Handan T. Satiroglu, autora de este artículo, además de
ser escritora profesional, ha impartido clases de Sociología en la Universidad
de Virginia del Norte, la segunda más grande de Estados Unidos. Sus conferencias
se han centrado sobre todo en las discusiones teóricas y empíricas que abarcan
los debates actuales, sociales, políticos y culturales. Ella comparte
actualmente su tiempo entre Alejandría, Virginia y Segovia, España.
Durante décadas, España ha sido uno de los
destinos turísticos favoritos para millones de gente atraída por las playas
soleadas del país. La industria del turismo, que representa el 12% del producto
interior bruto, se enfrenta ahora a la amenaza de un invitado sorpresa: la
locura del desarrollo que está llenando la costa del país con complejos
residenciales y campos de golf. Inicialmente diseñado para atraer una clientela
de clase alta, el sobredesarrollo amenaza el panorama a largo plazo de la
industria turística de España a través de una combinación de mercado
inmobiliario muy especulativo, la degradación medioambiental y los escándalos de
corrupción.
Los políticos españoles están empezando a
vislumbrar que la industria turística podría ser paralizada en la larga carrera
por el sobredesarrollo de las regiones costeras, en particular teniendo en
cuenta las ofertas turísticas alternativas que provienen de destinos
mediterráneos menos explotados y comercializados como pueden ser Turquía o
Croacia.
La ministra de Medio Ambiente Cristina
Narbona advirtió recientemente a los políticos y al sector de la construcción de
la zona del Levante que dejaran de pensar en el boom de la construcción como en
la panacea económica. España puede contar todavía con sus destinos soleados y la
conyuntura favorable de los flujos turísticos que alejan a los visitantes de los
destinos percibidos como peligrosos para mantener su industria turística viva,
pero Narbona hizo hincapié en que a corto plazo, el boom de la construcción
puede traer beneficios económicos; a largo plazo, reducirá la calidad del
turismo en la región.
De acuerdo con Ángel María Beloqui,
principal arquitecto en la Concejalía de Urbanismo en el Ayuntamiento de
Segovia, el desarrollo económico que sucedió después de la entrada de España en
la UE llevó a los grupos inversores y también a las familias a considerar la
vivienda como inversión. La inflación en los precios de la vivienda, que alcanzó
el 17,4% el año pasado, está alimentando una economía favorable a la
especulación, y el sector de la vivienda estima que los extranjeros están
adquiriendo más del 50% de las viviendas en la costa. La inversión extranjera en
la vivienda pasó de 2.908 millones de euros en 1999 a 7.179 millones en 2003, o
sea una subida del 147%. De acuerdo con una reciente encuesta del grupo bancario
Barclays, el número de residentes provenientes del Reino Unido que intentan
conseguir propiedades fuera del RU pasará del 5% al 10%, una tercera parte de
los cuales pretenden comprarla en España. Los alemanes, noruegos y suecos están
siguiendo el ejemplo británico.
La llegada de «expatriados» buscando un
lugar permanente al sol está ya causando preocupación entre los habitantes de
esas zonas y las organizaciones ecologistas. Como se publicó en The Guardian,
los habitantes de Alhama (Murcia) temen que la llegada de extranjeros erradique
las costumbres locales y transforme el paisaje; en otros sitios, la gente se
queja de la barbaridad de los campos de golf que utilizan fuentes escasas de
agua, muy necesaria para una agricultura en crisis. Y sin embargo, lo que se
está convirtiendo en una auténtica pesadilla son los negocios florecientes de
compañías como Polaris World.
Fundado en 2001, Polaris tiene 4.500
empleados que pueden construir tu casa, tu campo de golf, tu jardín, tu planta
desaladora, e incluso proveerte con personal de servicio, sin mencionar el
mandar a tus hijos al King´s College de Polaris World. Las residencias más
lujosas de Polaris van desde 595.000 euros hasta un precio increíble de 448.000
euros. En un esfuerzo por conseguir las simpatías de los habitantes de Alhama,
Polaris ofreció pagar los libros de texto de los niños de Alhama, pero los
políticos locales (incluido un miembro del Partido Popular al frente del
ayuntamiento) rechazaron inicialmente dar luz verde al proyecto Polaris. Esto se
está convirtiendo en una práctica común en muchas zonas costeras; pero cada vez
más políticos locales están presionando dentro de los gobiernos municipales para
parar prácticas empresariales que ven como perjudiciales para el medio ambiente
y su propia supervivencia como comunidad. Compañías como Polaris World deben
inevitablemente tratar con el sorprendente mundo de las políticas locales en
España, una telaraña compleja de intereses económicos, rivalidades políticas y
activismo ecológico que frenan severamente el curso de las iniciativas
empresariales en el sector.
Queda por saber si este modelo empresarial
es sostenible a largo plazo. En todo el país, el sector de la construcción es un
factor importante para la economía española, con un incremento del 5,4% al 6%
del Producto Interior Bruto en el tercer trimestre del 2005. Pero los expertos
avisan que la burbuja inmobiliaria está a punto de explotar, y una recesión
económica casusada por una lenta deceleración del mercado inmobiliario empieza a
vislumbrarse.
Como afirmaba recientemente Carlos
Hernández Pezzi, presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos
de España, en La Vanguardia, España tiene hoy en día un mercado inmobiliario de
dimensiones excesivas, caracterizado por unos riesgos económicos altos y unos
desequilibrios sociales significativos. Ángel María Beloqui dice que este modelo
es beneficioso a corto plazo gracias a los empleos que crea, pero «es totalmente
ficticio. Mucha gente invierte en vivienda y no utiliza esos hogares. Debemos
crear otras alternativas».
Los casos de corrupción están también
afectando a las prácticas empresariales. En Marbella, las compañías
constructoras están siendo investigadas por actividades delictivas con la
acusación de al menos 598 personas, entre las cuales muchos políticos locales
vinculados con dinero «blanqueado» a través de asociaciones dedicadas a la
especulación y la reclasificación de terrenos. Voces expertas están empezando a
criticar esta mentalidad de querer sacar tajada que encuentran detrás de estas
prácticas empresariales.
Paco Toledano, coordinador de Ecologistas
en Acción en Almería, dice que «esta clase de crecimiento es insostenible. Es un
crecimiento forzado por intereses corporativistas, a los que no les importa
sacrificar la calidad de vida de la gente de la zona y destruir la herencia
natural, social e histórica. Provoca la desaparición de un sector importante de
las economías locales».
Y ¿qué tal los extranjeros? Como dijo
recientemente Antonio Serrano, secretario general para el Territorio y la
Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente: «España no ha aprendido nada de
su pasado… Los extranjeros adinerados están ya haciendo las maletas, porque es
desagradable pasar las vacaciones en lugares atestados». Sólo el tiempo, un
mercado muy especulativo e impredecible, los límites impuestos por un paisaje
que está ya desfigurado y un medio ambiente desgastado dirán si este modelo
empresarial tiene futuro o no.