En general, el hombre desconoce quién es y cuál es su misión
individual en la tierra, y en el país donde nació. La misteriosa
civilización Maya dio a la humanidad la clave para averiguarlo: observarse
a sí mismo, y así adquirir la sincronización diaria con
el planeta. Tzolkin. Calendario Sagrado Maya, el libro atesora esas señales.
El Tzolkin o Calendario sagrado es un verdadero patrimonio de la humanidad,
capaz de servir como instrumento para la exploración del inconsciente
individual y colectivo, y para la previsión del futuro. El más
antiguo de sus almanaques, (tiene más de 2.500 años), es una obra
maestra, astronómica y matemáticamente, que demuestra porqué
esta civilización es considerada una de las grandes escuelas astronómicas
del universo, comparable a las desarrolladas en Babilonia, Alejandría,
China y Corea.
La propuesta es sencilla y simple: la unión del ser humano con él
mismo, con el planeta y con el cosmos (sincronización). No se puede hablar
del ser humano, sin saber y considerar que el hombre es terrestre, solar y galáctico.
Es decir, habita en el planeta tierra, el sol es el centro de nuestro sistema
planetario y somos parte de una misma galaxia (La Vía Láctea)
dentro del universo.
Los mayas, grandes investigadores del cosmos, estaban obsesionados con los movimientos
de los diferentes planetas y también de los eclipses de sol y de luna.
Por eso, al poco tiempo de ser usado este calendario, crearon uno nuevo: el
Haab, que consta de 365 días, y se divide en 18 meses de veinte días
cada uno más 5 días suplementarios. Al trabajar simultáneamente
con ambos se accedía a las propiedades de cada uno de los 365 días
que tarda la tierra en dar su vuelta alrededor del Sol. La misma correlación
se usa en la actualidad, cuando se combina con el gregoriano.
Por eso, cada día era registrado y vivido conscientemente, según
su propia energía y el regalo de sabiduría y conocimiento que
por medio de Hunab Ku, dios supremo y centro del universo, otorgaba.
Ese obsequio, llegaba a través de la fuerza y energía de veinte
dioses solares, llamados también señores de los días.
No todos los humanos somos iguales, los Mayas dividen a la humanidad en cuatro
grandes razas, la roja, la blanca, la azul y la amarilla. Estas razas, son como
4 continentes que forman parte del planeta.
El Tzolkin consta de cuatro razas, veinte dioses solares y trece dioses números.
Cada dios solar da a la persona una connotación que tiene que ver con
la parte emocional, física, mental y espiritual de su ser. A su vez,
los veinte sellos solares se profundizan al combinarse con los números,
que marcan el grado de tonalidad de cada dios solar y marcan la frecuencia y
la fuerza que el sello expresa, por eso son tan importantes. Es importante recordar
que esta cultura en lugar de un sistema numeral del 1 al 10 utilizaban un sistema
vigesimal, es decir con base de 20. En consecuencia, cuando elevaban los números
obtenían cifras más altas y complejas que las que actualmente
se manejan.
Así, una persona que nace un día Dragón Rojo 8 tiene en
sí las características de la raza roja cuya energía es
traída por el dios solar Dragón y una tonalidad que es impregnada
por el número 8. Todas las razas son perfectas. No puede existir una
sin la otra. Lo mismo pasa con los dioses solares y los números.
Mediante la combinación de la Raza, sello solar y número definimos
más estrechamente la personalidad.
El Tzolkin, abarca 260 días y está dividido en cinco Estaciones
o cinco ciclos del maíz, pues se originó siguiendo los patrones
de los tiempos del maíz. No es casual entonces, que los mayas utilizaran
cuatro variedades de maíz: la roja, la blanca, la azul y la amarilla.
La Raza ayuda a comprender y aprovechar cada día: días rojos para
iniciar un trabajo, un trámite, un deseo; días blancos en los
que uno concreta lo que se inició un día rojo, que puede ser el
día anterior o no; eso iniciado y concretado tiene que sufrir una transformación
en los días azules y ser concretado en los amarillos.
Cada Estación tiene 52 días y está dividida, a su vez,
en cuatro partes de trece días llamadas misiones Colectivas. Estas cuatro
misiones colectivas son una roja, una blanca, una azul y una amarilla.
El futuro de la humanidad, según el Tzolkin
Este pueblo, estaba obsesionado con el tiempo, al que creían inagotable.
Vivían pendientes de descubrir el ritmo que venía y los nutría
desde el cosmos, tal como lo demuestra la gran cantidad de sus calendarios que
utilizaban para hacer al ser terrestre más fácil la vida en este
planeta.
Por eso, calcularon y registraron fechas en lo que llamaron la cuenta larga,
que comienza el 16 de agosto del año 3114 a.C. y finaliza el 21 de diciembre
del 2012 de nuestra era ?aunque estudios más actuales han dado
como fecha el 21 de junio del 2013-. Entonces se producirá el fin de
un período para dar comienzo a otro, que se caracterizará por
una elevación de la conciencia de la humanidad. Precisamente, del ciclo
Amarillo de la Semilla, que va desde 1993 a 2005, el año Luna Roja de
la Perfección (26/7/2002 al 25/7/2003) es clave. Porque el planeta, desde
su nueva frecuencia, brinda la posibilidad de elegir individualmente, desde
el libre albedrío y emprender un triunfo evolutivo, con la sabiduría
que por primera vez el sol entrega a la Luna Roja.
Es momento de iniciar una nueva vida, una evolución que aporte sentimientos
y emociones, que darán un vuelco para sentir la nueva frecuencia que
viene del mismo sol.
Mientras comienza una etapa de evolución de la Tierra, la humanidad se
aglutina y se enardece. La perfección sintoniza al humano con su propia
decisión, que es la de optar por la evolución o la no evolución.
El ser humano nacido en la Tierra es soñador por excelencia, le gusta
imaginar y crear y esto es algo muy común en la tercera dimensión.
El ser humano se imaginó un siglo veintiuno como un paraíso terrenal
y cósmico, pero no se percató que depende de él mismo alcanzarlas.
El Calendario Maya ?TZOLKIN? dio esta revelación hace 2.500
años. Pero fue destruido. Ahora, resurge nuevamente para descubrir la
integridad del ser humano, su valor y su aproximación a otras dimensiones.