Plantas para curar plantas

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    Con la práctica de la agricultura
    ecológica se ha recuperado la idea de prevenir y fortalecer a las plantas
    cultivadas, utilizando otras plantas, de manera que ellas mismas puedan
    responder ante posibles agresiones climáticas.


    uestros
    antepasados, más conectados con la Naturaleza, conocían las propiedades
    curativas de las plantas y las aplicaban a su salud, al cuidado de sus animales
    y también al cuidado de otras plantas que eran de su interés. Esta, digamos,
    intuición de utilizar plantas para curar otras plantas se fue perdiendo.

    Esta idea se ha recuperado gracias al uso
    de la agricultura ecológica, en la que no se usan productos tóxicos. Al emplear
    otras plantas para fortalecer las plantas cultivadas, siempre más débiles que
    las silvestres, ellas mismas pueden reaccionar ante el frío, el granizo, el
    tiempo excesivamente húmedo.

    También se trata de ayudar a la planta en
    momentos críticos, por ejemplo en el trasplante, como abono, aplicando
    repelentes de algunos parásitos, después de la poda o en prevención de problemas
    de hongos, cuando tenemos una primavera en que se alternan días húmedos y
    cálidos.

    Esta vía de usar plantas como preventivo y
    curativo de otras plantas recurre a la tradicional aplicación de purines de
    plantas, obtenidos de la maceración de plantas y aplicados o bien puros como
    riego al pie de plantas o árboles, o bien aplicados diluidos en pulverización en
    las hojas de la planta o del árbol que se desea curar o fortalecer.

    Desde Francia nos ha llegado con fuerza
    toda una revitalización de este método, gracias a la publicación de un libro
    (ahora editado en España) que ha puesto a hortelanos y jardineros a aplicar
    extractos de plantas comprados o hechos por ellos mismos, gracias a que ofrece
    unas pautas sencillas y claras. Los autores, agricultores y jardineros
    apasionados por el cuidado ecológico de las plantas, recorrieron el país para
    recoger el testimonio de quienes hacían preparados de plantas o purines de forma
    tradicional, y entrevistar a pioneros de una elaboración más profesional.
    Después de este trabajo de recopilación han ordenado y contrastado los datos
    hasta dar con unas bases y un método concreto y sencillo para hacerlos bien.

    Observar, prevenir, fortalecer

    Las ventajas de aplicar extractos de
    plantas a nuestras plantas son numerosas. En primer lugar porque, al no
    contaminar ni crear resistencias, en vez de problemas secundarios lo que
    tendremos en nuestros cultivos es un mayor equilibrio, y por tanto cada vez
    menos problemas. Al dedicar más tiempo a observar que a aplicar tóxicos,
    comprenderemos las necesidades de las plantas y perderemos el miedo a posibles
    plagas, centrándonos más en prevenir y fortalecer. Los extractos no son una
    panacea, pero con ellos entramos en el círculo beneficioso de más biodiversidad,
    más resistencia de las plantas, más equilibrio.

    Las plantas que pueden utilizarse para
    hacer extractos son innumerables, pero es mejor centrarse en las más sencillas
    de cultivar o de obtener en nuestro entorno: ortiga, salvia, milenrama, ajenjo,
    ajo, bardana, capuchina, cola de caballo, consuelda, diente de león, helecho,
    hiedra, lavanda, melisa, menta, pelitre, rábano, ruibarbo, ruda, rumex,
    saponaria, saúco, tanaceto, tártagovaleriana.

    De ellas destacan con ventaja la ortiga,
    la consuelda, el helecho común y la cola de caballo, por ser las más accesibles
    y las de mayores y mejores aplicaciones.

    Dónde y cuándo aplicarlos

    Los extractos de plantas se pueden aplicar
    en viñedos, frutales, huerta, plantas ornamentales de interior y de exterior. Un
    buen reconstituyente de nuestros frutales es el extracto de ortiga. Se prepara
    poniendo a macerar 1 kg de planta fresca en 10 litros de agua durante algunos
    días. Pueden ser 15 días si hace frío, o pueden ser tres días en verano. Cuando
    ya no hay burbujas (no confundirlas con la espuma que producimos al removerlo
    diariamente) es que ha terminado la fermentación. Entonces se filtra muy bien y
    se guarda al abrigo de la luz en una garrafa bien cerrada, o se aplica.

    Los extractos combinados mejoran el
    resultado, pero hay que tener precaución porque cada extracto hay que prepararlo
    previamente por separado. Otra recomendación: no caer en la tentación de mezclar
    extractos de plantas que curan y otros que estimulan buscando el «todo en uno»
    milagroso. Hay que ir paso a paso, primero curar, después, alimentar.

    En las hortalizas también la ortiga es la
    reina. Empleada como riego dará fuerzas a todas ellas. Al hacer el repicado o
    trasplante definitivo al bancal, esperaremos una semana y aplicaremos en el
    riego extracto de ortiga y de consuelda para fortalecer las plantitas.

    En primavera, los rosales los
    pulverizaremos preventivamente con extractos de aromáticas. Si tienen problemas
    de hongos, el mejor fungicida es el ajo, incluso contra la marsonia (manchas
    negruzcas). Cuando termina el verano, después de la última floración los
    regaremos al pie con ortiga.

    En cuanto a las jardineras y las plantas
    de interior el mejor consejo son las aplicaciones regulares de extractos de
    ortiga y de consuelda, formidables revitalizadores foliares. Un buen truco es
    poner las macetas a remojo en un recipiente, con extracto de ortiga diluido al
    15 por ciento durante 24 horas. Esto se repetirá en cada estación.

    Aplicar los extractos correctamente

    Más cantidad no es más eficacia, sino
    derroche. Es más eficaz la aplicación en tiempo nublado o después de una lluvia,
    no antes porque la lluvia los lavará. No aplicarlos nunca cuando las plantas
    sufren de sed, si es un tiempo de sequía será mejor regar la víspera.

    Aplicarlos a una temperatura por encima de
    12-14 ºC, y por debajo de los 26 ºC porque si no podríamos quemar a las plantas.

    Los extractos, en general, se aplican como
    un riego, al pie de la planta, y también pulverizando en el follaje, en este
    caso más diluidos (al 10 por ciento).

    Tanto el riego como la pulverización se
    aplican siempre en las horas frescas, por la mañana o después de las siete de la
    tarde.

    Claves para preparar bien los extractos

    Para hacer bien los preparados y que sean eficaces, una de
    las claves más esenciales es emplear agua no sólo potable, sino de buena
    calidad. La mejor es el agua de lluvia, entre otras ventajas porque no contiene
    cloro ni cal. Si no tenemos más remedio que usar agua del grifo o de un pozo, la
    dejaremos que se solee o airee un par de días y que tome la temperatura
    ambiente. Y siempre controlar el pH, porque por ejemplo el agua muy caliza
    cierra los estomas de la planta e impide la estimulación por las hojas.