La sabiduría del silencio interno

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    El doctor Oskar Salazar nació en
    México, donde realizó estudios de Medicina y ejerció su profesión. Para ampliar
    sus conocimientos se trasladó a China, donde se doctoró, estudiando las técnicas
    de diferentes Universidades como Pekín, Cantón, Shanghai. Ávido de un
    conocimiento más profundo, ingresó en el Monasterio Taoísta del Monte de Wu Dang,
    y allí se especializó en Qi Gong y Artes Terapéuticas Taoístas. Más que una
    enseñanza, se trata de un acompañamiento por el camino de transformación de uno
    mismo, por el camino del Tao.

    Cultivar la sabiduría del silencio interno
    es uno de los mejores métodos para conservar nuestra energía, reequilibrar
    nuestro ser profundo, y preservar nuestra salud física, emocional y espiritual.

    La habladuría constante a través de
    nuestra mente y de nuestra boca, agotan el Chi, y nos debilitan
    considerablemente.

    El mental rechaza el silencio porque el
    silencio no tiene límites, no tiene forma, y no se puede definir. El mental ama
    los sonidos y los ruidos porque se parecen a los pensamientos. Se les puede dar
    una forma, una definición, analizarlos y conceptuarlos. El mental evita el
    silencio porque para el ego el silencio es el sonido de la muerte.

    Sin embargo, el silencio es el estado
    natural de todas las cosas, y es necesario aprender a respetar esto comenzando
    por el interior de nosotros mismos. Para poder penetrar en el Camino del Tao,
    debemos de encarnar el silencio interno. Los sabios taoístas nos han legado una
    serie de consejos útiles y prácticos que descubrieron hace mucho tiempo gracias
    al cultivo del silencio interno.

    Habla simplemente cuando sea necesario,
    piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca, sé breve y preciso, ya que,
    cada vez que dejas salir una palabra por la boca, dejas salir al mismo tiempo
    una parte de tu chi. Así aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder
    energía.

    Nunca hagas promesas que no puedes
    cumplir. No te lamentes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten
    imágenes negativas, porque esto producirá a tu alrededor todo lo que has
    fabricado con tus palabras cargadas de chi. Si no tienes nada bueno, verdadero y
    útil que decir, es mejor quedarse callado y no decir nada.

    Aprende a ser como un espejo, escucha y
    refleja la energía. El Universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la
    Naturaleza nos ha dado, porque el Universo acepta sin condiciones nuestros
    pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones, y nos
    envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las distintas
    circunstancias que se presentan en nuestra vida. Si te identificas con el éxito,
    tendrás éxito; si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así, podemos
    observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones
    externas del contenido de nuestra habladuría interna.

    Aprende a ser como el Universo escuchando
    y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios. Siendo como un
    espejo, sin prejuicios, aprendemos a hablar de otra manera.

    Con el mental tranquilo y en silencio, sin
    darle la oportunidad de imponerse con sus opiniones personales, evitamos que
    tenga reacciones, emociones excesivas. Simplemente permite que una comunicación
    sincera y fluida exista.

    No te des mucha importancia, sé humilde,
    porque cuanto más superior te muestres, inteligente y prepotente, más te vuelves
    prisionero de tu propia imagen, viviendo en un mundo de tensión y de ilusiones.

    Sé discreto, preserva tu vida íntima, de
    esta manera te liberarás de la opinión de los otros, y llevarás una vida
    tranquila, volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el
    Tao.

    No compitas con los demás, vuélvete como
    la Tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a
    percibir sus cualidades, sus virtudes, y a brillar.

    El espíritu competitivo hace que crezca el
    ego, y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu
    paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

    No te comprometas fácilmente, si actúas de
    manera precipitada, sin tomar consciencia profundamente de la situación, te vas
    a crear complicaciones.

    La gente no tiene confianza en aquellos
    que dicen «sí» muy fácilmente, porque saben que ese famoso «sí», no es sólido y
    le falta valor.

    Toma un momento de silencio interno para
    considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás
    la confianza en ti mismo y la sabiduría. Si realmente hay algo que no sabes, o
    que no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo, el hecho de
    no saber es muy incómodo para el ego, porque le gusta saber todo, siempre tener
    razón, y siempre dar su opinión muy personal.

    En realidad el ego no sabe nada,
    simplemente hace de cuenta que sabe. Evita el hecho de juzgar y de criticar. El
    Tao es imparcial y sin juicios. Uno se hace un favor si silencia la razón. Hay
    resistencias tremendas a ideas, juicios… El hombre es un tanto por ciento de
    razón y de otras cosas.

    La maravilla la hace el hombre cuando no
    piensa. Es tremendo someter todo a los criterios de la razón. Eso es un
    atropello.

    El hombre tiene otra parcela que es la
    imaginación. Es una parcela importante. La imaginación trabaja mucho. Te
    ilusionas. A veces haces horas extraordinarias. No deja de trabajar. Hay que dar
    descanso.

    Devolver al silencio la imaginación. Para
    que luego pueda ser más creativa. El mundo de nuestra emoción es otra pieza que
    hay que hacer descansar. En un breve espacio de tiempo se está desalentado,
    animado, furioso, contento… Las emociones ahogan. Hay que devolver la calma.
    No excitarlas, darles calma. No nos pueden estrechar ni cansar. Devolver el
    silencio a la emoción. Es un acto lleno de salud. Otra pieza que existe en
    nosotros es la voluntad de desearlo todo. De poseerlo.

    Es bueno dar silencio a nuestra voluntad.
    El deseo nos orienta hacia fuera. No hay que desear nada. No es preciso. En este
    campo profundo todo está ya en el hombre. Todos los recursos están dentro. Hay
    que tener confianza.

    Hay que sospechar que los recursos que
    necesitamos para vivir están dentro.

    El silencio es bueno para alejar los
    deseos de uno mismo. Si yo vivo deseando algo, me apoyo en otra cosa. Surge la
    agitación.

    Nos aíslan de nosotros mismos. Silencio en
    nuestros deseos. Para no alejarnos de nuestro corazón. Cuando todas las piezas
    entran en sosiego puede brotar la intuición. Es una luz rápida. Se enciende en
    nosotros y nos ayuda a caminar. Cuando algo se ve desde dentro, no se necesita
    ayuda ni respuesta. Nadie puede cambiarnos si la luz se hace dentro.

    Nadie puede decirnos nada. Esta luz sólo
    se pone en marcha cuando todo se serena. No somos lo que nos empeñamos ser. Un
    silencio para permitirse ser. Permitirse vivir. La intuición es hija del
    silencio. La presencia del Reino en nosotros se intuye desde el silencio.

    El silencio es el espacio para esta
    intuición, esta revelación. No es callar por callar. Es callar para permitir que
    la vida se dilate, se expanda. Son los ruidos los que tapan esa fuerza interior.
    Los que nos dividen en mil piezas sin sentido. Acallarlos es encontrar de nuevo
    la confianza y la salud. ¡Buena Suerte! En el Silencio…