La plata coloidal se ha convertido en una asombrosa
alternativa a los antibióticos sintéticos. Este poderoso destructor de gérmenes,
cada vez más popular en todo el mundo, no es un medicamento nuevo.
Los antiguos griegos recubrían con plata sus vasijas, y las
vajillas de plata se utilizan en Europa desde hace siglos sin que nadie sepa ni
se pregunte por qué. Los primeros colores que conquistaron el Oeste americano
solían poner una moneda de plata en las jarras de leche.
Tampoco en este caso nadie se pregunta cuál es la razón
profunda de esta superstición. La medicina ayurvédica, que utiliza la plata
desde hace miles de años en forma de ceniza, sostiene que es muy eficaz en
enfermedades hepáticas e infecciosas.
Para este sistema médico avalado por millones de pacientes en
Oriente y Occidente, «la plata se usa para refrescar la mente, emociones y
cuerpo en padecimientos tales como neuritis y neuralgia, inflamaciones de las
membranas mucosas, enfermedades del sistema reproductivo y mentales. Es asimismo
afrodisíaco y útil en casos de debilidad».
La medicina moderna sabe muy poco sobre la plata coloidal y
no son pocos los médicos que la confunden con otros productos como el nitrato de
plata o las sales de plata. Al tratarse de un producto barato que se prepara con
facilidad, no ha despertado el interés de los grandes laboratorios, a pesar de
que hace cien años, antes del descubrimiento de las sulfamidas y los
antibióticos, la plata coloidal se consideraba como un sofisticado destructor de
gérmenes.
Este producto se encontraba indefectiblemente en los
botiquines de la mayoría de consultas médicas, y se aplicaba sobre todo para
ayudar a cicatrizar. En 1914, el doctor Henry Crookes, que experimentó con plata
coloidal, escribió que «los metales (en lo que hoy se llama estado coloidal),
matan únicamente a las bacterias y ejercen un efecto calmante y de ablandamiento
sobre los tejidos animales».
Sin embargo, según la reglamentación de la FDA, los
fabricantes de plata coloidal no pueden afirmar legalmente que su producto sea
capaz de curar enfermedad alguna. De hecho la plata coloidal ha sido objeto de
una verdadera guerra por parte del establishment, poco o nada interesado
en que un producto tan económico, eficaz y fácil de utilizar esté al alcance de
todos.
La plata coloidal es básicamente plata y agua: es el
resultado de un sencillo proceso electromagnético que puede llevarse a cabo en
menos de una hora. Warren Jefferson, en su libro El poder curativo de la
plata coloidal, explica cómo construirse uno mismo un sencillo generador de
plata coloidal. Sería un error pensar que la plata coloidal es un mero producto
que contiene plata. De hecho es pura plata metálica de grupos microscópicos de
tan sólo unos cuantos átomos, puestos en suspensión en agua pura, por la pequeña
carga eléctrica en cada átomo.
Un coloide es una pequeñísima partícula atómica que permanece
suspendida en el agua por medio de una carga positiva en los electrones. Este
minúsculo tamaño aumenta considerablemente la reactividad de la plata con las
sustancias con las que entra en contacto y éstas se «tragan» las partículas de
plata.
Como antibiótico de amplio espectro, la plata coloidal
inactiva las enzimas de todas las células bacterianas, hongos y virus que éstas
usan para su metabolismo del oxígeno. Esto se produce, al decir de Henry Crookes,
en cuestión de 5 o 6 minutos.
Tomada diariamente proporciona al organismo un segundo
sistema de defensa que produce energía, vitalidad, vigor, relajación,
produciendo un alivio casi instantáneo y reduciendo las toxinas del cuerpo. La
plata coloidal se puede tomar bebida o aplicarse en la piel en las zonas
afectadas. Los defensores del uso de la plata coloidal sostienen que puede curar
más de 650 enfermedades diferentes: parásitos, artritis, acné, pie de atleta,
toxemia, envenenamiento de la sangre, dermatitis, diabetes, disentería, eccema,
fibrosis, gastritis, gonorrea, sífilis, malaria, pleuritis, neumonía,
prostatitis, psoriasis, rinitis, prurito anal, fiebres en general, septicemia,
problemas por estafilococos y estreptococos, úlceras, amigdalitis, tuberculosis,
verrugas, tos, infecciones, candidiasis, herpes simple y zoster, fatiga crónica,
y un largo etc.
La plata coloidal actúa como un verdadero antibiótico, pero
sin sus efectos secundarios. Sin embargo su consumo en grandes cantidades
durante largos períodos de tiempo puede llegar a destruir la flora bacteriana en
el intestino, por lo que se recomienda complementar la dieta con yogurt o
acidófilo. También se ha detectado que un consumo muy prolongado puede causar
con el tiempo una deficiencia de selenio inducida por la plata. Esto se puede
compensar sencillamente tomando un complemento de selenio, o incluyendo en su
dieta alimentos ricos en selenio como, por ejemplo, el trigo, las nueces o las
semillas de girasol.
Últimamente se está aplicando la plata coloidal con enfermos
de cáncer y Sida. El Dr. Bjorn Nordstrom, del Instituto de Karolinska (Instituto
sueco equivalente al Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos), ha
utilizado con éxito la plata en su método para curar el cáncer durante muchos
años. El doctor Gary Smith considera que «cuando la plata está presente, las
células cancerosas son diferenciadas y el cuerpo restablecido. Cuando los
niveles de plata son bajos o no existen, el ritmo de crecimiento del cáncer es
lento».
Si bien sería apresurado cantar las alabanzas de la plata
coloidal en lo referente a estas enfermedades, no hay que descartarla como
terapia auxiliar de otros tratamientos, naturales o convencionales. Sin duda nos
reserva aún muchas sorpresas.