que nutre a la de la Madera.
Al mismo tiempo, la fuente instalada en el recibidor funciona como un amplificador de la circulación de la bioenergía que renueva toda la vivienda. Es cierto que, en algunos casos específicos, no convendrá potenciar esta energía del Agua en el recibidor y entonces puedes recurrir a colocar plantas o móviles de sonido para activar el tono vital en la «boca del chi» de la casa.
Por otro lado, los cuadros de luces de toda la vivienda ?suelen estar siempre en el recibidor? se corresponden con la energía del fuego del Feng Shui. Cuando activamos la energía madera en el recibidor, contribuimos a potenciar la energía yang del sistema de iluminación. Es importante recordar que la vivienda ?la mansión de los vivos en términos de Feng Shui? tenga siempre suficiente energía yang. Para ello, ventilamos y soleamos bien toda la casa por las mañanas, introduciendo así el chi yang del entorno.
Cuando la ubicación de nuestro hogar no favorece esto, recurrimos a reguladores Feng Shui como las bolas de cristal, las plantas o las fuentes, y los colocamos en puntos estratégicos de la vivienda. Estos son la Puerta principal, el centro de la casa o ventanas de habitaciones que puedan captar el chi del exterior y meterlo en nuestro espacio.
El salón, por su parte, al ser una habitación de tamaño considerable, cumple dos funciones distintas aunque complementarias. Por un lado, cual pulmón de la casa, es el espacio principal donde intercambiamos opiniones, sentimientos y vivencias con las personas del exterior que nos visitan.
Como sucede cuando respiramos, algo les damos a ellos que se llevan al irse, pudiendo así apreciar nuestra persona y nuestro hogar. También, este espacio de la casa se presta a que expresemos en él nuestro sistema de valores y preferencias. El salón se comporta como una sala de trofeos, de recuerdos y de exposición de lugares, gentes y experiencias positivas vividas. A través de la decoración en nuestras salas, manifestamos nuestra identidad y nos es grato poderla compartir con los amigos.
Con el paso de los años el ambiente del salón evoluciona hacia la complejidad, recordándonos las numerosas funciones que el hígado lleva a cabo en nuestro cuerpo: funciones esenciales de nutrición, desintoxicación y regeneración. Tal vez comprendamos ahora mejor la importancia que en Occidente se da a los salones en las casas. Eso en sí es positivo, ya que desde la analogía que proponemos, el cuidado de esta habitación favorece que desarrollemos un sentido bien definido de la propia identidad.
Queremos apuntar aquí, que la energía madera afín al hígado y al salón, se apoya en el elemento agua, en la función invernal y de reposo de la vida. Esta función imprescindible de descanso y regeneración nocturnas se expresa en la vivienda a través de los dormitorios. Hoy en día estos son unos grandes olvidados de las casas, casi tanto como los pasillos que los conectan al salón y al resto de la vivienda. Para disfrutar de una vida social abundante y equilibrada (expresada en el salón del hogar), necesitamos primero gozar de una buena base, de una vida íntima que se respete y nutra a sí misma (la importante función de los dormitorios). Este es el camino para que podamos proveer de energía suficiente a nuestras relaciones.
De hecho, en otra escala, este es el papel que juega toda la vivienda, como parte yin de nuestra vida que nutre y se complementa con toda nuestra actividad en el mundo exterior; lo yang: el trabajo, los viajes y las amistades.
Este equilibrio fluido de lo dinámico y externo con lo interno y estático sigue siendo la esencia de la vida y del Feng Shui. Es saludable que lo recuerdes al inicio de esta primavera, así podrás hacer cambios inteligentes en tu espacio personal y mejorar con ello tu salud y tus relaciones. Entonces los resultados florecerán como el más fértil jardín, en esa promesa de abundancia que nos trae la vida cada primavera. Ábrete a ella, olvídate de la alergia al polen, sal a pasear y a tomar el aire y, sobre todo, ¡disfrútala!