Oscurecimiento Global

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    Es un hecho: la cantidad de radiación solar que llega a la
    superficie terrestre, se ha reducido gradual y globalmente, hasta un 10%, debido
    a la contaminación atmosférica, con consecuencias imprevisibles para la Tierra.
    A este fenómeno se le ha denominado Oscurecimiento Global.

    Es un fenómeno real que, a pesar de haber sido claramente observado y
    estudiado desde hace dos décadas, es muy poco conocido por el público, los
    gobiernos e incluso por la propia comunidad científica.

    La combustión de fuentes de energía fósiles, como el carbón y
    el petróleo, no sólo genera residuos de dióxido de carbono y demás gases
    responsables del efecto invernadero, sino que además libera a la atmósfera
    pequeñas partículas de ceniza, hollín y compuestos de azufre que reflejan la luz
    solar al espacio, disminuyéndola en su viaje al alcanzar la superficie
    terrestre, provocando lo que se conoce como «efecto espejo», y causando un
    efecto de enfriamiento.

    Esta contaminación atmosférica ha reducido en un 10%, durante
    los últimos 50 años, la radiación solar incidente terrestre, afectando
    directamente a la fotosíntesis, al comportamiento, formación y composición de
    las nubes e implícitamente potenciando las sequías, y lo más grave de todo: su
    efecto de enfriamiento ha contrarrestado el calentamiento global, encubriéndolo,
    lo cual nos ha llevado a subestimar e infravalorar el impacto del efecto
    invernadero y los verdaderos alcances del calentamiento global en general.

    Los diversos antecedentes que se describen a continuación,
    muestran cómo las conclusiones de distintos científicos en distintas partes del
    mundo, con métodos completamente diferentes de medición y sin conocerse entre
    sí, han llegado a la misma conclusión.

    El climatólogo japonés Atsumu Ohmura fue el primero en intuir
    el oscurecimiento global en 1989, basándose en la radiación solar y el balance
    energético de la tierra. Formó un grupo de investigadores del clima global, y
    los resultados fueron en parte la base de un informe que reveló a finales de los
    años 80, la existencia de una disminución considerable de la luz solar que
    alcanza la superficie del planeta con respecto al nivel de 1960, y a raíz de
    ello, algunos científicos se dieron a la tarea de encontrar las posibles causas.

    Las observaciones de Gerry Stanhill en 1992, especialista de
    regadíos en Israel, han sido contundentes: observó el fenómeno partiendo de una
    reducción significativa de la tasa de evaporación en tanque, es decir, la
    cantidad de agua que se evapora de un tanque expuesto al sol ha disminuido
    progresivamente. Contrariamente a lo que se pudiera esperar debido al
    calentamiento global, ya que la evaporación del agua no depende de que las
    temperaturas se hayan incrementado en el planeta ni de la humedad, sino que
    depende de la radiación solar directa que recibe, porque son los fotones de la
    luz, que al impactar sobre la superficie del agua, aportan la energía suficiente
    para que éstos se desprendan del resto de moléculas a las que se encuentran
    enlazados por los puentes de hidrógeno. Por lo tanto, la única explicación
    posible a dichas mediciones, es que cada vez recibimos menos radiación solar.

    La misma tendencia fue observada y corroborada por
    agricultores y meteorólogos de todo el mundo, si bien con variaciones en cada
    zona, la reducción de evaporación era clara y progresiva.

    Otros estudios reforzarían aún más dichas conclusiones, por
    vías completamente distintas. Experimentos realizados en el archipiélago de las
    Maldivas, comparando la atmósfera de las islas situadas en el norte con las del
    sur, mostraron que los efectos contaminantes de la atmósfera de aquel entonces,
    provenientes del norte desde la India, producían aproximadamente una reducción
    del 10% de la luz solar que alcanzaba la superficie en la zona bajo la nube
    contaminada (lo que supone una reducción bastante mayor a la esperada por la
    sola presencia de las partículas contaminantes). Antes de emprender dichas
    investigaciones, las predicciones apuntaban a que los aerosoles antrópicos (las
    partículas suspendidas contaminantes) sólo contribuían entre un 0,5% y un 1% al
    efecto. La enorme variación observada contra la predicción se explica porque en
    la formación de nubes contaminadas las partículas actúan como núcleos de
    condensación de un número mayor de gotas aunque de menor tamaño, creando nuevas
    nubes, que son más eficaces reflejando la luz de vuelta al espacio.

    Por otro lado, un grupo dirigido por Martin Wild en el
    instituto Federal de Tecnología Suizo en Zurich, sede del archivo de la BSRN (Baseline
    Surface Radiation Network), comenzaron una investigación mediante un sondeo de
    mediciones y cálculos conducidos por el Programa de Mediciones de la Radiación
    Atmosférica, que ha sido crucial, ya que revela que la superficie del planeta ha
    aumentado su luminosidad en un 4% durante la pasada década. Esta tendencia
    alcista del brillo planetario está corroborada por diversos datos, incluyendo
    varios análisis por satélite.

    Lo cual viene a corroborar que la contaminación de las
    partículas suspendidas en las nubes hacen que éstas reflejen mucha más luz solar
    que las nubes limpias devolviéndola al espacio, aumentando el brillo planetario.

    Años después, se realizaron otras investigaciones en un
    suceso puntual muy esclarecedor que vendría a demostrar lo que se esperaba…

    En los 3 días posteriores a los atentados de las torres
    gemelas del 11S, al cerrarse el espacio aéreo estadounidense, se incrementó la
    temperatura media considerablemente en 1,2 grados centígrados en todo el país,
    (algo que no se observaba desde hacia décadas) al disminuir las estelas de humo
    altamente contaminante de los reactores que dejan los aviones y que forman las
    nubes reflectantes –por tratarse de un residuo de la combustión de un
    hidrocarburo, o sea de un combustible fósil–.

    Recientemente en el congreso anual de la Unión Geofísica
    Americana en Montreal, una parte de la comunidad científica por primera vez ha
    puesto al descubierto la gravedad del asunto de manera oficial y mundial,
    mostrando su seria preocupación, pues apenas ahora se está tomando conciencia de
    que el oscurecimiento global es una terrible realidad.

    El oscurecimiento global, más que probablemente, puede haber
    causado cambios a gran escala en los patrones climáticos, ya que su impacto es
    diverso. Al haber menos radiación solar, hay menos evaporamiento del agua y
    menos formación de nubes, y por consiguiente menos precipitaciones, agravando
    más a las zonas áridas ya de por sí afectadas por el calentamiento global y para
    que éstas produzcan las cosechas deseadas requieren de más energía, que
    contamina aún más, y esta energía es menos disponible por la bajada de represas,
    cerrando el círculo vicioso.

    El oscurecimiento global está afectando al ciclo del agua y
    en general al comportamiento de las nubes. Los modelos climáticos sugieren que
    estos cambios han intervenido en la falta de monzones en el África subsahariana
    durante los años 1970 y los 80 que provocaron las graves crisis y hambrunas
    múltiples. En su momento se culpó a la tala inmoderada de árboles y la mala
    gestión de tierras, hoy se sabe y se considera una pequeña muestra de lo que
    puede ser el oscurecimiento global.

    La composición de la atmósfera y de las nubes está cambiando,
    convirtiéndose en un espejo reflectante que reduce el paso de la luz solar,
    afectando también a la fotosíntesis de toda la vegetación planetaria ya que el
    fenómeno es global.

    De manera que hemos puesto en jaque al ecosistema del
    planeta, mientras que el calentamiento global provoca más lluvias en las zonas
    húmedas, y más sequía en las áridas, el oscurecimiento global provoca menos
    precipitaciones, reforzando aún más las sequías lo cual es muy grave para las
    zonas áridas. Y por otro lado enfría, lo que de momento nos ha ayudado a que el
    calentamiento global sólo nos muestre una máscara amable. Pero si dejamos de
    arrojar la contaminación que le quita transparencia a la atmósfera, liberamos la
    cara feroz y real del calentamiento global, las medidas impuestas en los últimos
    años en la UE han ayudado a disminuir las emisiones de partículas en industrias
    y automóviles, si bien han mejorado la calidad del aire, desgraciadamente el
    calentamiento global ha dejado los veranos más calurosos, especialmente el del
    2003 con cifras récord de mortandad en Francia, incendios en toda la península
    ibérica particularmente en Portugal de norte a sur, importantísimas sequías en
    España e inundaciones récord en varios países de la Unión.

    Políticamente podremos estar divididos, pero ecológicamente
    estamos entretejidos, la naturaleza no entiende de divisiones y se comporta como
    un todo. Lo que una zona contamina afecta a otra; la irresponsabilidad de un
    indivíduo, un colectivo o un país nos afecta a todos. El objetivo del presente
    artículo no es alarmar sino de mostrar lo que sucede para poder prevenir,
    tomando medidas y decisiones responsables si es que todavía estamos a tiempo.

    Para solucionar definitivamente el problema debemos ir al
    origen del fenómeno, para satisfacer nuestras necesidades energéticas no podemos
    seguir quemando combustibles fósiles de manera completamente irresponsable como
    hasta ahora, tenemos que lograr que produzcan residuos totalmente asimilables y
    biodegradables para la naturaleza sin alterar su equilibrio natural, y además
    conseguir que esto sea económicamente viable, pero aunque lo lográramos quizá
    sea ya muy tarde pues los combustibles fósiles están dando claras muestras de
    agotamiento, está llegando su fin por ser no renovables y su precio no dejará de
    subir.

    Evidentemente para satisfacer la demanda energética, tenemos
    que optar por fuentes limpias perpetuamente disponibles y viables, como lo son
    ya las energías renovables como la solar, eólica, biomasa, maremotriz,
    geotérmica, microhidráulica, etc.

    En el caso del transporte se debe hacer un plan de cambio
    urgente para dejar de fabricar nuevos coches y aviones, etc., que se alimenten
    de hidrocarburos por biocombustibles (ya existentes), para los coches viejos,
    obligar a usar el catalizador que ahorre combustible, aumente la potencia y
    disminuya los humos. E invertir en desarrollar la fuente de energía más
    prometedora, abundante y limpia conocida hasta ahora para que pueda ser rentable
    y competitiva: el hidrógeno, con capacidad de abastecer todo el consumo
    necesario del planeta (industrias, viviendas, transporte, centrales eléctricas,
    etc.), en lugar de invertir cantidades astronómicas en centrales nucleares que
    nos sacarían del problema del petróleo y demás fuentes fósiles para meternos en
    otros problemas mucho peores, sólo por las ansias de poder de los monopolios que
    quieren que continuemos obligados a pagar una factura mes a mes sin ningún
    escrúpulo.

    De esta manera solucionaríamos el oscurecimiento global y aún
    más: se contribuiría en gran medida a solucionar el calentamiento global y se
    mejoraría la salud y equilibrio general de la Tierra.

    La solución ya está en nuestras manos, las fuetes de energía
    limpias e inagotables son ya una realidad y están ya al alcance, ¡exijámoslas!


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