El agua de mar, un agente epigenético

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El epigenetismo (término acuñado por William Harvey) es la teoría embriológica según la cual el organismo no está preformado en el cigoto, sino que se desarrolla como resultado de un proceso de diferenciación a partir de un origen material relativamente homogéneo. El epigenetismo se opone al preformacionismo. El epigenetismo ha demostrado que el entorno y los acontecimientos de nuestra vida alteran la expresión genética y que ésta no es fija.

El agua de mar

El agua es el solvente universal, molecular y energético por excelencia; no «olvida» la información cuando ésta se disuelve en ella. Los minerales, compuestos orgánicos y material genético almacenado en el plasma marino forman una matriz de información biológica que nos ayuda en estados carenciales y de detoxicación celular.
La similitud entre la sangre y el agua de mar permite una regeneración celular completa. Así, la ingesta de agua de mar consigue equilibrar el organismo, regenerando las células y devolviéndolas su vitalidad.
El agua de mar tratada según el protocolo original de René Quinton contiene todos los minerales necesarios para el buen funcionamiento y regeneración de nuestras células, y gracias a la biodisponibilidad iónica de sus elementos, consigue reponer cualquier carencia de minerales. Nuestro organismo, nuestra piel, se van mermando por distintas causas: deshidratación, enfermedades, contaminación, carencias nutricionales. Para la restitución rápida y natural de la composición celular, y por tanto de la piel en profundidad, el agua de mar bebible devuelve al sistema celular su equilibrio y vitalidad, regenerándolo.

Elementos traza

Los elementos traza que se forman en el lecho marino o sobre la tierra son inorgánicos debido a que no han sido previamente digeridos por microorganismos vivos. Además, la cantidad de cada elemento traza varía de una muestra a otra y no refleja los ratios que se dan en el cuerpo humano. Es cierto que, a diferencia de los minerales terrestres, cada elemento traza o mineral esencial está presente en el medio marino en un ratio sinergético perfecto.
Cuanto más estudiamos el océano más entendemos su papel fundamental a la hora de conducir nuestra evolución. En 1905 René Quinton sentó las bases de sus leyes de constancia osmótica y marina “la idea de que los océanos de la tierra mantienen un estado elemental de equilibrio conocido como «constancia marina».” Gracias a muchos años de investigación consiguió demostrar que nuestros fluidos internos obedecían a las mismas leyes. Sus leyes pueden resumirse mejor en esta profunda revelación: «Somos un verdadero acuario marino vivo».
Nuestro «Océano Interno» aporta información a nuestra expresión genética ya desde nuestros orígenes, la vitalidad de nuestro océano interno dirige la propia gestación evolutiva individual. Antes de que se forme el tubo neural en un embrión, el océano interno o «cuerpo de turbulencias», que se desarrolla a partir del líquido amniótico, regula y controla inteligentemente la formación del sistema nervioso y de los órganos.
Por otro lado, los minerales orgánicos acumulados dentro del medio interno proporcionan un medio conductivo que transmite impulsos fásicos y sonoros emitidos desde la aorta abdominal y que, poco a poco, desarrolla el área vestibular del cerebro embrional. Posteriormente, estos «impulsos» serán percibidos por la piel del feto, que poco a poco irá estimulando su desarrollo neuronal. Cuando nacemos, nuestro océano interno nutre a cada una de los billones de células que albergamos. Este líquido extracelular es donde se dan todas las comunicaciones intercelulares y por donde son transportados todos los nutrientes vitales hasta la membrana de la célula.
De este modo, toda célula que contenga su propia información genética se verá afectada constantemente por agentes epigenéticos que se encuentran en el líquido extracelular. Los estudios revelan, que las modificaciones en el líquido extracelular tienen la capacidad de controlar a la célula en la producción de 2.000 o más proteínas a partir de la misma secuencia del gen. El resultado de esta dinámica es que mientras la carga genética es importante para la salud y la función de cada célula, «las operaciones de una célula son definidas por su interacción con el entorno, no por su código genético».
Los océanos contienen la secuencia de la homeostasis de la vida ?el código genético original que posee y controla la evolución?. La información mineral, nutricional y genética que se encuentra en el plasma marino debe «recargar» el líquido extracelular aumentando la comunicación celular.

Deficiencias crónicas de acumulación mineral

Desde que se originó la vida en los océanos, nuestra biología interna depende completamente de los ratios de sales minerales que se encuentran en los océanos. Sin embargo, vivir de lo que la tierra nos da ya no proporciona la materia prima necesaria para mantener nuestro «océano interno». Desde un punto de vista estrictamente nutricional, el terreno biológico de nuestro organismo bloqueado se encuentra «privado de alimentos».Comemos en exceso, en un vano intento por restablecer el equilibrio mineral orgánico necesario. Por lo tanto, la tierra que utilizamos para cultivar los alimentos que comemos están desprovistos del espectro total de elementos traza que tanto ansiamos.
Sin embargo, el plancton transforma los minerales en materia bioactiva. Los microbios se alimentan de minerales inorgánicos y los transforman en su estado orgánico-cristaloide. El agua de mar contiene un completo espectro de minerales orgánico-cristaloides, transformados por trillones de unidades de zooplancton y fitoplancton (p.e., microorganismos).
Los minerales orgánicos no están disponibles a nivel celular y deben ser transformados a su estado cristaloide para poder pasar a través de la membrana celular y, de este modo, controlar la actividad celular. Los cristaloides minerales son biodisponibles a nivel epigenético dentro y fuera de la célula ?interactuando con la membrana celular para dirigir el potencial epigenético.
Las personas pueden hacer uso de sales inorgánicas u otros elementos sólo por el hecho de poseer vida vegetal en el intestino, en forma de bacterias que «agarran» los elementos inorgánicos con un átomo de carbono, de manera que, así puedan ser transformados en materia orgánica. Desafortunadamente, con la llegada de los antibióticos y la proliferación de la cándida, la capacidad de la flora intestinal para transformar elementos inorgánicos a su estado orgánico se ha visto comprometida significativamente.
La matriz sinergética de los minerales cristaloides del líquido extracelular desempeña una función integral que determina la salud del terreno biológico y, por tanto, la salud de la persona. Además, la cantidad de minerales y agua del líquido extracelular determinan la calidad de la comunicación entre las células.
En 1994, Pischinger, Catedrático de Histología y Embriología de la Universidad de Viena, demostró que las células no están en contacto directo unas con otras y que toda la información intercelular (estímulos nerviosos, metabólicos, inmunológicos, vasculares, etc.) fluye a través del líquido extracelular. Pischinger afirmó: «El agua de mar primitiva es el sistema más antiguo de comunicación entre células vivas».
El agua de mar es beneficiosa en su estado «vivo».
El propio Quinton lo resumió mejor afirmando: «el agua de mar tiende a mantener su propia actividad biológica y equilibrio molecular en un medio vivo. El total de los elementos traza que contiene el plasma marino debe estar en la solución en su estado activo».
Desafortunadamente, el consumo de sales marinas en estado sólido aportan un potente complejo de minerales traza inorgánicos, sin aportar ningún tipo de información biológica como la almacenada en el agua de mar.
El Agua de Mar aporta los 78 minerales naturales que existen en el agua de mar en su versión 100% biodisponibles para la absorción humana, los telemediadores, la parte orgánica que contiene el mar y que posee un poder antibiótico natural y un efecto terapéutico como lo han demostrado investigadores de la talla de Dr. Maurice Aubert y Geethalakshmi Radhakrishnan y una parte líquida, el agua con un valor físico-químico de muy alta calidad.
Desde los trabajos del doctor Jean Jarricot en Lyon, Francia, y del doctor Arnulphi en Estados Unidos, se viene usando agua de mar microfiltrada en frío en tratamientos epigenéticos antes, durante y después de los embarazos en mujeres con problemas de fertilidad y de abortos naturales. El diccionario médico francés recogía como primera indicación del producto su gran poder epigenético. El tratamiento prenatal marino fue un tratamiento muy difundido desde principios del siglo XX que permitía evitar la transmisión de enfermedades hereditarias.
Hoy en día, con la contaminación de nuestro entorno a través de la comida, la polución química, ambiental y electromagnética, el exceso de los medicamentos, el estrés, etc., nuestro entorno afecta a esa expresión genética lo que se traduce en nuevas patologías cuya expresión ha variado desde el siglo pasado y hoy suelen ser del tipo autoinmunes.
Los trabajos del doctor José Miguel Sempere en inmunología, nos permiten relacionar los efectos del agua de mar con una estimulación de nuestro sistema inmunológico. Con ello equilibramos estas patologías que suelen ser un reflejo del desequilibrio interno.