Entrevista a Julio Barea

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    La mala gestión del agua de la que disponemos en
    España, así como la contaminación de la misma coloca a este recurso hídrico,
    también llamado ya «oro líquido» en una situación dramática. A la escasez de
    agua hay que sumarle el desperdicio de la misma, así que si no se pone remedio,
    lo pagaremos caro.

    P: ¿Cuál es el problema real del agua en
    España ?

    R: España,
    por la situación geográfica que tiene y según los diversos estudios que hay
    sobre el cambio climático, va a ser una zona muy sensible a esos cambios. Y en
    cuanto a la disminución de recursos híbridos es de las más importantes. En
    cuanto a la disponibilidad hídrica va a ser un problema real porque además
    nuestro país ya está acusando problemas de disponibilidad de recursos hídricos.
    Motivos: la mala gestión que estamos haciendo del agua, estamos también
    contaminando el agua, incluso el agua de los ríos o los propios acuíferos y no
    se pueden usar ni para regar, con lo cual la situación es dramática. Más aún
    cuando los informes nos están indicando que vamos a tener menos agua. Esto a va
    a ser un factor limitante. La humanidad ha podido estar viviendo hasta
    prácticamente mitad del siglo XX sin electricidad, pero jamás ha conseguido
    vivir sin agua, con lo cual ahí tenemos una barrera física real. Disponemos del
    agua que hay y debemos gestionarla bien.

    P: ¿Qué ocurrirá entonces ahora si se
    registran más restricciones por causa del cambio climático?

    R: Pues hay
    que ser todavía más estrictos y más severos en esa gestión del agua. Estamos
    hablando de que la agricultura de este país está gastando prácticamente el 75
    por ciento de estos recursos hídricos y, en muchos casos, malgastando. En la
    última campaña de cítricos de este año, la Comunidad Valenciana ha tenido un
    excedente de cítricos (mandarinas, naranjas, limones…) de más de 400.000
    toneladas. Eso supone un consumo de agua de cerca de 80 hectómetros cúbicos. Lo
    que quiere decir que hemos tirado ese agua a las cunetas o las hemos dejado
    secarse en los árboles. España, paradójicamente, es un gran exportador de
    materia prima, pero cuál es la primera que expotamos, agua. Somos exportadores
    de agua, nos estamos permitiendo el lujo de malgastar de esa manera. En 2005 y
    2006 también hubo excedentes agrícolas.

    Ahora además tenemos a la otra industria
    del país que es el turismo desaforado, que se está colocando en los lugares
    quizá más sensibles, donde menos agua hay y donde las previsiones de cambio
    climático son aún peores. Llegará un momento en el que ya no se puedan construir
    más urbanizaciones ni más campos de golf en nuestro país. Si no ponemos barreras
    estamos abocados a no tener agua para nadie.

    P: ¿Cuál es el verdadero impacto
    medioambiental que están teniendo los campos de golf ?

    R: Los
    campos de golf se riegan con agua, que según los propietarios, no es potable.
    Lógicamente no es potable porque no han sufrido un proceso de potabilización, es
    decir, que no es agua para consumo humano, sería una aberración utilizar esa
    agua. Pero ¿de dónde están sacando el agua para regar esos lugares (Madrid,
    Murcia, Valencia…)? Pues de los acuíferos. En casi todos los casos, el agua
    que se saca de los acuíferos es de excelente calidad, que con un mínimo
    tratamiento o incluso sin él se podría consumir. Y lo que está pasando es que se
    están agotando nuestras reservas estratégicas de agua: los acuíferos, que son
    capaces de almacenar entre 15 ó 20 veces más agua que toda la que podamos
    almacenar en superficie.

    Con la peculiaridad de que son mucho menos
    sensibles a los periodos de sequía. Lo que está pasando es que en unos casos
    esos acuíferos están explotados y se están secando, son casos gravísimos como el
    del acuífero de Madrid o el acuífero 23 de la Mancha, que mantiene el Parque
    Nacional de las Tablas de Daimiel, ambos han desparecido. Pero aún peor o igual
    de grave es que además los estamos contaminando. Descontaminar un río es
    relativamente difícil, pero se puede hacer; sin embargo, descontaminar un
    acuífero (que son esos depósitos que debemos de mimar porque ahí podemos
    almacenar el agua), en muchos casos es casi imposible. Con lo cual, nos estamos
    cargando esas reservas, esos depósitos naturales. Y además en España no caben
    más embalses.

    España es el país del mundo con mayor
    número de embalses por número de habitante y, a pesar de tener todos esos vasos
    colocados en la superficie del país seguimos teniendo falta de agua. Hay un
    descontrol absoluto de ese tema. Ahí está nuestro futuro, tenemos agua, pero tal
    y como se está haciendo ahora la gestión de esas aguas, tanto superiores como
    subterráneas, estamos abocados a tener un futuro bastante oscuro como no cambie
    la cosa radicalmente.

    P: ¿Qué se le puede pedir a los gobiernos
    ahora mismo para que la situación mejore?

    R: Una cosa
    muy sencilla, pero muy complicada a la vez, cumplir y hacer cumplir la ley que
    hay. Tenemos una ley muy buena, que además es referente en muchos países del
    mundo, lo que pasa es que no se cumple ni por parte de los usuarios y muchas
    veces ni por parte de la Administración, que tampoco la hace cumplir. Existen
    herramientas para controlar, limitar, sancionar y cerrar todos los procesos
    legales y no se está haciendo. De hecho, se almacenan los expedientes y se ponen
    en un cajón.

    P: ¿Qué opina de la filosofía de trasvasar
    el agua de los ríos?

    R: Es un
    tema absolutamente insostenible ambiental, económica y socialmente como se está
    demostrando. No puedes hipotecar el futuro del desarrollo de una zona con
    recursos provenientes de otro lugar porque ese otro lugar también necesita el
    agua. El Ebro no tira el agua al mar, eso es una aberración. El Ebro, el delta
    del Ebro y el mar Mediterráneo necesitan que ese agua llegue al mar.

    De hecho, el Ebro tiene un gravísimo
    problema de regresión porque se está hundiendo, está desapareciendo debido a que
    no le llega el agua, no le llegan sedimentos. Y hay muchas especies que viven en
    sus aguas. Apostar por el desarrollo de una zona con agua que venga de otro
    lugar es un completo error. Otro ejemplo, trasvase Tajo-Segura. El Tajo a su
    paso por Castilla La Mancha casi no tiene agua, va prácticamente seco, y encima
    se está traspasando ese agua que nosotros además hemos demostrado que se utiliza
    mal en muchos lugares de Murcia y Alicante, donde se está empleando para regar
    regadíos ilegales, para regar campos de golf, para urbanizaciones… O sea, que
    se está robando ese agua.

    Incluso el Partido Popular y el Partido
    Socialista de Castilla La Mancha están unidos en contra del PP y del Partido
    Socialista de la región de Murcia, por ejemplo. También se está viendo que en un
    futuro próximo habrá que dejar de hacer ese trasvase porque el Tajo está dejando
    de tener los mínimos caudales exigibles y que vienen en la ley. Murcia se tendrá
    que organizar y además nosotros hemos demostrado que la cuenca del Segura no es
    deficitaria como tal, tiene recursos suficientes y solo hace falta una buena
    gestión para mantenerse con el nivel que tiene con su agua. Lo que pasa es que
    ahora mismo el agua es dinero, es negocio y si yo me hago con sus caudales puedo
    construir una urbanización con un regadío ilegal, que es económicamente
    rentable.

    La Administración debería ser valiente y
    hacer que se cumplan las leyes. Incluso en conversaciones con la propia
    ministra, yo creo que la sociedad española ya está preparada para asumir esos
    cambios en cuanto a cultura ambiental, demandas ambientales, impuestos, etc. En
    general, en buenas conductas ambientalmente sostenibles.

    P: La ministra de Medio Ambiente, Cristina
    Narboa, sí se muestra receptiva a esta problemática ¿no es así?

    R: La
    ministra es muy receptiva a todos los temas de agua, de cambio climático… pero
    detrás tiene un equipo, muchas veces anclado en antiguas costumbres y que va más
    despacio de lo que ella quisiera.