Algunas de las personas que
vienen a tratarse con reflexoterapia podal me comentan que no creen en estas
cosas, yo les contesto que no es necesario creer para que funcione, pues existe
una base neurológica que explica cómo se transmite el impulso nervioso desde las
zonas del pie en las que trabajo provocando una respuesta, no sólo a nivel
cerebral, sino también desde la médula espinal; lo que pone en marcha los
mecanismos de regulación del organismo.
Con muchas las estructuras que intervienen
en el proceso, y en este artículo trataré de explicarlo de forma sencilla. Los
receptores nerviosos sensitivos son los primeros que reciben el estímulo. Los
hay de diferentes tipos: muy especializados en determinado tipo de estímulo como
los de presión, tacto, calor o frío; y otros, cuyas terminaciones son libres y
pueden incluso ramificarse, perciben el dolor (incluso en algunos casos
temperatura y tacto).
Cuando estimulo un punto que es doloroso,
provoco que esa información se transmita a toda velocidad a lo largo de las
fibras nerviosas hasta la médula espinal. Los responsables del impulso son unas
sustancias llamadas neurotransmisores, fabricados y almacenados en pequeñas
vesículas por las propias células nerviosas para ser utilizados cuando sea
necesario.
Una vez en la médula espinal, las fibras
nerviosas envían la información tanto a ramas ascendentes, que irán a través de
toda la médula hasta la zona sensitiva de la corteza cerebral, como a ramas
descendentes y colaterales. Esto último es muy interesante, ya que sobre todo en
los estímulos de dolor hay caminos que sigue el impulso que todavía no han sido
totalmente aclarados. Se ha visto en las lesiones de la médula espinal
unilateral (de un solo lado), que deja de recibirse información por debajo de la
lesión, tanto sensitiva, como de presión y vibración. Mientras que las
sensaciones de dolor y temperatura, dejan de percibirse en el lado opuesto al de
la lesión.
Los impulsos que llegan a la médula y
siguen caminos colaterales (iguales a ambos lados), influirán en los órganos y
estructuras fisiológicas que son inervadas también por esa región de la médula,
a través de las raíces nerviosas que salen de ella.
Una demostración de que diferentes zonas
del cuerpo nos informan de desequilibrios orgánicos, son los «dolores
referidos», el más común es el del brazo y mano izquierdos que están indicando
una angina de pecho; otro, es el dolor vesicular (de la vesícula biliar) que
aparece en la región escapular, etc.
Cuando el terapeuta de reflexoterapia
podal comienza a trabajar el pie, lo primero que busca son puntos de dolor,
encontrando algunas veces asociados al mismo, zonas de depósitos (que al tacto
pueden parecer cristales). Después mantiene la presión sobre esos puntos siempre
hasta un umbral de dolor que la persona pueda soportar, pues tampoco ha quedado
demostrado que superar ese umbral haga que la terapia funcione mejor. A partir
de aquí será el organismo el que comience a regularse neutralizando el impulso,
produciendo numerosos neurotransmisores encargados de la homeostasis (equilibrio
interno del cuerpo que le conduce a la salud).
Si alguna vez habéis sentido la curiosidad
de ojear diferentes libros de reflexoterapia podal, observaréis que los mapas de
los órganos no siempre coinciden y, según los autores, pueden tener ligeras
variaciones. Esto ha hecho dudar a algunas personas de lo riguroso de esta
terapia (ya que no hay estudios científicos que la avalen). La experiencia que
he adquirido, en el tratamiento de una persona con lesión medular, me ha
demostrado que son muchas las vías de comunicación que tiene el cuerpo para
decirnos dónde hay un desequilibrio y, más todavía, las que tiene para
regularlo.
Fue el caso de mi amigo Marcos, que tuvo
un accidente de coche a consecuencia del cual sufrió una lesión medular entre la
cuarta y la quinta vértebra cervical, lo que le provocó una tetraplejia
completa. Podría pensarse que si sus pies no tenían sensibilidad a los
estímulos, la reflexoterapia no iba a funcionar. El trabajo que fuimos
desarrollando en cada sesión me demostró, en un breve espacio de tiempo, que
nada más lejos de la realidad; es más, me abrió al conocimiento de las rutas del
impulso nervioso reflejo neurovegetativo (que nos mantiene con vida sin que
influyamos en él de forma voluntaria).
El tratamiento lo comenzamos
aproximadamente un año después de sufrir la lesión, y le estuve tratando una vez
por semana durante seis años. Al comenzar la terapia prácticamente no tenía
movimiento en las extremidades superiores, sólo balanceaba ligeramente los
brazos cuando estaba sentado en la silla de ruedas, lo que le servía para
equilibrar el torso y no caerse.Podía mover el cuello y los hombros y sólo tenía
sensibilidad en ellos. En la espalda era capaz de sentir hasta la altura de las
escápulas, aunque no en toda (de la mitad de la escápula hacia abajo perdía la
sensación). Presentaba una escara (costra) en el talón derecho, de dos a tres
centímetros que le curaban tres veces a la semana. No tenía movilidad en los
músculos del tórax, por lo que la respiración era abdominal.
La reflexoterapia podal iba encaminada
principalmente a las zonas reflejas de todo el sistema nervioso, desde las áreas
que conectaban directamente con las vértebras que sufrieron la lesión, hasta los
nervios motores relacionados con esas vértebras y que inervaban los brazos.
Por supuesto, también el resto de columna
vertebral y los nervios relacionados con cada zona, y los diferentes sistemas:
cardiaco, respiratorio, endocrino, digestivo, renal y linfático. Traté las zonas
reflejas de la escara y algo muy interesante, a nivel cerebral: las zonas
reflejas de la corteza motora y del tono muscular.
Desde el primer momento en que comencé a
trabajar en los pies no cesaron de aparecer reacciones. Lo primero y más
interesante es que aún a pesar de no sentir nada debido a la lesión, cuando
comencé a tratar los puntos reflejos de la corteza motora, el pie se movía con
pequeños espasmos indicando que percibía la presión en un punto reflejo
alterado. Esto también sucedía en los puntos relacionados con la luxación
cervical: los de las C4 y C5.
Hubo un punto en la primera sesión que me
impactó al tratarlo: el de rodilla. Cuando lo presioné por primera vez la
rodilla se flexionó sola, y me quitó la pierna de las manos (cuando era incapaz
de moverse), gracias a que le sujetaba el pie no se cayó. En ese momento y, a
pesar de los años de experiencia como terapeuta, sentí el milagro de ver que
todo lo aprendido era cierto, que allí estaba Marcos con su lesión mostrándome
la realidad de las rutas del sistema nervioso reflejo.
También me impresionó que al presionar la
zona refleja del diafragma, el punto de plexo solar, me dijo que algo se
liberaba en el pecho y podía respirar mejor.
Después de algunas sesiones la escara se
cerró, también observamos que podía mover un poco más los brazos y que el bíceps
tenía más fuerza, a partir de ese momento comenzó a trabajar con pesas de medio
kilo en las muñecas, lo que le ayudó poco a poco a conseguir mover más los
brazos y mejorar de toda la musculatura implicada en la flexión y extensión del
bíceps. Gracias a su persistencia y trabajo, seis meses después manejaba pesas
de 1 kilo, y año y medio más tarde de dos.
Después de seis años de tratamiento
continuado las anécdotas han sido muchas, y no quiero volver a contar lo mismo
que ya en su día expusimos en la ponencia de Expomasaje en el año 2.001 «La
reflexoterapia podal: un coadyuvante en el tratamiento de las lesiones
medulares», ya que podéis leer sobre ella en internet. Después de aquello
seguimos trabajando y viendo mejorías en su resistencia física, en el control de
la musculatura del torso para no caer al reclinarse, el control sobre el
movimiento no sólo de los brazos, sino también de antebrazos; principalmente los
músculos supinadores, lo que le permitió llegar a rascarse la cara. En una
palabra, su calidad de vida mejoró considerablemente y en el año 2005 consiguió
su sueño: irse a vivir de forma independiente a Valencia, contratando A una
persona que le ayudaba en todo. Tenía 33 años en ese momento.
Cuando ya llevábamos tiempo trabajando,
observé que empezaban a aparecer sensaciones de calambres, principalmente en los
brazos cuando estimulaba a nivel reflejo los nervios del plexo braquial (inervan
hombro y brazo hasta los dedos de la mano). De hecho, cuando se sobrecargaba
mucho una zona llegaba a provocar dolor en todo el recorrido del nervio.
Después, cuando dejaba de tratarle, la sensación desaparecía. Me comentaba que
aunque la sensación fuera desagradable no le importaba, pues sentía de nuevo que
tenía un cuerpo.
Al comenzar las sesiones era capaz de
percibir el recorrido del impulso, ya que al no sentir nada podía discernirlo,
algo que no podemos hacer nosotros, ya que el cuerpo recibe constantemente tanta
información sensitiva del medio externo, que es incapaz de diferenciar las rutas
que sigue esa información (aunque algunas personas muy sensitivas también me lo
han comentado).
Cuando llevábamos un rato trabajando me
decía que ya no era capaz de diferenciar el recorrido, que sentía que todo le
hormigueaba y estaba en funcionamiento, tratase la zona que tratase. Esto me
demostró que una vez que ponemos en marcha el sistema reflejo, lleguen por donde
lleguen los impulsos, los mecanismos de regulación están funcionando. Por eso
diferentes mapas de zonas reflejas funcionan exactamente igual, a través del pie
podemos activar muchas interconexiones nerviosas.
En Valencia comenzó a trabajar en su tesis
doctoral, sobre la autoestima en personas disminuidas físicas a través del
deporte y los animales de compañía. Conoció a un profesor de biomecánica, y
también trabajó con él hasta conseguir manejar un triciclo adaptado para
parapléjicos que se mueve con el impulso de los brazos.
Nosotros seguimos viéndonos y tratándole
cada vez que venía a Madrid, hasta el pasado 7 de diciembre que falleció, una
bronquitis pudo con su resistencia física. A todos sus amigos nos ha dejado un
gran ejemplo de lucha y perseverancia, pues a pesar de su grave lesión no dejaba
nunca de esforzarse hasta conseguir su objetivo.
La última vez que nos vimos me comentó que
su experiencia con el triciclo había sido impresionante, por la sensación de
libertad que había experimentado en ese momento, y el subidón de endorfinas que
había tenido al sentir que era capaz de moverse por sus propios medios.
Hasta aquí he expuesto las relaciones de
la reflexoterapia con el sistema nervioso, pero también hay otras razones por
las que funciona. Según la Medicina Tradicional China tenemos doce meridianos de
energía principales que recorren nuestro cuerpo, seis de ellos nacen o terminan
en las manos y otros seis lo hacen en el pie. Los del pie son:
? Meridiano de Riñón: nace en la planta del pie casi en
el centro, y está relacionado con las zonas reflejas de “plexo solar” y de
riñón. Cuando trabajamos en este punto activamos la energía de todo el cuerpo,
ya que el primer punto de este meridiano nos permite absorber la energía de la
tierra. En su recorrido por el pie pasa por la zona lateral interna del arco y
alrededor del maléolo interno, subiendo por la cara interna de la pierna.
? Meridiano de Vejiga:
termina a la altura de la uña del quinto dedo. En su recorrido va a ir por el
lateral externo del pie y de la pierna, y cuando trabajamos estas zonas estamos
activando nervios importantes relacionados con él, como el ciático y
lumbociático.
Estos dos meridianos pertenecen al
elemento agua según la medicina tradicional china, y es importante saber que la
emoción relacionada con ellos es el miedo, que llevado a su máximo exponente es
el pánico, emoción que nos paraliza. La climatología relacionada es el frío, de
ahí que puedan aparecer las ciáticas con más frecuencia cuando de repente
aumenta el frío.
? Meridiano de Bazo?Páncreas: comienza en el lateral de
la uña del dedo primero (gordo), sube por el dorso del pie hacia la pierna, al
trabajar esas zonas activamos al sistema linfático ya que el bazo es el órgano
que lo controla.
? Meridiano de Estómago:
termina a la altura de la uña del dedo segundo, trabajando esas zonas en el pie
activamos el proceso digestivo.
Ambos meridianos pertenecen al elemento
tierra controlan sistema linfático y procesos digestivos. La climatología que
les influye es la humedad. Van a ser fundamentales a la hora de retener líquido
en el cuerpo y con el sistema inmune. Están relacionados con la emoción de la
preocupación.
? Meridiano de Hígado: nace junto a la uña del primer
dedo pero por el lado interno (más cercano al segundo dedo). Sube por el dorso
del pie hacia la pierna. Es fundamental en todo el proceso digestivo de
obtención de nutrientes para el correcto funcionamiento del organismo, y también
limpia de tóxicos al cuerpo, de ahí que muchos queden almacenados en él.
? Meridiano de Vesícula Biliar:
termina a la altura de la uña en el cuarto dedo. Almacena las sales biliares, y
tiene la función de verterlas al duodeno en el momento de digerir las grasas, de
ahí que las personas con problemas en la vesícula tengan tantos problemas
digestivos.
Estos dos meridianos pertenecen al
elemento madera, la climatología que más les afecta es el viento, y la emoción
que controlan es la ira (por eso a las personas tendentes a enfadarse se las
denomina también hepáticas). Hay vientos en determinadas regiones que llegan a
afectar a las personas volviéndolas especialmente agresivas. También pueden
sentir fuertes dolores de cabeza que se sitúan principalmente en la frente a la
altura de la ceja y suele afectar más a un lado que al otro.
En los pies se localizan también dos
chakras secundarios que se encargan de recoger y soltar la energía del cuerpo
hacia la tierra. Se sitúan en el centro a la altura del punto primero de
meridiano de riñón. Las personas que practican Chi-Kung o Tai Chi saben lo
importante que es trabajar dirigiendo la energía del cuerpo hacia la tierra y
viceversa a través de los pies.
Con todo lo que he expuesto creo que queda
claro que son muchos los mecanismos por los que funciona la reflexoterapia podal,
pero la mejor forma de convencerse es haciéndose un tratamiento. Han sido muchas
las personas que han venido a reflexoterapia en los 20 años que llevo utilizando
esta técnica, y que se han beneficiado de ella, pero también he de reconocer que
ha habido tratamientos que se han resistido. Bien porque no era esa la terapia
apropiada, o porque los mecanismos de recuperación de la persona no podían
llegar más lejos. Lo que siempre pido a quien decide empezar a tratarse, sobre
todo en lesiones o problemas graves o crónicos, es que tenga paciencia.
Si se lleva mucho tiempo con un problema,
el cuerpo no va a ser capaz de reaccionar en la primera sesión, y si así lo hace
hay que continuar el tratamiento un mínimo de 12 a 14 sesiones para que lo que
hemos conseguido se mantenga. Siempre recomiendo a la persona que aunque se
encuentre bien, de vez en cuando se haga sesiones de mantenimiento (una cada mes
o mes y medio).