La kinesiología como guía en el tratamiento manual

    1279

    Es una suerte poder ver la
    variada gama de terapias que existen hoy día de tratamientos corporales. Hace
    años cuando empezamos los pioneros a «ayudar a quitar dolores» la oferta se
    limitaba a ser curandero o bien masajista, siempre claro está con el alcohol de
    romero impregnando de olor la habitación de trabajo, que por aquel entonces no
    llegaba a ser consulta.

    A
    día de hoy, las formas de realizar el trabajo se han multiplicado y los
    resultados, como siempre, no dependen de la técnica en sí, sino del terapeuta y
    de cómo la utiliza; y sobre todo, como decía un antiguo profesor del que me
    acuerdo mucho, don Claudio Maceres, con mucho amor.

    Cuando nos formamos en una especialidad,
    salimos con la sana intención de aplicar lo aprendido para «ayudar a nuestros
    vecinos». La terapia manual es un arte que la mayoría de las veces tiene más de
    fe y ganas de dar, que de la técnica que aprendimos en unos meses en la escuela.

    Al pasar del tiempo y comprobar nuestros
    aciertos y limitaciones, de nuevo empezamos a preguntarnos cómo ampliar
    conocimientos para poder seguir haciendo lo que para el principiante se va
    convirtiendo en una profesión que agrada y tiene futuro. Para ello tenemos dos
    opciones: nuevos cursos de otras terapias u optimizar las técnicas que manejamos
    para que rinda mucho más de lo que nos está rindiendo hasta el momento.

    En ese afán llegamos incluso a incluir en
    nuestro calendario de aprendizaje cursos que pueden no tener nada que ver con lo
    que hacemos, pero que a nuestro entender van a cumplimentar nuestro trabajo:
    flores, esencias, cuarzos, etc. Incluso llegamos a incorporar con osadía
    terapias más complejas como la Acupuntura, Homeopatía o los remedios
    ortomoleculares para ayudarnos en los resultados.

    ¿Quién no ha hecho estudios de varias
    facetas del ser humano tan distintos que parecen no tener conexión? ¿cómo
    aplicar conjuntamente distintas técnicas?

    Intuimos que con las técnicas que
    conocemos se pueden tratar muchos de los problemas que nos van a aparecer en
    nuestro trabajo, y parece en un principio que es así. Pero cuando empiezan a
    pasar las horas de consulta, te vas dando cuenta de las limitaciones, por lo
    variado de las situaciones que se presentan.

    Conocemos varias técnicas de masaje:
    profundo de fascias, superficiales como el linfático. Diferentes formas de
    toques como nos dicen los ayurvedas, o la forma de trabajo del cráneo sacral.
    Movilizaciones que van desde el trust a cambiar la información de los
    tejidos blandos antes movilizar los más profundos. El arsenal suele ser amplio,
    el aprendiz da estímulo al profesional que se está formando para aprender de
    cada encuentro, de cada curso.

    La realidad es que vamos haciendo las
    técnicas nuestras hasta que de alguna manera las incorporamos al repertorio del
    maestro que sabe dar a cada cuerpo lo que necesita. Esto sucede con los años,
    donde poco a poco vamos probando, incorporando, desechando, y sobre todo,
    mecanizando nuestra labor.

    Al final realizamos por intuición mucho de
    nuestro trabajo. Después de un filtro obligatorio nos hemos quedado con técnicas
    que nos gustan y hemos desechado muchas que de haberlas manejado mejor,
    posiblemente continuarían en nuestro repertorio.

    De la misma manera, muchas veces hacemos
    técnicas de diferentes especialidades para conseguir un buen resultado, y estos,
    pueden ser mejores o peores pero no podemos valorarlos, puesto que cada día las
    hemos practicado con diferente estado, disposición y con diferentes pacientes.

    Si hubiéramos podido probar cada técnica
    antes de realizarlas, posiblemente muchas de las herramientas que conseguimos
    con esfuerzo de horas de cursos, podrían servirnos de nuevo. O bien, si
    hubiéramos seguido una línea de trabajo para todo el mundo diferente podríamos
    notar si nuestra consulta esta globalmente mejor.

    Hay varios métodos para preguntar al
    cuerpo y obtener su respuesta de cómo reacciona ante un test determinado, uno de
    ellos se distingue por su simpleza, es la kinesiología.

    Localización con el test

    La kinesiología nos puede ayudar mucho al
    facilitarnos de antemano si la técnica que vamos a realizar es correcta, nos
    puede indicar en qué dirección trabajar, en qué nivel, podemos incluso probar
    con varias de las técnicas antes de realizarlas y ver qué nos dice el cuerpo de
    cada una de ellas. Ante un dolor de hombro, nos podemos ir a masajear, hacer
    ciriax, movilizar fascia, quizás ayudar en la articulación en sí, presoterapia,
    e incluso poner imanes en los puntos de acupuntura, pero ¿por donde empezar?

    Ante la pregunta, el profesional decide
    qué terapia elegir, cantidad, intensidad, etc. Pero ¿será correcto? ¿suficiente?
    ¿estoy suficiente sensible «ahora» para elegir bien, ha sido hoy un día de
    trabajo fuerte y puedo percibir bien su necesidad?

    Conocer cómo realizar el test de
    kinesiología y una noción de qué estoy haciendo puede resolver las situaciones
    de forma diferente, con menos trabajo y mejores resultados.

    Valorar la limitación de movimiento con un
    test de kinesiología, nos puede decir qué dirección está perjudicada y cuál es
    el motivo.

    Si contraemos un músculo y nos da un
    estrés en nuestro test, sabemos dónde hay un problema, después podemos saber qué
    fascia está dando problemas, sencillamente con estirarla un poco y probando de
    nuevo el resultado del test. Una articulación se va a mostrar con estrés cuando
    acortemos su recorrido, dando un test fallido si tiene algún problema.

    Sencillamente, estos tres test nos pueden
    dar mucha información del conjunto antes de empezar a trabajar. El resultado nos
    puede hacer saber que músculo o conjunto de ellos está de alguna manera no
    trabajando correctamente, las fascias que están en tensión y la parte de
    articulación que de hay que trabajar.

    A continuación expongo tres buenas pistas
    para cualquier terapeuta: ya sea experto o principiante, el hecho de saber de
    antemano qué tiene que trabajar le puede dar idea de cómo y quizás por donde
    empezar. Sencillamente acortando, estirando y cerrando la articulación.

    La forma e intensidad del test es
    independiente una vez que se conoce. Incluso se puede realizar en otra
    articulación a distancia, como una pierna, si el hombro está difícil o doloroso
    de mover, otra ventaja.

    De la misma manera no es necesario forzar
    los test, puesto que la kinesiología al trabajar sobre el esquema corporal va a
    dar señal al mínimo movimiento, por lo que teniendo a la persona en una postura
    cómoda, podemos pedirle que mueva muy ligeramente el brazo en la dirección
    elegida, o estirar muy suave para ver el estado de la fascia. Cuando ya sabemos
    dónde trabajar, podemos elegir la técnica que vamos a usar: si vamos a utilizar
    los masajes es muy fácil ver qué le va a ir bien al cuerpo, nos dirá si se le
    puede tocar, en qué dirección le mejora el test, cuál es la presión apropiada e
    incluso el aceite que le puede venir mejor. Si es fascia, podremos elegir entre
    las diferentes técnicas que conocemos (rolfin, transverso profundo). Esto mismo
    es aplicable a los huesos.

    Si tu formación te ha permitido aprender
    sobre los ritmos cráneo sacrales, la mejoría es impresionante, puesto que más
    que llevar a un equilibrio acompañando, podemos buscar dónde están los bloqueos
    si no somos lo suficientemente sensibles (o ese no es nuestro día especialmente
    sensitivo). La manera, preguntando al cuerpo con nuestros test. Para ello, una
    vez que conoces las técnicas lo que puedes hacer es movilizar los huesos en una
    u otra dirección, y ver el resultado en el esquema corporal o mucho más sencillo
    en nuestros test con mudras (posturas de manos que nos dan mucha información).

    El conocer oligoelementos, sales, o
    complementos nutricionales no se hace complicado al poder preguntar al cuerpo de
    nuevo si hay alguno prioritario, dentro de los que hayamos elegido para esa
    persona.

    Todo esto se puede aprender en poco tiempo
    y los resultados son sorprendentes. Por supuesto, hacer esto es sacar mucho
    partido, pero no tanto como se le puede sacar cuando se conoce el método.

    Son pocas las técnicas que conozco que
    vean al ser humano como una globalidad y que funciona gracias a la información,
    lo más normal es que cada especialista te cuente que con su técnica se resuelva
    todo lo que pueda traer una persona, la verdad es que después de años de
    trabajo, nunca he podido resolver un problema estructural con sólo técnicas
    osteopáticas. Pruébalo unos años y sigue a los pacientes que trates, verás cómo
    se repiten las lesiones de esa cadena, puesto que ha habido un aprendizaje, es
    decir unas informaciones que no quitaste.

    Trabajar como si el cuerpo fuera
    estructural es como ser Gepeto reparando a Pinocho, y ya estamos en la era del
    ordenador.

    Comprender los conceptos de que el cuerpo
    funciona por información y que la mayoría de los procesos llevan implicados
    varios sistemas, te hace ver la misma lesión como el resultado de varias
    carencias, excesos y un incorrecto funcionamiento del sistema de autorregulación
    del conjunto del cuerpo.

    La lateralidad, las cicatrices en la
    distancia, los focos dentales, los problemas de ojos, propiocepción del pie,
    adaptaciones de otros sistemas, etc. pueden mostrarse sensibles en el conjunto
    global de ese dolor de hombro.

    Hay veces que incluso son prioritarias y a
    menudo las causantes, esto no podemos perderlo de vista si queremos tener
    siempre mejores resultados.

    Puede ser complicado sólo con leer lo que
    expongo y peor el intentar llevarlo a cabo en el trabajo diario de un terapeuta
    manual, pero debido a su sencillez tanto para el terapeuta experto como para el
    principiante, merece la pena el esfuerzo de echarle unas horas al método.

    Las diferentes formas de chequear nos
    permiten buscar un test que debilite el sistema y acto seguido buscar alguna
    técnica, bien sea tocando, poniendo una aguja, magneto, presión o algún producto
    que quite ese estrés, considerándolo como supuestamente mejor dentro del
    tratamiento a realizar.

    Eso podría ser simple y efectivo, de hecho
    muchas de las personas que han conocido el test se han quedado en esta fase de
    preguntar y buscar algo para solucionar el estrés que señala el cuerpo.

    La realidad cuando quieres conseguir un
    trabajo profundo es hacer lo mínimo, puesto que el cuerpo tiene mermada su
    capacidad de recibir información en la zona. Para ello hay que hacer las mínimas
    técnicas posibles, debiendo aprender a filtrar y elegir las prioritarias de
    tratamiento que estén involucradas.

    La parte interesante es cuando después de
    un test de hombro que te indica mal, puedas preguntar por diferentes partes del
    cuerpo para saber si tiene relación esa cicatriz de apéndice o ese problema de
    boca con ese hombro que se resiste a los mejores tratamientos. Ésta es la parte
    interesante y donde la kinesiología nos puede asombrar con los resultados y la
    sencillez.

    Sea la forma escogida la que hacemos para
    comprender qué estructuras están con problemas, o bien si preferimos preguntar
    por la dirección, presión de nuestro masaje, o como buen profesional, haciendo
    test y corrigiéndolos, la terapia es extremadamente sencilla.

    Los resultados no dejarán de sorprendernos
    si nos dedicamos a profundizar en los test de pregunta-respuesta al cuerpo y
    podemos incorporar el concepto de que el cuerpo funciona como un procesador de
    información y es ahí donde hay que trabajar.

    Conviene recordar que una estructura se
    lesiona difícilmente, puesto que tiene muchas posibilidades de que se adapte
    cualquier otro sistema para no sobrecargarse. Por tanto, como mínimo, hay que
    mirar zonas de posible adaptación y quitar la mayor información posible. Esta
    información, en última instancia, se refleja con un exceso de energía
    mostrándose como dolor, hinchazón, limitación del movimiento, etc. Una
    información que no es sólo una y que cuantas más sepamos apreciar y aliviar,
    mejor para el paciente y nuestro trabajo.

    El cuerpo está procesando constantemente
    miles de informaciones que al final se traducen en un esquema corporal, si este
    esquema tiene una lesión, puede ser traumática en la zona, o puede ser por
    adaptación del resto del sistema.

    Incluso cuando es por traumatismo directo,
    es aconsejable hacer una primera inspección en todos los mecanismos que tengan
    que ver con ella, reconstituyendo de alguna manera el terreno débil o
    hipertónico que puede que tuvieran mucho que ver en el por qué sucedió.

    Ser diestro, zurdo, con un problema de
    visión, un esguince crónico o haber visitado últimamente al dentista puede
    cambiar toda la consulta de ese dolor de hombro, y todo con un simple test. Creo
    que merece la pena dedicarle un poco de nuestra atención.