Los hábitos higiénicos más comunes incluyen a diario la
ducha o baño y el cepillado de los dientes, pero pocas veces se piensa
en la limpieza de la nariz. Sin embargo, esta sencilla práctica puede
resolver eficazmente numerosos trastornos que afectan a los canales de energía
del cuello y de la cabeza.
Hace miles de años, los yoguis de la India y el Tíbet comenzaron
a practicar diferentes técnicas de purificación interior y exterior.
Entre estas últimas existía una, denominada neti, destinada
a la purificación de la cavidad nasal, que ha llegado hasta nuestros
días formando parte del arsenal terapéutico de la medicina ayurvédica.
Los antiquísimos tratados sánscritos de Hatha-yoga ya
mencionaban el neti como un ejercicio básico para purificar
la puerta por donde penetra en el cuerpo la energía vital o prana.
Esta técnica, además de limpiar los cuerpos sutiles y el físico,
también despierta el cuerpo de energía y sus centros.
Según diversos autores, el neti tiene una notable acción
directa sobre el despertar del tercer ojo y el incremento de las facultades
clarividentes. Aparte de su efecto sobre el chakra frontal, también se
dice que el neti purifica todos los canales de energía del cuello
y de la cabeza, por lo que ejerce una significativa acción sanadora sobre
cualquier desorden localizado en dichas áreas.
Su práctica es muy sencilla, ya que se trata de una ducha nasal para
la que sólo se requiere agua templada a la que se añade una pequeña
cantidad de sal marina.
Se puede llevar a cabo con diferentes instrumentos, pero los yoguis suelen valerse
de un recipiente provisto de un largo pico, parecido a una tetera y denominado
lota.
En los ashrams de la India
Aunque ya la medicina ayurvédica había demostrado en la práctica,
durante miles de años, la eficacia curativa del neti, las investigaciones
sobre los efectos de la lota nasal no comenzaron en Occidente hasta los años
70. El doctor Alfonso Caycedo, neuropsiquiatra y creador de la sofrología,
había viajado a la India en 1964 para conocer formas de meditación
que produjeran modificaciones en los estados de consciencia y pudieran servir
como terapia en psiquiatría. El Dr. Caycedo permaneció dos años
en la India y visitó los ashrams o centros de enseñanza
espiritual mas importantes. En su libro La India de los yoguis, publicado
en 1971, señalaba que “el valor terapéutico de las técnicas
del yoga ha sido reconocido en la India desde hace mucho tiempo y, en el último
cuarto de siglo, numerosos médicos muy cualificados han sido atraídos
por el mundo del yoga. Como resultado, ha ido generando cada vez más
fuerza el estudio científico y el uso terapéutico del yoga. En
mi opinión, esta unión entre el yoga y la medicina es un paso
muy importante que puede traer grandes beneficios a la humanidad…”.
Durante esa estancia en la India, el Dr. Caycedo se interesó por el efecto
psicosomático de las purificaciones nasales con la lota y por su posible
aplicación terapéutica en Occidente. Finalmente, solicitó
al Dr. Campmajo, un reconocido otorrinolaringólogo, una investigación
rigurosa sobre el tema.
Durante siete años, el Dr. Campmajo realizó experimentos sobre
la lota sin encontrar contraindicaciones en su uso. Publicó varios estudios,
dos de ellos en los Anales del Hospital de Santa Cruz y San Pablo,
de Barcelona, e hizo públicas sus observaciones en dos congresos internacionales
de sofrología médica.
Campmajo llegó a la conclusión de que la limpieza natural e higiénica
realizada con la lota mejora las funciones nasales, entre las que cita “las
funciones respiratoria, olfativa, gustativa, auditiva, de fonación, de
humidificación, de drenaje lacrimal, de recalentamiento, de defensa o
de protección, de filtro, de vehículo de los medicamentos…”.
Además de estas diversas funciones, el Dr. Campmajo ha manifestado que
la práctica de la ducha nasal con la lota tiene también una acción
liberadora, caracterizada por un estado especial de la conciencia con las siguientes
vivencias: respiración más fácil, cabeza mas “libre”
y una visión más optimista de las cosas. También ha resaltado
su aplicación en numerosas afecciones rino-faríngeas.
Según Campmajo, la utilización de la lota no interfiere con cualquier
otra terapéutica que se esté utilizando.
Como última conclusión, ha señalado que con la práctica
del neti “hemos recibido una lección de la milenaria cultura
oriental que sorprende por su simplicidad y sus efectos, no superados por el
arsenal terapéutico occidental”.
Una práctica rápida y sencilla
La ducha nasal limpia a fondo la mucosa de la nariz de una forma mucho más
completa que la acción de sonarse, y no afecta al pabellón auditivo.
También el nervio olfativo y los ojos obtienen beneficios gracias a la
activación de la circulación sanguínea en las fosas nasales.
Su práctica resulta sumamente sencilla. La lota se llena con agua templada
en la que se habrá disuelto previamente una cucharadita de sal marina
(nunca sal de mesa finamente molida, pues se irritaría la nariz). A continuación
se inclina la cabeza hacia un lado y se introduce el extremo del pico en el
orificio nasal del lado opuesto. Se deja que el agua fluya por un orificio nasal
y salga por el otro, repitiendo la operación en el otro lado.
Esta práctica es rápida (entre 3 y 5 minutos) y no resulta en
absoluto desagradable una vez que se ha llevado a cabo varias veces. Proporciona
una sensación refrescante y estimulante y genera claridad interior y
una notable percepción de la energía en los orificios nasales.
Uno de los secretos consiste en no tomar aire mientras se esté absorbiendo
el agua. Otro secreto reside en el arte de secar la nariz tras haber concluido
la expulsión del agua.
Para ello basta con sonarse inclinando la cabeza hacia delante y luego hacia
los lados. El proceso finaliza inspirando por la boca y soplando fuertemente
por la nariz, primero con la cabeza hacia delante, luego hacia los lados y,
por último, hacia atrás.
El neti debería efectuarse por la mañana en ayunas todos
los días. Si existe catarro se puede realizar hasta tres veces al día.
Resulta notablemente eficaz para todos los problemas de nariz, garganta y oídos
en general. Además, es excelente en casos de fiebre del heno, alergias,
sinusitis, ronquidos, resfriados y catarros, pérdida de olfato, dolores
de cabeza y de garganta, contaminación por polvo, humos, tabaco….
El empleo cotidiano de la lota regula las funciones secretorias y neurovegetativas
de la mucosa nasal, mejorando la respiración, favoreciendo el reacondicionamiento
del aire y reequilibrando los circuitos pránicos.