Acupuntura y Bioenergética
La Bioenergética es el instrumento o el medio que va a permitir aunar la filosofía oriental y su empirismo, a la biología y la medicina occidental y su ortodoxia científica.
Acupuntura para el occidental no significa más que acus (aguja), puntura (punción), siendo por tanto un término vacuo, exento de todo fundamento científico. Para el oriental, el término Acupuntura engloba una serie de leyes y mprincipios que le permiten entender al hombre como un ente energético sometido al influjo de energías que provienen del Cielo y la Tierra (su medio geocósmico) y por tanto, susceptible a las variaciones del mismo.
Modificar el espíritu mecanicista que impregna nuestro desarrollo académico y entrar en una nueva concepción integracionista del Cielo-Hombre-Tierra o espíritu holístico, sólo es posible a través de la bioenergética, ciencia que estudia las interacciones de la energía sobre la estructura viva.
Por ello ésta, a nuestro entender, es el puente que permite dicha integración y el cuerpo doctrinal básico e imprescindible para todos aquellos que pretendan ejercer las medicinas vitalistas. Aquellas que consideran a la energía como principio integrador y regulador de toda estructura físico-química y su cúspide biológica. Estamos, pues, ante algo trascendente, ya que puede aplicarse para curar y mantener la salud, que es lo más importante que le puede acaecer al hombre, y por ello debe ser digno de un estudio serio, metódico y lógico.
En el estudio de estas ciencias se produce un fenómeno que captó siempre nuestra atención y que suponemos fue la motivación más importante para su creación.
En términos generales, los colectivos sanitarios occidentales se asoman a la ciencia médica tradicional considerando que en ella se encierran recetas mágicas y métodos milagrosos, que le van a permitir tener más posibilidades terapéuticas y progresar en competencia con sus colegas, adquiriendo mayor relieve profesional, social y humano.
Así es efectivamente, por cuanto existen múltiples posibilidades en el diagnóstico, la profilaxis y el tratamiento a través de estas medicinas.
Sin embargo, tras un estudio inicial, los alumnos se dan cuenta que se enfrentan a una formidable estructura racional y metódica, entendiendo de manera inmediata que el ser humano es un ente regido por unas leyes universales, formando un todo indisoluble e interrelacionado, se dan cuenta de su estructura holística y por tanto de que se acabó la fórmula mágica o el milagro terapéutico.
Es preciso estudiar esas leyes a través de un método de progresivo entendimiento, despojándose esta enseñanza de todos los mitos, leyendas, ceremoniales y diversas parafernalias con que la suelen recubrir la ignorancia o el oportunismo.
Así se vislumbra un nuevo enfoque terapéutico basado en las energías humanas, su formación, circulación, relaciones, etc., se percibe que la energía es la fuente integradora y reguladora de toda la forma químico-física, de que el sistema nervioso no es más que el puente de paso que precisa la
energía para proyectarse en la materia, etc.
El ser humano y todo su entorno toman una nueva perspectiva mucho más amplia, ya que el árbol no le impide ver el bosque.
Esto genera una serie de expectativas que, a veces, no se pueden cubrir de una manera integral por dos motivos fundamentales: insuficiencia en el conocimiento y de esquemas didácticos metódicos adaptados a la enseñanza de corte cartesiano.
El primer factor, lógicamente, depende del maestro y la escuela, y por tanto, nosotros no podemos juzgar su grado de insuficiencia, aunque el esfuerzo para paliarlo ha sido y seguirá siendo una de nuestras metas.
El segundo factor está en relación como lo que se considera debe ser el fin primordial de todo enseñante, el trasmitir y hacer llegar ese conocimiento y que sea comprendido.
La idiosincrasia oriental no cuestiona los principios filosóficos que rigen su comportamiento terapéutico, sabe que funcionan y los aplican, considerando el método científico como una etapa evolutiva del conocimiento y no una premisa para su aplicación.
La occidental, a nivel académico, se desarrolla exactamente al revés, motivando que sistemáticamente sean rechazados todos los métodos propuestos aunque su evidencia sea tan patente como el hecho de que las medicinas vitalistas conformen el método terapéutico de primera intención en más de la mitad de la humanidad, desde hace milenios.
Es el Yin y el Yang compuesto de dos fuerzas opuestas pero complementarias, es el DAO o el camino hacia una armonía. Es preciso que la comunidad científico-médica abra sus puertas a otros enfoques terapéuticos evidentemente distintos a los alopáticos, pero también es necesario que se
investiguen de una manera metódica y racional los principios que rigen las medicinas tradicionales.
Esto presenta un reto y una necesidad evidente y nos impulsó en la búsqueda de los nexos de unión entre ambas filosofías, la vitalista-taoista y la ortodoxa-cartesiana que rigen los principios médicos de la cultura oriental y occidental en términos generales.
Para ello es preciso tratar de dar una respuesta científica, o al menos racional, a los principios que rigen la MTC, de tal forma que sean comprensibles o guarden cierto grado de lógica alopática. Los clásicos chinos, en base a su filosofía, manifestaban los principios de acuerdo al conocimiento
existente en su época y así hablaban del embalamiento de Yang hepático o la insuficiencia de Yin renal, como causas de un desequilibrio del Dao Vital (hipertensión), o de la caída de Yin por insuficiencia de Yang (metrorragia), o del Pei Cardiaco por alteraciones del Yin de Bazo-Páncreas (cardiopatía isquémica), etc.
Transpolar estos términos a la ciencia médica actual y hacerlos comprensibles es una labor delicada que exige una metodología y desarrollo didácticos sumamente complejos.
La MTC y, en concreto, la Acupuntura-Moxibustión es una ciencia médica y como tal tiene su propia fisiología, anatomía, etiopatogenia, diagnóstico y tratamiento y, por tanto, su estudio debe desarrollarse sobre un esquema de progresivo conocimiento y no en formularios o «combinaciones secretas», que en el mejor de los casos actúan de una manera sintomática, sin tener en cuenta el factor etiológico.
La individualización estricta del paciente, es premisa derivada de la propia circunstancia energética del hombre; son tantos los factores que pueden modificar los potenciales energéticos que resulta imposible una misma respuesta o alteración. Los olores, los sabores, las dietas, los colores, los factores psicoafectivos, las circunstancias geográficas, cosmológicas, ambientales, etc., son parámetros incidentes sobre el equilibrio psico-somático humano.
Consideramos pues que la acupuntura debe desarrollarse, al igual que otras disciplinas, siguiendo un método de progresivo entendimiento que permita introducirse gradualmente en ella en base a unos principios firmemente establecidos.
LA ACUPUNTURA Y LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA
La Medicina es una ciencia y también un arte en donde se conjugan el conocimiento y la manera de ejercerlo. Como toda profesión y siguiendo los principios filosóficos orientales es un Dao compuesto de Yin y Yang. Esto es, filosofía y ciencia. No hay ciencia sin filosofía ni filosofía sin ciencia, es el ser y el saber; ¿de qué vale saber si no eres? y ¿de qué vale ser si no sabes?. La acupuntura tradicional es «un buen ser» pero tiene «poco saber», tiene mucho fondo filosófico y poca ciencia, de ahí que haya contado con el rechazo sistemático de los medios científicos occidentales. Solamente cuando la Acupuntura ha desarrollado sus principios a través de las biociencias se ha podido introducir en los espacios académicos universitarios.
La Bioenergética, que es la ciencia que estudia el efecto biológico de la energía sobre las reacciones bioquímicas implicadas en todo proceso vital, se convierte en el cuerpo doctrinal que permite interpretar la antigua y sabia tradición oriental con la ciencia moderna que fundamenta los aspectos básicos de la medicina occidental.
Esta «alianza de civilizaciones» permite crear una nueva medicina integrativa donde se contemplan otros aspectos diferentes de los meramente biofísicos o bioquímicos, alcanzándose un escalón más en el complejo análisis de la enfermedad. En muchas ocasiones ésta tiene, como causa etiológica, aspectos energéticos, como pueden ser los emocionales, medioambientales, climatológicos, etc. Ello redunda en beneficio de unas mejores posibilidades diagnósticas, reduciendo el empleo del manido término idiomático y mejorando el aspecto preventivo.
No hay química sin energía, para que se produzca un enlace químico se necesita un aporte determinado de energía (Interaciones Energo-Químicas) lo que permite manifestar: Buena energía produce buena química, mala energía produce mala química. Sobre este principio se desarrolla toda la medicina tradicional china, cuyo fin es la regulación y armonización tanto de los flujos energéticos internos (agujas, moxas, masaje, fitoterapia, dietética, respiración, etc.), como los externos (Tui-Na, geotelurismo, Qi-gong, Tai-Chí, 15etc.).