Qué realidad escolar queremos

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    Desde hace un tiempo se está viendo que cada vez hay mas
    problemas en el sistema educativo y se intentan buscar soluciones. Soluciones a
    la agresividad, a la falta de la atención, a la violencia. Quizás pensemos que
    cambiar el sistema escolar es difícil, que es algo que tienen que hacer las
    personas que elaboran los programas educativos, pero la realidad es que si lo
    queremos mejorar tendremos que empezar por nosotros mismos como educadores o
    como padres y tratar de implementar herramientas diferentes para suavizar el
    «efecto invernadero» en los colegios. Vamos a ver unos cuantos temas
    relacionados.

    Los niños no entienden la autoridad

    Cuando al niño se le da una orden, muchas veces se enfada, o
    no responde y se crea un conflicto en el aula. En este momento hay muchos niños
    que por su edad, están en la infancia, pero que razonan y se comportan como
    adultos. No entienden que se les obligue a llevar ciertos horarios y seguir
    ciertas disciplinas.

    ¿Qué es la autoridad? Si nos fijamos en lo que se entiende en
    esta sociedad como «autoridad» veremos que es el poder o derecho a dar órdenes y
    hacer que se obedezcan. Se establece en todos los ámbitos de la sociedad. Se
    hace para crear un «llamado» orden.

    ¿Por qué no la entienden? No la entienden pues las órdenes
    que reciben no están basadas en el sentido común. No aceptando ni la forma en
    que se dicen ni lo que se dice. Con los niños es muy importante no lo que se
    dice sino cómo se dice, pues es muy fácil pasar de una sugerencia a una orden
    tajante con sólo cambiar el tono de voz. Hay que explicarles que en el centro
    escolar hay unas reglas que tienen que cumplirse para que haya una buena
    convivencia. Aunque hay que ver que las reglas que haya establecidas sean
    basadas en el sentido común.

    ¿Por qué no respetan de la forma que nosotros quisiéramos? El
    respeto en esta sociedad es jerárquico, es decir que sólo se respeta a la
    persona por la edad o posición, no por quién es. Si al niño no se le trata como
    a un igual, se le está perdiendo el respeto.

    Imagínate que ahora mismo estoy a tu lado y sin conocernos de
    nada (sí a ti que tienes 42 años) te empiezo a decir: «Uy, que peinadito más
    mono, ¿te lo ha hecho tu mamá? Y ese vestidito, qué bonito, con esos
    volantitos». Tú te vas a sentir ridícula y yo con esa forma de dirigirme a ti te
    he degradado y humillado. Seguramente no me vas a hacer ni caso y pensarás que
    estoy loco, pues te he tratado como a una estúpida. Ahora fijémonos en como se
    le habla normalmente a un niño: se confunde hablar de una forma cariñosa con
    hablar de una forma estúpida y esto el niño lo nota y lo siente como una falta
    de respeto y responde en consecuencia de una manera no muy positiva. En los
    niños se ve muy claramente que según como les tratas ellos te tratan.

    La violencia

    Desde hace un tiempo se está viendo que cada vez hay más
    violencia en los centros educativos, los niños llegan histéricos y no responden
    a nada. A la mínima «provocación» ellos reaccionan. No es de extrañar pues
    muchos de ellos ha sufrido el «efecto aparcamiento» en los colegios, es decir,
    aparco al niño en la guardería cuando tiene 3 meses y lo vuelvo a buscar cuando
    tiene 16 años. Son personas con una gran falta de afectividad, la cual se
    convierte en resentimiento, que canalizan en violencia.

    En los colegios «no está bien visto» hablar de sentimientos;
    si se hiciera, sería de gran ayuda para muchos de los alumnos. Enseñar pequeños
    ejercicios de relajación. Poner música clásica en el hilo musical, etc. Hacer la
    vida del profesor y el alumno más fácil.

    ¿Por qué no atienden a ciertas materias?

    Los niños en este momento tienen la intuición muy
    desarrollada, y saben que lo que no les sirve en la vida diaria no les interesa
    ni aprenderlo. Se les hace aprender raíces cuadradas y cuando ellos preguntan
    para que sirven y se les responde: «que ya lo descubrirán mas adelante». Buena
    repuesta que personalmente no la se con 36 años.

    Se obliga a que aprendan a escribir y a leer sin que ni
    siquiera sepan para qué sirve. Sería una opción más práctica que supieran para
    qué sirve para así incentivarles a que quisieran aprenderlo. Hay que crearles
    una curiosidad para que tengan interés.

    De lo que se estudió en el colegio, ¿qué tanto por ciento se
    recuerda y utiliza? Esa pregunta la he formulado muchas veces con casi siempre
    el mismo resultado: «Leer, escribir, matemáticas básicas y esa materia que me
    apasionaba y atendía siempre». Si eso es lo que la gran mayoría recordamos y
    utilizamos, tendríamos que replantearnos la cantidad de cosas que se nos ha
    obligado a aprender para luego tener que olvidarlas. ¿Cuántos cientos o miles de
    horas de aprendizaje se podrían haber utilizado de otra forma? ¿No sería mas
    práctico aprender cosas de la vida diaria? ¿Qué cosas te hubiera gustado
    aprender para poder desenvolverte mejor en tu vida diaria?

    ¿Por qué todos al mismo ritmo de aprendizaje? Yo, Pepito
    tengo 4 años y mi psicomotricidad es lenta y aprendo a escribir lentamente. En
    cambio Julia de 4 años, su psicomotricidad está muy desarrollada y aprende muy
    rápidamente. A mí me clasificaron de «tonto» (mis calificaciones son bajas) y
    Julia es la primera de la clase. Ya le han aconsejado a mi mamá que me lleve a
    unas clases de «no se qué» para que yo aprenda mejor, es decir, que no me salga
    de la norma. Quizás si hubieran esperado un tiempo se hubieran dado cuenta de
    que no tengo ningún problema. Mi desarrollo es diferente y en unos meses puedo
    hacer de todo sin tener que forzarme. Si se pregunta a un jardinero te dirá que
    cada semilla reacciona y crece de una forma diferente y que si se cuida a todas
    de la misma manera sólo habrá unas pocas que sobrevivan. Si todos somos semillas
    diferentes ¿por qué se nos enseña a todos de la misma manera y al mismo ritmo?
    Es el llamado «efecto invernadero en los colegios».

    Las tareas que tienen que hacer después del colegio

    El niño está 5 o más horas en el centro escolar y allí
    realiza su tarea lo mejor que puede de acuerdo con sus posibilidades. Después se
    le lleva a inglés, a matemáticas, a que aprenda informática, etc., y cuando
    llega a casa encima tiene que hacer los deberes que «amablemente» le han puesto
    en el colegio, eso sí, sabiendo que dentro de unos meses ya no se acordará de
    nada de eso. Dicen que la tortura no está permitida, mandar deberes a un niño
    que ya ha estado en clase 5 horas, cuando solamente es un niño y quiere
    disfrutar y vivir, es una tortura. Si el niño quiere hacer actividades
    extraescolares ya las pedirá, no hay que obligarle.

    La relación profesor-alumno

    En estos momentos muchos profesores verán que el tipo de
    relación con los niños ha cambiado, no es una relación distante basada en la
    autoridad sino un trato más de persona a persona, los niños les tratan como a un
    igual, o como a un amigo o como a un enemigo pero pocas veces como a un ser
    superior. Cuando el profesor intenta poner disciplina se ve en el dilema de cómo
    hacerlo.

    ¿Le pondrías disciplina a un amigo? ¿Le harías que siguiera
    reglas incoherentes? Queremos que el niño aprenda inglés, matemáticas,
    informática, montar a caballo y que además el centro educativo sea prestigioso.
    Trabajamos horas extras para poder mandar al niño a ese colegio. Asimismo, el
    colegio está en la otra punta de la ciudad, por lo cual tenemos que viajar
    diariamente una hora de ida y una hora de vuelta. El resultado es que el niño no
    está feliz en este sitio.

    Cuando vamos a comprar una casa, entramos en ella y sabemos a
    los diez minutos si nos gusta o no y si vamos a estar a gusto allí. Hay «un
    algo» que nos lo dice, nuestra intuición. Lo mismo pasa con el centro escolar.
    Lo único es que es el niño quien tiene que decidir si le gusta o no. El niño es
    el que tiene que pasar muchas horas de su vida allí. Lleva a tu hijo a varios
    centros escolares y que pase un rato recorriéndolos y hablando con los
    profesores. Ya verás cómo elige el acertado.

    Ellos «aprenden» de nosotros. Por supuesto que aprenden,
    somos su ejemplo a imitar. Pero veámonos a nosotros mismos en nuestro camino de
    búsqueda y crecimiento. Siempre se busca ese maestro al cual tener como ejemplo
    de sencillez, amor, luz, paz, saber estar, vivir sin ataduras, etc. Y tenemos
    muchos problemas para encontrarlos, dicen «que no hay muchos». Eso no es cierto.
    Solamente observa a un bebé o a un niño que no sepa hablar y vas a encontrar
    todo eso que buscas.

    Cambiar… ¿nosotros o el sistema?

    Estamos viendo que los profesores están inmersos en un
    sistema que les permite hacer poco o nada. Tienen que hacer lo mismo cada día y
    ajustarse a un programa o sufrir las consecuencias. No tienen mucho espacio para
    desarrollar su profesión o poder improvisar. Muchos de ellos se ven atados de
    pies y manos. Cayendo enfermos y teniendo que ser medicados muchos de ellos.

    Los niños no lo tienen mucho mejor, pues en el momento que el
    niño no atiende (esto puede ser motivado por muy diferentes razones) se le lleva
    al psicólogo y automáticamente tiene Trastorno de Deficiencia de Atención,
    cuando lo que pasa es que el niño tiene Trastorno de Deficiencia de interés, es
    decir que todo lo que le enseñan le interesa muy poco.

    Si vemos que los principales protagonistas de esta obra,
    niños y profesores, están siendo drogados, que de esta forma se están tapando
    los problemas de un sistema educativo enfermo, muy enfermo. ¿no será que es el
    sistema educativo el que tiene que cambiar?