Cambiar los hábitos alimenticios
y centrarlos en alimentos vegetales y sanos puede ayudar al sistema digestivo y
hacer que nuestro cuerpo sea más saludable
Para
un buen funcionamiento del cuerpo es vital la calidad y el tipo de alimentos que
ingerimos en la dieta. Los Naturópatas utilizamos la dieta, tanto para gente
sana como para enfermos.
Desde tribus primitivas, hasta nuestra
cultura de hoy, siguiendo las directrices de algunas religiones y los consejos
de muchos médicos, se practica este tipo de alimentación con los productos que
nos da la tierra.
Hipócrates ya dijo en su tiempo: «Que tu
alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento».
Los avances, sobre todo de países
desarrollados, han traído una serie de alternativas alimenticias que han
aportado más comodidad a la vida diaria de las personas en general, a base de
alimentos rápidos de preparar, con buen sabor y que gustan pero que no son una
alimentación nutritiva.
Esto nos ha provocado unas secuelas de
sobrepeso y obesidad, así como enfermedades como diabetes, hipertensión
arterial, colesterol.
Existen soluciones a nuestro alcance y en
beneficio de nuestra salud, siendo posible orientar nuestros hábitos
alimenticios con la ingesta total o parcial de alimentos procedentes del reino
vegetal (naturales, orgánicos y sanos), evitando los productos procesados y
refinados (azúcar blanco, harinas refinadas, aditivos, conservantes y
colorantes), y también descartando las grasas animales.
Una alimentación sana es aquella que
cumple con los siguientes requisitos:
1.
Equilibrada: en calorías, macro y micro nutrientes.
2. Suficiente:
en calorías, macro y micronutrientes.
3. Higiénica.
4. Adecuanda:
según peso, estatura, sexo, edad y actividad diaria.
5. Variada:
en sabores, preparaciones, atractiva a la vista y al paladar.
Hay una ley de la naturaleza que dice que
el reino mineral sustenta al reino vegetal y éste al animal. Cuando se infringe
dicha ley, el cuerpo empieza un proceso de intoxicación que termina en
enfermedad.
Esta alimentación es un medio seguro de de
prevención de enfermedades, ya que es más alcalina, sin materias ácidas,
mientras que el consumo de carne y alimentos preparados crean un exceso de
ácidos en el estómago, originando fermentaciones en su interior con las
consiguientes malas digestiones.
Los alimentos cocidos lo serán al horno o
al vapor para usar al máximo los potenciales de cada alimento. La temperatura
del alimento debe ser normal porque tanto lo frío como lo caliente congestionan
las mucosas estomacales.
La dieta vegetal, además de mantenernos
sanos y bien alimentados, es una buena fuente de vitaminas, minerales y fibras
naturales, siendo ideal para depurar y ayudar a desintoxicar el organismo.
Generalmente son alimentos de rápida y
fácil digestión (en mayor medida las frutas), por lo que el cuerpo no gasta
energía en el proceso digestivo y puede destinar la mayor parte de esa energía
disponible al proceso de curación.
Conviene ser sobrio en la alimentación,
cuidando de no llenar el estómago en exceso y comiendo sólo con hambre. Es
importante una buena masticación, ya que si no es así, los alimentos no se
insalivan correctamente y puede ser causa de trastornos digestivos. Igual
importancia tiene la evacuación diaria de los residuos de la digestión.
Combinar alimentos
Importante es la correcta combinación de
los alimentos, ya que una combinación errónea puede generar subproductos
tóxicos, incluso con las frutas.
Por eso, conviene tomar:
Hojas verdes: coles, alcachofas, coliflor, acelgas,
espinacas, apio, lechuga?
Raíces: patatas, zanahorias, rábanos, nabos?
Bulbos: cebollas, puerros, ajos, espárragos?
Cereales: trigo, maíz, avena, centeno; su uso debe ser
moderado y se recomienda consumir con verduras.
Frutas: que se agrupan en tres grupos:
Cítricas y Agridulces: limón, naranja, kiwi, ciruela,
cereza, muy útiles en procesos depurativos de ácido úrico o colesterol.
Dulces: uva, pera, plátano, melón, sandia, que reponen
energía y agua de gran calidad para la hidratación.
Neutras: manzana, aguacate, coco, la primera de gran
valor nutricional y medicinal.
Pescado: se consume preferentemente en estado fresco.
Legumbres: lentejas, garbanzos, judías blancas, habas,
secos, que son de difícil digestión y aconsejables consumirlos en estado
verde.
Queso: en poca cantidad y preferiblemente fresco.
Huevos: sólo se consumen cocidos.
Harinas finas, masas y pastas: son algo indigestas, por
eso se combinan con hojas verdes y hortalizas.
Pan: de granos integrales completos y sin proceso de
refinación, se descarta el pan blanco de harina refinada, es de difícil
digestión y de bajo nivel nutritivo.
Azúcar: no debe ser refinado blanco, porque produce
acidosis en la sangre; se sustituye por otros azucares naturales o miel, que
es fuente de calor y energía muscular.
Sal: se evita por ser irritante; se sustituye por otras
especias o hierbas aromáticas.
Chocolate, café: no se consumen, ya que estimulan pero
no nutren.
Grasas animales: se evitan por completo, a cambio de
las grasas de algunos frutos secos, semillas y aceite de oliva.
Leche: sólo en la infancia durante el amamantamiento y
en un periodo de la infancia; de adulto debido a las fermentaciones
intestinales debidas al calor produce el ácido láctico cuya acumulación en el
cuerpo produce múltiples alteraciones y molestias.
Carne: el sistema digestivo humano no secreta los
ácidos necesarios para digerir los nutrientes de la carne. Debido a la forma
del estómago de los humanos (alargado) hace que el proceso de descomposición
sea lento por el tiempo que pasa en él, en contraposición a los carnívoros que
es corto y su proceso rápido. Tampoco la dentadura del hombre está preparada
como la de los carnívoros.