La risa sanadora

    1884


    En septiembre del 2005 se celebró el Primer Encuentro
    Internacional de la Ecología del Agua en Riópar –Nacimiento del Río Mundo– en
    Albacete. Allí acudió el Dr. Masaru Emoto, autor del libro «Mensajes del agua.
    La belleza oculta del agua». Él, es profesor de una ciencia que se llama «hado»,
    que significa ondulación. Ciencia que está en la base de la evolución, pues se
    ocupa del principio de todo. El mundo entero nace a partir del hado, el cual no
    se percibe a simple vista.

    Todas las cosas tienen su hado. Gracias al hado respiramos
    los seres humanos, los animales y las plantas, todo tiene su propio hado y
    gracias al hado, estamos vivos, resonamos, nos movemos y, por supuesto, nos
    reímos. Decir hado, es decir, vibración.

    Todas las cosas que existen tienen vibraciones. Las
    vibraciones son energía. La vibración es vida y el único vehículo que existe en
    el universo que transmite esas vibraciones vitales es el agua. Así, el agua se
    encuentra en el origen y en el mantenimiento de la vida.

    Sirvan estas palabras, de brevísimo resumen de la excelente
    aportación del Dr. Masaru Emoto en su extraordinaria conferencia de dicho
    Encuentro, al que tuve el honor de ser invitado y en el que intervine como
    ponente inaugural con una charla-coloquio sobre el «El agua y el humor»
    (Hidroterapia y Risoterapia).

    Entonces me preguntaba: ¿Es posible transformar la vida en
    una fuente de risas en vez de en una fuente de llantos?, ¿Existen recursos,
    técnicas o herramientas para poder vivir en nuestro mundo con sentido del humor?
    Sí que existen y, además, están al alcance de cualquiera. Sólo hay que aprender
    a darse cuenta de ellas. Aprender a observarlas, aprender a descubrirlas y
    aprender a utilizarlas. Esto es lo que se trata de hacer en Risoterapia. Sólo se
    requiere dejarse llevar en la vida cotidiana por la curiosidad natural, esa
    extraña cualidad que nos impulsa a «escuchar detrás de una puerta o a buscar la
    otra orilla de la mar». Autobservarnos amablemente y agradecidamente desde la
    asombrada toma de conciencia de nuestra propia realidad, comenzando por el
    lenguaje que determina inconscientemente nuestro comportamiento.

    La primera herramienta la descubrimos en la misma etimología
    de la palabra «humor». ¿Qué significa? Significa «humedad», «líquido»,
    «fluido»… y por extensión «agua». Luego tener «sentido del humor» es tener
    «sentido del fluido… de los líquidos… del agua» y esto nos está indicando
    que hemos de observar el comportamiento natural de los fluidos, de los líquidos
    y de las aguas. Este aprendizaje convertirá nuestra vida en una fuente de
    recursos humorísticos para nosotros y para cuantos conviven con nosotros. Así
    aprenderemos a contemplarnos a nosotros mismos desde una visión más ondulada,
    más curva, más azul, más transparente, más inconmensurable, más femenina, más
    oceánica, más líquida, más blanda; de esta manera nuestra vida en singular será
    una fuente de risas en plural.

    LA NATURALEZA DE LA RISA Y LA RISA EN LA NATURALEZA

    Hablar de la naturaleza de la risa es remontarse a las
    leyendas sobre los orígenes de la Canción de la Vida. Es entrar en el mismísimo
    corazón de la vida y contemplar con desconcierto de nosotros mismos cómo la vida
    se nos va riendo en cada pulsación. La natural realeza de la risa consiste en su
    latido sonoro y dinámico.

    Re-irse es un ejercicio de vuelta al origen. Es por eso, que
    en la misma medida en que nos alejamos del primer asombro y nos olvidamos de ser
    unos recién nacidos en cada instante nos adulteramos. No es que dejemos de
    reírnos porque nos hacemos viejos, sino que nos hacemos viejos porque dejamos de
    reírnos.

    El Homo-Ludens es una emergencia de la puericultura. Así, la
    risa es primordialmente una resonancia de todos los instrumentos de nuestro
    cuerpo. No se es per-sona si no se suena como toca. Y así le pasa con nosotros
    al talento de la risa, como le pasaba al arpa del famoso poeta romántico «que de
    su dueño tal vez olvidada, veíase en un rincón dormida y cubierta de polvo».

    El descuido de nosotros mismos como instrumentos hace que nos
    desafinemos y nos destemplemos. Aprender de nuevo a reírse es hacer un ejercicio
    de autoafinación. Templarse de nuevo como un ejercicio de recuperación de la
    sana tensión vital. La risa es, en principio, son-risa. Después bio-danza. Baile
    de cada uno al son de su propia risa. Expresión corporal y locomotriz del agua
    en movimiento que somos. Viaje pausado del aire que somos al compás de la
    inspiración y la espiración, descrito poéticamente por Jorge Manrique: «Nuestras
    vidas son los ríos que van a dar a la mar»… La naturaleza de la risa es ritmo,
    movimiento, sístole y diástole, contracción y dilatación diafragmática que,
    separando físicamente la cavidad torácica de la abdominal, nos entrena
    psíquicamente para «hacer de tripas corazón». La risa es receta de acción
    digestiva productora de inmunoglobulina A, antiviral que se detecta en la
    saliva.

    La risa es juego de niños, chisporroteo de absoluciones
    repentinas, revoloteo de pájaros en el patio del recreo… la risa es una
    instintiva respuesta sensacional ante la broma de la existencia, y aunque
    todavía queda quien hace de la risa un distintivo humano, las evidencias apuntan
    a que la risa establece sus límites más allá de la humanidad.

    La risa se manifiesta en la naturaleza de diversas e
    indomables formas. Es obvio que a medida que van avanzando los estudios y
    conocimientos de los neurocientíficos, de los etólogos y de otros especialistas,
    lo que antes se consideraba una diferencia o frontera distintiva entre los
    humanos y los animales, como por ejemplo ocurría con la fabricación de
    herramientas, se va descubriendo que ellos también participan de estas
    cualidades hasta entonces calificadas de exclusivamente humanas.

    Pues bien, en relación con el tema de la risa en la
    naturaleza, deseo citar aquí un libro best seller internacional, «In the Shadow
    of Man», de Jane Goodall, basado en la prolongada familiaridad que mantuvo con
    una comunidad de chimpancés en la región de Gombe en Tanzania. Según esta gran
    especialista, los chimpancés y otros grandes monos, o los orangutanes se ríen
    también, y no debemos olvidar que los seres humanos somos una de las tres
    especies de chimpancés y en la transición de la risa de los chimpancés a la risa
    humana, simplemente hay una diferencia en la exhalación del aliento que se
    modula en nosotros a favor de la vocalización de la risa y, por supuesto, la
    diferencia actual entre la risa producida en la naturaleza y la risa humana,
    reside sólo en el tipo de estímulo que la produce. Es decir, en qué nos hace
    reír a unos y a otros. Y esta diferencia sólo puede aplicarse a los humanos
    adultos, porque no existe entre los bebés. Me estoy refiriendo a las cosquillas,
    al con-tacto no verbal. Probablemente las cosquillas constituyen la forma más
    primitiva, más natural de generar y de estimular la risa.

    A un chimpancé o a un bebé un chiste no les saca de su
    autismo. Así, las cosquillas son en la naturaleza la causa de la risa y la risa
    una forma importante de comunicación preverbal. La risa en la naturaleza va
    íntimamente ligada a las cosquillas, las cuales constituyen una parte importante
    del juego de interacción y de aprendizaje relacional.

    LA RISA Y LA HISTORIA DE LA MEDICINA EN OCCIDENTE

    En las grandes tradiciones terapéuticas de la humanidad, la
    curación se ha entendido como un proceso holístico e integral, que implica a la
    totalidad del ser humano y no sólo a la parte enferma.

    Si nos remontamos a nuestra tradición occidental, tenemos que
    remitirnos a la figura de Asclepio (para los griegos) Esculapio (para los
    romanos). Históricamente, Asclepio fue un héroe sanador que tenía su centro en
    Epidauro, en el corazón mismo de Grecia. Durante más de mil años acudieron a su
    templo enfermos de todas partes del mundo antiguo. La eficacia de sus métodos
    era tal, que tras su muerte, Asclepio acabó siendo divinizado. Así, su doble
    condición divina y humana sugería que una curación sólo es completa cuando
    resulta de la intervención humana y divina, dicho de otra manera, cuando es
    corporal y espiritual.

    Pues bien, en el pórtico de su templo los enfermos podían
    leer el lema básico de su medicina: «Puro ha de ser el que entra en el templo
    perfumado. La pureza es tener pensamientos sanos». Esto se conocía como «Nooterapia»,
    terapia de la mente (noos, en griego significa mente). Terapia de la mente que
    implicaba un proceso de cambio de actitudes y de valores. A esto lo llamarían
    posteriormente los cristianos «Metanoia», es decir, «Conversión». Conversión que
    significaba cambio de conductas, cambio de hábitos, cambio de pensamientos y de
    actitudes disarmónicas con uno mismo, con los demás, con el cosmos y con la
    fuente originaria de todo, para restablecer el equilibrio perdido que se
    manifestaba en diversas patologías físicas, psicológicas y espirituales.

    Restablecido ese equilibrio desaparecía la sintomatología
    patológica, la enfermedad. Así, en Epidauro las curaciones se llevaban a cabo de
    forma holística por medio de métodos bien diferenciados con espacios
    específicamente diseñados. Allí se levantaba el Ábaton, santuario en el que los
    enfermos dormían para tener sueños de comunión con la divinidad, que les tocaba
    y les curaba. Allí estaba el Odeón, local en el que se podía escuchar música
    tranquilizadora y se recitaban poemas que conducían al éxtasis. Allí estaba el
    Gimnasio en el que se hacían ejercicios físicos que integraban la mente y el
    cuerpo como escribió el poeta Décimo Junio Juvenal (60 – 130 d. C.): «Hay que
    buscar una mente sana en un cuerpo sano».

    Allí se encontraba el Teatro, donde se representaban
    situaciones complejas de la vida, para desdramatizarlas (psicodrama cómico) y
    facilitar así la curación del sentimiento trágico. Allí estaba también la
    Biblioteca, donde se podían consultar libros, admirar obras de arte y participar
    en tertulias-coloquios sobre los más diversos temas. Allí nació lo que los
    griegos llamaban la «Escoleia», que significa «lo que se hace en el tiempo
    libre», es decir «en el recreo». Esta es la palabra de la que se deriva el
    vocablo «Escuela», porque para Asclepio, lo que se hace en el tiempo libre es
    aprender, crecer, mejorar… Y es en este Teatro y en esta Escoleia donde se
    practicaba la «Geloterapia», «Gelos» en griego significa «Risa». La Risa
    sanadora, que es la risa sin melancolía y sin sarcasmo. Para Asclepio es la risa
    propia de quien conecta con la sabiduría de los dioses. Reír con esa risa que
    los dioses nos ofrecen es hacerse eco de la hilaridad de lo serio,
    revelándosenos así una salida del laberinto de nuestra propia mente, el abandono
    de los límites personales… porque hay que saberse reír de ellos si deseamos
    gozar de Salud y de Salvación (Mysterium Salutis).

    La medicina alternativa moderna no hace más que rescatar,
    muchas veces inconscientemente, esa memoria terapéutica de nuestra propia
    tradición, ahogada por una parte gracias al estrecho paradigma del serio
    reduccionismo científico y, por otra parte, gracias a esa seria manía o síndrome
    exoftálmico de mirar afuera, hacia la India, hacia China o hacia los
    extraterrestres. Por eso, creo que no nos viene nada mal el recordar a unos y a
    otros, cómo nuestros llamados padres de la medicina occidental alopática, Galeno
    e Hipócrates practicaban, siguiendo las enseñanzas de Asclepio, la Geloterapia (Risoterapia)
    y cómo de acuerdo con su Teoría de los Humores (Humorterapia) afirmaban «que la
    risa moviliza el diafragma, y éste masajea la zona del hipocondrio,
    contribuyendo así a liberar la angustia».

    NUEVOS ESPACIOS PARA LA RISA DEL TERCER MILENIO

    Aunque la risa cada vez se asocia más a una de las llamadas
    terapias complementarias y aumentan cada día las evidencias de su efectividad
    clínica, según demuestran numerosas investigaciones llevadas a cabo por el Dr.
    Willian Fry, dedicado durante más de treinta años al estudio médico de la risa,
    y por el Dr. Robert Holden, fundador de The Happy Proyect, logrando así abrirse
    nuevos espacios en el ámbito sanitario, debemos reconocer y advertir que éste es
    sólo uno de los campos en los que la risa está abriéndose paso en el siglo XXI
    por sus propios méritos.

    Quedarnos en la risoterapia a la hora de observar el fenómeno
    de la risa, supondría limitar estúpidamente nuestra percepción de la misma
    debido a nuestro reducido enfoque. Así, por ejemplo, en el cartel anunciador de
    la X Muestra de Humor Gráfico, Forges afirma que «La risa es un deporte». Así
    es, en efecto. Ahora bien, cualquiera podría pensar que se trata de un chiste,
    una broma, una expresión alegórica, etc.. como ocurrió con los primeros que
    afirmaron que nadar era un deporte o que correr era un deporte y así
    sucesivamente con el resto de las actividades, antes de que fueran categorizadas
    como tal, es decir, como una actividad física ejercida como juego y cuya
    práctica requiere de entrenamiento. Ahora vemos con toda normalidad la
    existencia de clubes de natación y de atletismo (corredores pedestres) que
    disponen de una reserva de espacios adecuados para la práctica de su deporte.
    ¿Cómo vería hoy un Concejal de Deportes la solicitud de inclusión de un Club de
    la Risa en la lista de clubes deportivos de su municipio?. ¿Cómo reaccionaría
    ese mismo Concejal de Deportes ante la demanda de crear un espacio municipal
    expresamente dedicado a la práctica de este deporte de la risa?. Sirvan estas
    breves interrogantes en este artículo como de anuncio primicia de una
    iniciativa, que va a llevarse a cabo muy pronto, solicitando la creación de
    nuevos espacios deportivos para la práctica municipal del «deporte de la risa».

    Pienso que darle la bienvenida al deporte de la risa o a la
    risa como deporte, debe constituir un hito en la Historia de los deportes y en
    la historia de la risa al que a mi personalmente, como miembro de la Academia
    del Humor, me encantará haber contribuido por activa, por pasiva y por
    perifrástica. No me parece disparatada esta propuesta después de haber sido
    elevada a la categoría de deporte la actividad de darse puñetazos. Considero que
    dada la sensibilidad social existente en nuestros municipios por temas, tan
    serios y tan graves, como por ejemplo el de la erradicación de la violencia en
    la escuela, ante el que los padres echan la culpa a los maestros, los maestros a
    los padres, todos a la televisión y la televisión dice que la culpa es de los
    espectadores…, El tomarse interés por sugerencias tan novedosas como ésta de
    inaugurar nuevos espacios destinados a la práctica del deporte de la risa es
    responsabilidad y competencia de todos, porque el poder de concedernos lo que
    más nos conviene es un derecho irrenunciable de cada uno.

    Basta ya de creernos poderosos solamente un día, el día en
    que depositamos nuestro voto en la urna, eso es propio de demócratas
    trasnochados. Descubrámonos capaces de sacarnos a nosotros mismos de la rutina
    de los pensamientos en serie, capaces de rompernos cada día los habituales
    esquemas mentales para ofrecernos nuevas oportunidades, capaces de plantearnos
    nuevas formas no represivas de hacer viable nuestra convivencia…

    Empecemos por concedernos un espacio municipal para poder
    participar y practicar cada día el deporte de la risa y comprobemos como, en vez
    de quejarnos y culpabilizarnos de manera espontánea, aprendemos cada día a
    darnos más las gracias.