Cuántos españoles mueren de cáncer cada año? Nadie
lo sabe. Sanidad no tiene datos. Tampoco la Asociación Española
contra el Cáncer. Sólo sabemos que, según el Instituto Nacional
de Estadística (INE), cerca de 100.000 españoles mueren de cáncer
cada año. Pero este dato se refiere únicamente a muertes hospitalarias.
Si sumamos los enfermos que fallecen en su propia casa o en la de sus familiares,
es probable que la cifra llegue incluso a duplicarse.
Sea como fuere, el caso es que hoy, según el INE, el cáncer es ya
la segunda causa de muerte en España. La cifra de fallecimientos es espeluznate
y lo peor es que continúa aumentando de manera terrorífica sin que
nadie, absolutamente nadie, ponga remedio. En 5 años, entre 1994 y 1999,
las muertes se incrementaron en 10.000 personas, siempre según el INE,
pasando de 85.000 a 95.000 los fallecimientos hospitalarios. Por cierto, ¿alguien
sabe por qué el INE, organismo dependiente del gobierno, no facilita nuevos
datos desde 1999?
La medicina convencional o alopática afronta el problema con cirujía,
radioterapia y quimioterapia, sus únicas armas, pero sus resultados son
muy escasos, salvo en las fases más incipientes de la enfermedad. De ahí
que un número cada vez mayor de pacientes recurra a las medicinas naturales
para mejorar sus espectativas de vida. En Estados Unidos, según la Comisión
Presidencial sobre Medicinas Alternativas o Complementarias, un 75% de los pacientes
desahuciados por la medicina convencional visitan la consulta de los médicos
naturistas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año
mueren de cáncer seis millones de personas, es decir, uno de cada mil seres
humanos. En el caso de España, según los sesgados y desfasados datos
del INE, cada año muere uno de cada 400 ciudadanos, es decir, más
del doble que en el resto del mundo. ¿Alguien puede explicarnos por qué?
El gobierno no sabe, no contesta.
En un reciente informe que comentamos en las páginas de “Lo + Natural”,
la OMS reconoce que cada año se diagnostican diez millones de nuevos casos
de cáncer, y que, según sus propias previsiones, el número
de fallecimientos podría casi duplicarse en los próximos 20 años.
Contrastan llamativamente estas informaciones con las que, casi a diario, publican
los medios de comunicación occidentales, según las cuales los avances
científicos y tecnológicos en la lucha contra el cáncer son
espectaculares. No pasa un sólo día sin que intenten convencernos
de que la medicina alopática, la de las multinacionales farmacéuticas,
tiene ya controlado el problema. Si es así, ¿por qué cada
vez muere más gente de cáncer? ¿Qué es lo que está
pasando? ¿Qué nos ocultan?
El cáncer es uno de los mayores negocios del mundo, mueve miles de millones
de dólares anuales en programas de investigación y en consumo de
medicamentos fabricados por las multinacionales. El cáncer, como las armas,
las drogas o la prostitución, da de comer a millones de personas.
Según la OMS, uno de cada tres casos de cáncer podrían evitarse.
Pero la prevención no es rentable para las multinacionales farmacéuticas,
ni para los institutos de investigación sufragados con el dinero de los
contribuyentes. Las medicinas preventivas no interesan a quienes se lucran con
el dolor y la muerte de sus semejantes. Paradójicamente, las mismas multinacionales
que fabrican o producen sustancias químicas cancerígenas son las
que fabrican o producen medicamentos y equipos tecnológicos para combatir
el cáncer.
Pero, afortunadamente, los ciudadanos tenemos derechos, tenemos derecho a la salud
y a un medio ambiente sano. Así que, cuando estos derechos son conculcados
sistemáticamente, deberíamos pedir responsabilidades a nuestros
gobernantes. ¿Por qué no hacen nada efectivo, más allá
de la palabrería, para reducir su incidencia?
Es evidente que, si hablamos de reducir la incidencia del cáncer, deberíamos
empezar por reducir los factores de riesgo: radiactividad, contaminación,
pesticidas, productos químicos, mala alimentación…
También habría que hablar de los factores sociales y psico-emocionales
que favorecen su desarrollo, tema eternamente ignorado por la medicina convencional
o alopática.
La enorme y creciente incidencia del cáncer en nuestra sofisticada sociedad
refleja el fracaso de la tecnocracia. Resulta curioso observar que es en los países
más desarrollados tecnológicamente donde las probabilidades de la
población de morir de cáncer son mucho mayores.
Sin lugar a dudas, lo que debería hacer el gobierno para garantizar el
derecho a la salud y erradicar el cáncer es apostar por la prevención
y, al mismo tiempo, luchar contra los factores de riesgo. Es decir, apostar por
la ecología, por la agricultura biológica, por la alimentación
sana, por las medicinas naturales o alternativas, por todo aquello que siempre
hemos defendido desde las páginas de Natural. Y desarrollar programas de
investigación a partir de criterios naturistas o alternativos en lugar
de perseguir a los médicos naturistas que se oponen a los poco eficaces
métodos convencionales de abordar la enfermedad.