Yoga, palabra sánscrita que
significa «unión», en el tema que nos interesa, podemos discernir que es la
unión, de la edad o época de la juventud y de la madurez. La persona se
encuentra con la plenitud de la vida, cuando el ser humano entra en lo que se
denomina «persona mayor», nexo en el cual resalta la sabiduría, la paz interior
y el respeto hacia todos.
Dentro de esa época dorada a la que afortunadamente se ha
llegado, la que se conoce como «tercera edad» nos enfrentamos a una serie de
limitaciones físicas que el transcurso de los años ha ido dejando. Sin embargo,
las verdaderas barreras están en la mente, por eso podemos ayudarnos bastante,
para conservarnos con mayor energía física y psíquica. Me dirijo a este
colectivo como emisario y partícipe de esa ayuda que comenté.
En la actualidad tengo cerca de ochenta años y gracias a la
práctica diaria del yoga como disciplina, conservo con ello un cuerpo saludable,
una mente despejada y una seguridad psíquica. El yoga -que es muy aconsejable
para personas mayores- es similar a lo que practican los jóvenes, únicamente
debemos realizarlo con ciertas asanas (posturas corporales) pensando aquello que
más beneficie a esta edad.
Condiciones básicas para la práctica
Se debe practicar en un sitio oxigenado y bien ventilado. Es
importante no estar haciendo la digestión de ningún alimento ni esforzarse en
ningún momento para su realización. En principio, por medio de esta disciplina
podemos adquirir con gran plenitud estos tres importantes y fundamentales
puntos: flexibilidad, equilibrio y control mental. La primera cualidad se va
adquiriendo por medio de diferentes posturas, lo que contrarresta la falta de
dinamismo que se tiene al llegar a cierta edad. En cuanto al equilibrio, es
imprescindible para tener seguridad de no padecer vértigo o sufrir algunas
caídas. El tercero es tener el control de nuestra mente siempre dispuesto, no
perder la memoria, saber en cualquier instante qué debemos hacer. Conviene
realizar diariamente ciertos movimientos, para así ejercitar y reforzar los
músculos y la movilidad de los brazos y las piernas.
También es imprescindible oxigenar el interior de nuestro
cuerpo, haciendo un ejercicio diario de inspiración, retención y espiración. El
objetivo es tener una buena autoventilación del aparato respiratorio, llevando
el Prana (oxígeno) a nuestro cerebro. De esta forma regeneraremos las neuronas,
al mismo tiempo que nuestros órganos vitales. La clase de yoga más apropiada
para esta edad es el yoga geriátrico, con asanas determinadas de Hatha Yoga y
Tantra Yoga. Practicar Babana Yoga es una modalidad excelente para aumentar la
memoria y recordar cosas del pasado.
Yoga geriátrico
Se puede practicar tomando un pañuelo de señora o un cinturón
de caballero, cogiéndolo por cada lado e imaginando que vamos a levantar un
peso. Comenzaremos de pie, desde el plexo solar (entre el ombligo y el corazón),
alzando los brazos inspiramos, retenemos y bajamos al mismo sitio espirando,
después desde el plexo solar al suelo llevando el mismo compás de respiración.
Continuamos de pie, las piernas ligeramente abiertas, nos
inclinamos hacia la derecha, luego a la izquierda, acompasando
inspiración-movimiento y espiración- movimiento.
Con ayuda del pañuelo o cinturón, formaremos en el aire un
círculo en la dirección de las agujas del reloj. Después, lo hacemos hacia el
lado opuesto: inspiramos mientras subimos los brazos y espiramos al bajarlos.
Por último, inclinamos la cabeza ligeramente, levantamos los
brazos inspirando tomando el pañuelo o cinturón y los bajamos espirando por
detrás de la cabeza. A continuación, sosteniendo el pañuelo por la espalda
empezamos desde el plexo solar inspirando, hasta el suelo, espirando y doblando
las rodillas. Todos los ejercicios se repetirán al menos de 10 a 15 veces.
Para las personas mayores que no puedan permanecer de pie,
pueden realizar las mismas posturas corporales descritas pero sentados. En
cuanto a las asanas de Hatha y Tantra Yoga, el practicante puede hacerlas tanto
de pie como sentado, lo más importante son los ejercicios de movilidad continua,
de la cabeza a los pies. Empezando por los movimientos o rotación de cervicales,
girar los hombros hacia delante y hacia atrás, arriba y abajo, mover los brazos
y manos, girar la cintura con las manos en la cadera, hacia la derecha e
izquierda, una a un lado y otra al contrario; así no se sentirá ningún mareo.
También girar los tobillos, subir y bajar las piernas lo más posible, primero la
derecha y luego la izquierda con un ritmo acompasado, pero continuo, hacer una
rotación completa de cada pie hacia un lado y al contrario.
Una vez realizados los anteriores ejercicios físicos es muy
conveniente, bien tumbados sobre una manta o sentados en una silla, comenzar una
relajación total, aflojando todos los músculos., relajando el sistema nervioso.
Hay que dejar las manos y los brazos inertes a lo largo del cuerpo y relajar
también las piernas y los pies, todos nuestros órganos interiores, sentir como
fluye por nuestro cuerpo la corriente sanguínea, dejar la mente totalmente en
blanco, no pensar en nada. «Todo pensamiento que no se retiene lentamente, se
diluye», se puede mover ligeramente la cabeza de derecha a izquierda, así
ayudamos a nuestra mente a relajarse. Si es posible se visualizará un sitio en
el cual nos agradaría mucho permanecer, de esta manera nos sentiremos muy
tranquilos y felices.
Para salir de esta relajación se inspirará profundamente y al
espirar se irán moviendo las manos, los brazos, pies y piernas; y lentamente se
abrirán los ojos y la persona se irá incorporando despacio. Con satisfacción
podrá comprobar que se encuentra más saludable y feliz, no notará ningún
malestar y se encontrará mejor que al comenzar. Como último consejo, si se desea
permanecer activo a esta edad, se debe practicar esta disciplina, lo que le
ayudará a conservar una energía que es vital para continuar cumpliendo años.