En septiembre del 2005 se celebró el Primer Encuentro
Internacional de la Ecología del Agua en Riópar –Nacimiento del Río Mundo– en
Albacete. Allí acudió el Dr. Masaru Emoto, autor del libro «Mensajes del agua.
La belleza oculta del agua». Él, es profesor de una ciencia que se llama «hado»,
que significa ondulación. Ciencia que está en la base de la evolución, pues se
ocupa del principio de todo. El mundo entero nace a partir del hado, el cual no
se percibe a simple vista.
Todas las cosas tienen su hado. Gracias al hado respiramos
los seres humanos, los animales y las plantas, todo tiene su propio hado y
gracias al hado, estamos vivos, resonamos, nos movemos y, por supuesto, nos
reímos. Decir hado, es decir, vibración.
Todas las cosas que existen tienen vibraciones. Las
vibraciones son energía. La vibración es vida y el único vehículo que existe en
el universo que transmite esas vibraciones vitales es el agua. Así, el agua se
encuentra en el origen y en el mantenimiento de la vida.
Sirvan estas palabras, de brevísimo resumen de la excelente
aportación del Dr. Masaru Emoto en su extraordinaria conferencia de dicho
Encuentro, al que tuve el honor de ser invitado y en el que intervine como
ponente inaugural con una charla-coloquio sobre el «El agua y el humor»
(Hidroterapia y Risoterapia).
Entonces me preguntaba: ¿Es posible transformar la vida en
una fuente de risas en vez de en una fuente de llantos?, ¿Existen recursos,
técnicas o herramientas para poder vivir en nuestro mundo con sentido del humor?
Sí que existen y, además, están al alcance de cualquiera. Sólo hay que aprender
a darse cuenta de ellas. Aprender a observarlas, aprender a descubrirlas y
aprender a utilizarlas. Esto es lo que se trata de hacer en Risoterapia. Sólo se
requiere dejarse llevar en la vida cotidiana por la curiosidad natural, esa
extraña cualidad que nos impulsa a «escuchar detrás de una puerta o a buscar la
otra orilla de la mar». Autobservarnos amablemente y agradecidamente desde la
asombrada toma de conciencia de nuestra propia realidad, comenzando por el
lenguaje que determina inconscientemente nuestro comportamiento.
La primera herramienta la descubrimos en la misma etimología
de la palabra «humor». ¿Qué significa? Significa «humedad», «líquido»,
«fluido»… y por extensión «agua». Luego tener «sentido del humor» es tener
«sentido del fluido… de los líquidos… del agua» y esto nos está indicando
que hemos de observar el comportamiento natural de los fluidos, de los líquidos
y de las aguas. Este aprendizaje convertirá nuestra vida en una fuente de
recursos humorísticos para nosotros y para cuantos conviven con nosotros. Así
aprenderemos a contemplarnos a nosotros mismos desde una visión más ondulada,
más curva, más azul, más transparente, más inconmensurable, más femenina, más
oceánica, más líquida, más blanda; de esta manera nuestra vida en singular será
una fuente de risas en plural.
LA NATURALEZA DE LA RISA Y LA RISA EN LA NATURALEZA
Hablar de la naturaleza de la risa es remontarse a las
leyendas sobre los orígenes de la Canción de la Vida. Es entrar en el mismísimo
corazón de la vida y contemplar con desconcierto de nosotros mismos cómo la vida
se nos va riendo en cada pulsación. La natural realeza de la risa consiste en su
latido sonoro y dinámico.
Re-irse es un ejercicio de vuelta al origen. Es por eso, que
en la misma medida en que nos alejamos del primer asombro y nos olvidamos de ser
unos recién nacidos en cada instante nos adulteramos. No es que dejemos de
reírnos porque nos hacemos viejos, sino que nos hacemos viejos porque dejamos de
reírnos.
El Homo-Ludens es una emergencia de la puericultura. Así, la
risa es primordialmente una resonancia de todos los instrumentos de nuestro
cuerpo. No se es per-sona si no se suena como toca. Y así le pasa con nosotros
al talento de la risa, como le pasaba al arpa del famoso poeta romántico «que de
su dueño tal vez olvidada, veíase en un rincón dormida y cubierta de polvo».
El descuido de nosotros mismos como instrumentos hace que nos
desafinemos y nos destemplemos. Aprender de nuevo a reírse es hacer un ejercicio
de autoafinación. Templarse de nuevo como un ejercicio de recuperación de la
sana tensión vital. La risa es, en principio, son-risa. Después bio-danza. Baile
de cada uno al son de su propia risa. Expresión corporal y locomotriz del agua
en movimiento que somos. Viaje pausado del aire que somos al compás de la
inspiración y la espiración, descrito poéticamente por Jorge Manrique: «Nuestras
vidas son los ríos que van a dar a la mar»… La naturaleza de la risa es ritmo,
movimiento, sístole y diástole, contracción y dilatación diafragmática que,
separando físicamente la cavidad torácica de la abdominal, nos entrena
psíquicamente para «hacer de tripas corazón». La risa es receta de acción
digestiva productora de inmunoglobulina A, antiviral que se detecta en la
saliva.
La risa es juego de niños, chisporroteo de absoluciones
repentinas, revoloteo de pájaros en el patio del recreo… la risa es una
instintiva respuesta sensacional ante la broma de la existencia, y aunque
todavía queda quien hace de la risa un distintivo humano, las evidencias apuntan
a que la risa establece sus límites más allá de la humanidad.
La risa se manifiesta en la naturaleza de diversas e
indomables formas. Es obvio que a medida que van avanzando los estudios y
conocimientos de los neurocientíficos, de los etólogos y de otros especialistas,
lo que antes se consideraba una diferencia o frontera distintiva entre los
humanos y los animales, como por ejemplo ocurría con la fabricación de
herramientas, se va descubriendo que ellos también participan de estas
cualidades hasta entonces calificadas de exclusivamente humanas.
Pues bien, en relación con el tema de la risa en la
naturaleza, deseo citar aquí un libro best seller internacional, «In the Shadow
of Man», de Jane Goodall, basado en la prolongada familiaridad que mantuvo con
una comunidad de chimpancés en la región de Gombe en Tanzania. Según esta gran
especialista, los chimpancés y otros grandes monos, o los orangutanes se ríen
también, y no debemos olvidar que los seres humanos somos una de las tres
especies de chimpancés y en la transición de la risa de los chimpancés a la risa
humana, simplemente hay una diferencia en la exhalación del aliento que se
modula en nosotros a favor de la vocalización de la risa y, por supuesto, la
diferencia actual entre la risa producida en la naturaleza y la risa humana,
reside sólo en el tipo de estímulo que la produce. Es decir, en qué nos hace
reír a unos y a otros. Y esta diferencia sólo puede aplicarse a los humanos
adultos, porque no existe entre los bebés. Me estoy refiriendo a las cosquillas,
al con-tacto no verbal. Probablemente las cosquillas constituyen la forma más
primitiva, más natural de generar y de estimular la risa.
A un chimpancé o a un bebé un chiste no les saca de su
autismo. Así, las cosquillas son en la naturaleza la causa de la risa y la risa
una forma importante de comunicación preverbal. La risa en la naturaleza va
íntimamente ligada a las cosquillas, las cuales constituyen una parte importante
del juego de interacción y de aprendizaje relacional.
LA RISA Y LA HISTORIA DE LA MEDICINA EN OCCIDENTE
En las grandes tradiciones terapéuticas de la humanidad, la
curación se ha entendido como un proceso holístico e integral, que implica a la
totalidad del ser humano y no sólo a la parte enferma.
Si nos remontamos a nuestra tradición occidental, tenemos que
remitirnos a la figura de Asclepio (para los griegos) Esculapio (para los
romanos). Históricamente, Asclepio fue un héroe sanador que tenía su centro en
Epidauro, en el corazón mismo de Grecia. Durante más de mil años acudieron a su
templo enfermos de todas partes del mundo antiguo. La eficacia de sus métodos
era tal, que tras su muerte, Asclepio acabó siendo divinizado. Así, su doble
condición divina y humana sugería que una curación sólo es completa cuando
resulta de la intervención humana y divina, dicho de otra manera, cuando es
corporal y espiritual.
Pues bien, en el pórtico de su templo los enfermos podían
leer el lema básico de su medicina: «Puro ha de ser el que entra en el templo
perfumado. La pureza es tener pensamientos sanos». Esto se conocía como «Nooterapia»,
terapia de la mente (noos, en griego significa mente). Terapia de la mente que
implicaba un proceso de cambio de actitudes y de valores. A esto lo llamarían
posteriormente los cristianos «Metanoia», es decir, «Conversión». Conversión que
significaba cambio de conductas, cambio de hábitos, cambio de pensamientos y de
actitudes disarmónicas con uno mismo, con los demás, con el cosmos y con la
fuente originaria de todo, para restablecer el equilibrio perdido que se
manifestaba en diversas patologías físicas, psicológicas y espirituales.
Restablecido ese equilibrio desaparecía la sintomatología
patológica, la enfermedad. Así, en Epidauro las curaciones se llevaban a cabo de
forma holística por medio de métodos bien diferenciados con espacios
específicamente diseñados. Allí se levantaba el Ábaton, santuario en el que los
enfermos dormían para tener sueños de comunión con la divinidad, que les tocaba
y les curaba. Allí estaba el Odeón, local en el que se podía escuchar música
tranquilizadora y se recitaban poemas que conducían al éxtasis. Allí estaba el
Gimnasio en el que se hacían ejercicios físicos que integraban la mente y el
cuerpo como escribió el poeta Décimo Junio Juvenal (60 – 130 d. C.): «Hay que
buscar una mente sana en un cuerpo sano».
Allí se encontraba el Teatro, donde se representaban
situaciones complejas de la vida, para desdramatizarlas (psicodrama cómico) y
facilitar así la curación del sentimiento trágico. Allí estaba también la
Biblioteca, donde se podían consultar libros, admirar obras de arte y participar
en tertulias-coloquios sobre los más diversos temas. Allí nació lo que los
griegos llamaban la «Escoleia», que significa «lo que se hace en el tiempo
libre», es decir «en el recreo». Esta es la palabra de la que se deriva el
vocablo «Escuela», porque para Asclepio, lo que se hace en el tiempo libre es
aprender, crecer, mejorar… Y es en este Teatro y en esta Escoleia donde se
practicaba la «Geloterapia», «Gelos» en griego significa «Risa». La Risa
sanadora, que es la risa sin melancolía y sin sarcasmo. Para Asclepio es la risa
propia de quien conecta con la sabiduría de los dioses. Reír con esa risa que
los dioses nos ofrecen es hacerse eco de la hilaridad de lo serio,
revelándosenos así una salida del laberinto de nuestra propia mente, el abandono
de los límites personales… porque hay que saberse reír de ellos si deseamos
gozar de Salud y de Salvación (Mysterium Salutis).
La medicina alternativa moderna no hace más que rescatar,
muchas veces inconscientemente, esa memoria terapéutica de nuestra propia
tradición, ahogada por una parte gracias al estrecho paradigma del serio
reduccionismo científico y, por otra parte, gracias a esa seria manía o síndrome
exoftálmico de mirar afuera, hacia la India, hacia China o hacia los
extraterrestres. Por eso, creo que no nos viene nada mal el recordar a unos y a
otros, cómo nuestros llamados padres de la medicina occidental alopática, Galeno
e Hipócrates practicaban, siguiendo las enseñanzas de Asclepio, la Geloterapia (Risoterapia)
y cómo de acuerdo con su Teoría de los Humores (Humorterapia) afirmaban «que la
risa moviliza el diafragma, y éste masajea la zona del hipocondrio,
contribuyendo así a liberar la angustia».
NUEVOS ESPACIOS PARA LA RISA DEL TERCER MILENIO
Aunque la risa cada vez se asocia más a una de las llamadas
terapias complementarias y aumentan cada día las evidencias de su efectividad
clínica, según demuestran numerosas investigaciones llevadas a cabo por el Dr.
Willian Fry, dedicado durante más de treinta años al estudio médico de la risa,
y por el Dr. Robert Holden, fundador de The Happy Proyect, logrando así abrirse
nuevos espacios en el ámbito sanitario, debemos reconocer y advertir que éste es
sólo uno de los campos en los que la risa está abriéndose paso en el siglo XXI
por sus propios méritos.
Quedarnos en la risoterapia a la hora de observar el fenómeno
de la risa, supondría limitar estúpidamente nuestra percepción de la misma
debido a nuestro reducido enfoque. Así, por ejemplo, en el cartel anunciador de
la X Muestra de Humor Gráfico, Forges afirma que «La risa es un deporte». Así
es, en efecto. Ahora bien, cualquiera podría pensar que se trata de un chiste,
una broma, una expresión alegórica, etc.. como ocurrió con los primeros que
afirmaron que nadar era un deporte o que correr era un deporte y así
sucesivamente con el resto de las actividades, antes de que fueran categorizadas
como tal, es decir, como una actividad física ejercida como juego y cuya
práctica requiere de entrenamiento. Ahora vemos con toda normalidad la
existencia de clubes de natación y de atletismo (corredores pedestres) que
disponen de una reserva de espacios adecuados para la práctica de su deporte.
¿Cómo vería hoy un Concejal de Deportes la solicitud de inclusión de un Club de
la Risa en la lista de clubes deportivos de su municipio?. ¿Cómo reaccionaría
ese mismo Concejal de Deportes ante la demanda de crear un espacio municipal
expresamente dedicado a la práctica de este deporte de la risa?. Sirvan estas
breves interrogantes en este artículo como de anuncio primicia de una
iniciativa, que va a llevarse a cabo muy pronto, solicitando la creación de
nuevos espacios deportivos para la práctica municipal del «deporte de la risa».
Pienso que darle la bienvenida al deporte de la risa o a la
risa como deporte, debe constituir un hito en la Historia de los deportes y en
la historia de la risa al que a mi personalmente, como miembro de la Academia
del Humor, me encantará haber contribuido por activa, por pasiva y por
perifrástica. No me parece disparatada esta propuesta después de haber sido
elevada a la categoría de deporte la actividad de darse puñetazos. Considero que
dada la sensibilidad social existente en nuestros municipios por temas, tan
serios y tan graves, como por ejemplo el de la erradicación de la violencia en
la escuela, ante el que los padres echan la culpa a los maestros, los maestros a
los padres, todos a la televisión y la televisión dice que la culpa es de los
espectadores…, El tomarse interés por sugerencias tan novedosas como ésta de
inaugurar nuevos espacios destinados a la práctica del deporte de la risa es
responsabilidad y competencia de todos, porque el poder de concedernos lo que
más nos conviene es un derecho irrenunciable de cada uno.
Basta ya de creernos poderosos solamente un día, el día en
que depositamos nuestro voto en la urna, eso es propio de demócratas
trasnochados. Descubrámonos capaces de sacarnos a nosotros mismos de la rutina
de los pensamientos en serie, capaces de rompernos cada día los habituales
esquemas mentales para ofrecernos nuevas oportunidades, capaces de plantearnos
nuevas formas no represivas de hacer viable nuestra convivencia…
Empecemos por concedernos un espacio municipal para poder
participar y practicar cada día el deporte de la risa y comprobemos como, en vez
de quejarnos y culpabilizarnos de manera espontánea, aprendemos cada día a
darnos más las gracias.