Las ondas de forma y el resonador sátvico

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    El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
    geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
    práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
    aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
    en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
    se hacen esperar.

    La radiactividad es un fenómeno físico
    natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
    radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
    fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
    la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
    Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
    ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
    infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
    rayos gamma, electrones o positrones, etc.

    Aparte de estas radiaciones, existe otro
    tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
    ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
    y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
    capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
    favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
    las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
    dirigirse esta energía sutil.

    Menos conocido, sin embargo, es que
    absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
    de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
    el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
    emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
    forma o una característica geométrica.

    Las Ondas de Forma son las irradiaciones
    provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
    de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
    de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
    olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.

    De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
    entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
    ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
    simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
    terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
    la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
    el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
    precesional de la tierra e innumerables eventos más.

    Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
    todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
    realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
    que se expresa de innumerables maneras.

    Conciencia, Información y No-Dualidad

    Expresado de un modo muy simple,
    Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
    externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
    como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).

    Sin embargo, la realidad no está completa
    solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
    es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
    modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
    manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
    aspecto receptivo o consciente, por otro.

    Esto es muy obvio en el caso de un ser
    vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
    simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
    cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
    aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
    evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
    consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
    piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
    alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
    propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
    impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).

    De hecho, el universo entero (lo que Ken
    Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
    Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
    desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
    cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
    entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
    esenciales: Conciencia e Información.

    Finalmente, Conciencia e Información
    parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
    caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
    son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
    conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
    esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
    por la tradición hindú del vedanta advaita.

    De este modo, absolutamente todo presenta
    estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
    forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
    conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
    de las ondas de información.

    El manejo de las ondas de forma

    Lo que vamos a exponer a continuación es
    de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
    informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
    la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
    indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
    interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
    malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
    sutiles.

    Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
    radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
    presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
    al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
    centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
    cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
    realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
    Resonador Sátvico.

    El Resonador Sátvico

    Hace algunos años, un maestro vedantín
    llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
    influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
    Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
    extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
    caso de los neutrinos.

    Finalmente, desarrollaron un entramado de
    formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
    concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
    Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
    aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
    indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
    en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
    el denominado Resonador Sátvico.

    La tradición hindú explica que la realidad
    posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
    concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
    (que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).

    Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
    fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
    manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
    equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
    ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
    información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
    capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
    o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.

    Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico

    El Resonador Sátvico es una tarjeta
    impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
    y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
    El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
    producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.

    Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
    intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
    impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
    de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
    de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
    trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
    colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
    razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
    inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
    se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
    armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
    adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
    la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
    degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
    propiedades alimenticias.

    En cuanto a la salud, se aprecia que los
    dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
    información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
    hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
    a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
    servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
    cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
    electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
    deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
    promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.

    Pero una manera inmediata de beneficiarse
    de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
    puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
    vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
    de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
    y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.

    El Resonador Sátvico es así una nueva,
    sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
    ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
    aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
    que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
    es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
    maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
    la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.

    Como dijo William Blake (1757-1827)
    místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
    abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».

    El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
    geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
    práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
    aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
    en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
    se hacen esperar.

    La radiactividad es un fenómeno físico
    natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
    radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
    fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
    la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
    Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
    ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
    infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
    rayos gamma, electrones o positrones, etc.

    Aparte de estas radiaciones, existe otro
    tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
    ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
    y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
    capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
    favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
    las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
    dirigirse esta energía sutil.

    Menos conocido, sin embargo, es que
    absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
    de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
    el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
    emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
    forma o una característica geométrica.

    Las Ondas de Forma son las irradiaciones
    provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
    de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
    de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
    olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.

    De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
    entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
    ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
    simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
    terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
    la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
    el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
    precesional de la tierra e innumerables eventos más.

    Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
    todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
    realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
    que se expresa de innumerables maneras.

    Conciencia, Información y No-Dualidad

    Expresado de un modo muy simple,
    Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
    externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
    como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).

    Sin embargo, la realidad no está completa
    solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
    es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
    modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
    manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
    aspecto receptivo o consciente, por otro.

    Esto es muy obvio en el caso de un ser
    vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
    simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
    cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
    aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
    evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
    consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
    piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
    alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
    propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
    impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).

    De hecho, el universo entero (lo que Ken
    Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
    Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
    desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
    cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
    entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
    esenciales: Conciencia e Información.

    Finalmente, Conciencia e Información
    parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
    caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
    son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
    conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
    esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
    por la tradición hindú del vedanta advaita.

    De este modo, absolutamente todo presenta
    estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
    forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
    conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
    de las ondas de información.

    El manejo de las ondas de forma

    Lo que vamos a exponer a continuación es
    de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
    informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
    la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
    indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
    interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
    malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
    sutiles.

    Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
    radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
    presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
    al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
    centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
    cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
    realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
    Resonador Sátvico.

    El Resonador Sátvico

    Hace algunos años, un maestro vedantín
    llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
    influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
    Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
    extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
    caso de los neutrinos.

    Finalmente, desarrollaron un entramado de
    formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
    concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
    Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
    aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
    indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
    en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
    el denominado Resonador Sátvico.

    La tradición hindú explica que la realidad
    posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
    concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
    (que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).

    Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
    fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
    manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
    equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
    ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
    información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
    capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
    o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.

    Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico

    El Resonador Sátvico es una tarjeta
    impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
    y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
    El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
    producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.

    Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
    intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
    impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
    de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
    de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
    trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
    colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
    razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
    inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
    se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
    armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
    adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
    la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
    degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
    propiedades alimenticias.

    En cuanto a la salud, se aprecia que los
    dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
    información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
    hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
    a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
    servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
    cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
    electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
    deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
    promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.

    Pero una manera inmediata de beneficiarse
    de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
    puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
    vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
    de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
    y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.

    El Resonador Sátvico es así una nueva,
    sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
    ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
    aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
    que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
    es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
    maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
    la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.

    Como dijo William Blake (1757-1827)
    místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
    abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».

    El Resonador Sátvico es una tarjeta impresa que entremezcla dos figuras
    geométricas de un determinado color, diseño y proporciones. Es una sencilla y
    práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los ambientes porque
    aporta a su entorno la información de equilibrio. El resonador se puede colocar
    en objetos, espacios o lo pueden llevar puesto las personas y los resultados no
    se hacen esperar.

    La radiactividad es un fenómeno físico
    natural por el cual algunas sustancias o elementos químicos, llamados
    radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas
    fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a
    la luz ordinaria, etc. Las radiaciones son una manera de transmitir energía.
    Básicamente son de naturaleza electromagnética y pueden manifestarse en forma
    ondulatoria o corpuscular. Son las ondas de radio o televisión, los rayos
    infrarrojos, la luz visible (fotones), los rayos ultravioleta, los rayos X,
    rayos gamma, electrones o positrones, etc.

    Aparte de estas radiaciones, existe otro
    tipo de emisiones que son más sutiles pero no por ello menos efectivas. Por
    ejemplo, también los sentimientos o los pensamientos poseen su peculiar energía
    y, por tanto, son capaces de producir efectos físicos. Son radiaciones sutiles
    capaces de afectar a las personas o de alterar las circunstancias para que sean
    favorables o adversas. De ahí el enorme poder de las maldiciones o también el de
    las bendiciones, pues en ambos sentidos (hacia el bien o hacia el mal) puede
    dirigirse esta energía sutil.

    Menos conocido, sin embargo, es que
    absolutamente toda cosa o ser emite algún tipo de radiación sutil, ya se trate
    de una piedra, un ser vivo, un bosque o una región. En ello radica, por ejemplo,
    el poder de los cristales. De manera genérica, se denomina Ondas de Forma a la
    emisión que emana de cualquier objeto por el mero hecho de ser y poseer una
    forma o una característica geométrica.

    Las Ondas de Forma son las irradiaciones
    provenientes de cualquier constitutivo de la naturaleza o de cualquier fracción
    de ésta: un árbol o una de sus ramas, una flor, el color de una fruta, la forma
    de una montaña, el movimiento de las corrientes del agua en el mar o de sus
    olas, el olor de un perfume, un mal pensamiento o un buen deseo, etc.

    De alguna manera la naturaleza está viva e interconectada
    entre sus diversos constitutivos y entre cualesquiera de sus fracciones. Por
    ejemplo, cualquiera de las ramas de un árbol está conectada con el tronco y,
    simultáneamente, con la raíz; pero a su vez, ésta posee una simbiosis con el
    terreno donde está depositada, y además todas estas fracciones se relacionan con
    la humedad del ambiente, y la humedad lo está con la contaminación producida por
    el hombre, y así «ad infinitum», hasta abarcar incluso las estaciones, el giro
    precesional de la tierra e innumerables eventos más.

    Todas estas interrelaciones ocurren simultáneamente y, entre
    todas, conforman la realidad; es decir, informan o dan forma a la realidad. La
    realidad es, así, una intrincada red de informaciones íntimamente entretejidas
    que se expresa de innumerables maneras.

    Conciencia, Información y No-Dualidad

    Expresado de un modo muy simple,
    Información es todo aquello susceptible de ser percibido, ya sea en el ámbito
    externo o mundo físico (forma material), ya sea en el ámbito interno o ideal,
    como es el caso de una emoción o idea (forma de pensamiento).

    Sin embargo, la realidad no está completa
    solamente con este aspecto informativo o perceptible. La otra cara de la moneda
    es el aspecto perceptivo, que se denomina genéricamente conciencia. De este
    modo, la realidad, y cualquier constitutivo de ella, está siempre formado de
    manera simultánea por un aspecto perceptible o formal, por un lado, y por un
    aspecto receptivo o consciente, por otro.

    Esto es muy obvio en el caso de un ser
    vivo, en el que apreciamos una forma (información) que es perceptible y,
    simultáneamente, una cualidad consciente que le permite preservarse y darse
    cuenta de su entorno. Pero también una piedra posee estas mismas dos cualidades,
    aunque sea en un grado sutil. En este caso, el aspecto formal es totalmente
    evidente: es el propio ser de la piedra y su aspecto específico. El aspecto
    consciente es menos obvio, pero ciertamente existe: radica en la propiedad de la
    piedra de conservar su forma o sus características mecánicas o químicas. De
    alguna manera, la piedra sabe lo que ella es y mantiene su peculiar aspecto y
    propiedades; sin embargo, cuando es golpeada con dureza, puede percibir el
    impacto (la información) y, en consecuencia, se fragmenta (cambia de forma).

    De hecho, el universo entero (lo que Ken
    Wilber denomina Kosmos) se sostiene y evoluciona gracias a esa doble cualidad.
    Sin el aspecto Conciencia, el universo y todos sus constituyentes se
    desvanecerían en un abrir y cerrar de ojos. En consecuencia, la realidad y
    cualquiera de sus constitutivos, ya sea un ser humano, una piedra o el universo
    entero, es decir, lo Real con mayúsculas, puede reducirse a dos conceptos
    esenciales: Conciencia e Información.

    Finalmente, Conciencia e Información
    parecen ser dos cosas distintas. Sin embargo no es así. En verdad, son las dos
    caras o aspectos de la Realidad Única, del mismo modo que el calor y la llama
    son los dos aspectos de una hoguera única. Por ello es posible, por ejemplo,
    conocer a una persona a través de los rasgos de su escritura (la grafología). En
    esto consiste, en esencia, el concepto de no-diferencia o no-dualidad articulado
    por la tradición hindú del vedanta advaita.

    De este modo, absolutamente todo presenta
    estos dos aspectos: Conciencia e Información. En consecuencia, las ondas de
    forma implican la transmisión de una información que está imbricada en la
    conciencia incorporada en aquello que las emana. Éste es el principio del manejo
    de las ondas de información.

    El manejo de las ondas de forma

    Lo que vamos a exponer a continuación es
    de qué modo es posible interactuar de manera sutil con todo este entretejido de
    informaciones que conforman la realidad. Es posible intervenir físicamente con
    la realidad, ya sea directamente (mediante las manos, por ejemplo) o bien
    indirectamente mediante máquinas o aparatos. Pero también hay medios sutiles de
    interaccionar con ella, ya sea directamente (mediante la oración, los buenos o
    malos deseos o las programaciones mentales) o indirectamente mediante aparatos
    sutiles.

    Un ejemplo de ello es la radiestesia y la
    radiónica. Mediante el péndulo o las varillas, el zahorí es capaz de detectar la
    presencia de agua bajo tierra o bien percibir enfermedades y dolencias en base
    al estado energético de un cuerpo humano. Pero en esta ocasión vamos a
    centrarnos en un interesante aparato que ejemplifica magníficamente las
    cualidades de las ondas de forma, su manejo y su capacidad de incidir sobre la
    realidad de manera eficaz y beneficiosa. Este aparato recibe el nombre de
    Resonador Sátvico.

    El Resonador Sátvico

    Hace algunos años, un maestro vedantín
    llamado Kchatrya y su discípulo Sesha buscaban una manera de apantallar la
    influencia solar con el objeto de desarrollar ciertos experimentos alquímicos.
    Ésta parecía ser una tarea imposible, ya que hay radiaciones solares
    extraordinariamente sutiles y aparentemente imposibles de detener, como es el
    caso de los neutrinos.

    Finalmente, desarrollaron un entramado de
    formas geométricas que resultó ser sorprendentemente eficaz. Pero, una vez
    concluido el experimento, relegaron el instrumento al cajón de los recuerdos.
    Algún tiempo después, unas alumnas de Sesha comenzaron a experimentar otras
    aplicaciones de este singular aparato. Para su sorpresa, hallaron que poseía
    indudables cualidades armonizantes y equilibrantes para todo ser vivo, ya fuera
    en el ámbito de la salud como en el de la conservación de alimentos. Nació así
    el denominado Resonador Sátvico.

    La tradición hindú explica que la realidad
    posee tres cualidades esenciales denominadas Rajas (aspecto activo asimilable al
    concepto taoísta yang), Tamas (aspecto pasivo asimilable al yin taoísta) y Satva
    (que representa el entrelazamiento de ambos tendiendo a su equilibrio).

    Lo que descubrieron las alumnas de Sesha
    fue que el aparato que este vedantín y su maestro habían diseñado poseía de
    manera inherente la cualidad (es decir, la información u onda de forma) de
    equilibrio y armonía propios del aspecto sátvico de la realidad. De este modo,
    ese aparato, en virtud de su peculiar diseño y color, aportaba a su entorno
    información de equilibrio y armonía. En consecuencia, el Resonador Sátvico era
    capaz de favorecer la restauración de la salud en virtud de que toda enfermedad
    o dolencia no es más que un desequilibrio bioenergético.

    Qué es y cómo funciona el Resonador Sátvico

    El Resonador Sátvico es una tarjeta
    impresa que entremezcla dos figuras geométricas de un determinado color, diseño
    y proporciones. Éstas son: un septil en color verde y una espiral en color rojo.
    El especial entrelazamiento de ambas figuras, así como su peculiar diseño,
    producen un potente efecto armonizante o sátvico en su entorno.

    Cuando analizamos el Resonador Sátvico e
    intentamos explicar su funcionamiento, simplemente observamos que dicha tarjeta
    impresa aporta a su entorno cercano la irradiación de un tipo especial de Onda
    de Forma, es decir, de un tipo de información asociado a orden entre «partes» y
    de orden entre «todos». La información inherente al Resonador Sátvico puede ser
    trasladada a los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Basta una adecuada
    colocación de Resonadores para crear un ambiente armónico y saludable. Por esta
    razón, basta con ubicar un Resonador bajo una botella de agua para notar casi de
    inmediato la nueva textura, frescor y vitalidad del líquido. Igualmente, cuando
    se coloca bajo una botella o copa de vino joven se nota en poco tiempo la
    armonización de sus cualidades enológicas que requerían meses de solera. La
    adecuada colocación de Resonadores para mantener fresca y en mejores condiciones
    la comida es un hecho palpable a ojos vista. Cualquier fruta o alimento
    degradable permanece más tiempo fresco y con mejor sabor conservando sus
    propiedades alimenticias.

    En cuanto a la salud, se aprecia que los
    dolores musculares y muchas enfermedades comunes se resuelven gracias a la
    información de equilibrio contenida en los campos bióticos del Resonador. El
    hecho de ubicar una de estas tarjetas en proximidad de las zonas afectadas ayuda
    a crear un ambiente de curación. El Resonador Sátvico presta también un gran
    servicio en ambientes nocivos, como son las estancias o lugares de trabajo, los
    cuales suelen estar plagados de todo tipo de radiaciones insanas: equipos
    electromagnéticos, acondicionadores de aire, estructuras constructivas
    deletéreas, etc. Una adecuada distribución de Resonadores en las estancias
    promueve el equilibrio energético y contrarresta la nocividad ambiental.

    Pero una manera inmediata de beneficiarse
    de las cualidades armonizantes y protectoras del Resonador Sátvico es llevar uno
    puesto. Un lugar muy adecuado es el plexo solar, que es un centro energético
    vital del cuerpo humano. Desde allí, la tarjeta provee al organismo información
    de equilibrio, gracias a lo cual puede reestablecer permanentemente su sistema
    y, por lo tanto, permitirle su propia autorregulación.

    El Resonador Sátvico es así una nueva,
    sencilla, y práctica herramienta para armonizar los sistemas vivos y los
    ambientes. Pero más allá de ello, y más importante todavía, este sencillo
    aparato es la demostración patente de todo ese entramado sutil de la realidad
    que la ciencia no ha sido todavía capaz de detectar y comprender. La realidad no
    es sólo lo que hasta ahora pensábamos de ella. Es mucho más y es mucho más
    maravillosa de lo que jamás habíamos imaginado. Descubrirlo abre las puertas de
    la percepción a parajes de extraordinaria belleza y paz.

    Como dijo William Blake (1757-1827)
    místico, poeta, pintor y grabador inglés: «Si las puertas de la percepción se
    abrieran, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas».