¿Se puede perdonar a una persona infiel?, ¿en qué condiciones?, ¿tiene sentido hacerlo?
Marta y Miguel, llevan catorce años casados y tienen dos hijos en común de 9 y 7 años. Miguel tiene un buen puesto de trabajo y Marta trabaja en una Gestoría de auxiliar administrativa. Miguel viaja frecuentemente y en uno de sus viajes conoce a otra mujer, con la que inicia una relación amorosa. Pasado un tiempo dicha mujer se queda embarazada, y los rumores llegan a la empresa y no hay quién falte para darle la noticia a Marta. Miguel reconoce la situación y la familia queda destrozada. Pasada la conmoción inicial, ante lo irreversible de la situación se inician los trámites de separación.
Según nuestro diccionario una persona fiel es la «que guarda fe, o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él».
La persona que rompe su promesa de fidelidad, hecha por razón de matrimonio o pareja, se arriesga a romper su relación con esa persona, y tendrá que aceptar las consecuencias que puedan sobrevenir, que serán mucho más conflictivas y dolorosas si existen hijos en común.
La persona engañada que sufre la vejación, entre otros sentimientos o emociones, se siente traicionada, manipulada, engañada, hundida, miserable, con falta de autoestima y con miedo a lo que pueda suceder en el futuro a ella y a sus hijos. El que engaña, si le preguntamos a Marta, se merece todos los calificativos que nos podemos imaginar sin tener que expresarlos, el primero es acordarse de quien le trajo al mundo.
La persona que engaña también lo pasa mal y hasta pueda que se arrepienta, pero ya sólo le queda una huída hacia delante. Al menos, cuenta con otra persona que le está esperando pero claramente va a sufrir los resultados adversos de su traición.
La infidelidad no suele suceder espontáneamente. Las causas de la infidelidad son múltiples y variadas, pero todas ellas intentan satisfacer las carencias en la pareja. Por citar las más comunes: malas relaciones de la pareja, broncas y discusiones frecuentes, la monotonía, falta de armonía en la vida sexual, influencia de familiares o terceros, la rutina en la relación en variados aspectos, sensación de fracaso de la pareja, falta de comunicación, falta de libertad, decepción porque las cosas no son como se esperaban, problemas económicos, etc.
Pues bien, ¿es posible para Marta poder perdonar a Miguel? La respuesta es claramente que SI, por la cuenta que la trae, es decir, por los beneficios que tiene para ella y vamos a tratar de aclarar lo que decimos. Según la definición del diccionario de Oxford de la lengua inglesa, perdonar es «dejar de estar enfadado o resentido hacia alguien por una ofensa, falta o error», y claramente si Marta consigue perdonar a Miguel, la primera beneficiada es ella porque deja de estar enfadada y elimina el rencor o resentimiento de su corazón, y esto si que merece el esfuerzo de intentarlo, ¿no os parece? Si, si, todo eso está muy bien, pensaréis, pero ¿eso cómo se hace?
La respuesta es que se hace a través de «la perdonanza», perdonar al que crees que es tu enemigo, y como el tema es muy amplio (ver: http://www.laperdonanza.blogspot.com.es), lo tenemos que resumir. Es preciso entender que perdonar es un proceso, que requiere un tiempo para llevarlo a cabo, y cuánto antes empecemos y lo consigamos, mucho mejor. Es entendible que a Marta, en los primeros días, semanas, meses o quizás años, no se le pueda hablar de perdón. Cuando está hundida, humillada, afligida, temerosa…, ¿tiene sentido decirla que tiene que perdonar? Eso es añadir dolor innecesario al dolor, porque sin duda no lo entendería y sólo sufriría ella de nuevo recordando. Es necesario esperar un tiempo (que dependerá de ella), que las cosas se tranquilicen, que se resuelvan asuntos pendientes, que aparezcan nuevas ilusiones, convencerse que su caso no es el primero ni será el último. Si le perdona eso no significa que tenga que volver a rehacer su vida con él, aunque la vida da muchas vueltas. Pero si lo hace recuperará la paz y tranquilidad, y aprenderá la lección que la vida le ha suministrado para que no se repita lo mismo. Se consigue dando los siguientes pasos:
1) Perdonándose a si misma. Marta habrá cometido errores en su relación con Miguel, las cosas podrían haber sido diferentes, su actuación distinta, sus reacciones contrarias, y no importa el porcentaje que ella pueda asumir en lo sucedido. Sea cual sea, Marta se tiene que perdonar a si misma, por lo que hizo, por lo que dejó de hacer, lo que aguantó, lo que atacó, etc. Hay personas que se siguen culpando de lo sucedido, recordando el pasado, hundidos en su autoestima e incapaces de iniciar una nueva vida. Pues bien, te perdonas y te quieres completamente, tienes que sacar consecuencias, aprender la lección y recuperar finalmente, el sosiego, la paz, la alegría…
Conseguirás perdonarte completamente cuando consigas perdonarle a él.
2) Aceptando la realidad. Lo sucedido es lo que ha sucedido y ya no se puede cambiar. Además la realidad es muy tozuda y te golpea cada vez que quieres que las cosas sean diferentes. Tarde o temprano tendrás que reconocer que el hecho de que sigas sufriendo, sólo lo haces en tu mente y lo único que sucede es empeorar las posibles relaciones y quizás hacer sufrir a tus seres queridos. ¿Cuándo vas a despertar de este mal sueño? Cuando lo hagas, quizás empieces a ver aspectos positivos, que lo que te ha ocurrido es por alguna razón, y que lo que ahora consideras un fracaso, puede que se convierta en uno de tus mayores éxitos. La vida nos pone en situaciones para que aprendamos y sigamos descubriendo cual es la realización de nuestro ser.
3) Haciéndote responsable. Es decir, tomando el control y asumiendo la responsabilidad de tu vida. No es sencillo porque quizás te sigues considerando la víctima, la agraviada, la ultrajada, pero lo lograrás si consigues dejar de hacerle culpable a él de lo sucedido. Y hay una fórmula mágica para que lo consigas: «tienes que dejar de poner tu foco de atención en él y sólo ponerlo en ti misma». Miguel pertenece al pasado e hizo lo que hizo por muchos motivos, que probablemente ni siquiera tú conoces, porque no te los habrá dicho o a veces porque ni él mismo lo sabe. Hacerte responsable significa que tienes que dejar de ser la víctima, porque aunque tuvieras razón (y seguro que la tienes en parte), continuar de víctima te impide ser tú la que toma las riendas de tu vida, la que decide, la que sabe que lo importante es cómo reaccionamos a lo que nos sucede, y nunca lo que sucede. En definitiva, vivir el presente y vivir viviendo la vida. Hacerte responsable es reconocer que de eso que le estás acusando, tú también te lo haces a ti misma o se lo estás haciendo a otros o lo has hecho en el pasado, aunque esto en principio no lo entiendas.
4) Fase de indagación. Ahora se trata de ser valiente y no mirar para otro lado, hay que poner el foco de atención en ti y las respuestas no se encuentran afuera, están dentro de ti. Marta tiene que dejar a Miguel, pero de una vez por todas, dejar de pensar que él le ha arruinado su vida y centrarse en ella misma, en aprender, en conocerse a si misma, sin buscar excusas. Se podría hacer, entre otras muchas, las siguientes preguntas:
¿Por qué me ha ocurrido esto?, ¿cómo es que no me dí cuenta de lo que estaba pasando?, ¿o si que me daba y no quería reconocerlo?, ¿podría haber hecho algo diferente?, ¿he soportado alguna clase de maltrato?, ¿fui sincera con él?, ¿fui sincera conmigo misma?, ¿llegué a comprenderle?, ¿a qué tenía yo miedo?, ¿por qué no supe hacer frente a la realidad?, ¿de dónde me viene mi inseguridad? ¿me ha abandonado él o soy yo la que me he abandonado a mí misma?, ¿he prestado la debida atención, a mi misma o a mis hijos por ejemplo?, ¿si le acuso de egoísta, he sido yo egoísta?, ¿si le acuso de traidor, a quién he traicionado yo?, ¿a mí misma por no saber hacer frente a la situación?, ¿tengo derecho a ser feliz?, ¿puedo rehacer mi vida?, ¿a qué estoy esperando?, ¿me ha servido de algo actuar como he actuado?, etc.
No se trata de que encuentres justificaciones a tus actos, no se trata de buscar las razones que tuviste. Se trata de que te conozcas, que pienses en ti y dejes de pensar en él, que ya suficiente tiene con lo suyo.
5) Y por fin «la perdonanza». Puede que hayan pasado días o semanas desde que has empezado este camino, pero tarde o temprano, vas a sentir la necesidad o la intuición de que el momento ha llegado. Es un acto personal que se hace desde el corazón, en un espacio tranquilo, sin interrupciones. Reconoces que esa persona ha llegado a tu vida por alguna razón y que si faltó a su promesa, fue también por algún motivo. Se trata de establecer una comunicación mental, en la que le dirás que has decidido dejar de estar enfadada, que no le guardas rencor, que por tu parte ya no queda ningún reproche y que le deseas que le vaya lo mejor posible en la vida, que es la mejor forma y más rápida de que tú consigas lo mismo. Finalmente reconocerás que él se ha convertido en tu ayudante, que ahora eres mejor persona, que te conoces mejor, que has dejado de tener miedo, que el resultado de lo que suceda de ahora en adelante, depende única y exclusivamente de ti, y que tu vida puede ser maravillosa.
«La perdonanza» es gratificante y sanadora. Muchas personas lo han conseguido y son dignas de admiración, y ya conozco a unas cuántas, ¿por qué no lo vas a conseguir tú?
Gregorio Lubiano
Fundación Albacea
www.laperdonanza.blogspot.com.es