El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
se hacen esperar.
La radiactividad es un fenómeno físico
natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
rayos gamma, electrones o positrones, etc.
Aparte de estas radiaciones, existe otro
tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
dirigirse esta energía sutil.
Menos conocido, sin embargo, es que
absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
forma o una característica geométrica.
Las Ondas de Forma son las irradiaciones
provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.
De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
precesional de la tierra e innumerables eventos más.
Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
que se expresa de innumerables maneras.
Conciencia, Información y No-Dualidad
Expresado de un modo muy simple,
Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).
Sin embargo, la realidad no está completa
solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
aspecto receptivo o consciente, por otro.
Esto es muy obvio en el caso de un ser
vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).
De hecho, el universo entero (lo que Ken
Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
esenciales: Conciencia e Información.
Finalmente, Conciencia e Información
parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
por la tradición hindú del vedanta advaita.
De este modo, absolutamente todo presenta
estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
de las ondas de información.
El manejo de las ondas de forma
Lo que vamos a exponer a continuación es
de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
sutiles.
Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
Resonador Sátvico.
El Resonador Sátvico
Hace algunos años, un maestro vedantín
llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
caso de los neutrinos.
Finalmente, desarrollaron un entramado de
formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
el denominado Resonador Sátvico.
La tradición hindú explica que la realidad
posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
(que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).
Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.
Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico
El Resonador Sátvico es una tarjeta
impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.
Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
propiedades alimenticias.
En cuanto a la salud, se aprecia que los
dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.
Pero una manera inmediata de beneficiarse
de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.
El Resonador Sátvico es así una nueva,
sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.
Como dijo William Blake (1757-1827)
místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».
El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
se hacen esperar.
La radiactividad es un fenómeno físico
natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
rayos gamma, electrones o positrones, etc.
Aparte de estas radiaciones, existe otro
tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
dirigirse esta energía sutil.
Menos conocido, sin embargo, es que
absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
forma o una característica geométrica.
Las Ondas de Forma son las irradiaciones
provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.
De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
precesional de la tierra e innumerables eventos más.
Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
que se expresa de innumerables maneras.
Conciencia, Información y No-Dualidad
Expresado de un modo muy simple,
Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).
Sin embargo, la realidad no está completa
solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
aspecto receptivo o consciente, por otro.
Esto es muy obvio en el caso de un ser
vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).
De hecho, el universo entero (lo que Ken
Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
esenciales: Conciencia e Información.
Finalmente, Conciencia e Información
parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
por la tradición hindú del vedanta advaita.
De este modo, absolutamente todo presenta
estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
de las ondas de información.
El manejo de las ondas de forma
Lo que vamos a exponer a continuación es
de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
sutiles.
Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
Resonador Sátvico.
El Resonador Sátvico
Hace algunos años, un maestro vedantín
llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
caso de los neutrinos.
Finalmente, desarrollaron un entramado de
formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
el denominado Resonador Sátvico.
La tradición hindú explica que la realidad
posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
(que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).
Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.
Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico
El Resonador Sátvico es una tarjeta
impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.
Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
propiedades alimenticias.
En cuanto a la salud, se aprecia que los
dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.
Pero una manera inmediata de beneficiarse
de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.
El Resonador Sátvico es así una nueva,
sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.
Como dijo William Blake (1757-1827)
místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».
El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
se hacen esperar.
La radiactividad es un fenómeno físico
natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
rayos gamma, electrones o positrones, etc.
Aparte de estas radiaciones, existe otro
tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
dirigirse esta energía sutil.
Menos conocido, sin embargo, es que
absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
forma o una característica geométrica.
Las Ondas de Forma son las irradiaciones
provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.
De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
precesional de la tierra e innumerables eventos más.
Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
que se expresa de innumerables maneras.
Conciencia, Información y No-Dualidad
Expresado de un modo muy simple,
Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).
Sin embargo, la realidad no está completa
solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
aspecto receptivo o consciente, por otro.
Esto es muy obvio en el caso de un ser
vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).
De hecho, el universo entero (lo que Ken
Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
esenciales: Conciencia e Información.
Finalmente, Conciencia e Información
parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
por la tradición hindú del vedanta advaita.
De este modo, absolutamente todo presenta
estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
de las ondas de información.
El manejo de las ondas de forma
Lo que vamos a exponer a continuación es
de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
sutiles.
Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
Resonador Sátvico.
El Resonador Sátvico
Hace algunos años, un maestro vedantín
llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
caso de los neutrinos.
Finalmente, desarrollaron un entramado de
formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
el denominado Resonador Sátvico.
La tradición hindú explica que la realidad
posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
(que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).
Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.
Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico
El Resonador Sátvico es una tarjeta
impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.
Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
propiedades alimenticias.
En cuanto a la salud, se aprecia que los
dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.
Pero una manera inmediata de beneficiarse
de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.
El Resonador Sátvico es así una nueva,
sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.
Como dijo William Blake (1757-1827)
místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».